Volver a nacer en la tierra

—También a mí, hijo mío, me hace falta, porque también para mí esto es imponente.
Así continuaron planeando y ambos estaban inmersos en pensamientos.
André no sabía en qué pensar primero.
Sin embargo, sentía lo que tenía que hacer.
No podía demorarse demasiado en esto, porque a Alcar aún le quedaban muchas cosas que aclararle.
Una vez que hubiera vuelto a la tierra podría reflexionar sobre todas estas cosas.
Qué bueno era su líder espiritual, porque sin duda que le hacía falta; Alcar había vivido miles de milagros y podía resistirlo.
Ahora había deseo en él, y comprendió que en la tierra a su vez significaba lucha.
Ahora tenía que intentar procesar esto en conciencia diurna, y no era tan sencillo.
Sin embargo tenía que ser así, pero haría un esfuerzo.
¡Oh, qué felicidad y belleza!
Qué inmaculadas eran esas personas.
‘Sí’, pensó, ‘son transparentes, más finas incluso que la materia más delicada en la tierra’.
Eran ángeles materiales.
No lograba dejar de pensar en esto, y eso era lo que le esperaba al ser humano en la tierra.
Sin duda que se tenía que querer vivir para esto.
¡Oh, esa belleza!
Qué asombrosa era la vida en ese planeta.
En la tierra la gente peleaba y asesinaba todo lo que quería.
Nadie podía detener a esos seres animales.
Se mirara donde se mirara, miseria en todas partes.
En ningún rincón de esa gran tierra había tranquilidad.
En todas partes, odio y envidia y engaño.
¡La de milagros que se le había concedido vivir aquí!
Mira, ya se estaban haciendo las tinieblas, ya habían abandonado ese sistema solar.
Ahora sentía ese profundo silencio.
Oh, ese silencio divino.
Vivía ahora en la nada, y precisamente esa nada era Dios.
Aquí las cosas eran como antes de la creación.
Ahora lo comprendía todo y se sentía como si nunca se hubiera ido de aquí, como uno de los de este lado, así de clara, así de transparente era la creación para él.
Sentía y veía que así era y así tenía que ser.
Esto era asombroso, y sin embargo volvieron a inundarle esos sentimientos que ya había sentido.
Era como si ya le hubieran hablado de eso.
No venía desde la izquierda o la derecha o desde arriba, no, esto provenía de su profundo interior, y empezaba a sentirlo de nuevo.
Era extraño, y sin embargo no podía liberarse de ello.
Nunca antes había oído de esto en la tierra, pero en este viaje lo había sentido varias veces, e incluso lo había sentido claramente.
En esos otros dos viajes este sentimiento no había calado, pero ahora estaba conscientemente en él.
Esto era extraño, muy extraño, y estaba en él, y podría comprenderlo, pero no sabía de dónde provenía y entraba en él este misterio.
Era muy curioso, y sentía que tenía que ver con él mismo.
Era exactamente como en Jerusalén, pero ahora incluso más profundamente que allí.
¿Cómo podía ser?
Vivía en la tierra, ¿no?
¿También esto formaba parte del pasado?
¿De su propio pasado?
Aún no sabía dónde había vivido, todavía se lo aclararía Alcar, así que esperaría y no pensaría en ello.
Luego sintió que le sobrevino el silencio, y hizo la transición en él.
Esto era como antes de la creación, cuando el ser humano aún iba a nacer, cuando todavía no había nada.
Tinieblas, profundas tinieblas, y sin embargo todo estaba allí, pero todo eso había que sentirlo.
Pero ¿quién podía sentirlo?
No había erudito en la tierra que pudiera hacerlo, pero la erudición es terrenal, y esto solo se podía sentir.
Habría que descender profundamente en uno mismo, porque allí está, lo habíamos vivido.
—¿Entendiste —dijo Alcar de pronto—, que allí no solo la vida interior nos impone un alto, sino también la vida material?
—Sí, Alcar, lo entendí.
—En la tierra miramos a través de toda materia, pero allí ya no es posible.
También nosotros estamos ante esa profundidad, y no podemos entrar allí.
De esta manera ves que solo puedo aclarar aquello que esté a mi alcance y que haya vivido.
Todo lo demás es invisible para mí.
Aquí hay tranquilidad y paz.
Estamos nuevamente en el silencio, es decir, en el silencio divino.
Ahora reinan las tinieblas en el universo, pero hay miles de sistemas solares y todo está en movimiento.
Todos esos miles de cuerpos se mueven y nada interviene aquí con ese imponente conjunto.
Hay armonía en el universo entero, pero donde haya seres humanos terrenales hay disarmonía, porque el ser humano terrenal interfiere.
Aquí sientes cómo te va invadiendo la pureza de la naturaleza.
Ahora nos desplazamos planeando por el universo y somos seres felices.
Dios creó el cielo y la tierra, Dios nos creó a los seres humanos, la vida animal y la de las plantas, Dios creó el universo entero, del que formamos parte.
Ya hay luz en nosotros, André, pero tenemos que asimilar todas estas cosas imponentes.
¿Te das cuenta, hijo mío, de que hay cada vez más oscuridad?
—Sí, Alcar, pero también más silencio.

—Más adelante volverá a haber más luz, y esa luz es del sistema solar al que pertenece tu propio cuerpo material.
Una vez que ese muera, llegarás para siempre a mi lado, y entonces continuaremos de este lado.
—Una vez que me encuentre aquí, Alcar, ¿qué?
—Ya te he dicho muchas veces que entonces haremos un viaje de muchos años.
Entonces volveremos a vivirlo todo y para eso hacen falta esos años.
Una vez que eso haya pasado volveré a mi propia esfera y habrá pasado mi tarea.
—¿Y yo, luego, Alcar? ¿También eso puede contármelo?
—Entonces seguirás solo durante un tiempo y harás otro trabajo.
Ese trabajo ya está preparado y te espera.
Te entregarás por completo a él, después de lo cual te esperaré en mi propia esfera.
Entonces seguiremos juntos y nos elevaremos más, para alcanzar esas esferas más elevadas.
—¿Se me otorgará colaborar de este lado con mis hermanas y hermanos de la tierra que conozco ahora, Alcar?
—Sí, André, es posible.
Volverás a ver de este lado a todos tus hermanos y hermanas que ya nos siguen en la tierra.
Se te concederá trabajar con ellos, hacer largos viajes; estarán (estaréis) conectados en amor, en inmaculado amor de las esferas.
—Oh, qué felicidad, Alcar.
—Ocurrirá, André, recibirás toda esta felicidad.
Todos entrarán aquí, aquí les espera una gran felicidad.
Ya te lo digo ahora, y puedes confiar en eso.
—¿Todo ese tiempo estará esperándolo su alma gemela, Alcar?
—Ya está esperando desde el principio, cuando fui a la tierra, pero me ayuda, André, hacemos este trabajo los dos.
En las esferas no conocemos el adiós, según sabes.

Un día se te concedió ver mi propia esfera, e incluso hablaste con ella.
Somos uno mismo y nunca estoy solo.
Esté donde esté, ella me sigue y yo a ella, y nunca nos sentimos separados.
Sin embargo, siempre estoy en la esfera de la tierra y ella en su propio cielo, pero una separación es imposible.
Estamos eternamente conectados y seguiremos estándolo.
—Todo es tan grandioso, Alcar.
Pero cuando lleguemos entonces al cuarto grado, ¿volveré a conocerlo, y usted a mí?
—Desde ahora seremos eternamente uno y todos los que vayan con nosotros seguirán siéndolo.
¿No es glorioso que se te conceda saber esto ya ahora?
Esta es la conexión espiritual, André, y quien esté conectado en el espíritu, lo ha asimilado.
Pregúntaselo a los que han alcanzado la cuarta esfera, y todos te lo dirán.
Créeme cuando te diga que estamos listos para darlo todo.
Parece mucho y sin embargo, en comparación con lo que hemos recibido, no es nada.
Dios se dio a sí mismo, Su propia vida, Su sintonización.
Quien se pierda recibe aquello que es Dios.
Intentamos asimilar esa concienciación cósmica, y para eso nos entregamos por completo.
—¿A dónde se dirige ahora, Alcar?
—Otra vez a las tinieblas, donde estuvimos, porque aún me quedan muchas cosas por aclararte y tienen que ver con el renacer en la tierra.
También hablaré de los que transgredieron todas las leyes espirituales.
El renacer ocurre desde todas las transiciones, desde los lugares que estén interiormente listos para eso.
Lo pueden hacer todos los que deseen enmendar lo que hayan hecho mal, y entonces volverán a la tierra.
Te voy a aclarar que cada ser puede vivir el nacimiento, el renacer en la tierra, y que lo recibirá si alberga esos sentimientos.
Pero una vez que vivan en el mundo astral y hayan completado su ciclo de la tierra, ese regreso será una gracia.
Ese es el milagro del renacer en la tierra, es profundo e imponente, y, como todo lo demás, sagrado.
Es asombroso y solo se conoce aquí.
Sin embargo esa vida del alma, si esta alma vive entonces en la tierra, tampoco sabrá ya nada de esto, y algunos vuelven a preguntar ¿Por qué? y ¿Para qué?
—¿No se tiene que haber alcanzado para eso una altura entonces?
—Quieres decir una altura espiritual, ¿verdad?
—Sí, Alcar.
—No, eso no hace falta, pero ya te lo dije: solo Dios puede dárselo al ser humano.
Si la vida del alma recibe otro cuerpo, pueden alcanzar más en esa breve vida en la tierra que en algunos cientos de años de este lado.
No olvides que cuando se vive en las tinieblas no se posee nada más que tinieblas y frío.
A ver, imagínate ese estado.
Ahora, ese mismo ser recibe un cuerpo material en la tierra.
En la tierra se encontrará irremediablemente con aquella vida del alma a que ha de enmendar.
Solo para eso vuelve el alma a la tierra.
Así que Dios acude en ayuda de esta vida.
Millones de seres reciben esta gracia.
De otra manera no podrían avanzar, y sin embargo todos estos seres son hijos de Dios.
En las tinieblas viven millones de seres que desean volver.
Entre ellos se encuentran personas que han transgredido todas las leyes naturales.
¿Cómo saldrán todas esas almas de este estado?
¿Puedes imaginarte algo más espantoso?
¿Ni avanzar ni retroceder, ya no sentir espacio, vida, nada más que tinieblas?
Conocemos estos estados de este lado, André, y te lo mostraré y aclararé.
Hay un principio y un final.
También hay estados en que el alma se ha perdido a sí misma, por lo que ya no hay susceptibilidad de vida, ya no hay posibilidad de existencia.
Y es lógico, es muy natural.
Podemos transgredir estas leyes, porque pertenecemos a esta imponente vida y formamos parte de ella.
Pero en la tierra se desconocen estas leyes naturales.
Cuando di mi paseo en la tierra y de este lado, llegué a conocer esas leyes.
Aprendí que Dios es amor en todo.
A cuántas personas no encontré que deseaban y seguían deseando, y cuya miseria, sin embargo, era interminable.
Todas estas personas vivían en las tinieblas y no podían desprenderse de ellas.
Esto ha de ocurrir en la vida material, pero ya te dije: es una gracia de Dios volver a recibir una vestidura material.
Un suicida que haya expiado su castigo de este lado porque ha destruido su vida en la tierra percibe aquí lo que hizo y ha perdido.
Si ha pasado su final allí, la vida del espíritu le impondrá un alto y solo esta ley podrá ayudarlo ya, lo que es el renacer.
Es entonces el último momento para probar lo que queremos, o nos hundiremos en una vida profunda y miserable.
Son las tinieblas que llegamos a conocer en el Gólgota y es para todos los seres humanos.
Pues bien, ese suicida volvió a la vida en la tierra y volvió a encontrarse ante ese estado.
¿Volvería a poner fin a su vida?
No sabe que ya se ha suicidado, y sin embargo está en él.
Si no alberga posesiones espirituales volverá a caer.
Así que es un problema para él, una historia de sufrimiento, pero a la vez una oportunidad, una posibilidad de salir de esa existencia.
¿Cómo se quiere poder vencer esto de este lado?
¿Es posible, André?
¿Se puede demostrar de este lado que uno no comete suicidio?
—No es posible, ¿no, Alcar?
—No, hijo mío, solo es posible en la tierra, se tiene que poseer un cuerpo material.
Pero ¿qué ocurre ahora? ¿Qué viven estas personas?
Van pasando cientos de años de este lado.
En esos siglos exclaman y preguntan por qué y para qué.
Me refiero a los que están alcanzando algo, que sienten que pueden elevarse más.
¿No puedo ni debo demostrarlo?
En las tinieblas avanzarán si quieren hacerlo, pero no se liberan de esos sentimientos y esto detiene su desarrollo.
Por lo tanto, si un suicida vuelve a nacer y quiere volver a suicidarse —te lo he aclarado—, algo lo retiene de hacerlo y ese algo es el pasado, su vida interior, lo ha vivido de este lado.
En esa vida terrenal alcanzó esta única cosa, y solo para ella estuvo este ser humano en la tierra.
Con esto quiero aclararte lo grande que es esta gracia, que puede recibir cualquiera.
Es increíble lo imponente que es poder estar nuevamente en la tierra desde esas profundas tinieblas.
Porque, André, en la tierra hay luz, allí hay todo lo que hace la vida más agradable.
Aquí no hay más que frío y miseria.
Imagínate esta vida por un momento.
Por lo tanto, Dios acude en nuestra ayuda de varias maneras.
—¿Y si vuelven a tropezar, Alcar?
—Es casi imposible, André.
Antes de hacer la transición en ese estado se han ubicado ellos mismos en eso, es decir: han asimilado tanta fuerza de voluntad que no volverán a tropezar.
Así que ha quedado determinado de antemano que alcanzarán esto.
También vi a otros.
No vivían en las tinieblas, sino en las esferas de luz.
También ellos pueden volver a la tierra.
Te conté sobre una madre que quería vivir la maternidad.
Deseó durante cincuenta años, y por fin se oyó también la oración de ella, y volvió a nacer.
Son milagros, André, en todos estos estados Dios acude en nuestra ayuda, y tenemos que estar agradecidos por ello.
Quien quiera aprender lo recibirá todo de Dios, si lo que viven los ayudará para poder alcanzar las esferas espirituales.
En todos estos viajes te he hablado de leyes naturales espirituales y materiales, y ahora de la gracia de Dios.
Si no la hubiera, no se me conocería en la tierra, nunca habría habido arte allí ni tampoco música y artes plásticas de la altura que se posee ahora.
Sin embargo, nací en la tierra, y muchos otros conmigo.
Así nació también la pirámide, debido a que también estos seres venían de este lado, según te conté, y así hay miles de estados más.
Algún día vivió un ser humano en la tierra que representó en música la vida y la pasión de Cristo.
Esta alma pidió de este lado a su Padre en el cielo que se lo regalara.
Y recibió esta gracia.
Así que más adelante te conectaré con esta vida y verás a este ser humano.
Para eso volveremos a Jerusalén, ya te lo he dicho.
Allí fue que vivió esta alma, y vivió allí porque quería entender a Cristo, y quería interpretar todo ese dolor y sufrimiento en sonido.
¿Comprendes este milagro, André?
Ocurrió, y así es posible para miles de estados, pero solo cuando el alma quiere vivir algo o tiene algo que llevar a la tierra.
Quien es conectado con esas leyes sabe qué clase de gran milagro ocurre, y solo lo saben quienes lo viven.
No hay ser humano, no hay espíritu de este lado que pueda contar algo sobre esto, porque es una gracia, y solo Dios puede dárnosla.
—¿Es por eso que se sabe tan poco del renacer, Alcar?
—Sí, no se sabe nada de él, André, solo sabemos que es posible.
Pregúntaselo a todos los que viven aquí, nadie lo sabe.
Cuando ocurre eso, la vida del alma se disuelve en el mundo de lo inconsciente.
Conoces ese estado.
Entran en un estado inconsciente, y en ese estado despierta y nace la vida del alma en la tierra.
En esa vida ocurrirá solo aquello para lo que la vida del alma ha venido a la tierra.
La vida material sigue su curso normal; la vida interior, en cambio, lo vivirá, y está determinado y tendrá que ocurrir en esta vivencia.
Son entonces los numerosos problemas vitales que han de vivir en la tierra.
Te lo repito, André: si los hijos de Dios quieren el bien, todo estará abierto para la vida del alma, y lo recibiremos como seres humanos.
—Un espíritu de la esfera de usted, Alcar, ¿estaría enterado de su renacer?
—Sí, porque entonces se es consciente, y esa conciencia nos hace actuar y sentir en la tierra, y nuestros sentimientos requieren alimento espiritual.
No hay ser humano en la tierra que pueda quitárnoslo.
Si un alma llega a la tierra por el arte, lo alcanzará, y esta vida del alma procede a dedicarse al arte.
Aunque los padres quisieran otra cosa, lo que ocurre más de una vez, la criatura proseguirá su camino y aunque esto destruya su lazo, va a recorrer ese camino y así ha de ser, no hay nada que se pueda cambiar en eso.
Para eso volvió el alma a la tierra, y para nada, nada más.
Entonces, por supuesto que esta vida del alma vivirá también miles de otras cosas, y en esa vida se olvidará o la aprovechará.
Estamos entonces conectados con miles de estados de nuestro propio pasado.
Lo aclaré en cuanto a mí mismo.
La vida del alma despierta en la tierra y el ser humano lo vive y se vuelve despierto y consciente.
Se hacen entonces cosas buenas y malas, pero tampoco es posible que se hundan más allá de lo que ya están.
Esa fuerza interior los mantiene en pie, y es lo que siguen desarrollando, y viven su arte, o aquello para lo que han venido a la tierra.
¿Lo tienes claro, André?
—Sí, Alcar, pero también esto es asombroso.
—Así es, pero más que un milagro es una gracia, porque este acontecimiento está al margen de todas las leyes espirituales y materiales existentes.
Haré ahora la transición a nuestro mundo astral, porque ves que ya nos hemos acercado a nuestro propio sistema solar.
André sintió que Alcar iba a conectarse.
Cuando empezó a percibir, vio que estaban nuevamente en las esferas tenebrosas.
—Mira allí, André, estamos en el lugar en que quería estar, aquí se encuentran esos seres con que nos hemos encontrado.
Para ellos no es posible volver conscientemente, porque dejarían la tierra en llamas.
—¿Es esta esferas la más baja de este lado, Alcar?
—Sí, hijo mío, aquí viven personas que han transgredido todas las leyes naturales.
André miró esta miseria.
Allí delante de él había seres humanos.
Ya había estado aquí antes con su líder espiritual.

—En este lugar, André, me conecté con uno de ellos.
Te conté entonces lo que percibí, lo hemos consignado en tu segundo libro (’Una mirada en el más allá’, parte 2).
Todos estos seres han transgredido todas las leyes naturales.
Oh, ¡si esta gente naciera en este estado espiritual y luego consciente!
Si de nuevo tuvieran el control allí, algo que sin duda podrían alcanzar por todo lo que hay en ellos, que Dios ayude entonces al ser humano en la tierra si estas bestias llegaran a la plena conciencia.
Todas estas personas son indomables.
No saben qué limites pasan y no entienden de lo que hacen.
Por eso se encuentran en este estado.
Todas estas personas se han hundido muchísimo, están inconscientes y se encuentran aquí, lo que puede durar miles de años.
Sin embargo, algún día despertarán y empezarán una nueva vida.
¿Cuánta miseria te he mostrado ya, André?
¿Cuánta tristeza se padece?
Pero todo esto es solamente para la tierra, porque el ser humano en la tierra tiene que asimilar concienciación espiritual.
Solo entonces comienza la vida elevada y está la gente abierta a nuestra vida.
Cuando veo los muchos abismos profundos que han de librar estas personas, pienso en la pena que aún les queda por vivir.
Si no tuviera final, Dios sería injusto, pero ellos saben que ellos mismos se han precipitado a esta miseria.
—¿Pueden también ellos volver a la tierra si quisieran hacerlo?
—Todos pueden volver, André, pero ya te dije, ¿no?, que si todas estas personas volvieran en su estado anterior, o sea, como fue su última vida en la tierra, que entonces se volvería a desatar el infierno, porque atacarían a todos a quienes se encontraran.
Algún día estuvieron en la tierra, pero se han olvidado en todo.
Son los autócratas de la tierra, los destructores de nuestra felicidad humana.
Y no obstante, Dios acude también en ayuda de estas almas.
Entonces la vida del alma llega a la tierra, entones el alma es como un muerto en vida, y completa esa vida terrenal en este estado.
Te hablé de esto en nuestra travesía anterior.
Entonces pasa la vida sin que tengan por lo tanto conciencia, entonces su profunda vida del alma duerme porque es lo que hace falta para la vida posterior.
Pero Dios acude en ayuda de estas almas y debido a que viven la vida terrenal como en un estado de muerte aparente, cuando entren aquí, a pesar de todo, habrá cambiado algo en ellos.
Sin embargo, a lo largo de los últimos años de su vida terrenal tienen que cobrar conciencia y si hacen la transición en ella, suelen ser los dementes espirituales.
¿Entiendes lo asombroso que es todo, y cómo funcionan estas leyes?
Esa demencia en la tierra es mejor que estar postrado así, aquí en estas tinieblas.
Aquí ellos no avanzan más, pero en la tierra sí que asimilan algo, aunque esa asimilación no sea nada más, ninguna otra cosa que volver a pertenecer a los vivos.
¿Entiendes lo que quiero decir, André?
—Si le he comprendido bien, los mantiene presos su propia vida, ¿no?
—Sí, André, en efecto, así es.
—¿No tienen entonces conciencia de nada, Alcar, tampoco de que viven allí?
—No, hijo mío, son inconscientes en todo.
Hay miles de personas en la tierra que viven en este estado.
Estas almas son profundas, y a ninguna de estas personas se les puede sondar.
Sin embargo, en la tierra se conoce a esta gente, porque cuando uno se encuentra con ellos, se piensa estar tratando con dementes.
Estas personas viven en la tierra, y sin embargo están espiritualmente dormidos.
Imagínate semejante estado.
Mira estas personas: están en todas partes, y viven en cualquier parte del mundo.
Tienen miedo, no se atreven a vivir, no se unen a nadie ni a nada, y carecen de sentimientos, de deseos, pues son los muertos en vida.
Es el estado psíquico que conocemos y sabemos por qué estos seres están en la tierra.
Los atrae un grado más elevado, y suelen ser quienes están abiertos a la demencia.
—Nuevamente, es muy curioso, Alcar.
De eso no me ha contado nada aún.
—No, así es, porque antes no era posible.
En todo sigo un solo camino, y ese camino ya está algunos cientos de años delante de mí.
Te doy y aclaro únicamente aquello que puedas procesar, desde el estado más bajo voy hacia el más elevado.
Cuando iba a empezar mi trabajo en la tierra, empecé a mostrarme a ti y a establecer la conexión.
En esos tiempos no habría podido hablarte de todas estas leyes psíquicas y de estos planetas; también tú te habrías vuelto loco.
Me había preparado en todo, y te enseñé según ibas despertando y haciéndote consciente interiormente.
No habrías comprendido esta profundidad, y también ahora tienes que saber sintonizar bien y claramente si quieres poder sentir esta profundidad del alma.
Según dije hace un momento, en la tierra hay muchas de estas personas, y son los extraños.
Estas personas están al margen de la sociedad, y así tiene que ser, porque si fueran conscientes en esa vida terrenal, Dios mío, ¿qué sería entonces de miles, no, de millones de personas?
Pero de todas estas profundidades del alma no se sabe nada en la tierra.
Tampoco se les puede sondar, porque son tontos, no se interesan por nada, no saben aprender y simplemente no son capaces de pensar como un ser humano normal.
Son personas adultas pero su interior es inconsciente.
Sin embargo, todas estas personas han nacido como todo el mundo, y sus cuerpos materiales pueden ser normales, pero entonces no hay interferencia material, sino que es el alma.
El ser humano lo recibió porque estaría miles de años aquí, y porque Dios volvió a acudir en su ayuda.
No hay espíritu, no hay ser humano que pueda remediarlo ni cambiarlo.
No hay erudito que pudiera resolver este profundo misterio espiritual, porque estas personas están cerradas a toda ayuda terrenal.
No se las puede ayudar, no hay remedio que pueda con esta enfermedad, es un problema espiritual que solo nosotros conocemos.
Estas leyes, André, están al margen de todas las demás, que, como comprenderás, han alcanzado un mundo existencial.
Quien viva en la tierra y tenga que llevar a cabo allí una tarea, o que no la tenga —tampoco importa—: todos ellos han conquistado un mundo existencial.
Un mundo existencial, que dice ser algo, poseer algo, pero estas personas han transgredido esa frontera.
Así que su interior los mantiene presos.
No hay vida del alma que se haya hundido tanto como la de estos seres, y no conocemos pena ni dolor ni perdición más profundos.
Algún día, estas personas fueron conscientes, vivieron en la tierra, masacraron allí a miles de seres humanos, solían ser los autócratas de la tierra, debido a que asimilaban esta fuerza.
—Así que no es posible, Alcar, que semejante ser pueda nacer conscientemente en este estado en la tierra, ¿no?
—No, esa frontera la han transgredido.
Si mueren, van a esta esfera y se les acostará aquí.
Todas estas personas se han olvidado, destruyeron a otras por un pedazo de tierra, por dinero u oro, y por miles de otras cosas más que en la tierra se conocen como posesiones.
Son los tiranos de la tierra, sembraron pena, dolor y miseria entre la humanidad.
Pero Dios no conoce autócratas, no conoce tiranos ni destructores.
Dios dio todo al ser humano, Su propia vida divina.
Sin embargo, ninguna de estas personas lo comprendió.
Este profundo misterio vive aquí en nuestra vida, tus problemas humanos están allí delante de ti, pero conocemos todos esos problemas.
Todos esos autócratas, estos destructores tienen que elevarse más, y para eso es el renacer en la tierra, o no lograrían avanzar más.
En la tierra, sin embargo, son los deficientes mentales, los bichos raros, y se pregunta allí para qué viven estas personas.
Ven en ellos los pobres de espíritu, lo que en realidad son, pero el significado espiritual es el que ahora te he aclarado.
Conocemos todos estos problemas del alma, hijo mío —te habrá quedado claro—, sabemos dónde y cómo viven, sabemos quiénes los atraen, porque también eso es un gran milagro.
Tiene que ver esto con la ley de causa y efecto, son aquellos padres que han de enmendar de cara a esta vida.
Para todo, absolutamente todo de este lado, por más profundo que sea para los seres humanos en la tierra, se encuentra la explicación de este lado, porque está determinado en el ser humano, uno tiene que entenderlo y saber ver sus vidas.
También de eso somos capaces, podemos conectarnos con todo lo que vive.
Pero a ver, que lo analice un psicólogo, verás que no es posible.
Si sabemos que hay que corregir, que hay que revisar, que hay que enmendar un pensamiento equivocado, entonces seguro que es así para toda esta miseria que han vertido encima de miles de personas.
Ha habido autócratas a los que aún se lleva en palmillas, solo por haber sido genios, pero que hicieron que se masacraran miles de vidas.
Y tendrán que enmendar esa masacre.
Nosotros los vemos, y sé dónde viven algunos de ellos ahora, en tu tiempo, en la tierra.
Tienes que verlos, hijo mío, pobres de ellos, estas criaturas de Dios, pero entonces primero tienes que mirar en su pasado.
Es un profundo misterio, pero son leyes espirituales.
Hay una persona aquí que ha acabado con miles de seres humanos.
Imagínate más adelante su lucha, su pena y dolor.
Tendrá que dormir miles de años más, solo entonces también él volverá a nacer.
Entonces será un simplón, un deficiente mental, un muerto en vida.
Ay, ojalá se levantara ese velo espiritual para los seres humanos y los eruditos de la tierra.
Cómo les harían temblar y estremecerse entonces todas estas verdades.
—Qué terrible es entonces semejante tarea en la tierra, Alcar.
—Semejante tarea, hijo mío, es una gran gracia pero cuando ellos se olvidan todos perecerán.
Semejante tarea solo será terrible si toman la decisión de proceder a estos actos y masacran a sus prójimos.
Los otros que buscan el bien pueden enmendar muchísimas cosas, y cuando ellos estén en el poder, para la humanidad serán una gran felicidad y paz y tranquilidad en la tierra.
Si a semejante monstruo se le volviera a dar su conciencia plena en la tierra, intentaría volver a alcanzar una altura social, y comprendes lo que ocurriría entonces.
Así que ya es posible en los grados más bajos de estas tinieblas que vivan el renacer.
Este nacimiento no ocurre entonces por nada, absolutamente nada más, y por lo tanto viven su propio problema.
No es posible que estos seres alcancen algo en esa nueva vida en la tierra, porque ya lo han vivido y al hacerlo se han olvidado por completo.
Esta es, pues, la última posibilidad de todas para el planeta tierra que podemos recibir de Dios.
Es una sola oportunidad, y en ella tendrá que pasar.
Es un milagro grande y sagrado, hijo mío, y ante el que hemos de inclinarnos.
El alma de la que hablé descendió a la tierra y nació.
Esa vida del alma recibiría pobreza, porque, si poseyera muchas cosas, haría perecer a otras personas.
¿De verdad que no sería posible —escucha ahora lo que digo— que esta vida del alma naciera de padres con muchas posesiones terrenales?
Tiene que ser posible, ¿no?, porque ¿cuántos padres no lo han asimilado?
Permíteme entonces que te diga, hijo mío, que no es posible, porque esta ley es infalible.
Ahora viene ese profundo misterio espiritual del que tampoco nosotros de este lado sabemos nada.
No hay espíritu, por más alto que sea de este lado, que conozca estas leyes divinas.
Ocurre como ha de ocurrir esa cosa asombrosa que se ha solicitado de antemano y por el que se ha rogado poder recibirlo.
Ese milagro llegará, y ¿por medio de quién?
Solo por medio de Dios.
Solo Dios es capaz de hacerlo, y no sabemos nada al respecto.
Así que ese ser humano nacerá y vivirá solamente aquello para lo que está en la tierra.
¿Entiendes esta cosa imponente, hijo mío?
Es algo imponente y asombroso que solo Dios sabe y conoce, del que ningún autócrata del amor está enterado.
Tampoco los que hayan alcanzado el Omnigrado pueden saberlo, o la pirámide se habría terminado por entero.
Es Dios, André, y un acontecimiento divino.
Para eso se puede rezar y tenemos que rezar, e inclinar la cabeza.
Hay una sola ley que lo conduce todo, absolutamente todo, y es Dios, el Dios visible e invisible que conocemos de este lado, que ha creado el universo, los seres humanos y los animales.
En todo, Dios acude en ayuda de Sus hijos.
Este acto, sin embargo, no se comprende ni se acepta.
Cuando buscamos lo más elevado, Dios nos permite que tú y yo y billones de otros hagamos algo por nosotros mismos y por otros.
¿Te queda claro lo que es Dios?
—¿A dónde conduce todo esto, Alcar? ¿Se puede comprender todo esto en la tierra?
—Hacia esa profundidad que sentimos todos nosotros, hijo mío, y ante la que inclinamos la cabeza, aunque creamos entender y conocer algo respecto de la creación, aunque sea nuestra posesión.
¿Comprendes, André, que todos nos quedamos de manos atadas si Dios dice: “Ahora basta”?
¿Y comprendes también entonces que solo podemos pedir que nos ayude a ese Dios que lo conduce todo, absolutamente todo, con las siguientes palabras: “Que se haga solo Tu voluntad”?
Esta, hijo mío, es la única oración que se nos concede enviar arriba, porque solo entonces queremos ser hijos como Dios lo desea de todos nosotros.
—Que se haga Tu voluntad, oh, mi Padre en el cielo, quiero ser un hijo, solo un hijo Tuyo.
La gente piensa que rezar no hace falta porque todo ya está, porque el universo, los seres humanos y los animales están listos.
¿Qué es Dios y dónde está?
Si Dios existe, ¿por qué entonces toda esa miseria en la tierra?
¿No puede Dios intervenir?
¿Puede Dios permitir que se haga perecer a Sus propios hijos?
¿Es Dios un Padre de amor?
No hay espíritu ni ser humano que pueda sondar ni entender este gran y profundo misterio, André.
Esto nos impone un alto, pero cuanto más amor asimilamos y sentimos para toda la vida de Dios, tanto más claro se nos irá haciendo el misterio que es Dios, y lo recibiremos según el amor que alberguemos.
Dios es luz, amor y vida.
Si no fuera amor, toda esta miseria aquí delante de ti no tendría final.
Es el renacer en la tierra, es el milagro de Dios que conocemos de este lado.
Es eso lo que quiero aclararte y que en la tierra aún no se puede asimilar, porque no se sabe nada de ello.
¿Entiendes ahora lo profundo y sagrado que es el renacer?
¿Que lo vivimos como seres humanos y que sin embargo no sabemos nada de él?
¿Y que esto es necesario porque no podemos procesar aquello que pertenece a esas vidas anteriores?
¿Que también en eso Dios acude en nuestra ayuda?
El nacimiento en la tierra lo quita todo y sin embargo —está en la profundidad de nuestro pasado, está determinado en nosotros— somos nosotros mismos.
—¿Es por eso, Alcar, que, cuando uno les pregunta por el renacer a algunos espíritus controladores, no cuentan nada al respecto?
—Sí, porque los que viven aquí y aún no han alcanzado esa altura no pueden saberlo.
Los espíritus más elevados conocen todas estas leyes, y saben que solo Dios puede darnos esta gracia, pero también ellos callan, aunque saben que es posible.
—¿Y vale para todos, Alcar?
—Sí, André.
Pero de este lado solo se puede hacer aquello que alberguemos interiormente y que viva en nosotros, y para eso tenemos que dar todas nuestras fuerzas.
—Si le he comprendido bien, solo vivirán este milagro quienes lo deseen, ¿verdad?
—Así es, hijo mío.
Quien lo quiera y lo desee está ocupándose de sí mismo, y quien viva en ello ya no puede pensar en nada más.
El ser ya no es consciente de nada, solo siente este acontecimiento y piensa en él.
Pero mientras piensen y sientan, muchos trabajan en alguna tarea y esperan hasta que empiecen a sentir este empuje.
—¿Entrará en ellos por sí solo, Alcar?
—Sí, André, y entonces el ser humano vivirá este milagro.
Más adelante te aclararé lo que ocurre entonces.
Así que ya es posible aquí, en estas tinieblas, volver a la tierra y es una gran gracia para aquellos que, de lo contrario, estarían yacientes miles de años antes de despertar.
Mira a todas estas personas, cuánto se han hundido.
Sin embargo, Dios acude en su ayuda.
Seguramente que te habrá quedado claro que solo el renacer en la tierra puede ayudarlos y que es la posibilidad de salir de esto.
Hemos llegado a conocer estas leyes, el renacer es posible desde cualquier esfera.
—Qué natural es también esto, Alcar.
—Los seres humanos no podemos agradecer suficientemente, hijo mío, todo lo que hemos recibido.
Por más terribles que hayan sido estas vidas, también ellas tocarán a su final, toda esa miseria tiene que disolverse, también ellos son hijos de Dios.
—Cómo me ha convencido usted de un Padre de amor, Alcar.
En la tierra, todas estas personas están condenadas.
Han sido blindadas para la eternidad a las esferas de luz, y su miseria no tiene fin.
Los cielos están eternamente cerrados para ellos, es lo que dicen los sacerdotes, son las cosas que divulgan.
Qué horrendas cosas con que llenan sus sermones, ahora que he llegado a conocer todo esto.
¿Acaso no sería preferible, muy preferible, no decirles una sola palabra sobre Dios, nada, antes de predicar estas falsedades durante su vida entera en la tierra?
—En efecto, André, así es.
No conocen a su Dios, no conocen a su Padre que ama a todos Sus hijos.
Cada ser humano tiene su propio Dios, pero solo de este lado se les abrirán los ojos.
Solo entonces llegarán a conocer todas estas leyes y posibilidades, aquí inclinarán las cabezas y no sabrán cómo enmendar esto.
Te he hablado de ellos, te he mostrado donde viven, todos ellos pertenecen a los muertos en vida.
Ven, sigamos, todavía me quedan más cosas que aclararte.
André miró una vez más a todos estos seres.
Sintió una profunda lástima por todas estas personas.
Pensó en las palabras de Alcar, que algún día le había dicho su líder espiritual.
Ricos en la tierra y pobres en sentimientos espirituales, sí, es lo que eran todos ellos.
¿Cómo habían sido todas esas vidas?
Toda esta miseria hacía que André temblara y se estremeciera.
Sin embargo, algún día también ellos alcanzarían las esferas de luz.
Qué grande era Dios, qué infalibles eran todas estas leyes, y de ello no se sabía nada en la tierra.
Siguió a su líder espiritual.
Vivía ahora en los infiernos más profundos que se conocieran de este lado.
Ya había estado aquí con Alcar en sus primeros desdoblamientos.
Cuántas cosas le había aclarado Alcar.
Comprendía ahora la vida espiritual, sentía ahora lo verdadero que era todo, lo naturales que eran estas leyes.
—Los que viven en la tierra de odio, Alcar, ¿pueden ir a dónde ellos quieran?
—Sí, hijo mío, esas personas son conscientes, las de aquí son inconscientes.
Estos seres humanos han transgredido las leyes naturales, también en las esferas que están aquí arriba, porque también en esto vemos y conocemos transiciones espirituales.
Mira allí, André, otro infierno, también aquí hemos estado ya antes.
Había manos asomándose por las grietas, y esas manos eran como garras.
André tembló y se estremeció, porque vio que estaban manchadas de sangre.
—Cómo es posible, Alcar, ¡veo sangre!
—Aquí viven seres humanos, André, personas como tú y yo, hijos de Dios.
Al igual que los ángeles en las esferas de luz, también ellas llevan la chispa de Dios, tienen sintonización con Dios.
Todos ellos se han olvidado.
Tienen las manos manchadas con la sangre de otras personas, viven en un estado como fue su vida interior en la tierra.
—Estos seres, ¿pueden volver también a la tierra?
—También para ellos existe esta posibilidad, hijo mío.
No podrían liberarse de esto.
—¿Qué ocurre, Alcar, o cómo logran irse de aquí?
—Cuando vayan a recibir el renacer, los asalta un profundo sueño, y poco a poco se van disolviendo.
Entonces los atrae el mundo de lo inconsciente y los volvemos a ver en la tierra.
—Pero qué agradecidos que hemos de estar de que esto sea posible, Alcar.
¿Así que a estas personas se les trajo aquí desde la tierra?
—Cuando llegó su final en la tierra, y por lo tanto iban a morir allí, se les trajo a este lugar.
Luego despertaron.
Entonces comienza esta vida, y ven y saben que están presos.
—¿Tendrían conciencia de ello?
—Desde luego, saben que están presos e intentan liberarse, pero no es posible.
—¿Qué será lo que han hecho mal todas estas personas como para tener que vivir aquí?
—No quiero conectarte, André, no podrías procesar ahora todos esos horrores.
Pero te aseguro que Dios no permite que no suceda algo si no hace falta.
Su vida en la tierra fue horrorosa.
Todas estas almas, estos seres humanos, sin excepción alguna, André, han masacrado en la tierra a miles de personas, las han torturado, atormentado y destruido.
Todos son demonios, son genios en el mal.
Seguramente sentirás que, si nadie acude en su ayuda, no saldrán de aquí, porque no albergan posesiones.
Son pobres en sentimientos y no saben nada sobre elevarse más.
Pero Dios no sería un Padre de amor si abandonara a Sus hijos aquí.
Sin embargo, no pueden quedarse aquí.
Tiene que llegar ayuda.
No es posible hablar con ellos y contarles sobre una vida más elevada.
Se aferran a ti y vuelven a estar preparados para destruir, a quien sea.
Su vida es nauseabunda y repugnante, y sin embargo también esto llegará a su fin.
Todos se han olvidado.
Pero ¿no nos hemos olvidado todos?
¿Hay un solo ser humano en las esferas de luz que pueda decir eso de sí mismo?
No, hijo mío, todos se han olvidado; alguna vez, hace miles de años, pertenecían a ellos, aunque ya hayan alcanzado las esferas de luz.
Ya estuvimos aquí antes, pero entonces aún no podía aclararte todas estas posibilidades, no habrías comprendido nada.
Ahora, en cambio, hemos llegado a ese punto, y puedo conectarte con el renacer.
O sea que Dios también acudirá en ayuda suya, y entonces ocurrirá lo que es el renacer.
Todo es profundo y grandioso, André, y no podemos agradecérselo suficientemente a Dios.
¿Te queda claro que Dios es Amor?
¿Que es obligatorio que los seres humanos lo recibamos, o no podremos seguir?
Su vida no conocerá final, no llevan posesiones y no podrán irse de aquí.
Pero el renacer los liberará, y entonces recibirán un nuevo cuerpo.
Así que para ellos no queda otra posibilidad para avanzar.
—¿Cómo será su vida en la tierra, Alcar?
—Estas personas lo pasan mal, André.
Pueden intentar lo que quieran, de todos modos no lograrán nada.
En la tierra viven millones de personas así, y todas estas almas tienen que enmendar.
Una sola ley los mantiene presos, su vida en la tierra es un hondo misterio, y sienten que han perecido.
No alcanzarán una alta posición social, todo eso ya lo han fastidiado.
Hay algo, André, que los hace sentir una y otra vez: hasta aquí y no más.
Mira, esas son, pues, las leyes inescrutables de Dios, y entonces el ser humano maldice a su Padre, porque no comprende su propia vida, y no conoce todas estas leyes.
Ese misterio vive en la tierra, se busca una existencia y todo se malogra, durante toda su vida.
Y es que cada estado humano en la tierra es un profundo misterio espiritual, también eso te habrá quedado claro ya.
Cada quien posee su propio karma, que es y significa el pasado.

¿Qué preferirías poseer, André? ¿Aquí, en las profundas tinieblas, donde hay frío y miseria, o en la tierra en un organismo material, rodeado de sol y personas?
Cuando se puede aceptar todo esto, la vida en la tierra no es tan difícil, porque se vive lo que se haya hecho mal.
Pero el ser humano está en rebelión, porque ¿por qué aquellos otros lo tienen todo?
Como puedes ver, solo de este lado se puede resolver este profundo problema;
Sin embargo, hay una sola fuerza que gobierna todo esto, y es la fuerza por la que nacieron los seres humanos y los animales, las estrellas y los planetas.
Esa fuerza vela y empuja y dice “hasta aquí y no más” cuando la gente haya transgredido todas las leyes naturales.
Entonces nos veremos ante este milagro, este profundo e imponente problema que hemos llegado a conocer de este lado, y estaremos agradecidos por todo.
Mira a tu alrededor aquí, André, mira cuánta miseria vive aquí, y son seres humanos.
Todo esto te lo he enseñado antes ya, pero ahora se me ha concedido aclararte el significado de todos esos milagros y problemas espirituales que conocemos.

En grietas y cavernas y mires donde mires viven hijos de Dios.

Todos tienen la chispa divina, pero han de despertar.
—Pero ¿qué es lo que van a alcanzar en la tierra, Alcar?
—Ya te lo dije: no pueden alcanzar nada.
Vivirán allí y de esta manera irá pasando esa vida terrenal y volverán a entrar aquí, pero entonces podrán desplazarse.
¿Sientes, André, lo asombroso que es?
—Sí, Alcar, ¿volverán a pertenecer a los vivos entonces?
—Exacto, así es, y es la intención de Dios.
Una vez que se hayan liberado de esta vida gatearán por aquí y continuarán para alcanzar la tierra de odio.
También te lo he aclarado en nuestros otros viajes.
Así que por medio de ese nuevo nacimiento han vuelto a la vida.
Y esto, hijo mío, es una gran gracia que no podemos agradecer suficientemente a Dios, o estas tinieblas no terminarían nunca.
Pero no conocemos la condena, Dios ama a todos Sus hijos, también a todas estas criaturas que han transgredido todas las leyes naturales.
Cuanto más nos elevamos ahora, tanto más cambiarán las esferas, y también los seres humanos.
Sabes que hay siete esferas infernales.
Ya se van disolviendo las profundas tinieblas, y conforme nos elevamos más, podrás percibir mejor.
Los seres humanos que viven allí se van arrastrando como animales, pero son libres en lo que hacen y deshacen, y pueden ir a donde quieran.
Sin embargo, su infierno los mantiene presos, y ya te he contado por qué es así.
Lo hemos consignado en los primeros tres libros (la trilogía ‘Una mirada en el más allá’).
Ven, André, un poco más allá y más alto verás a quienes han entrado en ese otro estado.
Las profundas tinieblas se disolvieron un poco, y ahora André podía percibir mejor.
Ya había estado aquí, veía a estas personas allí delante de él.

Se iban arrastrando por la tierra y su figura era tan repugnante que ya no eran seres humanos.
—¿Te queda claro, André?
—Sí, Alcar, todo, le comprendo por completo;
—Quienes estén aquí arriba, es decir, quienes vivan en un estado infernal elevado, aún no son alcanzables para el renacer.
Todas estas personas se desfogaron en la tierra, y también te he aclarado esos estados espirituales.

Cuando les preguntes cómo se sienten, les parece que su vida tampoco está tan mal.
A nosotros, en cambio, su concepto de vida nos hace temblar y estremecernos, y sus pasiones nos repugnan.
Estas personas permanecerán en esas esferas tenebrosas hasta que algún día despierten y quieran empezar con una vida más elevada.
Lo que me importa ahora es mostrarte que aún no es posible el renacer para ellos, porque tienen conciencia y han de empezar a liberarse de este infierno.
Y aunque les tome siglos, algún día empezarán con ello.
También te dije: solo cuando ese empuje sagrado esté conscientemente en nosotros.

Por lo tanto, somos nosotros mismos los que hacemos que despierten las leyes naturales, y cuando ocurra, haremos la transición en ese empuje, y tendremos que vivirlo.
—Y para el ser humano elevado, ¿también vale, Alcar?
—Sí, André, pronto te lo aclararé.

Ya lo dije: es para todo el mundo, Dios no distingue.
Así que lo que valga para estos seres, vale también para los que hayan alcanzado las esferas de luz.

—¿Y los que viven en la tierra de odio, Alcar?
¿También ellos pueden volver a la tierra?
—Los que viven en la tierra de odio son seres animales y en su vida son conscientes.
¿Entiendes lo que esto significa?
Dije hace un momento que todas estas personas primero tienen que despertar, solo entonces les entrará remordimiento en ellos y pedirán a su Dios que se les conceda enmendarlo.
Sin embargo sabemos que pasarán cientos de años antes de que lleguen a ese punto.
Volverán a experimentar la vida en la tierra, pero ahora como el ser humano astral.

Sin embargo, pueden recibir esta gracia.
—Si le he comprendido bien, es más fácil nacer de los infiernos más profundos que desde la tierra de odio, ¿no, Alcar?
—En efecto, hijo mío, muy bien.
Yacen en las tinieblas más profundas sin poder moverse.
En la tierra de odio hay empuje, pueden ir a donde quieran.
Cae por su propio peso que todas estas personas tienen que recapacitar y empezar con otra vida.
En la vida de ellos vemos muchas posibilidades, en las tinieblas más profundas no hay más que una sola posibilidad: el renacer, que hace que cambie su estado.
Después de la tierra de odio sigue la tierra crepuscular, que colinda con aquella.

Sin embargo, en todas esas esferas viven personas, por lo tanto, que ya se han blindado contra el renacer, porque pertenecen a los vivos.
¿Entiendes también esto, André?
—Sí, Alcar, me queda muy claro.
Y es que no quieren nada más que eso, piensan solo en lo que quieren poseer y lo encuentran en la tierra.
—Muy bien, André, es lo que quería aclararte.
Los de allí abajo no tienen más que un solo deseo, pero los de la tierra de odio y la tierra crepuscular tienen miles de deseos, y eso los blinda contra el renacer.
Así que alguien que arrastra su propio problema ya no puede pensar en nada más, y solo entonces ocurren estos milagros.
Entonces se siente remordimiento, André, y se quiere enmendar.
Sin embargo, pueden pasar cientos de años antes de que se escuche esta oración.
He vivido todo eso, de este lado llegué a conocer todos estos problemas y estoy muy agradecido con Dios.
Cuando estuve en las tinieblas para ayudar a otros conocí a una mujer a la que quise convencer de una vida más elevada.
Por más que intenté alcanzarla no me fue posible.
Entonces me apresuré de regreso a las esferas más elevadas y pregunté a mi maestro lo que tenía que hacer para poder ayudar a esa vida del alma.
Vivía un gran problema en ella, nadie podía ayudarla, solo Dios podía darle aquello que cambiaría su vida.
Mi maestro dijo: “Hermano Alcar, espera.
No hay más que una sola fuerza que puede hacerlo y es Dios, pero el ser mismo tiene que poner a funcionar esas leyes y fuerzas”.
“Pero”, dije; “la pena y el remordimiento que ella siente son terribles”.

Fue cuando mi maestro me miró y dijo: “Sí, hermano mío, vive, está despierta y es consciente y desea, pero sus deseos aún no son suficientemente intensos para que pueda ocurrir ese empuje.
Vuelve y mira cómo es ella, síguela y llegarás a conocer este milagro, y percibe lo infalible que es todo esto.
Volví a descender, André, y vi cómo se realizó este milagro.
Poco a poco se fue disolviendo delante de mí y desapareció para mí, había entrado en otro mundo.
Volví nuevamente a las esferas de luz y se lo conté a mi maestro.
Me dijo: “Si esto no hubiera ocurrido, podrían pasar miles de años, seguiría en su propio estado, y ese tormento es indescriptible.
Pero Dios acude en ayuda de todos nosotros, solo cuando lo queramos de verdad.
¿Sería Dios un Padre de amor si se lo negara a Su propia vida?
Síguela ahora en la tierra, te diré dónde nacerá y percibe cómo esta vida va creciendo.
Mira lo que ocurre en esa breve vida terrenal, y llegarás a conocer las leyes divinas”.
Entonces volví a la tierra, André, y seguí esa vida.
Esta alma vivió su propio problema y Dios le dio la gracia de recobrarse.
Y así fue, y cuando iba a abandonar esa vida terrenal y le llamó la muerte, entró aquí y estuvo liberada de ese horroroso remordimiento, por lo que estaba abierta a una vida nueva.

—¿No es algo grandioso, Alcar?
—Ya te dije, André: no podemos agradecérselo suficientemente a nuestro Padre.
Una y otra vez, Dios acude en ayuda de todos Sus hijos.
Allí donde ninguna oración funciona, funcionan las leyes naturales.
Se experimenta esa vida, se disuelve el acto y el alma es feliz y va a empezar una nueva vida.
¿Te queda claro, André?
Comprenderás entonces que Dios es amor en todo, y que los seres humanos podemos recibir lo que sea si lo queremos de verdad.
Pertenece a nuestra vida, es el renacer en la tierra, es una gran gracia de Dios.
Cuando hayamos completado el ciclo de la tierra, llegaremos a conocer todas estas leyes divinas.
Pues bien, lo que vale para estas almas para liberarse de su propia miseria —ya lo dije—, también vale para el ser elevado que quiere hacer algo por la tierra.
También el ser más elevado conoce y tiene sus propios problemas.
Una vez que empecemos a conocer esta vida, André, y sintamos lo que hemos recibido y se nos ha concedido vivir en todos esos millones de años, entrará otro sentimiento en nosotros, y será la gratitud.
Pero ¿cómo podemos mostrar esa gratitud?
Para eso hay miles de medios y caminos.
En primer lugar, podemos hacernos útiles de este lado, en el infierno y en las esferas de luz, al igual que en la tierra.
Podemos descender en las esferas en que haya mucho trabajo que hacer.

Casi todo el mundo desciende en estas tinieblas para ayudar a otros.

También hay muchos que van a la tierra y ayudan allí a sus amigos y sus hermanas y hermanos.

Otros más quieren traer algo a la tierra, realizar algo allí para dar las gracias a Dios por todo.
Y también eso es posible y vuelven a nacer.
Ahora haré la transición al tiempo en que la tierra recibiría el arte.
Mientras tanto, volveremos a las esferas de luz, podré hablar de eso por el camino.

Así que abandonaremos las tinieblas, André, y por ahora no volverás aquí.
¿Te quedan más preguntas que hacerme sobre esto?
—No, Alcar, le he comprendido en todo.
—De maravilla, André.
Debes de haber comprendido que, haya lo que haya en la tierra, viene de este lado, ¿no?

En la tierra no hay nada que no hayan recibido de sus hermanas y hermanos de este lado.
Hemos hablado de esto en nuestra travesía anterior, pero ahora también voy a aclarártelo, pues pertenece al renacer en la tierra.
Todo lo que existe en la tierra lo hemos llevado allí por medio de inspiración, pero también por medio del renacer.
Así que nacían seres que llegaban a la tierra para el arte, porque a la tierra le hacía falta.

Con eso se lograba que los seres humanos empezaran a interesarse por cosas más elevadas.
Ahora voy a conectarte con ese estado y te mostraré cómo ocurrió.
Estemos donde estemos, ya desde la primera esfera vemos que hay seres espirituales que se van preparando para recibir esa gracia.
¿Te queda claro, André, por qué todos esos seres han tenido que alcanzar la primera esfera antes de que sea posible el renacer?
—Sí, Alcar, me queda muy claro, porque todas estas personas primero han de liberarse de todo.
—Así es, André, si quieren poner en funcionamiento esas leyes, se lo han de ganar, alcanzar una posibilidad existencial.
Esto es posible en los tres infiernos más bajos, pero después son conscientes, y al ser conscientes es distinta su vida interior y no es posible ese empuje.
Así que cada vez se elevan más, y una vez que hayan alcanzado ese propósito, llegan a conocer estas leyes, que se han puesto a funcionar por medio de su remordimiento.
—Cuántos milagros hay de este lado, Alcar, y qué natural es todo.
Qué grande es la gracia de que se le conceda a uno recibirlo.
¿Vivió usted el renacer, Alcar?
—Sí, hijo mío, también yo pertenecí a los que pudieron vivir esta gracia, pero te hablaré de esto más adelante.

—¿Es la tierra crepuscular en que vivía Gerhard, Alcar?
—Sí, André, pronto estaremos en la primera esfera.
—Así que desde esta esfera el renacer no es posible, ¿verdad?
—No, pues tienen que vivir otros problemas y están absortos en ellos, y por tanto no están abiertos a vivencias más profundas.
—Está muy claro, Alcar, ahora lo comprendo aún mejor.
—Tiene que quedarte claro, hijo mío.
Todas estas personas tienen una sintonización espiritual diferente, viven su propia vida y por lo tanto no pueden pensar en nada más.
—Cuando un ser humano ha vuelto a nacer, Alcar, y muere en la tierra, ¿no ha cambiado nada entonces cuando entra aquí?
—Sí, por supuesto.
Si en la tierra se lograron avances, lo percibirán de inmediato de este lado.
—Y ¿son conscientes de ello?
—No, no es posible, eso no podemos percibirlo sino en la cuarta esfera.
También de eso te he hablado.
Así que te lo mostraré cuando vaya a conectarte con mi propia vida.
Se nota el cambio, y es lo que se ha alcanzado entonces en esa vida terrenal.
—¿No es posible que se vuelvan a hundir, Alcar?
—No, tampoco es posible, esas fuerzas están en nosotros.
¿Entiendes lo que quiero decir, André?
—Sí, Alcar, también eso me queda claro.
—Antes de nacer en la tierra, meditamos durante años y nos preparamos para este gran acontecimiento.
—¿Duró mucho para usted, Alcar?
—Para mí duró más o menos medio siglo.
—¿Qué dice? ¿Cincuenta años?
—Sí, hijo mío, me hicieron falta cincuenta años según cálculo terrenal para prepararme para esta tarea.
—Es otro milagro más que usted me aclara.
—Yo tenía que estar listo interiormente si quería poder recibir esta gran gracia, solo entonces sigue el nacimiento en la tierra.
Cuando volví a entrar en esta vida, hube alcanzado una esfera más elevada, lo que, sin embargo, solo se me hizo claro más adelante.
Por lo tanto, en la vida en la tierra había asimilado ese estado más elevado.

—Es todo tan asombroso, Alcar, no tengo palabras.
—Mira, André, allí está la primera esfera.
Vamos ahora al templo del arte y allí voy a conectarte con el pasado.
Vivirás lo que ocurrió de este lado en esos tiempos, hace unos siglos ya.
Así que intentaré convencerte de otra manera del renacer.
Entraremos allí.
Ya has estado allí, André, es el templo del arte pictórico y escultórico.
Allí es donde tengo que estar.
También en la segunda esfera te mostré este templo.
Aquí, sin embargo, tiene otro significado.
En los años en que el arte iba a nacer en la tierra, ese arte provino de este templo.

Aquí vivían los artistas, y esos seres volverían a nacer en la tierra.
Te prometí hablarte de ello.
Este arte, quiero decir, el de los antiguos maestros en la tierra, se encuentra en un nivel muy elevado.
¿Por qué todos estos artistas vivieron en ese Siglo de Oro?
¿Por qué estuvieron allí y ya no están?
Ahora te voy a contestar a estas preguntas.
También ahora se pinta en la tierra y sin embargo no pueden aceptarlo.
Ya no hay maestros así que llegan a la tierra, ya no pueden llegar allí, o traen el arte que en la tierra no se comprende.
Y ¿qué alcanzamos entonces?
Eso se toma en cuenta aquí.
Ya te he dicho que ya no se comprende el arte de la segunda y tercera esfera.
Si naciera en la tierra, sería una revelación, pero tampoco esta se comprendería.

Supera su sentimiento, y entonces despertarían las pasiones de la humanidad, solo por medio de este arte.
En su momento también te conté que me robaron mi arte y hubo muertos; solo por querer poseer una obra y sacarle provecho.
Mira, es un trastorno y si se diera ese arte elevado, volvería a suceder, aunque incluso mucho y mucho más.
El arte que en esos tiempos se le daría a la tierra provenía de esta esfera y había maestros que ya estaban conectados con la segunda esfera.
Pero no fueron más que algunos.
Aquí, sin embargo, se sentía lo que ocurriría.
Fue aquí en la primera esfera donde esos maestros empezaron a prepararse.
Aquí se meditaba antes de que ocurriera aquel acontecimiento imponente.
Ven, André, vamos a entrar.
André siguió a su líder espiritual y reconoció este maravilloso edificio.
Enseguida se le saludó a Alcar.
Un espíritu de la luz se acercó a Alcar y le dio la bienvenida.
André oyó como hablaba.
Este espíritu llevaba una esplendorosa vestidura y André comprendió que era un maestro de la tercera esfera.
Reconoció su esfera por esta vestidura y por su luz interior.
Alcar hizo un ademán a André para que se acercara y entonces esta figura se retiró.
—Mira, André, arte, y es arte espiritual.
Son jóvenes artistas que vivieron en la tierra y que ahora se están capacitando de este lado.
Sabes que es posible.
También te he contado y aclarado que sería mejor que descendieran en las tinieblas y trabajar allí que pintar aquí.
Pero estos templos están abiertos al ser humano, y todos los que quieran pueden capacitarse en ellos.
Sin embargo, los espíritus poderosos entienden de lo que serían capaces, descienden y entonces alcanzan mucho en ese breve tiempo, como sabes por Gerhard.
Pero para mí no se trata de eso, porque esto ya está ocurriendo aquí desde hace miles de años.
Cuando hayan terminado de pintar, volverán en sí.
—¿Por qué no se les dice, Alcar?
—No tiene sentido ni sirve, hijo mío.
Albergan ese sentimiento y han de vivirlo, o tampoco ellos avanzarán.

¿Entiendes ahora qué intensos son nuestros sentimientos aquí, y que no podemos hacer ni sentir nada, nada en absoluto, aparte de esa única cosa?
¿Entiendes entonces que ellos, esos pobres seres aquí abajo, se asfixian en su propia vida y por medio de ella?
¿Que no pueden dar un paso hacia arriba o hacia abajo, y que primero tienen que vivir eso, para después poder pensar en otras cosas?
Ese maestro que me reconoció está aquí debido a que hace un buen trabajo y, cuando hace falta, los convence de sus sentimientos equivocados.
Así es también la vida en la tierra, y la volvemos a encontrar en las esferas, pero solo aquí en la primera esfera, porque es como la tierra.
En la segunda esfera, ya no hace falta estimular a nadie; ellos albergan esa fuerza y voluntad, es decir que han llegado hasta ese punto.
Aquí pintan, en otros estados en esta esfera dan paseos y buscan su vida en la naturaleza e intentan averiguar la verdad de cómo crece y vive todo.
Tampoco eso hará que avancen.
También yo pinté y pensé poder alcanzar con eso lo que fuera.
Pero no es posible para nuestra vida interior.
Conocemos y poseemos entonces arte, nuestros sentimientos están desarrollados, pero ni con eso avanzamos, porque aquí se tiene que servir, y es servir a la vida.
Mira, André, todas estas personas intentan alcanzar algo en el arte, pero para mí se trata del pasado y voy a conectarte con él.
En ese mismo momento, André empezó a percibir.
Delante de él vio a muchos seres.
—Estos seres espirituales, André, estuvieron juntos aquí hace muchos siglos.
Muchos de ellos nacieron en la tierra, y aquí, entre ellos, me ves a mí.
—¿Qué dice?
—Que estoy entre ellos, André.
Búscame y me encontrarás.
André los siguió a todos.
Entonces se asustó, porque vio allí a su líder espiritual.
Dios mío, ¿cómo es posible?

—Sí, es usted, lo reconozco, Alcar, está atado a este ser humano.
Qué gran milagro me parece esto, Alcar.
—Mira allí, André, nuestro maestro, como el que me saludó hace un momento.
André miró en esa dirección.
Sintió arte en este ser humano.
Este ser era un genio.

Vivía en el arte y también en su irradiación había arte.

—¿Qué significa esto, Alcar?
—Significa que este ser humano ha alcanzado su grado más elevado en el arte para esta esfera.
Su sentimiento solo está abierto para el arte, no está en otra cosa que en el arte.
Ese sentimiento se ve en su irradiación.

Hay seres de este lado que se han adiestrado para otros estudios y también eso se puede ver en su aura.
Pero él solo alberga arte y es un maestro en ella.
Pero eso aún no significa que no posea mucho amor.

Su amor es como la primera esfera, y por lo tanto vive aquí.
También yo estoy allí, pero todavía tengo que hablarte de mi entrada de este lado, y por lo tanto más adelante volveré a mi propia vida.
Ya te lo dije: llegué a la frontera de la primera esfera y también yo quería alcanzar algo en el arte, pero logré a la vez volver a nacer.
Todos estos seres humanos, André, al igual que yo, volvieron a nacer.
Lo que percibes ahora es el momento en que nos estábamos preparando.
Un ser más elevado nos convencería de esa misión, y así fue.
Albergábamos el deseo de poder llevar esto a la tierra.
Había arte en la tierra, pero si se pudiera dar esto, el arte alcanzaría su punto álgido.
Ese mensaje vino de maestros cósmicos más elevados que no solo dirigían las esferas, sino que también seguían la evolución en la tierra.
Sabían lo que se haría en la tierra con todo ese arte, y era para elevar el nivel humano.
Primero el arte, el arte pictórico y escultórico, y después la música.
También la música nació en la tierra desde este lado.
Por lo tanto, aquí nos preparamos, y muchos de ellos eran maestros.
Albergábamos ese sentimiento y un fuerte deseo de que se nos concediera llevarlo a la tierra.
Pero ¿de dónde provenían esos sentimientos?
¿De nosotros mismos?
¿Era yo consciente, y había avanzado tanto ya en esta esfera como para sentir esto de manera consciente?
Hago estas preguntas, André, para aclararte que no poseía estos sentimientos.
Eran los maestros cósmicos los que nos despertaban en estos sentimientos, eran ellos los que, en silencio y desde lejos, incidían en nosotros y así vemos cómo ocurre lo que viene a continuación.
Muchos se aislaban y meditaban.
Solo es posible en esta naturaleza y durante algún trabajo.
Después, fuimos todos a la tierra y percibimos lo que el ser humano hacía allí.
En eso, sin embargo, se fueron años, pero estábamos listos con nuestro arte.
No obstante, ninguno de nosotros sabía nada de la incidencia superior, aunque esta nos pusiera en el estado deseado.
Así fueron pasando los años y se acercó el momento en que ese arte se llevaría a la tierra.
Uno tras otro fue desapareciendo.

Por más que intentemos encontrarnos unos a otros, resultó imposible.
En realidad nos disolvimos todos e hicimos la transición en el mundo de lo inconsciente.
Conozco a todos mis hermanos artísticos que en esos tiempos estaban en la tierra.
Este maestro se hizo mi maestro también en la tierra, te lo he mostrado en este viaje.
Pero ¿cómo es posible, André, que nos volveríamos a ver allí?
En la tierra, desde luego, no sabíamos nada de esta misión y sin embargo, unos se hicieron preceptores de otros.
Cuando uno completaba su tarea nacía el otro, y eso ocurría como ocurrió con la pirámide, en varios años.
¿Entiendes este gran milagro, hijo mío?

Vivíamos en el sur y en Occidente, en varias ciudades de la tierra.

Este maestro, André, es conocido en la tierra, y cuando pronto mencione mi propio nombre para conectarlo con este trabajo, también este se reconocerá.
Pero ¿cuántos nombres hemos portado en la tierra?
A este, sin embargo, le tengo cariño y puedo recordarlo siempre.
Aquel de allí, mi maestro en la tierra, y sin embargo, hace muchos miles de años, mi esposo.
Por más increíble que sea todo esto para la tierra, se me ha concedido aclarártelo de este lado, y cada uno será conectado con ello de este lado.
Se nos concedió llevarlo a la tierra porque de este lado se quería regalar a la tierra.
Esto ocurrió también para el arte pictórico.

Uno de los genios más grandes que se conoció en la tierra vino de este lado.
Todos esos maestros, hijo mío, volvieron a nacer, porque esto tenía un significado cósmico.
Ya te dije: lo que fue posible para la pirámide y para todos esos pobres aquí en las esferas tenebrosas, para los suicidas y para los que transgredieron todas las leyes espirituales, también es igualmente posible para el ser con sintonización elevada que tiene que llevar algo allí y que ha de hacerlo por el bien.
Todos, sin excepción, se convirtieron en artistas.
En nuestra juventud, albergábamos esos dones.
Y es que no puede ser de otra manera: habíamos nacido para el arte, y es sencillo cuando se conoce el significado espiritual.
Yo no podría haber hecho otra cosa ni habría podido hacer uso de mis fuerzas para nada más, debido a que no poseía sentimientos para eso.
En el fondo, el arte me había infundido alma, y no solo que esto fuera mi posesión, sino que también se nos ayudó desde este lado.
En mí había religión, y por eso creé representaciones religiosas, esos sentimientos estaban en mí.
Sin embargo, nadie de nosotros comprendió nada.
¿Cómo habríamos podido comprender este significado, ahora que sabemos que todo se disuelve por medio del nacimiento y que solo aquello en que vivimos es consciente?
Más adelante volveré a esto, André; ahora, sin embargo, tengo que aclararte otros milagros y para eso volveremos a la naturaleza y luego al Gólgota, para conectarte con otro ser.
Alcar salió y André siguió a su líder espiritual.
Había vuelto a conocer nuevos milagros.
Sintió un profundo respeto ante todo, y qué natural era en el fondo.
Si no fuera así, no podría ser ninguna revelación.
Alcar había sido un gran artista y ahora estaba en el espíritu, y era un maestro de la quinta esfera.
¡Cómo admiraba a su líder espiritual!
Continuaron andando durante un buen tiempo, y André sintió que su líder espiritual volvía al silencio.
Andaba ahora en la primera esfera y también aquí, por más que descendiera en esta vida, sentía como si hubiera estado aquí varias veces.
Y así había sido con su líder espiritual, pero esto era diferente.
Reconocía toda esta belleza y cuantas más cosas se le aclaraban, tanto más íntimamente empezaba a comprender este gran misterio, que sentía profundamente en su interior.
A la par que estos sentimientos, ahora todos los recuerdos iban volviendo en él.

Seguía sin poder encontrar palabras, y sin embargo esto debía tener un significado, lo tenía claro, porque era demasiado íntimo, pero seguramente también para esto recibiría la respuesta.
Más adelante, Alcar le aclararía su propio pasado, y él esperaría.
Allí, delante de él, había seres espirituales.
Todos iban de pie y estaban sumidos en pensamientos.
Algunos, según vio, estaban envueltos en una densa emanación, otros eran más transparentes.

—¿Qué significa esto, Alcar?
—Significa que están aquí con sus seres queridos y que más adelante descenderán.
También esto quise aclarártelo.
—¿Están enterados, entonces?
—Sí, André, saben que pronto partirán, pero están eternamente conectados y seguirán estándolo.
Te conté sobre esto en nuestro viaje anterior.

Uno de ellos desciende en el mundo de lo inconsciente y el otro se queda de este lado y se convierte en el control para este ser humano en la tierra.
—¿No me contó usted, Alcar, que esto solo es posible en la cuarta esfera?
—Sí, André, pero no hice más que mencionar el problema brevemente, y también esto tiene un significado.

—¿Acaso siente entonces que este ser tiene que llevar a cabo una misión espiritual?

—Sí, lo siento y lo veo.
—¿Están separados entonces para esa vida en la tierra?
—¿No te he dicho muchas veces, acaso, que jamás se nos podrá separar?

Son uno solo eternamente, y así seguirán.

Ella, esta alma trae algo a la tierra, y también tiene que enmendar allí.

También yo tuve que enmendar algo cuando estuve en la tierra, y todos los que nacieron allí conmigo.

Este ser humano, en cambio, es la inspiración para ella, y en la tierra la elevará a grandes alturas.
—Qué difícil, Alcar.

¿Cuántos años tendrá que cumplir allí?
—Más o menos entre sesenta y setenta.

—Y durante todo ese tiempo, ese otro ser estará solo, tendrá que percibir que ella es objeto de burla y provocación, porque seguramente también ella recibirá y vivirá su pena y dolor y muchas otras cosas, ¿no?
—Lo has comprendido bien, André.
Conocerá a alguien en la tierra y enmendará ante ese ser.
También llevará algo y también eso será para llegar a liberarse en ese tiempo de aquello que la retiene aquí y le impide desarrollarse.
‘Un nuevo milagro’, pensó André.

—Qué terrible me parece eso, Alcar.

—Ahora que sabes todo esto, ¿pensarías que no podrías realizarlo, o que no serías capaz de hacerlo?
—No lo sé, pero me parece tan difícil.
Si ella se encuentra con aquel otro, siento ya que él no la comprenderá cuando descienda en el cuerpo materno.
Y es horroroso, porque entonces esa vida será tan difícil.
Ay, qué profundidad y qué sacrificio.

—Este milagro es profundo, André, pero no es sacrificio.
Oíste lo que dije, ¿no? Que ella también enmendará.
Entonces no es sacrificio, sino una gracia, una gran gracia que Dios da a todos Sus hijos, cuando hemos de enmendar en esa vida y cuando podemos alcanzarlo en una breve vida terrenal.
Si está en la tierra ante quien tengamos que enmendarnos, y nosotros ya estamos de este lado, ¿no es, acaso, mejor que esperar años y años hasta poder continuar de este lado?
Nos detiene irremediablemente, obstruye nuestro desarrollo, porque no podemos avanzar más y porque ese ser humano vive en la tierra.
¿Entiendes el gran milagro de este estado, y que es una gran gracia cuando esto ocurre?
Entonces se alcanza muchísimo en esa vida y cuando entonces llegue el final, toda la miseria habrá pasado y ellos estarán eternamente conectados.
Entonces serán hermanas y hermanos en el espíritu y continuarán de este lado.
—Me parece espantoso, Alcar.
Cómo ha de sufrir este espíritu, que se queda de este lado.
—¿Has comprendido bien la vida de Lantos?
¿Qué hizo él una vez que llegó ese momento?
Conectó su propia alma (gemela) con Roni y percibió cómo la ataban de pies y manos.
Y sin embargo, esto es mil veces mejor que tener que esperar aquí y no poder continuar.
—Así que, si le he comprendido bien, quiere decir lo siguiente.
Si yo en la tierra he hecho algo a alguien y he vuelto en las esferas, pero esa persona vuelve a la tierra, entonces ¿he de esperar de todos modos hasta que yo lo haya enmendado?
¿No pueden hacerlo otros por mí?
—No, solo ellos tienen que ver con tu vida, ellos fueron sometidos a ese dolor, y no aquellos otros.
Puedes hacer mucho por otros, y sin embargo, volverás a encontrarte con estos seres, porque son ellos quienes detienen nuestro desarrollo.
Es la ley de causa y efecto.
—Pero seguramente no han de ser errores grandes, ¿no, Alcar?

—¿Quieres decir debido a que viven en la primera esfera?
—Sí, es lo que en realidad quiero decir.
—Los que han alcanzado la primera esfera todavía pueden tener que enmendar grandes pecados y errores en esta esfera, y sin embargo ya entrar aquí.
—Pero nunca antes me ha hablado de eso, Alcar.
—Tampoco era posible.
Solo ahora puedo tratar estas leyes espirituales, no las habrías comprendido.
Trato estas leyes ahora, porque todos estos estados tienen que ver con el renacer.
Cuando estemos libres de odio, pasión y violencia, y ya poseamos amor, podremos entrar en la primera esfera de este lado, para sin embargo seguir poseyendo errores y pecados que solo ahora podemos enmendar.
Entonces suele ocurrir este milagro, del que te he hablado ahora.

—Lo que me está aclarando ahora es algo asombroso.

—No olvides, André, que la primera esfera es como la tierra.
Quedan otras dos esferas para alcanzar la primera esfera existencial espiritual.
—Ahora lo entiendo, Alcar.
Qué asombroso es también esto.
No pensé en eso.
—En la primera esfera, André, todo se disolverá y tiene que ser así, solo entonces podremos continuar.
—¿Y para eso muchos de ellos vuelven a la tierra?
—Sí, André, para enmendar los pecados y errores, y también para servir.
—¿Cómo se encontrarán entonces, Alcar?
—De eso se encargan los que viven de este lado.
—Así que, cuando llegue el momento, ¿este espíritu la conectará mientras que sea su propia vida, su propia alma?
—Sí, André, así ocurre.
Nuevamente te pregunto: ¿no serías capaz de esto y también de llevar algo a la tierra y luego enmendar?
¿No albergas esa gratitud?
Todos nosotros, sin excepción alguna, hemos sido capaces de hacerlo.
Mucha gente pregunta en la tierra por qué es que Dios junta de manera tan íntima a las personas, pero unas aprenden de otras.
Unas vuelven para su vida interior, otras para llevar algo a la tierra y a la humanidad.
Hay miles de posibilidades por las que volvemos de nuevo a la tierra, pero con un propósito firme, y ese propósito se alcanza.
Conozco a muchos eruditos que están en la tierra y que solo nacieron allí por un invento a favor de la humanidad.
Hace tan solo poco tiempo llegaron aquí dos genios, que volvieron ambos a la tierra para llevar algo a la tierra y la ciencia por lo que se pueda liberar a miles de personas de sus terribles enfermedades.
Si estos seres no se hubieran encarnado en la tierra y si tampoco hubiera seres de este lado que los inspiraran, no habrían alcanzado nada allí.
Pero esto se había vivido y realizado de antemano, y para eso volvieron a la tierra.
También fue posible para otras ciencias.
Si los médicos no volvieran a la tierra desde este lado para dejar algo allí para la humanidad, esta no avanzaría jamás.
Pero volvían a nacer y después de su tarea completada, volvían y veían que no habían estado allí en vano.
En la tierra no estaban enterados de nada; aquí, en cambio, hacían la transición en el pasado y eran felices de que eso se hubiera alcanzado.
Esto ya es tan viejo como el lugar que ocupa la tierra en el universo.
Te lo he aclarado.
Desde el momento en que empezaron el infierno y las esferas de luz, ya había seres espirituales que volvían en un organismo material y que llevaban sus conocimientos interiores a la tierra.
Aquí, André, no se pregunta lo que tenemos que vivir, aquí se quiere vivir, porque todos nosotros servimos.
Queremos enmendar y lo percibimos como una gracia.
Lo hacen todos, y todos hacen la transición en eso, y algún día habrán llegado hasta allí.
Esos seres son imparables.
Mira cómo van y siente la inmensa animación.
Van trazando su propio camino, y ese camino se allana desde este lado.
Aquí hay seres que velan, y esos seres son controles, los ángeles guardianes de los de la tierra.
Están íntimamente conectados y tienen todos una tarea para alcanzar aquello para lo que sirven.
Miles de seres tienen una tarea de este lado, y esa tarea se completa, ese trabajo es indestructible, ocurrirá y así tiene que ser, sin importar cuánta obstrucción encuentren, porque todos ellos lo quieren.
Albergan un sagrado ímpetu por crear.
Es fuego espiritual, hijo mío, un fuego espiritual cuyas llamas se levantan y que calienta a otros.
¿Cuántos seres espirituales no hay en la tierra para nuestro trabajo?
¿Cuántos líderes espirituales no hay de este lado que los ayudan en la tierra?
Viven ahora en todos los rincones de la tierra, porque este es el siglo del alimento espiritual.
Hubo seres humanos que volvían de este lado para el arte, el arte plástico y pictórico, y que llevaban allí lo que ellos llevarían.
Por lo tanto estos dos seres, según te dije, están intensamente conectados y seguirán así.
—Y ¿pasará ella a otras manos, Alcar?
—¿Qué son manos, hijo mío? ¿Qué es un cuerpo material?
Una hermosa vestidura, pero nosotros lo vemos de otra manera.
Solo pedimos la vida del alma y de este lado de nada nos sirve ese cuerpo; la vida interior, esa es nuestra felicidad.
En la tierra se cometen asesinatos por esa vestidura, pero nosotros de aquí nos vamos y esperamos a que esté lista la vida interior.
Esa es la verdad eterna, es lo que nosotros amamos y que continuará eternamente, André.
Nosotros lo vemos y sentimos de otra manera, porque no se toca ni se pone a vibrar la vida del alma.
Aquí despierta, aquí vive; allí está escondido en las profundidades de la vida del alma de los seres humanos.
También de eso podría contarte muchas cosas, y entonces lo verías de otra manera, pero ahora no es posible.
De este lado, André, los sentimientos son vida, los sentimientos son amor y luz, calor y felicidad.

El cuerpo material es solo temporal y muere.
En la tierra, se ama el cuerpo; nosotros, en cambio, la vida interior.
Por lo tanto, no se toca la profundidad de esta vida del alma, es imposible ponerla a vibrar, porque aquí vive el ser que sabe hacerlo y que tiene la misma sintonización.
Es la conexión de almas, y sentirlo es la felicidad inmaculada.
De lo contrario no significa nada ni tiene valor alguno.
No, André, ella se va e irá, y con ella otros miles.
Más adelante se disolverá, y entonces el ser masculino va a empezar con su tarea, y esperará hasta que pueda alcanzarla.
Siente la profundidad de este gran milagro, hijo mío, y agradece que esto sea posible.
—¡Qué sacrificio, qué fuerza, qué animación, Alcar!
—Ambos sienten esta gracia y seguirán sintiéndola.

Mira este joven espíritu, vuelve.
Se convertirá en madre y lo vivirá en la tierra.
Allí hay alguien esperando y se encontrarán en esa gran tierra.
Cuando ella haya vivido esto —pues nada puede pararlo—, entonces volverá a las esferas y continuará de este lado.
Entonces todo se habrá completado y vivido y también sufrido y enmendado.
Ella vivirá conscientemente esta cosa imponente que en la tierra no se comprende; todo esto reside en su profundo interior.
¿No son estos milagros, André?
¿No es esto imponente y no tenemos que estar agradecidos con Dios?
¿Sentiremos esa gratitud en nosotros, ahora que sabemos esto?
Yo creo que sí, André, pues no puede ser de otra manera.
Así sentiremos y pensaremos, está en nosotros y lo hemos vivido.
Te aclararé este estado en todas las esferas, incluso en las más elevadas, pero entonces esa tarea será una tarea particular, y siempre tendrá que ver con un gran acontecimiento en la tierra.
Y todo esto sirve únicamente para el desarrollo de la humanidad, porque esos seres elevados no podrían llevar otra cosa a la tierra.
Es, entonces, una misión de primera clase, y esa persona será entonces una gran personalidad en la tierra.
Llevan sabiduría y felicidad, y esto tiene un significado cósmico.

Los que vuelven ahora a la tierra llevarán alimento espiritual, o ciencia, o técnica.
Ambos seguían un solo camino y alcanzarán el propósito deseado.
Así ocurrió todos esos millones de años y entonces ahora, ahora que la humanidad lo necesita tanto, ahora que se establecerá el reino de Dios, ¿ya no haría falta?
Tú, André, y millones de personas contigo, viven (vivís) en un siglo particular, lo vivirá la humanidad en la tierra.
De este lado estamos preparados, solo esperamos a que se nos conceda empezar.
Precisamente ahora llevamos alimento espiritual, porque se ha acercado ese siglo y ellos están abiertos para él.
Ahora ya no se quema a nuestros médiums y podemos terminar nuestro trabajo.
También de eso te he hablado.
Antes, hace algunos siglos, se ponía a la gente en la hoguera, ahora ya no se atreven a hacerlo, porque han avanzado más, porque han empezado a sentir y pensar de otra manera.
Pero entonces, hijo mío, éramos nosotros mismos los que destruíamos a otros, y ahora enmendamos lo que destruimos en esos tiempos.
Aun así, demolimos lo que otros construyeron.
Esos otros son ahora los seres que viven en el sexto y séptimo cielo y que vuelven la vista a aquello que algún día realizaron.
Y ¿es tan increíble, tan extraño todo esto?
Son problemas para la humanidad en la tierra, pero de este lado es verdad y una gran gracia.
Siguen pensando que somos dementes, pero más adelante harán lo que nosotros hacemos ahora, y darán gracias a su Padre en el cielo por toda esta bondad.
Vamos ahora al templo de la música.
También estos seres nacieron en la tierra.
Aquí se prepararon y todos volvieron a la tierra.
Entraremos, pero también allí has estado ya conmigo.
Todo esto se realizó, hijo mío, en algunos siglos, y en esos siglos hubo genios que vivieron en la tierra.
Se sigue tocando música y pintando, y existe el arte escultórico, pero el genio más grande que ha vivido alguna vez ya no está allí y ya no volverá a nacer en la tierra.
Si esto ocurriera, habremos avanzado miles de años e incluso eso sería muy pronto, pues el desarrollo de la humanidad no avanza con tanta velocidad.
Ven, André, sígueme, entonces escucharás música celestial del pasado.

André entró en el edificio, que estaba lleno de gente.
Ya desde lejos oía música espiritual, que ya antes se le había concedido escuchar en otras esferas.
Fue en la cuarta y en la sexta esfera, allí había tenido esa experiencia divina.
En la vida después de la muerte se practicaba arte, todas las artes de la tierra, pero qué imponente era esta música.
Había miles de seres reunidos aquí, el edificio estaba abierto por completo y André comprendió lo que esto significaba.
Había silencio.
Vio flores en todas partes, pájaros que entraban y salían volando y eran los amigos de los seres espirituales.
¡Y esta no era más que la primera esfera!
Ahora parecía que llegaba el final, pues todos se fueron.
‘Qué pena’, pensó.
Aquí había maestros en el arte reunidos, y representaban lo que sentían interiormente.
Los instrumentos eran como en la tierra, pero también había muchos que no se podían comparar ni describir.
Entonces Alcar le dijo:

—Ven, André, seguiremos y nos adentraremos más en el edificio.
Siguió a Alcar.
¿Quién podría creerle?
Nadie, pues esto era demasiado imponente, demasiado increíble para seres humanos terrenales.
Sin embargo estaba viviendo todo esto, se había desdoblado y había abandonado su vestidura material.
Vio más personas terrenales que estaban aquí, pero ellas más adelante ya no tendrían conciencia de haber estado en este lugar.
Sin embargo habían oído, según decían, música hermosa en sus sueños, y por más extraño que fuera, habían hablado con sus padres que desde hacía mucho habían hecho la transición.
No obstante, esta era la realidad, y algún día lo verán.
Cuando entren aquí y se queden aquí para siempre y eternamente, verán que han estado aquí más de una vez.
Reconoció claramente los que aún vivían en la tierra.
Su felicidad era grande.
¡Mira lo radiantes que estaban!
Tampoco de eso el ser humano recordaba nada al despertar por la mañana.
No, esa vida terrenal lo rechazaba todo, en ella todo se disolvía y se difuminaba esta imagen.
Era magnífico verlos así.
Había padres y madres juntos, una madre que visitaba a su criatura.

Y también esto era una gracia, una gracia grandísima.
Entonces podían enfrentarse nuevamente a la vida, y por la mañana esa profunda tristeza había menguado.
Alcar continuaba cada vez más, pero ahora se detuvo y lo esperó.
—Aquí, André, estoy en el lugar en que alguna vez, hace algunos siglos, se preparaban seres para llevar su arte a la tierra.
Se preparaban no uno, sino decenas de ellos.
Todos ya han vuelto a este lado desde hace mucho.

Uno hizo la transición a corta edad.
Mira allí, delante de ti, André.
En ese mismo instante, André empezó a percibir.
—Allí delante de ti, este espíritu, quiero decir, André.
—Pero lo conozco, Alcar.
Su rostro espiritual es como su rostro material en la tierra.
—Sí, André, así es, quería mostrártelo.
También eso es una fuerza espiritual que solo nosotros conocemos.
Entonces domina la vida interior del cuerpo material, y su irradiación atraviesa esa vestidura espesa.
—Sé a quién se refiere, Alcar, fue un genio.

¿Quiere decir Mozart?
—Sí, André, ese es el nombre que llevó en la tierra.
Era su tarea llevar este arte a la tierra, y esta venía de esta esfera.
Y ahora que se conoce su arte y se entiende su vida interior, ya podrás imaginarte cómo es el arte de la segunda y tercera, la cuarta, quinta, sexta y séptima esfera.
Lo que llevó a la tierra ya es tan imponente, y luego el arte de las esferas más elevadas.
Muchos otros llegaron con él y podría indicártelos uno por uno si me conectara con su pasado.
Vivieron aquí, nacieron en la tierra y cuando estuvieron listos, hicieron la transición.
No hacía falta que hicieran más allí.
Ese arte era perfecto y cada uno creó según sus propios sentimientos.
Siempre hay artistas en la tierra, pero estos estuvieron solo una vez, y no pueden nacer más que una vez.
Son inigualables y nacieron en la tierra para ese propósito.

Todos ellos llevaron lo más elevado y también lo último de todo.
¿No es entonces curioso, André, que ya no estén en la tierra?
¿Por qué estuvieron esas personas allí en Egipto y ya no están?
Ya te dije: todos nacieron para eso y exclusivamente para eso, y si no hubiera sido posible, no habría habido pirámides, arte, ciencias, nada, no habría habido nada en la tierra.
Estos seres, sin embargo, vivieron de este lado, en nuestro más allá y en todos los planetas que conocemos.
Ahora visitaremos a un ser más que se preparó de este lado para su grandiosa tarea, para llevar su arte, su amor, su religión a la tierra.
También él fue un genio, uno de los más grandes que conocemos.
Fue único en su arte y en eso se le apoyó desde este lado.
Podría enumerarte todos esos nombres de personas ilustres, pero también demostrarte que vivieron de este lado.
Los conocimos como espíritus, vivieron aquí entre nosotros.
También sabemos dónde viven en este momento.
Aquí continúan y eso es lo que harán; algunos, no obstante, están de nuevo en la tierra, porque han de enmendar allí.
Ven, André, vamos a volver a Jerusalén.
Estos son milagros, hijo mío, pero la gracia que todos hemos recibido de Dios es grande.
Solo es posible por el renacer, porque entonces como espíritus podemos recibir una nueva vestidura terrenal.
Todo esto es grandioso y elevado, es para estarle agradecido a Él, que jamás nos olvidará.
Todo es amor, es animación y fuego sagrado que está en ellos y que han asimilado en esos miles de siglos.
El amor inmaculado inspira.
Es la transición en otro ser, es sentir y vivir, es sintonizar con aquello que queremos llevar.
Dios nos lo dio todo, y —cuántas veces lo he dicho ya— nos dio Su propia vida sagrada.
Él es quien nos infunde alma y por Él podemos recibir esa animación sagrada.

Pero, ay, cuando no comprendemos esa animación.

Entonces muchos perecen y buscan, hasta haber encontrado la animación y el ser.
Pero los que crean en realidad lo hacen por su propia posesión interior.
Es solo el amor inmaculado el que obra milagros.
Mira, André, ya estamos en la tierra.
Pronto estaremos otra vez en Jerusalén.
—Y ¿cómo es, Alcar, que en este viaje todo me es tan claro?
—Te lo contaré más adelante.
Entonces te comprenderás a ti mismo y sabrás “por qué y para qué”.
Entonces podré contestarte todas las preguntas que me hiciste en este viaje y en los anteriores.
Así que ten un poco más de paciencia, entonces también para ti este profundo misterio se disolverá.
Seguiremos al Gólgota, ya no tengo nada que buscar en Jerusalén.
Debajo de ellos estaba la Tierra Santa.
Nuevamente, André estaba en el lugar en que había vivido Cristo.
¿Qué iría a vivir esta vez?
Ahora Alcar hizo la transición a la tierra, y volvió a andar hacia arriba, acercándose al Gólgota.
André volvió a sentir que se le conectaba, pero esta conexión era distinta que la de la vez pasada que estuvieron aquí.
Alcar estaba sumido en pensamientos.
Iba subiendo lentamente, y André seguía a su líder espiritual.
También él volvió a pensar en este horror.
Cómo temblaba y se estremecía aún pensando en lo que se le había concedido vivir aquí.
Volvía a ver seres.
Ya había personas aquí, pero solo espíritus, vivían de este lado dese hacía mucho.
Alcar continuó.
Pronto habían alcanzado la cima del Gólgota.
Fue cuando Alcar le dijo:

—Aquí voy a conectarte con un gran milagro y con el pasado de un ser espiritual.
También a mí se me mostró esto cuando volví a las esferas, tras mi última vida en la tierra.
Te voy a aclarar, André, lo que significa una misión en la tierra y lo que hace falta para poder llevarla a cabo y percibirla a fondo y en su conjunto.
Quien no pueda hacerlo tampoco será capaz de completar su tarea bien, y entonces esa misión no llevará a ninguna parte.
Tenemos que saber eso de antemano, o nuestra vida en la tierra será un fracaso.
Entonces esa gran labor, todo el esfuerzo habrá sido en vano y eso no puede ser, porque entonces destruiríamos más de lo que construimos.
Sobre todo hemos de saberlo y saber calcularlo para el trabajo espiritual, y se puede porque sabemos sondar y percibir la vida interior de quienes sean aptos para esto.
Sabemos entonces si experimentarán esa vida terrenal bien, o si se olvidarán allí y se desfogarán de alguna manera.
Con lo cual, él o ella tiene que ser apto o apta para la misión espiritual, o no podrán descender.
Es solo cuando recibimos esta gracia y hacemos trabajo para los maestros.
Cuando el ser humano está allí para él mismo, o sea, para su propio desarrollo, y si viven alguna cosa, entonces ellos mismos han de saber cómo aprovecharán esa vida.
Pero para una tarea espiritual, por medio de la que un artista o un médium trabaja para nuestro mundo, hemos de saber si pueden cargarlo, o si perecerán bajo la carga de su trabajo.
Aquí, de este lado, todos meditaban para asimilar su arte y sentir todo a fondo, y entonces, cuando estaban listos, descendían envueltos en un velo de luz al mundo de lo inconsciente.
Despertarán en la tierra y la vida interior despertará conforme al crecimiento corporal, y solo sentirán aquello para lo que han llegado a la tierra.
Para este ser humano fue la música.
Solo vino para llevar a la humanidad la vida y la pasión de Cristo, e interpretarlo en música.
Yo mismo pinté a Cristo, otros lo han interpretado en poemas, incluso otros en música, como vivimos nosotros aquí en las esferas esta fiesta sagrada.
Ahora voy a conectarte.
Percibirás, André, cómo un ser de este lado se preparaba para llevar esa gran misión a la tierra.
Mira, hijo mío.
André empezó a percibir de nuevo.
Volvió a ver la cruz iluminada que siempre estaba aquí.
Debajo de esa cruz, invisible para los seres humanos de la tierra, vio a un ser.
Estaba sumido en oración.
El silencio que sentía ahora era profundo, y fue un momento sagrado para él.
—Ven, ponte aquí conmigo, André, y dame la mano.
Oirás y verás lo que ocurrió en esos tiempos.
El ser seguía rezando.
André empezó a percibir y a sentir.
En la profundidad de su alma vivió algo y André sintió claramente en qué pensaba y lo que ocurría dentro de este ser humano.
Tenía que vivirlo en el Gólgota, no era posible en ningún otro lugar.
Sentía en qué pensaba.

Esta persona seguía la vida y la pasión de Cristo.
Lo había seguido todo desde el nacimiento.
Ahora había llegado al lugar donde había ocurrido lo más espantoso que ocurriría jamás.
Ahora seguía esa cosa horrorosa y asimilaba ese acontecimiento.
Pero André sentía y oía todavía más.
Oía unos cánticos magníficos y cuando los oyó levantó la vista, porque esto venía desde el otro lado, es más, venía desde las esferas de luz.
El hombre oyó estos cánticos y los vivió en las profundidades de su interior.
Después, André oyó de pronto música hermosa que se incrementó hasta formar un imponente conjunto.
Entendió el significado y tembló de emoción.
En estos cánticos y en esta música elevada se interpretaba la vida y la pasión de Cristo.
Comprendió ahora el significado completo y sintió para qué estaba aquí y se conectaba este ser humano.
Este era un momento sagrado.
Era el amor por Cristo, era gratitud para el Ser Humano Perfecto, que se había entregado por completo a la humanidad.
Este ser humano percibía este acontecimiento imponente completamente a fondo.
Le atravesó el alma y en la profundidad de su propia vida vivió este gran milagro que llegó a cobrar vida dentro de él.
Ahora a este ser humano se le estaba infundiendo alma.

Esto era animación espiritual, inmaculada e imponente, era felicidad espiritual, una oración interpretada en música y cánticos.
Los ángeles cantaban para él, en las esferas todo estaba listo ya y oía esta música elevada y lo acogía todo en él.
Cuando lo hubo vivido, se incorporó y levantó la vista.
Vio la luz iluminada encima de él y detrás de ella estaban los ángeles.
En este momento, una luz dirigió sus rayos hacia la tierra y envolvió con ellos a este ser humano.
Luego este se volvió a arrodillar, inclinó la cabeza y volvió a sumirse en oración.

Esto duró bastante tiempo.

André seguía oyendo los cánticos espirituales.
Lo invadió ahora una inmensa felicidad.
Oh, cómo lo sentía todo, qué imponente era este acontecimiento para él.
Este ser humano estaba siendo acogido, se le cubría de radiación y una densa emanación lo blindaba por completo.
André intuyó que no tenía conciencia de ello.
Ese velo espiritual se densificó y ahora él estaba completamente blindado, por lo que era como si viviera en una casa espiritual.
No podría liberarse de ello.
Esto se consolidaría, o los seres elevados tendrían que liberarse se él, volver a retirarse y esa no era la intención.
Este ser espiritual estaba ahora completamente blindado.
No había nada para lo que se pudiera influenciar ahora a este ser humano, y vivía en lo que acababa de experimentar.
Entendió que este espíritu se había sintonizado ya durante años y años, que una y otra vez había vuelto a vivir todo y que ahora había llegado el final.
¿Qué ocurriría ahora?
André vio que se fue.
Una vez más miró la cruz luminosa, luego volvió a hundirse y rezó, rezó con intensidad y envió su amor a aquellos por quienes había recibido todo esto.
Entonces André vio una figura luminosa que aparecía del espacio.
Este espíritu puso las manos en la cabeza del hombre y lo irradió durante un largo rato.
Luego la figura luminosa elevó la mirada y un brillo dorado lo cubrió con su radiación.
También esto lo comprendió André.
Era un líder espiritual, un ángel que se había conectado con él.
Estos seres eran uno solo.
Albergaban los mismos sentimientos y deseos y los dos entendían lo que ocurriría.

Habían hecho la transición en esto y más adelante experimentarían cosas.
Era un acontecimiento asombroso y sagrado.
Los pensamientos de este ser espiritual eran inmaculados, muy inmaculados.
Estaban ante un gran trabajo, pero André no sabía aún lo que harían.
Sí que entendía que significaría una misión, pero ¿era para la tierra?
¿Nacería este ser humano en la tierra?
Casi no podía ser de otra manera.
Vio ahora que la figura luminosa se disolvía.
Luego, André entendió que tenía que haber llegado a una conclusión, porque se levantó de un salto y se fue.
—Lo seguiremos, André.
Va a ocurrir un gran milagro.

André vio que iba planeando por encima de la tierra y Alcar lo seguía.

Ahora volvía a las esferas.
También Alcar volvía, pero sin dejar de seguirlo.
Ahora vivió otro milagro.
André vio que este ser humano se fue haciendo más borroso, era como si se disolviera.
Aún se le veía, más adelante ya no sería posible.
André entendió este gran y profundo milagro.
Este ser humano iba a nacer en la tierra.
Aún era visible, aún veía su figura, pero vio cómo este ser humano fue desapareciendo lentamente de delante de sus ojos, y se disolvió por completo.
Alcar lo miró y dijo:

—Este ser humano nació en la tierra y allí tenía que llevar a cabo una tarea espiritual.
Lo que has percibido fue el último momento de todos, pero su preparación duró medio siglo.
Se preparó durante muchos años, al igual que su líder espiritual, que también has percibido.
Ahora está preparado, ya está en el mundo de lo inconsciente y nacerá más adelante.
Este ser humano será compositor y, como dije, tenía que realizar una tarea espiritual.
¿Alguna vez has escuchado la Pasión según Mateo en la tierra, André?
—Sí, Alcar, ahora de pronto lo sé todo.
Qué milagro.
—Lo que oías allí provenía de nuestro mundo.
Para eso se preparaba este ser humano, para obsequiarlo a la tierra.
En ella se ha interpretado la vida y la pasión y la muerte de Cristo.
Quien la oiga y quiera oírla vive lo que ocurrió de este lado, en lo que han colaborado tantos seres y ángeles.
Cuando vivas eso, hijo mío, descenderás en la vida de Cristo.
Vivirás entonces en cánticos y música lo que viviste antes, cuando estuvimos allí.

Quien lo viva bien ya no cometerá pecados ni errores.
Si el ser humano en la tierra comprende bien esto, sentirá que ha de ser una misión espiritual y que solo ha nacido en la tierra para eso.
Quien sienta esto sentirá a Dios y la vida y pasión de Su Hijo perfecto, Jesucristo.
Esta es una misión espiritual.
Ocurrió y se había calculado de antemano.

Este ser humano nació en el lugar en que nacería y donde sería apto para esta tarea.
Se convirtió en compositor y no podía convertirse en otra cosa, su alma estaba conectada con ese acontecimiento imponente, se sentía uno solo, uno por completo con nuestro maestro Jesucristo.
Eso fue lo que llevó a la tierra y para lo que sirvió a sus líderes espirituales.
O sea, no solo que lo hubiera asimilado, sino también que desde su juventud se incidió en él y por lo tanto lo guiaron.
¿No es esto sagrado, André?
¿Pueden imaginárselo los seres humanos en la tierra?
¿Entienden lo imponente que es cuando escuchan, y lo que ocurre de este lado?

¿Lo que hizo falta para eso?
¿Saben conectarse allí por completo como tuvo que hacerlo él para poder alcanzar esa cosa grande?
Fue uno de los más grandes de todos los que vivieron en esos tiempos, el siglo de la música.
Fue para lo que vino a la tierra.

¿No es una particularidad y no se puede aceptar?
Era un maestro en su arte, como todos nosotros éramos maestros en esa época.

Has vivido que, por lo tanto, todos estuvieron aquí y volvieron a la tierra.
Los que sirven el arte en la tierra ¿podrían volver a alcanzar esta altura?
No, porque no es posible, debido a que es una misión, y a que esa misión vino de nuestro lado.
Este ser humano vivió debajo de la cruz, en el lugar en que se destruyó a Cristo, este imponente acontecimiento.
Cuando estuvo listo, volvió a descender y nació en la tierra.
Solo puede ocurrir una vez, André, y por eso es una misión espiritual.
Así que solo fue posible una sola vez, y no puede ocurrir diez o veinte veces.

La humanidad en la tierra posee este arte, y allí se quedará.
Es perfecto y sagrado y tiene un significado profundo e inmaculado, según te he mostrado.
Ahora está en la tierra y para muchas personas este milagro de la fuerza de creación es demasiado incomprensible.
Nosotros lo sabemos y también él sabe que esto se dio muchos, pero muchos años demasiado pronto a la humanidad, y sin embargo esta cosa grandiosa no llegó un segundo temprano o tarde.
Era el momento oportuno, porque no se puede dar nada sin que se sepa aquí que es posible.
La humanidad sigue dormida y todavía pasarán años para que comprenda y sienta a fondo esta cosa sagrada, este mensaje imponente, como él y otros lo sintieron a fondo y lo vivieron.

Fue un maestro en su arte y para eso se llevó a sí mismo.

Ay, ojalá la gente comprendiera lo que ya hay en la tierra.
Cuánto se ha dado a la tierra ya, pero siguen sin comprender nada de todas estas cosas sagradas para las que hubo seres que volvieron a la tierra y que vivieron el renacer.
Se llevó a sí mismo como otros lo hicieron, como Cristo nos enseñó, de lo contrario no habría sido posible y una misión sería un fracaso.
Los que piensen que es aburrido no entienden lo que han recibido y pertenecen a los muertos en vida y no comprenden que esto es una oración inmaculada y sagrada.
Si escuchan, otros rezan por ellos, a saber en música y cánticos, y los elevan, por lo que se les conecta.
Ahora la tierra posee muchos inventos y así pueden escuchar esta obra grandiosa por la tierra entera.
Los eruditos llegaron a la tierra para poder escuchar esto y se les apoyaba de nuestro lado, porque también ellos eran instrumentos en el espíritu.
De esta manera, todo, absolutamente todo viene de nuestro lado, hijo mío, o en la tierra no habría habido nada, nada del todo.
Aquí, ese hombre encontró el sosiego y entendió el arte y nacieron los pensamientos que cobraron conciencia y fueron interpretados en la tierra.
Podría demostrártelo de cientos de maneras, pero ahora te habrá quedado claro que es así.

¿Qué he de añadir a eso?
Todos esos otros maestros son famosos en la tierra y sus nombres no se extinguirán jamás; sin embargo, para mí no se trata de sus nombres, sino de lo que se llevó allí, pero sobre todo que es posible el renacer en la tierra.
En la tierra existieron los grandes y los más grandes de todos.

Sin embargo, habrá tiempos en que se les olvidará y en que el estruendo de las selvas se elevará por encima de todo.
Sin embargo, el ser humano volverá a encontrar el sosiego y se despertará otra vez.
Entonces echarán mano de esta música, se volverá a honrar a los maestros y vivirán sus creaciones.
Esto ocurrirá una y otra vez.
Algún día, la tierra y los seres humanos habrán llegado a ese punto y sabrán lo que poseen allí.
Lo que llevaron de este lado pervivirá, porque es una misión espiritual, como todas las cosas que se dieron de este lado y que sirven para la humanidad.
Si vuelves a escuchar, André, verás la escena que te mostré y empezarás a comprender la vida de Nuestro Señor.
Entonces los espíritus rezarán por ti y no te queda más que seguirlo.
Es cuando se te conectará con las esferas y se te anegarán los ojos en lágrimas, que entonces podrás dejar correr en abundancia.
Pero no habrás de avergonzarte de ello, también nosotros estamos profundamente conmovidos cuando escuchamos aquí este acontecimiento.
Así que ya estaba listo antes de que se le fuera dado a la tierra.
Y es así para toda misión espiritual.
Aquí somos uno solo y vivimos aquello que vivió y sintió Cristo.
—Es poderoso, Alcar, me conmueve profundamente.

Otra cosa más que no me había esperado.
No puedo decir nada, pero estoy muy agradecido de que se me conceda vivir esto y todo lo que me ha aclarado usted en este viaje.
—Ahora vamos a volver a las esferas, André, al lugar del que vine cuando terminó mi vida en el sur.
Y es que te dije que iba a volver allí, y ahora ha llegado el momento y voy a continuar sobre mi propia vida.
Entonces iremos a la tierra y luego volveremos a las esferas, porque es necesario y tendré que aclararte otros milagros.
Después, André, cuando te haya aclarado eso, y como última vivencia de todas, iremos a un lugar específico en las esferas y, haciéndote vivir algo, contestaré todos tus cientos de preguntas y sentimientos que has percibido en este viaje y recientemente en la tierra.
Pero ahora, primero a la tierra tenebrosa, la esfera en que también entró Gerhard cuando llegó aquí desde la tierra (‘Aquellos que volvieron de la muerte’).
También yo entré allí, según ya te conté.
Pronto estaremos allí y entonces enseguida haré la transición en ese estado.
Allí seguiré mi propia vida y verás que también yo volveré a nacer.
—Qué asombroso que es todo, Alcar.
Ay, ojalá la gente en la tierra pudiera aceptarlo, ¡cómo sería su vida entonces!
La de cosas que pueden asimilar, cuánto hay por aprender.
Qué imponente es todo y qué grande es Dios.
—¿No te dije que vivirías milagros?

Sin embargo, ocurren aún en la tierra, aún nacen personas desde este lado que tienen que llevar a cabo una tarea allí como todos aquellos otros.
La evolución continúa, siempre necesitan otras cosas, sea ciencia, alimento espiritual, etcétera.
Aquí hay almas que se preparan para llevar a cabo una tarea, y por insignificantes que sean esas misiones, todo es para la tierra y sirve a la humanidad.

Como dije, esto ya lleva su curso desde hace millones de años, desde el momento en que los primeros seres humanos hubieron alcanzado las esferas de luz.
Lo recibimos de Dios y es una gran gracia.
Está reservado para todos nosotros, todos pueden recibirlo, cuando los embargan los sentimientos de gratitud y amor, y cuando empiezan a comprender lo que en todas esas vidas hemos recibido de Dios.
Entonces todos queremos hacer algo y darnos a nosotros mismos, y es posible.

Mira, André, estamos en la tierra crepuscular, aquí viví.
Cuando hube muerto en la tierra, desperté en este planeta y fue mi sintonización.
La mayoría de la gente llega aquí desde la tierra y todos ellos no son ni buenos ni malos, sino que no llevan posesiones espirituales.

También a mí se me convenció de mi propia vida, aquí me sacaron del sueño a sacudidas y despertó mi interior.
Había avanzado un poco más que Gerhard, y por eso tomé la decisión de dejar que hablara de su vida espiritual, así yo no tendría que hacerlo más adelante.
Era como si Gerhard hubiera interpretado mi propia vida, porque también yo descendí en las tinieblas para asimilar algo.

Permanecí allí abajo durante años.
Ayudé a miles de seres y así acepté mi estado más elevado.

Sentía como Gerhard vivía y sentía, solo que en mí había arte.
Comprenderás ahora que, cuando supe que él haría la transición, me conectaría con él y lo dejaría contar de su propia vida, también porque tú conocías a Gerhard en la tierra.
Mandé a uno de mis ayudantes a verlo y ahora también sabes que esto se arregló de antemano.
Se convenció a Gerhard, descendió en el infierno, vivió allí miles de milagros, aunque fueron fuerzas y poderes diabólicos, y alcanzó por medio de ellos la primera esfera.

También yo lo viví, André.
Si sigues su vida y la has comprendido, sabrás cómo fue mi vida en esos tiempos, y podrás percibirla.
Así que fui como Gerhard, tenía conciencia de que en esto residían mis posesiones y una vez que comprendí, puse toda la carne en el asador y quería alcanzar la primera esfera a costa de mí mismo.
Dije: hay muchas personas de la tierra que entran aquí, que aquí se entregan, pero que jamás supieron hacerlo en la tierra.

También eso es un gran misterio más.
Esos seres estuvieron en la tierra para enmendar algo, y lo hicieron, pero morirían allí a corta edad.

Gerhard fue uno de ellos, albergaba esas fuerzas, por las que pudo alcanzar la primera esfera en ese breve tiempo.

Para muchas otras personas no es tan sencillo, porque no albergan esa profundidad.
Para Gerhard, esta profundidad era su gran fuerza de voluntad que poseía.
Así que también hay otros que llegan a esta esfera, pero sin ser tan fuertes como Gerhard.
Esto demuestra, por lo tanto, que todos perciben de otra manera, que, si bien poseemos un solo amor, hay en nosotros características diferentes.
Somos uno solo en el amor, no en el arte ni en los sentimientos, y lo que sepa hacer uno, no por eso también sabe hacerlo el otro, aunque viva en el mismo estado, en una sola esfera.
Algunos sienten algo por el arte, otros por la ciencia, y aun otros tienen otros sentimientos y no es solo así en la tierra, sino también de este lado.
Así que su vida fue como la mía al entrar aquí.
Es por eso que ahora iremos a la primera esfera, y allí voy a seguir.
Cuando entré allí, despertaron mis sentimientos por el arte.
Al principio me fui de viaje, tomé posesión de mi propia esfera y cuando hubo ocurrido, hice la transición al arte.
Pero no me quedé allí.
Los demás continuaron y se desfogaron en el arte espiritual, pero en ocasiones yo descendía por largo tiempo a la tierra y a las tinieblas, para ayudar a otros.
Mi maestro me apoyaba en todo y me comprendía por completo.

Continúa de esta manera, me decía, y más adelante llegará una gran sorpresa.
Volvía a descender en el infierno, ayudaba allí a muchos infelices, luego volvía otra vez a las esferas de luz para dedicarme por completo al arte.
En la tierra ya había alcanzado una gran altura, pero todavía no era la que podía alcanzar como maestro.

Así que aquí despertó mi sentimiento por el arte.
También llegué a conocer la vida en las tinieblas, pero no comprendía que también desde las esferas más elevadas se me seguía en todo.
Ya entonces, André, estaba bajo la dirección de mi maestro Cesarino.
Este maestro completaría una misión a la tierra, y para eso hacían falta muchos ayudantes.
Me convertí en uno de sus miles de ayudantes.
Así fueron pasando los primeros años.
Poco a poco fuimos acercándonos al siglo XV.
Seguí sintiendo la vida que Dios creó y así fue creciendo mi arte.
Entonces —pensé que sería bueno para mí— pedí a mi maestro que se me concediera hacer un largo viaje.
“Me voy con usted”, dijo.
Fuimos a la tierra y allí hice un estudio de todo mi arte que ya entonces había dejado atrás en el sur.
En esos tiempos, sin embargo, aún no había llegado tan lejos.
Ahora me entró el deseo de que se me concediera dar a la tierra lo que poseía, y le pregunté a mi maestro si sería posible.
Me dijo: “Para nuestro Padre en el cielo, todo es posible”.
“O sea, que no sabe decirlo con certeza, ¿no?”.
“Sabemos tantas cosas, hermano, pero esto es una gracia cuando ocurre”.
“¿Acaso no puedo asimilar esa gracia?
¿No puedo pedírsela al Padre en el cielo?”.

“¿Está usted dispuesto a aceptar todo lo que podría vivir en la tierra?”, respondió.
“¿Acaso es tan terrible entonces?”.
“No lo olvide: aquí posee luz, se siente feliz, está libre de frío y carencias, de toda pasión, pero si acepta un cuerpo material, ese cuerpo pertenecerá al mundo material.
Si quisiera vivir allí y nacer allí, tendría que aceptar todo lo que pueda darle la tierra.
También la enfermedad, porque se enfrentará a ella, no hay nadie en la tierra que pueda librarse de eso.
Pero no hace falta que se lo diga, pues conoce esta vida, hemos estado en la esfera de la tierra y usted ha hecho un estudio al respecto.
Volverá a vivirlo, aunque tendrá otra vida que aquellos que están allí por algún acto.
También ha de enmendar, y entonces esta vida puede considerarse feliz.
Pero se lo repito: solo Dios puede dárselo, no podemos decir nada con certeza, porque son las leyes sagradas de Dios y no se pueden alterar en nada”.
Luego di largos paseos en las esferas, y llegué a una decisión.

Me has visto a mí y a mis hermanos en el arte, y también eso puedo saltármelo, por lo tanto.
Me preparé, André, pero aún no comprendía que esto ya había empezado desde mucho tiempo antes.
Cuando hube comenzado ese viaje en la tierra con mi propio preceptor, eso ya pertenecía a este acontecimiento.
Los años fueron pasando, y entonces muchos de ellos empezaron a sentirlo.
Todos estaban convencidos de a donde querían ir y de lo que aceptaban.
Aquí en las esferas teníamos posesiones, habíamos sido liberados de frío y enfermedades, éramos felices y en la tierra podríamos vivir mucha miseria, pero no podríamos habernos quedado aquí.
Volví a descender en las tinieblas, también allí los hermanos sufren, pero con eso se alcanza otra esfera y se sirve, aunque ese servir no sea tan sencillo, pues conoces el infierno.
Luego llegó el tiempo en que empecé a sentirlo.

Habían pasado muchos años en que me había dado por completo al arte.
Luego siguieron los años de meditación y sentí que ese milagro me iba invadiendo.
No hubo quien hablara de eso, era demasiado profundo y milagroso para la misma vida, y no se podía describir con palabras.
Sientes que te vas quedando en silencio y siempre quieres estar solo.
Es como si albergaras la creación entera.
Muchas veces paseé por la naturaleza y en ocasiones volví a descender en las tinieblas para ayudar a otros.
De pronto sentí que me iba invadiendo ese imponente empuje, y volví a las esferas.
Fue cuando ocurrió el milagro, hijo mío, que viviste hace un rato.
Me disolví, sentí que se me aupaba en otro mundo, en otro estado.
Vi que me fui desvaneciendo.
Se desarrollaba en mí un increíble milagro.
Aunque pensaba estar solo, todavía oí que mi maestro dijo:

—Adiós, mi hermano, volveremos a vernos en la tierra.
Allí buscarás el profundo significado de este acontecimiento, y sin embargo no resolverás este misterio espiritual, pues ya no sabes de esta vida.
Después sentí que me fui hundiendo profundamente y ya no oí nada.
Cuando desperté en la tierra, ya durante mi juventud tenía una predilección por el arte.
Llegué a conocer a mi maestro y por más extraño que sea, fue como si hubiera coincidido con él más veces.
Sentí un gran amor por él, pero no di con la respuesta a este secreto.
En la tierra había más artistas como nosotros, que se entregaban por completo.
Estos seres vivían en Italia y en Holanda y en muchos otros países.
Uno de ellos mostró su maestría en tu propio país, también estuvo de este lado y vivió lo que yo había vivido, al igual que todos esos otros.
No hace falta que te diga su nombre, todos teníamos fama en el mundo entero.
Llegamos para una sola tarea, André, y servíamos al arte, a la tierra y a la humanidad entera, y recibiríamos este milagro.

Todos llevamos nuestra personalidad entera.
Fue nuestra gracia, para mí y para mis hermanos, y se sigue honrando nuestro arte que hemos dejado.
Ve a los museos, mira nuestras pinturas y percibe lo que significa.
Intenta conectarte con nuestro arte, entonces será como si sintieras ese milagro, sobre todo ahora que lo sabes todo.
También eso fue mi misión y nos llevamos a nosotros mismos, incitados por los maestros.
Muchas personas admiran ahora nuestro arte, pero me gustaría decirles: si ven nuestro arte, sientan entonces lo que hay detrás de él y quédense un rato de nuestro lado.
Lo que admiran se les ha dado para que despierten.

Se logró infundiendo alma y esto venía del otro lado.
No habríamos podido alcanzar esa profundidad si tampoco nosotros hubiéramos estado conectados.
Recuérdalo, pero sobre todo que ocurrió debido a que es posible el renacer en la tierra.
Es imposible alcanzarlo en la tierra, quiero decir para quienes no hayan percibido la profundidad de este imponente acontecimiento, quienes no hayan vivido la meditación de muchos años y no hayan alcanzado esa altura espiritual en el arte.
También esto se vive solo una vez.
Ya no nacerán seres en la tierra que puedan alcanzarlo.
Ha ocurrido, ya pasó y este es el significado.
Si puedo alcanzar a uno de ustedes (vosotros) y puedo convencerlos (convenceros) de su (vuestra) propia pervivencia, entonces esta obra ni mi arte habrán sido en vano, todo mi esfuerzo habrá tenido su recompensa.
Allí fui Anthony van Dyck y se me concedió llevar allí mi arte, que asimilé de este lado.

Pude hacerlo, y todos conmigo, porque es posible el renacer y significa una gracia de Dios.
Sientan (Sentid) esta profundidad, hermanas y hermanos míos, tal vez también ustedes puedan (vosotros podáis) vivirla.
Algún día entrarán (entraréis) en esta vida y los (os) convenceremos de eso.
Y ahora iremos a la tierra, André.
Pronto estaremos allí y también allí tendré algo más que decirte.
Alcar volvió planeando a la tierra.
André pensó en todo.
Cuántos milagros se le había concedido vivir ya.
Qué imponente era todo, podría repetirlo miles de veces.
No pudo terminar de pensar, y ¡cómo estaba relacionada una cosa con otra!
Todo estaba determinado, y era así para cada persona.

Cada uno vivía su propio karma, causa y efecto, y nadie de quienes estaban en la tierra tenía que enmendar allí.
Todos estaban en la tierra con un propósito fijo, porque todos habían hecho cosas buenas y malas.
Todos habían nacido y vuelto a nacer allí.
Oh, qué posesiones, qué profundo e imponente era lo que había vivido.
Ojalá se pudiera aceptar, qué diferente se volvería su vida entonces.
Llegarían entonces a conocer la muerte, y entonces desparecería su miedo por lo que les era desconocido.
Vaya, qué claro estaba.
¿Qué más tendría Alcar que añadir a esto?
Lo comprendía todo, y por más profundo y asombroso que fuera, era a la vez tan natural.
Esta vida era grandiosa, las leyes de Dios eran profundas y sagradas cuando el ser humano, el alma volvía a recibir la gracia de mejorar sus errores.
Ahora no podía pensar bien, porque sentía que tenía que sintonizar con Alcar si quería poder vivir todos esos milagros.
Tampoco se le concedía pensar, había demasiado en él, rebosaba sabiduría espiritual.
—Mira, André, ya estamos de nuevo donde yo quería estar.

Tú reflexionabas y meditabas, yo seguí de manera rápida mi camino y ahora entramos a mi morada en la tierra.
¿Recuerdas que hemos estado aquí?
—Sí, Alcar.

—Cuando íbamos a empezar con estos grandes viajes, te prometí que volvería aquí.

A ver si puedes pensar ahora en todo lo que te he aclarado y lo que has vivido y dónde hemos estado en ese tiempo.
Yo no hacía más que seguir el pasado, y pude distinguir todo eso porque seguí un cordón plateado, que conectaba los acontecimientos de mi vida y otras vidas.
Solo tenía que concentrarme para que se me revelara todo y para mirar dentro de aquello que ya había vivido durante muchos miles de años.
Esto no es difícil, André, aunque a ti te sea incomprensible.
Todo es grandioso porque tiene que ver con nuestras vidas y con Dios y la creación, y porque todo es amor.
Estoy agradecido, y conmigo muchas personas que nos han seguido sin importar donde estuviéramos; más adelante te quedará claro que ahora hemos llegado hasta ese punto y que esto ha ocurrido.
Enseguida continuaremos, porque no nos quedaremos aquí mucho tiempo, y volveremos a las esferas, donde tengo que aclararte otros milagros.
Has de sentir que se va acercando el final de este viaje, ¿no?
Entonces también habrá pasado esta cosa grandiosa, y habrás vivido la creación y muchos, muchos milagros, y habrá concluido mi trabajo más grande y difícil, lo que le agradezco a Dios.
Aquí viví.
Aquí me has visto con mi amigo, y nos has oído hablar, te conectaba en esos tiempos con mi propio pasado.
En Jerusalén te mostré que él fue mi propio hijo y que luego de eso ya no lo volví a ver.
Cuando llegué a conocerlo aquí no comprendía por qué lo amaba tanto.
Pero, y escucha bien ahora, no lo habría amado tanto si otro ser no hubiera amado a través de mí.
Así que se amaba por medio de mí, y el amor que yo sentía se ponía en mí desde el mundo invisible, con un propósito fijo.
Entonces, no obstante, eso era un misterio para mí, pero ahora sé y conozco este misterio.
Ahora sé también quién lo hizo y también por qué ocurrió eso igualmente.
Percibe ahora, por favor, este profundo milagro, hijo mío.
Ya desde miles de años antes se sabía lo que yo viviría y que esto ocurriría.
En esta vida no tenía conciencia de mi renacer, pero allí había seres que me habían seguido y que sabían que yo nacería.
También eso ocurrió con una intención, lo que te quedará claro más adelante, cuando hayamos llegado a ese punto.
Aquí viví y llegué a conocerlo.
Ya te dije que él había cometido un grave error.
Ese error fue que se entregó a un ser y que así nació una criatura que él no aceptó.
Ese ser pereció, pues el sufrimiento le afectó profundamente.
No puso fin a su vida, sino que esta situación significó su perdición.
Ella se quedó atrás con su hijo y él no aceptaba y más adelante tenía que aceptar, pero entonces fue demasiado tarde.
Sin embargo, no vemos detrás de todo esto, pero cuando todo haya terminado y entremos de este lado, los seres humanos veremos la causa y el efecto, y vivirán todas esas leyes y todos esos misterios espirituales.

Ya dije en nuestro primer viaje que a una edad más avanzada intentó enmendar todo, pero con eso no se hubo disuelto esa ley.
Algún día ocurriría, y de una manera totalmente distinta.
Él, sin embargo —ya sabes que algún día fue un erudito—, también quería crearse un estado propio en su última vida.
Alcanzó esa altura en Francia, pero entró al mundo de lo inconsciente en un estado descontento, y volvería a nacer.
Cuando volvió a nacer en la tierra sirvió en el ejército para volver a hacer la transición en esta vida.
Llegué a conocerlo en la vida que siguió a esta.

Empecé a tener muchos sentimientos por él y lo amé como a mi único hijo.

Ya te lo dije: se puso ese amor en mí, lo amé a través de otros o no habría sentido esto.
Imagínatelo si puedes.
La intención era que yo lo amara, porque algún día volvería a verlo, y se nos conectaría.

Algún día, aunque ¿con cuántos años de antelación ya se sentía y sabía que esto iba a ocurrir?
Se sabía ya de esto en Jerusalén, y se guiaban mis caminos.
Así que en todo ese tiempo ya no lo había visto.
En mi última vida, mi amor por él se fue haciendo cada vez más profundo.

Ya sabes que él no llegó a nada.
En esa vida, al igual que en la otra, habría podido alcanzar muchas cosas, pero malgastaba su tiempo y no se interesaba por nada.
También esto tenía un significado profundo.
El alma, que vive en el cuerpo humano, tiene que intentar crearse —y así lo querrá— una altura social en la tierra.
Todos alcanzaremos ese punto, todo el mundo lo alcanzará, y para eso no hace falta más que energía, fuerza de voluntad, capacidad de perseverancia, ambición y un poco de violencia, ya con eso podremos crearnos un estado propio.
Una vez que el alma haya entrado en semejantes sentimientos y estado, las cosas marchan por sí solas.
Aquello que queremos alcanzar lo alcanzaremos, pues albergamos las características que necesitamos para ello y son nuestras características, que mencioné hace un momento.
En todas esas numerosas, no: centenares de vidas, hemos asimilado esos rasgos, y cuando esta vida sea capaz, cuando los padres, por ejemplo, posean los medios necesarios, ya sentirás entonces que estará a nuestro alcance lo que nos hemos propuesto.
Ahora estaba en otro mundo de sentimientos y ya había sido liberado de ambición terrenal y de muchas otras características terrenales.
Algún día, esto llegará a todos, porque entonces haremos la transición en la vida espiritual.
Entonces todo ese honor terrenal no nos dirá nada, y no nos merecerá la pena, ni siquiera cuando se nos quiere dar todo a cambio de nada.
Esa gente vive en la tierra, y de todos modos no es tan extraño.
Hay personas que querrían dar sus vidas por un título terrenal.
Otros, en cambio, ni siquiera quieren semejante título a cambio de nada, porque no les llama la atención.

Pero es una ley, tiene importancia, porque cuando no se poseen esos poderes sí se quiere, debido a que tiene importancia para la tierra.
Pero cuando a uno ya no le importa eso, esas fuerzas se tienen que poseer, por lo tanto, interiormente.
Eso significa también que algún día deben de haber conocido esos títulos, o lo que sea, si no ya se encargarían de poseer muchos de ellos, porque así tendrían la tierra y la humanidad a sus pies.
Y de eso se trata, pues, para mí, es lo que quería aclararte.
Esto es, pues, lo que él vivió, nada le importaba, ningún título, y no conocía la importancia de eso.
No obstante, sabemos ahora que fue un erudito.

Te conté y mostré su final, así que ya no hace falta ir ahondando en eso.
Es decir que en esta vida, en que fui artista, llegué a conocerlo y fuimos buenos amigos.

Pero un día fue mi hijo y también un día le quité la vida, luego devolví la mía y volví a conocerlo y fue nuevamente mi único hijo.
¿Lo recuerdas, André?
—Sí, Alcar, lo sé todo.
—Entonces voy a continuar.
Luego llegó mi final en la tierra y entré en el mundo espiritual.
Es lo que vamos a seguir ahora.
Ya no tengo nada más que buscar aquí, y por lo tanto voy a cerrar este pasado y no volveré a él.
Ahora vamos a la segunda esfera, André.
Volveremos a abandonar la tierra y cuando volvamos, este viaje habrá terminado.
Desperté en la segunda esfera, entre la segunda y la tercera.
Así que con mi vida como artista había sabido alcanzar ese estado elevado, porque sabes que descendí a la tierra desde la primera esfera.
Seguiremos ahora hasta allí, entonces me verás despertar y también verás cómo he cambiado, lo que podré mostrarte ahora.
—Hay que ver cuántos milagro ha vivido, Alcar.
—Todos nosotros, André, vivimos miles de milagros, y todas las personas vivirán todos esos milagros al entrar aquí.
Han de vivirlos, debido a que descenderán en su pasado y a que han alcanzado su ciclo de la tierra.
Seguramente sentirás qué profundo es todo, y ha de ser asombroso, debido a que los seres ya llevamos millones de años de camino.
Hemos depuesto y aceptado miles de vidas.
Hicimos la transición de una vida en otra y todas esas vidas sirvieron para asimilar amor espiritual y para mostrar nuestra gratitud.
Una y otra vez volvemos a recibir, pero sirve también para enmendar.

En ese acto de enmendar también vivimos muchos otros placeres terrenales.

Se me recibía en todas partes, pasé tiempo en la corte inglesa, hice muchos amigos y conocidos allí y sin embargo también yo enmendé y viví aquello que estaba reservado para mí.
Es una gran gracia y es para mostrar nuestra gratitud.
Mira, André, la segunda esfera, aquí desperté.

Desperté en una alta montaña y poseía mi propia morada espiritual.
Antes de ir a la tierra me entregué por completo, te he hablado de eso.
Voy a conectarme ahora con esos tiempos y por lo tanto haré la transición a la segunda esfera, por lo que podrás ver lo que ha cambiado en mí y a mi alrededor.
André percibió también este milagro.
—Soy ahora como cuando entré aquí.
Cuanto más me elevo ahora y me conecto con otras esferas —porque sé hacerlo—, irá cambiando mi aspecto, y se me verá en el rostro.

Conoces mi rostro y mis posesiones, que son la quinta esfera, en que vivo ahora.
También eso te habrá quedado claro, ¿no?
—Sí, Alcar.
—Así que desperté aquí, André.

Quien me convenció de mi vida terrenal fue quien despertó en mí mi amor por mi amigo.

Me di cuenta de que había muerto.
Una vez que estuve listo y hube tomado posesión de mi esfera, se me mostraron otros milagros.
Cuando comprendí esos milagros, volví a descender en las tinieblas, y me quedé allí muchos años.
Después fui a la tierra a visitarlo y lo ayudé allí en algunas cosas que lo mantenían ocupado y con las que no sabía qué hacer.
Luego volvía nuevamente a las esferas y quería intentar alcanzar en diez o veinte años las esferas, para mí la tercera esfera.
Trabajé en mí mismo y nada me era demasiado.
Pero mantuve mi preceptor.
No sabía nada de mi vida anterior en el sur y tampoco se me aclaró; solo ocurriría más adelante.
Mientras tanto, fueron pasando los años.
Asimilé muchas leyes espirituales y en ese tiempo llegué a conocer todos los grados espirituales del infierno.
Luego llegó el momento en que moriría mi amigo y te mostré esa imagen en el primer desdoblamiento, te conecté con el hecho de que él haría la transición.
¿También eso lo recuerdas, André?
Sí, Alcar, tengo clara conciencia de todo.

—Pues bien, cuando hubo entrado aquí, en ese tiempo yo había alcanzado la tercera esfera.

Día y noche, si quiero hablar terrenalmente, estuve aquí abajo, y conoces ese difícil trabajo.
Quien quiera puede hacer avances rápidos y yo alcancé esa esfera en poco tiempo, y sin embargo habían pasado otros veinticinco años.
Pero había en mí una fuerte voluntad, y no descansé sino hasta llegar a ese punto.
Ahora, si bien digo “no descansé” y “quise”, también eso me fue dado y lo depositó en mí mi maestro, que me tenía reservadas otras cosas, más grandes, de las que yo no sabía nada ni podría haber comprendido.

Entonces se me llamó al lado de mi amigo y lo convencí de su pervivencia eterna.
También eso lo sabes.
Luego dábamos largos paseos.
Volvíamos a visitar la tierra y las tinieblas, y le enseñaba todo lo que había asimilado.
Ahora los dos estábamos del otro lado.
De vez en cuando estábamos solos, porque se me preparaba para otras cosas.
Fue cuando mi maestro llegó a visitarme.

Me contó que llegarían otros tiempos en la tierra, y que desde aquí se daría alimento espiritual a la tierra.
Muchas personas trabajarían para los maestros más elevados, y se convertirían en sus ayudantes.
También para mí tenían una tarea, y me hacía muy feliz.
Me dijo: “Hermano, nos espera un gran trabajo.
Ahora ha llegado al punto en que podrá efectuar otra tarea.
En dos siglos podrá asimilar mucho.
Ha llegado a conocer la tierra y las esferas, cómo nos creó Dios y qué significa nuestra vida en la tierra y de este lado.
¿Querría llevar a cabo una tarea en la tierra?”.
“Con gusto”, dije enseguida, “dígame qué tengo que hacer”.
Y el maestro dijo: “De este lado usted llegará a conocer el organismo material y todo lo que haga falta para poder ayudar a la humanidad en la tierra.

Pero eso no es lo principal; usted tiene que asimilar lo que sepa sobre nuestra vida, lo tiene que volver a vivir y sintonizarse con esa tarea.
Volveré a usted más adelante”.
Mi maestro se fue y reflexioné sobre todo.
Volví a descender hasta mi amigo y nuevamente dimos largos paseos juntos.
Fuimos de nuevo a la tierra, llegamos a conocer allí todas las leyes materiales y volvimos a las tinieblas.

Fue cuando mi amigo despertó, también eso te he contado, André.
Solo ahora vuelvo a eso.
“¿Sabes”, dijo, “qué necesita la tierra y ya sentí allí?
¿Sabes, buen amigo, por qué no llegué a hacer nada?
Todo eso me queda claro ahora.
Te lo voy a decir.
Alimento espiritual, hermano mío, solo amor y felicidad, eso es lo que necesitan la tierra y la humanidad.
Pero hay algo más, hermano mío, que quería preguntarte y que me ocupa.

¿Dónde está la mujer a la que dejé infeliz?
¿Lo sabes?
¿Puedes conectarme con ella?”.
“No”, dije, “no es posible.
Te aconsejo hacer primero todo para alcanzar la primera esfera, solo entonces podrás buscarla”.
Descendió e hizo buenas obras en las tinieblas.
Le tomó diez años poder entrar en la primera esfera.

Cuando entró en la primera esfera, fui la primera persona que le dio la bienvenida.
Qué feliz estaba.

Entonces hacíamos largos viajes y estábamos en todas partes.

Luego él vivía esos sentimientos divinos que yo ya había sentido y vivido y que es el renacer en la tierra.
“¿Es posible eso?”, me preguntó.
“Todo es posible para Dios”, dije.
“Es un milagro, porque siento lo que quisiera hacer.
Créeme, quiero enmendar, enmendarlo todo, porque esto me detiene.
¿Dónde vive ella?
¿Está aún en la tierra?
No puede ser, ¿no?
¿Dónde estaría?”.
Le dije: “Ten un poco más de paciencia.
Lo investigaré para ti y preguntaré a mi maestro si se me concede verla, entonces volveré a ti”.
Volví a mi propia esfera y fui a visitar a mi maestro.
Podía encontrarlo, sin importar dónde me encontrara, algo que solo comprendí más adelante.
Ya entonces, este maestro estaba en la séptima esfera y era el mentor para todas las esferas.
Mientras tanto, mi amigo se dirigió a las tinieblas y ayudó a los infelices.
En el templo del alma, se me conectó con mi vida y con la de él, y también con aquella a quien él buscaba y ante quien tenía que enmendarse.
Sabía ahora lo que quería saber.
Por él y por mi tarea se me concedió vivir y recibir todo esto, algo que no comprendí sino más adelante.
Después de un largo tiempo volví a él en las tinieblas y lo encontré trabajando.
Le dije lo que sabía y le aconsejé avanzar y esperar tranquilamente.
Iría a él si me hiciera sentir esto.
Luego volví a mi esfera, porque ya había comenzado con ese estudio.

Durante años ya no supe nada de él.
Se quedó allí abajo y me preparé para esa otra tarea, que solo se me daría más adelante.
Aún no sabía para qué sería esto y sin embargo ya tenía alguna sospecha.
Luego sentía que me llamaba y al instante volvía a él.
Nuevamente, dábamos largos paseos, y entonces me dijo que todo le había quedado claro.
“¿Sabes”, le pregunté, “lo que te espera?”.
“Soy consciente de todo”, dijo.
“Quiero servir, si es que es posible.
Pero rezaré para ello y se lo preguntaré a Dios.
¿La volveré a ver, y también sabes si ella nacerá?
Qué feliz me haría si Dios lo aprobara.
¿Quién me ayudará?”.

“Has de esperarlo, tal vez se te dé”.
Volvimos a emprender el camino y visitamos la tierra.
En esos tiempos empezó a sentir ese milagro y también eso te lo he contado.
¿Lo recuerdas, André?”.
—Sí, Alcar, me lo ha contado.

André, sin embargo, sintió cómo se iba hundiendo en su propia vida.
Era ahora como si empezara a sentir un gran misterio, un imponente problema y como si este misterio fuera a disolverse ante él.
Sin embargo, esperó para ver lo que su líder espiritual tendría que decir.
—Sus sentimientos, hijo mío, se hacían cada vez más entrañables, y vivía ahora lo que todos habíamos vivido y que yo te aclaré.
Te conté que lo perdí de vista y que creí saber dónde se encontraba.
Sin embargo lo sabía, André, pero aún no podía contártelo al inicio de nuestro primer viaje.
Ahora también ese momento ha llegado y puedo aclarártelo.
Se sentía listo y volvería.
Le había invadido este sentimiento.
Estábamos juntos en la naturaleza y esperábamos lo que iba a ocurrir.

Repasamos todas las posibilidades que sentíamos y comprendíamos.
Luego se disolvió ante mí y le dije en voz alta: “Hasta luego en la tierra y de este lado”.
Descendió en el mundo de lo inconsciente y nació en la tierra.
También alrededor de él había una densa emanación y ese velo se quitaría en la tierra.
Me esperaba ahora un gran trabajo, pues tenía que asimilar mucho.

Mi amigo estaba rodeado por una densa emanación, como ya dije, y en ella estaba mi propia conexión con él en la tierra.
También la volvería a ver, y yo tenía que encargarme de eso.
Mi maestro me daba indicaciones y a ellas tenía que dedicarme.
Tenía ahora el tiempo de prepararme.
Seguí mi camino a través de las esferas y con mi maestro visité lo que ahora has vivido en tus desdoblamientos.
Todo eso lo asimilé.

Así también ese tiempo fue pasando.
Luego él nació en la tierra, André.
Mi maestro buscó contacto en la tierra y se encontró esa conexión.
Nació en una pequeña ciudad, en casa de gente humilde, y también eso estaba determinado, pues tenía que enmendar cosas a su madre.
En su juventud se le protegió y por fin llegó el tiempo en que pude conectarlo con ella, pues también ella estaba en la tierra.
Para los seres humanos parece imposible poder conectar personas terrenales que están alejadas miles de millas una de otra, pero de este lado es muy sencillo.
Luego se le conectó con un círculo de sesiones de espiritismo.

Mi maestro había recibido ese contacto y se le acogería en ese círculo, debido a que despertaría.

Pero albergaba ese sentimiento, no teníamos más que despertarlo y abrirlo.
De este lado manteníamos esta conexión.
Y ahora, buen chico, ha llegado el tiempo de contestarte a todos tus pensamientos que me has formulado en los viajes que hemos hecho ahora, tus preguntas de “por qué” y “para qué”, dónde vive mi amigo, tu mediumnidad y muchas cosas más.
Ahora, André, ha llegado el momento.
Debes de sentir muchas cosas, pues he captado los pensamientos que albergas.
Te pido que te controles otro poco más.
Te ayudaré a hacerlo, hijo mío.
Haciéndote vivir algo te contestaré a tus muchas preguntas y pensamientos, y también eso te lo he contado.
Viviéndolo harás la transición en todas esas preguntas, también para ti se disolverá este misterio profundo pero natural.
Te mostraré ahora todas tus vidas, André, para eso hemos de volver a la primera esfera.
Ven, sígueme, André.
En André se hizo un gran silencio.

Sí, lo sentía todo, se comprendía ahora a sí mismo.
‘Dios mío’, pensó, ‘cómo es posible’.
Era para él un gran y sagrado milagro.
Ahora lo comprendía todo, sentía el inicio de la creación y también su mediumnidad.
Le entró una tremenda tensión.
Lo que más hubiera deseado era alzar a Alcar, o haberse caído de rodillas, para darle las gracias por todo.
Con un esfuerzo increíble se forzó a tranquilizarse.
Aún tenía que poder dominarse, pero ay, qué difícil le era.
André siguió planeando y estaba sumido en pensamientos.

No se atrevía a mirar a Alcar a los ojos.
No se pronunciaba palabra.
Alcar le revelaría todo en un solo estado.
Ya entendía ahora qué milagro sería.
Rezó en silencio por fuerza, pidió a su Padre en el cielo que lo ayudara.
Se preparó para ello.
En él había silencio, se sentía tranquilo, incluso muy tranquilo.
Le entró ahora una imponente felicidad.
Sentía que se le ayudaba y también ahora sabía y comprendía de dónde le venían todas esas fuerzas.
Ay, Dios mío, qué milagros, qué poder, qué imponentes eran todas estas leyes naturales.
Su líder espiritual podría dirigirse allí en un fogonazo y sin embargo duró ahora mucho y también eso André lo comprendía.
Ahora lo sentía y comprendía todo.
Ahora se le impuso otra personalidad.
Era esa persona que había sentido en la tierra, esto provenía de su profundo interior.
Era su propia vida pasada, no podía ser de otra manera.
Fui el hijo de Alcar, soy su amigo y he estado a su lado en todas esas vidas.
Ahora sentía Jerusalén.
Ay, Dios mío, qué natural es todo.
Nos conocemos ya desde hace miles de siglos.
Padre mío, qué problema, y se le había concedido vivir este profundo problema.
Se sentía ahora en la tierra y también en las esferas.
Para él ya no había secretos espirituales.
Todo era tan increíble, pero tenía que aceptar todo, todo lo que le había aclarado Alcar, del principio al final.
La eternidad estaba despierta en él.
Cómo percibía la vida del otro lado.
Y es que esto no podía ser de otra manera, ¿no?
Hace tiempo, hace mucho tiempo ya había hecho todos esos viajes junto a Alcar.
Ahora también comprendía su mediumnidad, ya nadie tendría que decirle ni aclararle nada.
Todo residía en un solo estado, en él estaban determinados todos esos problemas.
Sin embargo, siguió pensando, pues albergaba miles de pensamientos y tenía que intentar asimilar todo eso.
Ahora se comprendía a sí mismo y su vida en la tierra, y también eso estaba abierto a él.
Dios mío, ¡cuánto te lo he de agradecer!
Fue pasando ante él su juventud entera.
Ahora, sin embargo, fueron entrándole otros pensamientos, y sabía a dónde se dirigía Alcar.
Lo sentía y sabía, debido a que se sentía como “entonces”, como antes de que volviera a la tierra.

¡Qué milagro!
Qué alegre estaba por haber comprendido sus dones.
Comprendía ahora que Alcar había mantenido todos esos dones en sus propias manos, él mismo no había sabido qué hacer con ellos, y tampoco había sabido procesarlos jamás.
Todos esos dones eran demasiado imponentes para un ser humano terrenal.
Pero poco a poco, Alcar lo había abierto del todo.
Se sentía ahora consciente y ya no había nada en él que no comprendiera.
Por fin Alcar le dijo:

Mira, André, allí es donde entraremos.

Alcar lo miró y sonrió.
—Qué milagroso, André, y sin embargo nosotros mismos somos ese milagro.
¿Sabes ahora lo que vivirás?
—Sí, Alcar, lo sé.

Veo a Cesarino.
Él es, según usted me contó en su primer viaje, su maestro.
Lo sé y estoy tan agradecido, Alcar.

—No me des las gracias a mí, hijo mío, sino a Dios.

Yo también estoy agradecido.

Mira, allí estamos ya donde he de estar.
¿También esto te es conocido?
¿No es asombroso, André?
—Todo es tan natural, tan grandioso y elevado, Alcar.
Usted es mi padre, mi madre, mi hermana y hermano, todo, lo es todo de mí, y ahora todo es realidad.
Usted lo es, ya lo era, ahora todo está abierto para mí.
Alcar entró en el edificio.
En la entrada lo saludó su maestro.
André lo siguió.
Entonces, el maestro se acercó a Alcar, le tomó las manos en las suyas y dijo:

—Hermanos míos, que Dios esté con ustedes.

A continuación dijo a André:

—Mi hermano André.
André miró el maestro de Alcar.

—No tengo mucho que decir, André, sino que algún día estuvimos aquí y en la entrada le dije hace unos siglos: “Mire a la izquierda, a la derecha, hacia arriba y hacia abajo, y conózcalo”.
Y lo hizo, es ahora su posesión y lo haremos del conocimiento de la humanidad, pues falta poco para concluir el trabajo de todos nosotros y para pasarlo a la tierra.
Le estoy muy agradecido, al igual que su hermano Alcar, y pido a nuestro Padre que bendiga nuestro trabajo.
Ahora usted lo sabe todo, no hace falta que le aclare nada.

Sin embargo, solo quería decirle esto.
Cuando vuelva a estar en la tierra y haya vuelto en su organismo material y cuando se encuentre con ella, con mi hermana en la tierra con que lo he conectado, dígale entonces a ella —sabe a quién me refiero— que le doy las gracias por todo, por absolutamente todo.
Doy las gracias a todos nosotros, que hemos estado conectados con ella y con todas mis otras hermanas y hermanos en la tierra.

Pero dígale que la esperaré de este lado y que reconocerá nuestras flores.
La saludo desde este lado.
Usted le lleva este mensaje a ella, mi hermano André, a la que me ha seguido en todo.

También agradezco y bendigo su trabajo, pues hizo nuestro trabajo y el de miles de otros.
Hasta más adelante, André, volveremos a vernos en las esferas.
Adiós, hasta de este lado, su Cesarino.
Luego el maestro se disolvió ante los ojos de André, y también esto lo había vivido ya.
Todavía oyó que se dijo: “De este lado volveremos a vernos, André.
Todavía se le necesita en la tierra, pero cuando haya pasado su tarea, iremos a por usted.
Que Dios bendiga nuestro trabajo”.
André se desplomó.

Al despertar se encontraba con su líder espiritual en la naturaleza.
Había flores y pájaros a su alrededor, y las lágrimas le rodaban por las mejillas, así de profunda era su emoción por todo.
Qué feliz estaba.
Entonces tomó la mano de Alcar en la suya y dijo:

—¿Dificulté muchísimo las cosas en la tierra para usted, Alcar?
—Hiciste lo que pudiste, André.
—¿Por qué me dio este nombre, Alcar?
—Porque algún día lo has llevado.
—¿Fue en Francia?
—Sí.
—Pero ¿cómo es posible, Alcar?
Todo es tan verdadero, ayúdeme a poder procesarlo todo.
Seré fuerte, pero, ay, es tan imponente.
Pero ¿qué se pensará de esto en la tierra?
¿Podrán aceptarlo?
—Sí, André, hay quienes aceptan todo esto en gratitud.
Todas nuestras hermanas y hermanos nos ayudarán y divulgarán este trabajo.
Pero también habrá quienes nos declaren completamente dementes.
Déjalos, André, algún día verán y aceptarán todo esto.
Cómo me conectó usted en la tierra, Alcar, y ahora también comprendo por qué no se nos concedió tener a nuestra hijita.

—Todo está determinado, hijo mío, o es causa y efecto.
—¿Cuántos volúmenes puede usted llenar sobre esto?

—Decenas, André, si hubiera querido tratarlo todo, no habríamos podido terminar de escribir.
Solo transmití fogonazos de antes y después de la creación, de lo que nos espera a todos y que hemos vivido juntos.

En poco tiempo recibirás todo esto en tres volúmenes.
—Y ¿qué ocurrirá después de eso, Alcar?
—Luego volverás a desdoblarte y te contaré y aclararé incluso más de tus últimas tres vidas.
—¿También eso se dejará consignado?
—No, André, solo tiene importancia para ti mismo.
Así que espera, hijo mío.
Eres ahora completamente consciente, ya no hay nada que viva de ese lado que te esté oculto.
Ahora eres espiritual y cósmicamente consciente.
¿Sabes lo que significa eso en la tierra?
—Lo sé, Alcar.
Pero ¿cómo he de superarlo todo? ¿Cómo podré procesarlo en la tierra?
—Te ayudaré.
Este año es difícil para ti, y sin embargo también esto lo alcanzarás.
—Cómo lo ha calculado todo de antemano, Alcar, no hay nada que objetar, todo encaja.

Desde el principio, ya desde mi juventud estuvo conmigo, y cuando crecí y fui a la ciudad.
¡Cómo es posible!
Luego el contacto con ella.
No olvidaré nada y estoy dispuesto a hacerlo todo y hacerla feliz.
Qué agradecidos debemos estar.
¡Qué grande es el amor de Dios!
Pero ¿cómo es que ha podido ocultar esto cuando estábamos juntos?
—Es que no sabías nada, pues, de tus vidas.

Solo tomaste conciencia cuando se te concedió vivir esto.

Poco a poco te di alimento espiritual y descendí cada vez más profundamente en el mundo que había muy en tu interior.
Cuanto más me acercaba al volver a nacer, más claras se iban haciendo las cosas para ti.
Te pregunto, André: ¿por qué la gente no podría aceptarlo?
¿Acaso es tan extraño, tan antinatural?
Lo vivirán aquí, de este lado, pues algún día también ellos vendrán aquí.
Aquí se les convencerá y los esperarán a todos.
Dios sabe que digo la verdad: eso ocurrirá.
Esto es, pues, mediumnidad, hijo mío, algo de lo que los propios espíritus tenemos el control.
Pero quien sepa entregarse, quien sepa escuchar en la tierra, quien quiera seguirnos ciegamente, podrá recibir alimento espiritual y hacer algo por la humanidad.
André, te estoy agradecido, profundamente agradecido, me has comprendido y seguido en todo.
Todavía quisiera decirle esto a la humanidad en la tierra: “Hermanas y hermanos míos:
esto es la mediumnidad.
Quien sepa entregarse recibirá sabiduría espiritual.
Sigan todo lo que he dicho en esos diez años, y perciban entonces, por favor, este final.
Si no conociera este final ni hubiera podido preverlo, algo que era mi tarea y mi trabajo, me habría perdido a mí mismo en todas estas leyes espirituales y naturales.
No hay ser humano en la tierra que supiera hacerlo.

Pero yo estaba listo, y André también, solo me hizo falta conectarme con él y entonces pudo empezar nuestro trabajo.
Me nutrí de su subconsciente y sin embargo tuve todo, todos esos dones estaban en mis propias manos.

Conocemos este subconsciente, porque algún día vivimos en esa realidad, son todas nuestras vidas que hemos vivido.
¿Qué es el subconsciente?
¿Todavía se lo tengo que aclarar ahora?
Sientan su propia profundidad, su vida interior, los sentimientos que hay en ustedes.
Ahora hay miles de personas en la tierra que trabajan para el otro lado.
A la tierra le hace falta alimento espiritual, y por eso es que esas cosas ocurren ahora.
Y es que ¡Dios es amor!
¿He de demostrarles otra vez que Dios es amor?

Entiéndanlo, por favor, hermanas y hermanos míos: todo esto está presente en su propia vida, pero han de saber sentirlo, la erudición no los ayudará.
Algún día estuve en su tierra y te mencioné mi último nombre, pero no ahondaré en eso, pues los nombres terrenales carecen de significado de este lado.
Ya escribí en uno de los libros de André: “Quien se llame maestro en la tierra es el alumno del otro lado”.

¿Ahora les ha quedado claro que pude decirlo?
¿Acaso no soy un alumno?
Estoy agradecido, muy agradecido y feliz como un niño de que se me haya concedido hacer algo por la tierra de la que nací, y por ustedes.
Hago y alcanzo mucho más ahora que cuando en esa vida fui un maestro en el arte.

Tomen todo esto con las dos manos y no lo vuelvan a soltar.

Más adelante vendrán a este lado y verán la verdad de todo esto.
Les pregunto: ¿habría sido capaz André de todo esto?
¿Habría podido fantasear todo esto?
No, pues ¿por qué nació en esa pequeña localidad?
Para que no asimilara nada, nada de la tierra, debido a que de lo contrario no podría aceptarme plenamente.
Ahora estaba completamente vacío y agradecido, muy agradecido de que yo llegara a él.
Y es que ¿quién quiere aceptarnos, si lo posee todo en la tierra?

Entonces no necesita de nosotros, pues le detendrá lo que posea, toda esa riqueza.
André estaba destinado a nacer allí y a no poseer nada, solo entonces podía yo alcanzarlo.
Y así ocurrió.
¿Entienden este milagro?
¿No se lo he mostrado en todo?
Este milagro de Dios ocurrió y esperábamos aquí hasta que pudiéramos empezar.
Habrá quienes digan: “Es demasiado bonito para ser verdad”, pero es la verdad sagrada.
Continuamos, cada vez más, y si poseen amor por los demás, allí ya no habrá pena para ustedes.
Más adelante el mundo lo deseará y anhelará.

Ahora, no obstante, no se nos comprende, así como tampoco se le comprendió al que interpretó a Cristo y vino a la tierra para eso.
Algún día, sin embargo, llegará también el tiempo de ustedes y volveremos a vernos de este lado.
Estoy tan agradecido con mi Padre en el cielo de estar sentado aquí al lado de mi hermano André y de que se me conceda pensar en ustedes y de que más adelante se me conceda decirlo.
Dios sabe que dije la verdad sagrada.
Pero si les llegan espíritus y dicen que esto no es posible, han de saber, hermanos y hermanas, que se hacen pasar por seres elevados, aunque sin conocer la luz.
Llegan con hermosas palabras y en ellas depositan su amor, y aun así: estense a las vivas.
Ahora me voy y doy muchas gracias a todos los que me han ayudado y apoyado.
Estos libros se leerán, pertenecen ahora a su propio siglo.
Es la voluntad de Dios, pues ahora ha llegado el momento que la humanidad pueda recibirlo todo desde nuestro lado.
Me despido, hermanas y hermanos míos, volveremos a vernos de este lado.
¿Aún te quedan preguntas que hacerme, André?
—¿Es esto lo que le han encargado los maestros, Alcar?

—Sí, André, y con esto he completado mi tarea verdadera.
Doy las gracias a Dios por esta gracia.
—Entonces ya no me queda nada por preguntar, Alcar.

—Estuvimos aquí antes de que volvieras a la tierra.

Aquí lo hemos vivido juntos todo de antemano, luego ocurrió el milagro más imponente que conocemos y que es el renacer en la tierra.
Se te ha concedido vivir milagros del espíritu, y vale para todo ser humano que viva en la tierra.
Dedico estos tres libros, André, a tu mujer y a la humanidad.
Salúdala de mi parte.
Y ahora, a toda prisa a tu vestidura material.

En las esferas, André recibió la bendición de Alcar.
Luego volvieron a la tierra y entró en su vivienda.
No podía pronunciar palabra, pero se arrodilló ante su líder espiritual y le agradeció todo con fervor.
Entonces Alcar le dijo:

—¿Seguirás sintiéndome como antes, ahora que lo sabes todo de mí y de ti mismo, André?
—Sí, Alcar, de otra cosa no sería capaz.

—Adiós, hijo, pronto estarás conmigo, y no olvides que seguiré velando y que te ayudaré en todo.

Luego André descendió en su vestidura material y terminó este viaje.

Nuevamente, se le había concedido vivir muchos milagros y problemas, y estaba profundamente agradecido por ello.
 
Que la bendición de Dios descanse sobre esta obra.
 
Fin