El tercer grado cósmico

—Qué asombroso es todo, Alcar.
La de cosas que todavía hemos de vivir las personas en la tierra.
Todos esos planetas que nos esperan.
¿Así que solo entonces se disolverá esa miseria en la tierra?
—Sí, antes no es posible.
Primero tendrán que disolverse todos esos planetas de transición, el segundo grado tendrá que hacer la transición a los planetas intermedios, después a la tierra y cuando entonces todas las personas se hayan hecho espirituales, llegará allí sosiego y paz.
Felicidad espiritual en un estado material, y esa felicidad se posee en el cuarto grado cósmico.
A tu izquierda y derecha están los muchos planetas intermedios que encuentran sintonización con la tierra.
Allí delante de ti, en el centro de todos estos cuerpos, está la tierra.
Te he aclarado y relatado todos estos estados, y que hacen falta muchos órganos para alcanzar ese grado, que es un planeta existencial.
También es así para la tierra.
Si no existieran estas transiciones —eso también te lo aclaré—, el organismo material se derrumbaría y se desplomaría la vida interior, la vida del alma.
Pero Dios, el creador de esta cosa tan imponente, lo supervisaba todo y es por lo tanto para el organismo de seres humanos y animales.
Todas esas transiciones, pues, que están en conexión con la tierra, perfeccionan la vestidura material y sin embargo volvemos a encontrar en la tierra el grado más bajo.
Esta vestidura material ya es perfecta, pero sigue estando muy alejada del séptimo grado.
En la tierra, no obstante, conocemos esos cuerpos materiales que ya pertenecen a los grados más elevados, y son el quinto, sexto y séptimo grado.
—Qué curioso, Alcar.
—No es diferente de lo que hemos vivido en los estados anteriores.
—¿Se sabe de esto en la tierra?
—No, nada, pero sí se sabe que hay diferentes razas humanas (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), aunque desconozcan el significado de todas ellas.
Porque ¿por qué algunas personas han alcanzado el grado más elevado de todos, y otras viven en la selva y violan la vida de otros?
También eso es un problema natural y te lo he aclarado.
Entre el organismo material hay siete grados, y las personas que viven en el primer grado son en la tierra a los que se les llama cortadores de cabezas.
Ese es, pues, el primer grado material en la tierra.
Estos grados existen en todos los planetas, y te los he mostrado.
Ahora bien, si esto es así, ¿por qué entonces no se podría aceptar todo esto en la tierra?
¿Es tan extraño?
¿No demuestro que todos hemos sido así?
Estas personas viven en la tierra y si no fuera así, habría una injusticia en el universo y Dios se habría equivocado.
Así que el ser humano tiene siete transiciones en la tierra si quiere hacer la transición en el estadio más elevado de todos.
O sea, lo que hemos vivido en todos esos planetas lo vivimos ahora en tu propio planeta donde tú aún estás y que yo he depuesto.
En la tierra aún viven pueblos primitivos y son las primeras transiciones a la especie humana perfecta.
Los que han alcanzado el grado más elevado de todos ya no podrán descender en los primeros grados.
Quien haya alcanzado su sintonización más elevada, hace la transición en otra.
Aun así, el ser humano vuelve cientos de veces en el mismo (tipo de) cuerpo, pero este regreso es entonces para la vida interior.
El espíritu tendrá que asimilar esos tesoros y es la sintonización con el amor espiritual.
Por lo tanto, el ser humano volverá a la tierra hasta que haya asimilado esas fuerzas y solo entonces continuará.
Este continuar es de nuestro lado, pero después, cuando el ser humano haya alcanzado la séptima esfera —también ya lo sabes—, hará la transición en las regiones mentales y entonces será atraído por el cuarto grado cósmico.
Seguramente sentirás cómo todo encaja, que absolutamente todo hace la transición, una cosa en otra, que llega una conexión tras otra y que el ser humano acepta al animal.
—Qué hermoso es todo esto, Alcar, y justo.
—Es un milagro de justicia, y la gente vivirá miles de milagros cuando entren en nuestra vida y lleguen a conocerla.
—Ojalá se conociera este significado en la tierra, Alcar.
—Llegarán a saberlo, André, ya estamos contándoselo.
Consignaremos todas tus preguntas y respuestas y también lo que has percibido.
Nada se perderá, para eso no hemos hecho este esfuerzo.
—¿No comprenderían mejor entonces el problema terrenal?
—Cuando los eruditos en la tierra puedan aceptar todas esas transiciones materiales, se les abrirá un mundo muy distinto y llegarán a conocer la creación y a darse cuenta de lo sencilla que es.
Porque todo es sencillo y si no fuera así, no podría aclararte el universo.
Pero ahora que hacemos la transición en esto tan poderoso y sentimos todos esos planetas en nosotros —lo que te hice experimentar—, el ser humano sentirá que es él quien posee esto.
¿No hay algo asombroso que te haya llamado la atención, André?
—Todo es asombroso, Alcar.
—Sí, lo comprendo, pero no es lo que quiero decir.
André pensó en todo lo que había vivido, pero no entendía lo que su líder espiritual quería decir.
—Mejor te lo digo, hijo mío.
En la tierra hay diferentes razas humanas (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), y poseen una vestidura material propia.
En todos los planetas que has percibido vive solo la raza (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) oscura, negruzca.
Desde el estadio inicial hasta la última transición ha habido personas de estas.
Pero la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) solo ha producido el tercer grado, y por lo tanto solo vive en la tierra.
—No, Alcar, no he pensado en eso.
Qué curioso y a la vez qué claro.
Porque esa gente no nacería antes que en la tierra.
—Así es.
Nada de lo que vive por debajo del tercer grado posee ese organismo, porque solo lo recibirán en el planeta tierra.
La tierra produjo este organismo y fue allí donde surgió.
La sustancia de la tierra no puede compararse con la de todos los demás planetas.
El primer grado en la tierra ha recibido su esplendoroso organismo, pero el color de la piel es como el que hemos llegado a conocer en el segundo grado.
No es sino hasta llegar a la tierra cuando el organismo humano es perfecto.
El grado más elevado, también eso ya lo sabes, es como tu propia vestidura.
Mira, allí delante de ti está la tierra, pronto estaremos allí.
¿No sientes, André, ahora que te vas acercando a la tierra, que te va entrando otra fuerza?
—Sí, Alcar, claramente.
—Es la sintonización de la tierra.
La fuerza que irradia y que se encuentra entre la tierra y la atmósfera, o sea, el lugar que ocupa la tierra en el sistema solar, es el empuje que sientes, y es diferente para todos los planetas.
Ahora hemos vuelto de nuevo a la tierra.
Primero te conectaré con ella, entonces sentirás cómo te invade el estado general.
Lo que ves y sientes es la vida que vive en la tierra, es decir, un mismo estado que en el segundo grado.
Ahora pon atención.
André sintió cómo se iba hundiendo y lo invadió una fuerza asombrosa.
Nunca antes había sentido la tierra de esta manera, y ahora su vista abarcaba esta planeta.
Esta conexión era asombrosa.
Sentía ahora la vida que vivía en la tierra.
El otro planeta era más grande.
Sentía claramente esta imponente diferencia.
Ahora oyó decir a Alcar:

—Volverás a ti mismo, André.
¿Has sentido que esos otros planetas, por lo menos algunos de ellos, son mucho, muchísimo más grandes que la tierra?
¿Y que el primer planeta los domina a todos?
—Sí, Alcar, por completo.
—Entonces te conectaré ahora con otra imagen y es el estadio inicial de la tierra.
Es decir que volverás al pasado y así podrás seguir el proceso completo, pero ahora del planeta en que te encuentras tú mismo.
Nuevamente André descendió en aquello desconocido y se haría visible el pasado.
Lo que percibió entonces fue asombroso.
En el universo había una luz violácea y en ella vio un brillo dorado.
Era como una atmósfera nocturna, cuando se ponía el sol.
Sin embargo, era de una belleza tan imponente que André pensó estar en la séptima esfera.
—¿Qué significa esta milagrosa escena, Alcar?
—Es un panorama bellísimo, André, y significa que ahora ha llegado el momento en que la tierra se va a densificar.
Recibe ese brillo de los demás planetas.
En el estadio inicial de la creación, la vida, que vivía en todos esos primeros planetas, ha vivido este acontecimiento milagroso e imponente una y otra vez, con intervalos de siglos.
Ves que en el universo hay diferentes matices de colores.
El planeta tierra recibe ahora esa fuerza asombrosa e inexplicable, y este fenómeno precedía cada empuje y realización.
La tierra es, en el fondo, como percibirás en un instante, pues ya pertenece al siguiente acontecimiento, una bola de fuego luminosa, pero envuelta en una densa emanación.
Si empiezo a conectarte con ese momento, la tierra se disolverá ante nosotros, y verás que es cierto.
La luz del sol se oscurecerá, el primer planeta habrá completado su tarea.
Según ves, los otros planetas que reciben la vida del primer grado ya están preparados.
Miles de planetas se han endurecido y densificado.
Arriba a la derecha ves el segundo grado.
Ves, André: se ha densificado más que la tierra.
Todos esos planetas más pequeños, que pertenecen al segundo grado, se van a densificar ahora.
Están listas las primeras transiciones entre el primer (y segundo) grado cósmico.
Ahora haré la transición al estadio inicial de la tierra.
André sintió que se iba hundiendo incluso más.
La tierra se disolvió delante de él, y ahora la tierra era un disco luminoso en el que podía percibir.
‘Lo que percibo ahora’, pensó, ‘es como en el templo del alma’.
—Esta vista es asombrosa, cómo es posible, Alcar.
—Seguiré, André, y te mostraré una transición tras otra.
Ahora pon atención, es un fenómeno imponente.
André vio que la tierra empezó a densificarse.
Vio que llegaron a haber dos partes oscuras en esa luz.
Se dispersaron por el cuerpo entero.
Ahora sintió que estaba en el centro de la tierra, y a diestro y siniestro, encima y por debajo de él veía cómo se densificaba la tierra.
Poco a poco esta prodigiosa luz se fue densificando.
Adquirió otros colores, como había percibido en el templo del alma, una luz hacía la transición en otra y André comprendió este fenómeno.
Esto duró algún tiempo, hasta que oyó decir a Alcar:

—Ya han pasado, ya lo sabes, millones de años.
Esas transiciones, que forman el primer estadio de la densificación, duraron millones de años antes de que este proceso pudiera seguir.
Ahora iré a un estadio siguiente, y lo percibirás.
André vio de nuevo que se le conectaba con otro proceso.
Una sombra oscura cubría ahora toda la tierra.
Por encima de él, en el universo, vio algo que se densificaba, lo que blindó este planeta por completo.
Ahora este imponente órgano estaba asegurado desde fuera.
André sintió lo que esto significaba.
Se convirtió en la atmósfera.
Esta también hizo la transición en otra luz y ahora ya ni siquiera podía percibirlo.
Aun así, sintió que también eso permanecía y estaba casi listo.
Miraba ahora el universo y podía percibir los demás planetas, y seguía viendo que la tierra hacía la transición de un estado en otro.
Esa emanación oscura que cubría la tierra entera se fue haciendo cada vez más densa.
En esas tinieblas empezaba ahora a haber figuras, y vio cómo estas a su vez hacían la transición en otras, para luego fundirse en una sola masa densa.
‘Esto se convertirá en la tierra’, pensó, ‘serán montañas y valles.
Dios mío, qué imponente es todo lo que percibo’.
Nuevamente oyó a Alcar que dijo:

—Ahora percibirás el siguiente estadio.
Debajo de él, André vio que iba habiendo vida.
Empezó a percibir algo en esa oscura masa.
Ahora era como si una densa masa de nubes se compactara poco a poco.
Esa masa se hizo más y más densa, y parecía que la tierra se hubiera convertido en una bola de fuego.
Aparentaba ser un terrible incendio, pero no podía abarcar el conjunto.
Sin embargo, esto continuaba, y la tierra era ahora como las tinieblas del infierno.
Aun así, sentía el significado de esta imponente escena.
En el estadio inicial, la tierra había sido como un imponente fuego.
Esa masa se había densificado a tal grado que André lo comparaba con un incendio de tremendo tamaño.
No podría encontrar otra aclaración.
Así siguió durante un buen tiempo.
La fuerza que realizaba todo esto era indescriptible.
Parecía como si el incendio se hubiera provocado desde dentro.
Si algo se quemaba, las nubes oscuras que se perciben entonces iban hacia arriba, pero aquí se mantenían unidas, y le pareció asombroso.
Un intenso huracán que pasaba por la tierra, trayendo ruina, era como este acontecimiento.
La tierra era como una montaña que escupía fuego, pero el conjunto se mantenía estrechamente unido, algo juntaba este acontecimiento.
Ahora sintió que le iba entrando el significado.
‘Qué asombroso’, pensó; esto lo realizaba lo que estaba allí por encima de él, la atmósfera.
La tierra seguía su proceso y ahora vio otro estadio siguiente.
Ahora Alcar llevaba una conversación mental con él.
Esa masa rodante se densificó y ahora vio en qué se convertiría.
‘Dios mío, qué asombrosa es Tu fuerza’, pensó André.
Esa masa de nubes iba cambiando y vio que esta agua se convirtió en nada más que agua, y en ella vio ahora vida.
‘Cómo es posible’, pensó; había percibido un proceso idéntico en el primer grado.
En esta agua nació la primera vida.
Allí vio el planeta madre y todos esos otros órganos.
Las lágrimas le bajaban por las mejillas ahora que se le concedió vivir todo esto.
Cómo lo conmovía este acontecimiento.
¡Oh, qué grande es Dios en el cielo, qué poder y fuerza!
Quien viera esto sabría que era una partícula de todo esto.
La tierra siguió este proceso y ahora vio que este proceso de densificación había entrado en un estadio siguiente, porque en el agua algo se blindó y densificó.
También sintió entonces cómo le fue entrando el significado de esto.
‘Esto se convertirá en el planeta transitable’, pensó, ‘se convertirá en aquello a lo que se le llama “la tierra”.
Cuando esté listo y se haya densificado por completo, veremos el suelo firme’.
Comprendió a su líder espiritual porque vio que estaba sucediendo.

—Ahora voy a conectarte con el siguiente estadio. —Oyó decir de nuevo a Alcar—. Otra vez hemos avanzado millones de años y ahora verás lo que ha ocurrido en todo ese tiempo.
La tierra se había serenado.
Vio tierra, árboles y flores, pero como en el segundo grado.
Así no era la tierra como él la conocía.
—Es la primera era que se ha vivido en la tierra, pero de la que ya no se recuerda nada. —Oyó decir a Alcar—.
Han pasado miles de siglos.
En las muchas aguas que posee la tierra se ha manifestado un ser como has percibido en el primer planeta.
O sea, también aquí el ser humano siguió un proceso semejante e hizo la transición de su estado de pez.
También aquí el tren inferior se dividió, el ser animal alcanzó la orilla y el ser humano hubo alcanzado el planeta transitable.
Pero han vuelto a pasar billones de años y en todos ellos la tierra ha alcanzado su estado y ha llegado hasta este punto.
Ahora voy a hacer la transición en el siguiente estadio y también ahora han pasado millones de años.
Mira, allí, delante de ti, André.
André se llevó un gran susto.
Ya había percibido lo que vio ahora.
Vio seres humanos y animales como en el segundo planeta.
Habían aceptado su estado material.
Eran grandes y fuertes.
¿Eran estos los primeros seres humanos que habían vivido en la tierra, y esos animales, las especies animales prehistóricas que ahora ya no habitaban la tierra?
Vio desarrollarse delante de él una escena asombrosa.
De esa bola luminosa había crecido la tierra, y de esa agua el ser humano y el animal, y sin embargo todo era un solo estado, un solo acontecimiento, una cosa provenía de otra.
La imagen que vio era salvaje y feroz.
Los animales que vivían aquí eran de un tamaño impresionante, pero tampoco tanto como en el segundo planeta, y el ser humano era barbudo y fuerte, aunque era otra vestidura que la que ellos llevaban allí.
Este cuerpo ya era más fino y perfecto, pero el color de la piel era oscuro.
Aún no se conocía en estos tiempos la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
—Todo es asombrosamente bello, Alcar.
—Es el milagro que vivió la tierra y donde hemos nacido nosotros.
Ahora volverás a ti mismo, André, y voy a aclararte diferentes escenas.
André alzó la mirada a su líder espiritual, pero sin poder pronunciar palabra.

—¿Te ha emocionado todo esto, hijo mío?
También a mí y a todos los seres que pueden vivir este proceso nos ha emocionado profundamente.
Ahora que sabemos qué es la creación de Dios averiguaremos en nosotros mismos cómo habremos de vivir para dar las gracias a nuestro santo Padre por todo, sin importar cómo haya sido nuestra vida.
Nos encontramos ahora en el primer estadio de la tierra, y es la primera era de la que, como ya dije, ya no se sabe nada.
Pero has visto ahora que todo sigue un solo camino.
No fue de repente que surgió todo, una palabra nació de otra.
En todo ese formidable espacio residía lo que lo abarca todo y la sencillez que volvemos a ver en el universo entero.
Si hubiera estado listo el tercer grado —ya te he hablado de esto, pero ahora todo te habrá quedado mucho más claro—, antes de que el cuerpo materno hubiera completado su tarea, este acontecimiento se habría convertido en un caos.
Si el ser humano ya hubiera podido alcanzar su estado material más elevado en el segundo planeta, entonces un planeta habría, por así decirlo, aplastado al otro hasta la muerte, y se habría desgarrado.
Pero aquí reside ese orden divino que volvemos ver en nuestro propio organismo material.
Todo está presente, pero un órgano depende de otro.
Un órgano funciona por medio de otro, recibe fuerza y energía de los órganos vitales, y todos esto se encuentra también en el organismo material del ser humano.
Lo que percibimos en nosotros mismos, lo que conocemos y sentimos ocurrió también en el universo.
El insecto más pequeño —te he hablado sobre eso— posee el mismo empuje que el que vivieron los planetas.
Percibe, por lo tanto, lo imponente que es todo, pero con cuánta sencillez sucedió esto.
Es milagroso para el ser humano en la tierra, y sin embargo, si pudiera percibir todo esto, se quedaría callado de asombro ante toda esta sencillez.
El planeta tierra está listo, pero allí muere el cuerpo materno y los muchos otros planetas que han completado la misma tarea.
También la tierra morirá dentro de billones de años.
Cuando haya llegado aquí el último ser del segundo grado y todos estos seres hayan alcanzado el estado espiritual, la tierra aceptará lo que todos esos cuerpos han de aceptar, y se disolverá, para volver a la energía invisible.
Ahora la tierra sigue construyendo el organismo material.
El ser humano tiene que ir a su sintonización más elevada, y es lo que aquí recibirá el ser.
Ves que hay personas viviendo aquí, y que también están presentes los animales, pero toda esta vida morirá.
Pero ahora deberías mirar allí, André.
André vio un monstruo descomunal.
—¿Reconoces este animal, André?
—Sí, Alcar.
—Llegó a la tierra desde el segundo grado, al igual que ha vivido allí toda la vida que percibes.
Es el milagro de Dios más grande y sagrado que conocemos, porque cada planeta engendró su propia vida, y sin embargo todos esos planetas estaban conectados unos con otros.
Ves, André: ahora el animal se ha endurecido.
—¿Es una tortuga, Alcar?
—Exactamente, pero el animal se encuentra en el primer grado de desarrollo.
Es inmensamente grande, pero va a deponer ese tamaño en la tierra.
También el ser humano posee otro cuerpo que el que posee en tu tiempo.
Ahora va a empezar la vida material en la tierra y es la tierra la que embellece este organismo material.
Sin embargo, irán pasando muchos miles de años, y en todos estos siglos seguirá este embellecimiento.
Es la naturaleza la que cambia esta vestidura por dentro y por fuera.
También cambiará el color de la piel y desaparecerá este tamaño gigantesco.
El ser humano tiene un grado cósmico fijo, y esa sintonización se viene acercando.
—¿Es por eso que las personas eran tan grandes, Alcar?
—Exacto, lo has vivido en el segundo grado.
Aquí en la tierra es para llegar al perfeccionamiento.
En la tierra se desarrolla también la vida interior, que es la vida del alma.
Sin embargo, el ser humano sigue siendo un animal antediluviano, aunque en todos esos siglos este ser animal irá cambiando y alcanzará ese grado humano.
Así que ves en todo el plan evolutivo.
No obstante, están presentes todos esos órganos para hacer la transición en esta hermosa vestidura humana que poseemos ahora, pero para ello hacen falta miles de siglos.
Los seres humanos y los animales hacían la transición de una era en otra.
En algunas nacían miles de especies animales y volvían a morir, para hacer la transición en otro estado, o sea, en otro organismo.
Las especies animales preanimales se disolvían y de eso nacieron los muchos otros animales.
Entonces llegó un tiempo en que nació el animal alado, pero también el ser humano ya había experimentado varios cambios.
La piel oscura se fue aclarando y la tierra embelleció el hermoso organismo, por lo que el ser humano en el último estadio pudo hacer la transición en él.
Sin embargo, aún no han llegado el estado más elevado y el grado material para todos, o sea, en tu propio tiempo.
En la selva viven aún razas oscuras (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) que han de hacer la transición en ese estado y que todavía tienen que alcanzar el grado más elevado.
No hay que confundirlas con el tipo oriental, porque esos seres ya pertenecen al ser material perfecto.
Es decir que lo que se ve en el primer grado, el ser en su forma más pequeña y sin embargo embellecida, se vuelve a encontrar en el segundo grado.
El ser humano que vive ahora en la tierra posee el estado humano perfecto, pero también en él residen siete transiciones antes de que se alcance el grado más elevado.
Por lo tanto volvemos a encontrar en la tierra lo que se ha desarrollado ahora en todos esos planetas.
Solo que en la tierra ocurre otro proceso, es el del embellecimiento del organismo material.
Así que no es de extrañarse, André, que aún haya presencia de razas oscuras (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) en la tierra.
En los billones de años que han pasado, estos seres aún no han llegado hasta ese punto y aún hacen falta millones de años para ello.
Pero por más que esto dure, ocurrirá y tendrá que ser así.
Así que llegará un momento en que ya no habrá seres oscuros en la tierra, entonces todas esas especies de personas habrán hecho la transición en una sola especie.
Será entonces el grado material más elevado que conocemos.
Entonces ya no podrán nacer más personas en la selva por la sencilla razón de que esa gente hace la transición en otra raza (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), en el segundo estadio material.
Pero mientras haya otros planetas poblados con una segunda sintonización cósmica, vivirán seres en esos bosques y no podrá disolverse el primer estadio, porque viene de otro planeta y hace la transición en el tercer grado (cósmico).
Harán falta billones de años antes de que los últimos seres humanos y animales lleguen a la tierra.
Ya comprenderás que la tierra tiene que existir y que aún no hay cuestión de muerte y destrucción, porque entonces Dios destruiría Su propia vida y eso no tiene utilidad para la creación.
Pero algún día ocurrirá esta disolución, aunque entonces la vida habrá habitado todos esos planetas y ya los habrá depuesto, y habrá continuado hacia los sitios que están preparados para el cuarto grado.
Te habrá quedado claro ahora por qué encontramos todos esos estados en la tierra.
Podrás ahora aceptar y comprender por qué hay allí dolor y miseria, y todos esos diferentes cuerpos materiales.
Si los eruditos supieran todo esto, sentirían hasta dónde han llegado ellos mismos, cuánto han aprendido y han tenido que deponer antes de entrar en ese grado material.
Pero mientras no puedan comprender su propia vida, mientras sigan viendo la muerte como el proceso de morir en combinación con la destrucción total, no avanzarán allí y seguirán ciegos ante la creación de Dios.
Quienes algún día vivimos en la tierra y hemos entrado ya a las esferas de luz hemos vivido todo eso.
Es nuestra procedencia, provenimos de aquello que ha ocurrido.
Se te ha mostrado y aclarado una imagen grandiosa,
André.
Ahora no puedo repasar las diferentes eras, sería demasiado, pero me basta con lo que te conté y mostré, André.
Sin embargo te contaré más sobre esto en nuestro siguiente viaje.
Pero ahora comprendes el significado de estar en la tierra.
Es asombroso cómo la tierra llevó a cabo su tarea.
También los otros planetas tenían un tarea inmensa que cumplir, pero lo que se le había encargado a la tierra era descomunal.
Cuando el ser humano se encontraba en su primer tiempo antediluviano, había alimento para él, y también para el reino animal.
Pero pasaba igual en tiempos posteriores, cuando el ser humano hubo alcanzado desde el primer estado material el segundo, tercer, cuarto, quinto, sexto y séptimo estadio, y el organismo humano se hubo elevado y embellecido mucho, así como los órganos internos, la tierra también poseía alimento para toda esta vida.
Daba igual en qué estado se encontraran los seres humanos y los animales, había comida para ellos.
Pero el ser humano que aún se encontraba en estado preanimal despertó, y con este despertar nacieron para la tierra el bien y el mal, que sin duda alguna ya estaban presentes en todos esos otros planetas, pero de los que solo ahora adquirió conciencia el ser humano.
Debes de sentir que la vida interior perseguía la vida material y que aquella no podía alcanzar ese grado elevado.
Incluso ahora, en este momento, cuando han pasado millones de años, la vida interior no ha cambiado en nada, en nada.
Aún viven en la tierra seres preanimales en esa sintonización material y espiritual.
Y todavía tomará millones de años antes de que cada ser haya aceptado el estado humano.
Ahora estamos otra vez en la tierra, André.
Hemos hecho un largo recorrido.
¿Hay cosas que no hayas comprendido?
—En la tierra viven seres pequeños y sin embargo son seres humanos como nosotros.
¿Qué suerte de grado es, Alcar?
—Desde el primer grado has podido seguir diferentes estadios del organismo humano.
En esas primeras transiciones vivían esos pequeños seres, y lo que ocurría allí es también para la tierra.
Has podido seguir este proceso desde el primer estadio.
Lo que nacía allí nace aquí, pero en la tierra la vida recibe una vestidura material perfecta.
Es decir, se vuelve a encontrar en la tierra lo que ocurría en las primeras transiciones, porque también aquí surgía el mismo proceso.
¿Te queda claro, André?
—Sí, Alcar.
—En el segundo grado has visto que esos seres pequeños, que sin embargo habían nacido del primer estadio, eran destruidos allí.
Pero aquí, este ser se ha unido y este unirse son los diferentes pueblos que habitan la tierra.
Ha ocurrido en la tierra, pero ya ocurrió en la primera transición y en el segundo grado no sucedió nada más, pero allí —y se vive también aquí— un grupo ataca a otro.
Lo que allí llegó a formar grupos se ha desarrollado aquí hasta ser grandes tribus de pueblos y razas (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es).
Cada grado, y ha sido así desde el principio de la creación, se une.
No habrá quien pueda poseer la vida como ellos.
Ahora que se van a conocer e investigar todas esas razas de gente (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) en la tierra se hace la transición hasta ese estudio, pero en la tierra no se llegará a conocer el núcleo verdadero, la profundidad de toda esa vida y organismo material, porque ya no pueden seguir el milagro de la creación desde el principio.
Sí que seguiría siendo posible, y volveré a esto una y otra vez, si los eruditos pudieran aceptar una continuación eterna y el renacer.
Ese renacer, y de eso se trata para mí, por eso se te ha concedido vivir todo esto y te lo he mostrado en este viaje, es para la vestidura material y espiritual.
Ambos organismos son uno solo, ambos hacen la transición el uno en el otro.
Lo que es posible para el cuerpo material, también lo es para la vestidura espiritual.
Si al embrión humano no se le hubiera infundido alma en el primer estadio, esa vida no podría hacer la transición en otra vestidura, ya entonces —te lo he aclarado— no habríamos llegado a la tierra y tampoco habríamos conocido ese milagro grandioso, la creación.
Pero Dios lo supervisó, porque Él dio una vestidura material al ser humano, y aunque fuera una especie animal antediluviana, cambiaría, y así tendría que ser, para eso eran todos esos planetas.
Por más extraño que suene, el organismo material y espiritual posee lo que esos cuerpos inmensos poseen de fuerza.
Todo armoniza y en todo volvemos a encontrar esa composición.
Te he mostrado de varias maneras que tiene que ser así, de lo contrario no seríamos seres con una chispa divina, y jamás podríamos entrar en el universo y poseerlo como posesión.
En todo, desde el primer momento, reside el renacer.
Puedo demostrártelo en cientos, no, en miles de estados.
Quien esté en la tierra es una encarnación.
Los árboles, las flores y el reino animal entero han estado en otros estados, o sea, planetas.
De haber tenido que permanecer allí, no habrían avanzado tanto.
Si el primer ser humano ha sido un animal preanimal y si tomó millones de años para que llegara hasta ese punto materialmente, entonces es el alma, o sea, el cuerpo espiritual, el que tiene que haberlo vivido.
Te aclararé y demostraré todo esto en nuestro siguiente viaje.
Ahora el ser humano ha avanzado hasta este punto, ahora el cuerpo espiritual posee esta espléndida vestidura.
Pero la vida interior, el espíritu o alma, vuelve miles de veces en ella para asimilar el amor espiritual, porque todo esto imponente es el amor inmaculado de Dios.
No solo que el ser humano necesitó millones de años para su desarrollo material, sino que esto es también para la vida interior.
Ambos recorren un solo camino y lo persiguen hasta en lo más elevado de todo, que son las esferas divinas.
Lo que la vida interior no pudo recibir en el primer grado lo recibió en el segundo.
Después la vida interior recibió este magnífico organismo que produciría la tierra.
Pero la vida interior, o sea, la vida del alma, que posee esta vestidura como morada, volverá para asimilar en esta vestidura el amor espiritual.
Te he mostrado esta cosa imponente en todos nuestros viajes.
Pero más adelante, cuando volvamos a visitar el primer grado y seguiremos todos esos planetas, por lo menos la mayoría de ellos, y veremos cómo crece y despierta la vida interior, solo entonces te quedará claro que tiene que existir el renacer, o todo lo que Dios ha creado habrá sido para nada.
¿Y sería posible eso?
¿No lo habría vigilado Dios, nuestro Padre?
No me hace falta repetirlo una y otra vez; aun así, hijo mío, sí quisiera repetirlo muchas veces en la tierra, para que por fin se les abran los ojos y acepten que esto tiene que ser así, porque de lo contrario nosotros no volveríamos a lo divino y el cielo se mantendría cerrado para nosotros.
Pero lo harás por nosotros, juntos consignaremos esto y todo lo que le pertenece.
Quien sea honrado y no se ponga a sí mismo en pedestales podrá aceptarlo.
Quien vea bien que la naturaleza es así y que la tierra posee la imagen cósmica y que también en la madre está presente este acontecimiento sagrado, sentirá esta sacralidad y la sencillez de todo esto, por más increíblemente profundo que sea.
Lo que es posible ahora para el ser masculino y femenino también estaba presente en el primer estadio.
Lo que Dios realizó hace billones de años permaneció todos esos años.
Pero continuaremos, más allá y más arriba, para algún día entrar en la vida divina.
Ahora, André, volveremos a tu propio organismo.
Ahora este viaje ha terminado.
Se me ha concedido mostrarte el origen del universo.
Me lo han encargado los maestros y yo cumplí mi tarea, por lo menos para el organismo material.
En nuestro siguiente viaje seguiremos la vida interior de los seres humanos y los animales, por lo menos en la medida en que me cruce con ella.
Entonces iremos nuevamente, como ya te dije, a diferentes planetas y seguiremos la vida del alma, pasaremos de un mundo a otro, haremos la transición en los mundos astrales en que vive el ser que está siendo atraído.
Te aclararé y se me concederá mostrarte milagros de fuerza de espíritu y vivencia.
Todos esos milagros, que ahora has vivido, han nacido y surgido por la animación divina.
Lo que ahora has vivido pertenecía a la energía visible; la invisible, en cambio, la vivirás en nuestro próximo viaje.
Te voy a aclarar desde el primer momento en que llegó a haber empuje y la animación se convirtió en el instinto.
Seguro entiendes lo que significa.
En eso haremos la transición en todas esas vidas en la tierra y te aclararé cómo y por qué es que el ser humano vuelve allí cientos de veces y que siempre es la tierra la que atrae a ese ser.
Eso, hijo mío, pertenece al renacer, también a mi amigo al que por lo tanto seguiremos en un siguiente viaje.
Solo entonces podré aclararte tu propia vida y la mía, podré explicarte por qué posees estos dones, que sin duda pertenecen a la vida del espíritu, y por qué estamos reunidos y tenemos que vivir todo esto, lo cual hace falta para la tierra, la humanidad.
André sintió que lo iba invadiendo un silencio sagrado.
Este viaje había sido asombroso para él.
Qué grande era Alcar.
Qué imponente era lo que se le había concedido vivir, y ni así era suficiente, recibiría aún más.
Tomó la mano de su líder espiritual en la suya y dijo:

—Alcar, cómo puedo darle las gracias.
—No me des las gracias por todo esto a mí, sino a Dios.
Pero escucha, me quedan más cosas que contarte.
Mientras tanto volveremos a tu vestidura material, pero lo haremos tranquilamente, para que pueda explicarte algunas cosas, porque quiero saber si me has entendido en todo.
Cuando estuvimos en el primer grado, hablé de las especies animales antediluvianas.
El animal que nació allí, en tiempos posteriores hizo la transición en un organismo gigantesco.
Este animal también estuvo aquí en la tierra, según has visto ya.
También te aclaré que el animal tiene que vivir miles de transiciones antes de que haya alcanzado su grado más elevado en su estado.
Dije que había cientos de especies animales en un solo grado, y lo comparé con el gato y la pantera que conoces en la tierra.
Pero lo que ahora me importa es esto: esas especies animales preanimales, que llegamos a conocer en esos planetas, se han disuelto en el Omnigrado.
Pero no solo corporal, sino también espiritualmente.
¿Lo entiendes, André?
—Sí, Alcar.
—Fabuloso, entonces sigo.
Lo que es, por lo tanto, para todos esos planetas, vale a la vez para el reino animal, también eso tuvo que disolverse, porque de esos animales nació el animal que vive en la tierra.
Y te dije que el reino animal es más profundo que la sintonización del ser humano, aunque esta sea divina.
También eso te queda claro, ¿verdad?
—Le entiendo por completo, Alcar.
—Así que en su estado, el animal tiene un grado —el organismo material—, pero en ese grado hace la transición en cientos de transiciones.
Los miles de especies de aves, y cuántas no hay en la tierra, tienen siete grados materiales y siete espirituales.
Pues bien, el séptimo grado, y es lo que me importa, va elevándose, como nosotros, como por ejemplo la paloma y otras especies.
A esas especies animales las volvemos a encontrar de este lado y son nuestros amigos espirituales aquí, en esta vida.
De este lado también podemos llamar al perro y al caballo, y se quedarán donde nosotros, aunque vivan en su propio mundo.
Esto, pues, es asombroso.
Ves, por lo tanto, que la especie animal noble posee el grado material más elevado, de lo contrario no podría continuar de nuestro lado.
Si aún no ha alcanzado ese grado, encontraremos allí diferentes especies de depredadores, y para ellos no hay lugar de este lado.
¿Comprendes todo esto, André?
—Si le he comprendido bien también ahora, Alcar, un monstruo preanimal no puede vivir en las esferas de luz, ¿no?
—Exacto, muy bien, es lo que quería aclararte.
De este lado, en nuestra vida, solo hay lugar para la especie animal elevada, a la que pertenecen las diferentes especies aladas.
Es decir que un monstruo preanimal ha recorrido ese largo camino material y espiritual, e hizo la transición en una especie más elevada para volver, como nosotros, a Dios.
—Y ¿es así para seres humanos y animales, Alcar?
—Sí, André.
—¿Así que llegará un tiempo en que tampoco quedarán personas negruzcas (véase el artículo ‘Ser humano o alma’ en rulof.es) en la tierra?
—Muy bien, André, también esos grados humanos, según dije ya, tendrán que disolverse, y así será.
Me alegra que hayas entendido todo esto.
Sí que habrá razas (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), pero los primeros seis grados se disolverán en el séptimo grado, porque el alma tiene que vivirlo.
—Así que, si le he comprendido bien, cuando se acerque el final de la tierra, solo vivirán en ella especies animales elevadas y también personas espirituales, ¿verdad?
—También eso está muy claro, André.
Solo entonces, ya te lo dije, habrá tranquilidad y paz en la tierra y vivirá el ser humano en un paraíso, lo cual es la intención de Dios.
Sin embargo, aún pasarán millones de años antes de que lleguemos a ese punto.
Será entonces la última imagen que podré mostrarte de la tierra, en ese momento el planeta tierra experimentará lo que otros viven ya, y la tierra habrá completado su tarea.
—Qué imponente es todo, y sin embargo tan natural, Alcar.
—Lo es, André, imponente y natural.
Nos es posible resolver los problemas más profundos porque conocemos el organismo material y espiritual.
Cuando el ser humano pueda aceptarlo, te lo aseguro, llegarán a la tierra sosiego y paz.
—¿Puedo hacerle otra pregunta, Alcar?
—Sí, André, aún es posible.
—¿Puede aclararme, Alcar, por qué la paloma posee ese asombroso instinto?
—Escucha, André.
La paloma posee el grado material y espiritual más elevado que pueda obtener una especie animal del reino animal.
En el fondo, ese animalillo y todas las especies animales que pertenecen a él, ya te lo he aclarado, han avanzado más y se han elevado más en sentimiento que muchos seres humanos en la tierra.
Actúa según posesión interior, y son los sentimientos que posee el ser humano espiritual que haya alcanzado las esferas de luz espirituales de este lado.
La intuición que posee este animal y según la que actúa es el grado telepático que también nosotros poseemos.
Pues bien, el animalito al que se le suelta a gran distancia de su casa sintoniza con sus propias posesiones, en este caso su morada, y es atraído infaliblemente a ese lugar.
¿Entiendes lo que quiero decir, André?
—Sí, Alcar, ahora todo me queda claro.
—O sea: nada más que sentimiento, como hemos tenido que asimilar nosotros.
Por lo tanto, también el animal ha llegado hasta este punto en esos millones de años.
Cuando quiera conectarme en la tierra con quien sea, me encontraré con esa vida donde se encuentre.
También la paloma actúa como yo, y llega por sí sola en el lugar de destino.
En el caso de otras especies animales se han desarrollado a su vez otros órganos en el grado más elevado, y por lo tanto tienen sintonización entre el primer y el séptimo grado material.
En el fondo no son distintas las muchas especies aladas que en la tierra aceptan en invierno su largo viaje a las regiones calurosas.
Por eso, André, el reino animal es más complicado que el del ser humano.
¿Has comprendido todo ahora?
—Sí, Alcar.
—Se te ha concedido recibir mucho, y puedes estar agradecido con nuestro santo Padre por ello.
—¿Lo sabré todo conscientemente, Alcar?
—Sí, André, pero asimilarlo en tu conciencia diurna te será ahora más difícil que antes, pero te ayudaré a hacerlo, para que puedas superar también esto.
Pronto hubieron llegado entonces al lugar, y André entró en su morada.
—Todo es tan milagroso, Alcar.
—Ahora nos despedimos, hijo mío.
Pronto vendré otra vez a por ti, entonces volveremos a todos esos planetas y seguiremos la vida del alma desde el inicio de la creación.
Adiós, André, que Dios te bendiga.
André se arrodilló ante su líder espiritual y le dio las gracias por todo.
Luego descendió en su vestidura material y también este viaje hubo acabado.
 
Fin de la parte 1