El desdoblamiento corporal (2)

Habían pasado algunas semanas desde el último desdoblamiento que se le concedió a André hacer con su líder espiritual Alcar.
Había tenido que procesar interiormente todo lo que había recibido en ese viaje y estaba nuevamente listo para poder recibir alimento espiritual.
Alcar le había comunicado que ahora se desdoblaría.
Ahora llegaría a conocer la vida del alma desde el principio de la creación.
Había ido a su habitación temprano y esperaba lo que iba a ocurrir, y que Alcar lo liberara de su cuerpo material.
Qué difícil había sido para él estos últimos tiempos.
Había tenido que asimilarlo todo interiormente.
Meditaba día y noche, y repasaba en pensamientos todo lo que había vivido en ese viaje.
Los primeros días, según dijo Alcar, no se le concedía pensar en nada más que en su vida terrenal.
Lo había hecho, pero siempre le volvían todos esos acontecimientos espirituales, y entonces no sabía cómo liberarse de ellos.
Sin embargo lo tuvo que superar, porque estaba en él, su espíritu lo había vivido.
Ahora su vida interior y espiritual dominaban, y sus nervios no lo aguantaban.
Había momentos en que ya no podía distinguir una cosa de otra, y entonces lo pasaba mal.
En sentimiento vivía entonces entre dos mundos, de los que dominaba la vida espiritual, y sin embargo tenía que seguir siendo él mismo, lo que no era tan sencillo.
Los primeros días después de haberse desdoblado pasaron con normalidad.
Se sentía libre de todas esas leyes y vivencias espirituales.
Aun así, todos esos sentimientos le volvían conscientemente, y vivía en un estado incomprensible.
Se sentía muy, muy alejado de la tierra y sin embargo estaba allí, como cualquier otra persona.
Toda esa fuerza estaba profundamente en él, y sin embargo tenía que empezar a asimilarlo todo si quería poder llamar lo vivido su propia posesión adquirida.
Alcar le dijo que meditara.
Del otro lado todo el mundo meditaba.
Cuando la gente había muerto en la tierra y había entrado en la vida espiritual y se le convencía de esa vida, se aislaba después de eso para repasarlo todo en pensamientos.
Solo una vez que estuvieran listos con eso era su posesión y estaban abiertos a nuevo alimento espiritual.
También él tenía que actuar así ahora y comprendió por qué Alcar decía que le sería más difícil que después de todos esos otros desdoblamientos que había vivido.
Le oprimía mucho la inmensa fuerza de todo lo que había recibido y vivido.
En el espíritu, cuando estaba del otro lado, todo iba por sí solo.
Pero tenía que procesar esto en su vida material en la tierra.
Y por más difícil que le fuera, era un tiempo hermoso, pues lo volvía a vivir todo de nuevo.
Una vez que hubo comenzado con ello no desaprovechó ni un solo segundo, y así los días pasaron volando.
En este estado ya no era consciente del tiempo, en pensamientos siempre se encontraba del otro lado.
Seguía todo donde había estado con su líder espiritual Alcar, y de esta manera fue avanzando, paso a paso.
Cuando sentía que lo superaba, se detenía y esperaba hasta haber adquirido nuevas fuerzas.
Ya llevaba algunos días, pero sintió entonces que ya no podía seguir más, sus nervios no podían procesar esta cosa tan inmensa.
Desde el inicio de su conexión con Alcar, su líder espiritual se había asegurado siempre de que pudiera dormir.
Para él, una noche de sueño lo era todo, no podía prescindir de una sola hora de esas.
Su vida terrenal era demasiada intensa, porque vivía una vida doble: la del espíritu, y la del ser humano en la tierra.
Y para eso hacía falta sosiego interior, y se le daba siempre en el sueño.
Pero ahora ya no podía dormir, y le daba miedo.
Se había acostado temprano, pero no podía conciliar el sueño.
Se concentraba en el sueño, pero no lograba controlar su cuerpo material, algo de lo que sin embargo era capaz siempre.
Era consciente de este peligro.
Ahora estaba ante un imponente problema.
Lo abarcó todo, sopesó qué poderes aplicar, pero fracasó, porque dominaba su vida interior.
‘Dios mío’, pensó, ‘ojalá esto vaya bien, cómo voy a salir de esta’.
Todos estos problemas jamás lo habían desequilibrado.
Siempre era él mismo y estaba pendiente de todo, porque no podía haber interferencias en su cuerpo material.
Muchas veces le parecía un misterio que sus nervios pudieran soportar toda esa sabiduría espiritual a pesar de todo, pero sabía que había una persona que vigilaba, y era su líder espiritual Alcar.
Ahora, sin embargo, se encontraba en un estado disarmónico.
Todos esos grados espirituales, sintonizaciones, estrellas y planetas, todos esos estados de los animales y lo que había vivido en el templo del alma revoloteaban por su cerebro, por lo que ya no podía distinguir entre una cosa y otra, y todo esto interfería con el sueño.
Su cabeza y nervios ya no podían soportarlo y temía que se perdería en esto.
¿Acudiría Alcar en ayuda suya?
Si no era sano como una manzana en su vida terrenal, ya no serviría de nada a Alcar, porque ambos cuerpos, tanto el material como el espiritual, tenían que estar en armonía.
Su organismo material no podía tener ningún defecto, o perecería por lo que se le hacía vivir del otro lado y que tenía que transmitir a la humanidad.
Y esa sin duda no era la intención: edificar una cosa y destruirlo a él, eso no nos haría avanzar y sería espantoso.
Era una gran gracia ser médium para espíritus más elevados, pero algún día la gente tendría que saber cómo era su vida y lo que tenía que hacer para tenerla.
Ya llevaba unas horas despierto en la cama, y seguía sin poder dormir.
Todo el tiempo se removía en la cama, se concentraba en el sueño, pero no podía alcanzar lo que en otras ocasiones siempre lograba.
Rezó con fervor pero tampoco le sirvió.
‘¿Ahora qué?, pensó.
Sintonizó con su líder espiritual Alcar y después de algún tiempo empezó a percibir.
Allí estaba Alcar, ahora pronto estaría dormido y mañana volvería a estar fresco, para meditar otra vez y asimilarlo todo.
Qué feliz se puso cuando oyó decir a su líder espiritual:

—¿No puedes dormir, André?
—No —dijo—, y no puedo conciliar el sueño, lo que tengo en mí me mantiene despierto.
Después oyó decir a su líder espiritual:

—Ahora no podrás dormir ni se te concederá hacerlo, hijo mío, te mantengo despierto.
—¿Qué dice? —preguntó André con asombro.
—Quiero que no duermas, André, te mantendrás despierto hasta en la mañana, pero después dormirás.
Te contaré y aclararé algunas cosas de este estado.
—¿Es por lo que viví de su lado, Alcar?
—Sí, André.
Ahora tu vida interior domina en gran medida el cuerpo material, en este caso el sistema nervioso, pero sabes que yo velo y que no te ocurrirá nada.
—¿Tengo que mantenerme despierto la noche entera, Alcar?
—No, no hace falta.
—Pero ¿por qué me mantiene despierto entonces?
—Porque tu espíritu domina, y de todos modos no podrás dormir.
Es mejor que ahora medites, o sea, que lo repases todo en pensamientos y que sigas reflexionando hasta quedarte dormido.
El día es demasiado corto para tu vida interior, y juntos intentaremos volver a entrar en armonía.
¿Sientes lo que quiero decir, André?
—Sí, Alcar, me queda muy claro.
—Escucha ahora lo que tengo que decir.
Si la gente en la tierra supiera esto, no habría tantos neuróticos.
Ahora la vida espiritual domina el organismo material.
Cuando esto ocurre, la gente piensa que tiene que dormir, pero si justamente empezaran a vivir todos los problemas, todas las preocupaciones, en fin, todo lo que los ocupa, si lo hicieran por medio de meditación y continuaran hasta haber pensado a fondo sus problemas, se produciría otro estado y volverían a su vida normal.
Es, entonces, el equilibrio entre el cuerpo espiritual y material, y entonces el sistema nervioso se relaja.
Entonces un paseo por la naturaleza y en particular por el mar será una fuerza que obrará milagros.
Pero el ser humano no está sintonizado con la naturaleza, prefiere tomar medicinas, pero paralizan los órganos vitales que forman el sistema nervioso.
El tuyo está ahora demasiado tenso y tu cuerpo espiritual, que es la vida de los sentimientos, domina, pero ahora te bastarán unas horas de sueño.
Lo que domina ahora requiere tu plena atención y concentración.
Pero quieres dormir, el tiempo para ello te obliga a descansar y sin embargo está mal.
Si fueras a dar un paseo conmigo y llegáramos a casa solo por la mañana, habrías recibido más sosiego que si durante días descansaras y estuvieras echado en tu cama.
Pero no es posible, porque tu entorno se preocuparía, así que tendremos que hacerlo a nuestra manera.
Si no lo logro de este modo, te desdoblarás, pero también eso a su vez lo tendrás que procesar.
Sientes claramente que el espíritu domina.
Es por todos esos problemas que te he hecho vivir y todo ese alimento espiritual que has recibido de este lado.
Te he dado y hecho vivir lo último de todo lo que puedes recibir como nuestro instrumento, André, y que daremos a conocer a la humanidad.
Hace unos años, esto aún no habría sido posible, te habría hecho sucumbir, pero trabajé con cautela y te llevé de un estado espiritual en otro.
Gracias a eso despertaste, André.
Hicimos la transición de una esfera a otra.
En tu primer viaje a las tinieblas, ya sabes, nuestra vida te asaltó y pudimos volver a la tierra.
Aun así tuviste que superarlo si yo quería poder aclararte todo lo de nuestra vida, para que la humanidad pudiera recibir una idea de lo que le espera de este lado.
Diez, no, veinte veces te desmayaste, porque esas influencias tenebrosas dominaban tu interior.
Quien desconozca las tinieblas, que de este lado son un infierno, no puede hacerse una idea de eso.
Pero todos los que mueren en la tierra y entran aquí lo vivirán, y solo entonces se preguntarán cómo te fue posible haberlo procesado y vivido ya en la tierra, sin que tu vida terrenal se viera alterada en nada y sobre todo que sin que minara tu cuerpo material.
También eso lo has superado, porque lo quieres de verdad y porque quieres servirnos.
Tu fe en nuestro trabajo y tu amor por él te dieron esa fuerza y te abrieron a nuestra ayuda.
Y luego esto.
Si no hubieras mantenido inmaculados y puros tus dones, habrías perecido irremediablemente y habrías terminado en algún hospital psiquiátrico, porque habrías pasado entonces a manos del mal.
Pero siempre pude alcanzarte, y te lo agradezco, por lo que pude aclararte nuestra vida.
Pero fui siempre más allá y más profundo, y sabía con muchos años de antelación que llegaría este momento, en que te podría dar lo primero de todo de nuestra vida.
Lo sabes, André: nada a cambio de nada, también esto, toda esta sabiduría espiritual, tendrás que pagarla con tus propias fuerzas interiores.
Pero estoy contigo y te ayudaré en todo, y así superaremos también esto.
Si me has entendido bien, comprenderás que el día es demasiado corto para estar espiritual y corporalmente en armonía, y poder hacer la transición al sueño.
Ya te aclaré hace tiempo los siete grados de sueño.
Ahora no puedes alcanzar el cuarto grado, porque el cuerpo espiritual no lo permite en ningún caso y la superioridad presente en la vida de tu alma es demasiado grande.
Esta tensión se disolverá reflexionando, manteniéndote despierto y meditando, y volverá la armonía natural entre vida espiritual y material.
Pero el ser humano que no lo sepa no parará de dar mil vueltas en la cama y querrá dormir.
Sin embargo no se quedará dormido y si toma algún remedio para lograrlo, será que intenta crear por la fuerza ese estado deseado.
Sin embargo no logrará su cometido.
Porque ¿no es cierto, acaso, que el espíritu se suelta de todos modos y que el ser humano despertará y que los estupefacientes no tienen fuerza sobre el organismo material?
La fuerza descomunal que poseen los sentimientos, que es y significa el cuerpo espiritual, es insondable para el ser humano, para el erudito, porque aún desconoce el cuerpo espiritual y no acepta el funcionamiento de esta vestidura.
De cualquier manera despertarán y no habrá remedios terrenales ni concentración que lo ayuden.
Entonces consultan a varios médicos, o pasan a la medicina natural, pero olvidan que tienen que volver desde su juventud hasta el primer momento en que ya no pudieron conciliar el sueño, porque en él reside el trastorno.
En ese tiempo se produjo ese trastorno, y en el espíritu no podemos saltarnos partes.
Ya sentirás lo profundo que es y que yo podría contar mucho sobre esto, porque tiene que ver con la vida de este lado y es el eterno empuje de la vida interior.
La vida interior los fuerza a meditar, pero no se piensa en eso.
Conoces nuestra vida, André, sabes cómo meditamos y que solo después encontramos tranquilidad.
Aunque no pudieras dormir durante días, no sería tan malo como obligarte por la fuerza a dormir de cualquier manera.
De nuestro lado ya no podemos mover un pie cuando no hay tranquilidad en nosotros y cuando hay problemas que nos ocupan, que están presentes en nosotros mismos y en nuestra vida.
Todas esas preocupaciones, lucha y tristeza y las muchas enfermedades que el ser humano vive en la tierra lo mantienen despierto.
Pero te aseguro que tampoco nosotros podemos dormir cuando algo nos ocupa, porque vivimos y somos conscientes, porque nuestra vida es como la vida terrenal y material, no ha cambiado en nada.
Si tenemos que estar en armonía con todo, es así también para el ser humano en la tierra.
Si de este lado algo nos ocupa, nos mantenemos despiertos y conscientes, y solo después también nosotros nos quedamos dormidos, como te aclaró Gerhard.
(Véase ‘Aquellos que volvieron de la muerte’).
Después de despertar nuestra vida interior vuelve a estar lista para recibir alimento nuevo, pero no podemos recibir ese deseado sueño y hacer la transición en él antes de estar vacíos interiormente y haber terminado de reflexionar, y de que pueda producirse otro empuje.
Este se revela en el cansancio natural y es el organismo material para nuestra vida, para nuestro propio interior y para el ser humano terrenal.
Pues bien, si esto no está por completo en armonía, si la vestidura material o espiritual domina, ocasionará cualquier enfermedad.
Suele ser el sistema nervioso, pero para otras personas, que sufren de algún padecimiento, aumenta su enfermedad.
Pero también en eso vemos un empuje impresionante, porque cuando alguien tiene algún padecimiento, cuando hay órganos vitales, digamos los riñones, que estén enfermos, entonces esos órganos dominan el espíritu, porque esta enfermedad es más profunda y fuerte que los sentimientos, y entonces la vida interior obedece al funcionamiento del organismo material.
Vemos una vez más que todo, todo está relacionado y conectado, así que para esa gente es imposible que no puedan dormir.
Aunque su sueño no sea normal, aun así es mejor que en aquel otro estado, porque entonces los sentimientos están directamente concentrados en el sistema nervioso y sobrecargan el organismo material.
En tu caso, André, no es así ahora, tu cuerpo material está más sano que una manzana.
Solo tu espíritu está despierto y es consciente, incluso demasiado, y ahora repasamos todo eso, para que dentro de unas horas te quedes dormido.
Tienes que intentar conservar por completo la conciencia y precisamente no querer dormir.
Entonces esa fuerza dominante recaerá lentamente en la vida del alma, esto va a restablecer el equilibrio y disminuirá la tensión interior.
¿Comprendes lo que quiero decir, André?
—Sí, Alcar; le doy las gracias por todo.
—Piensa en nuestra vida y no dejes de seguirme.
Pero no te concentres en nada, es decir, no intentes asimilar lo que te aclaro ahora, pero oye lo que digo y escucha.
Justo así restablecerás el equilibrio entre cuerpo material y espiritual.
Permites ahora que el cuerpo espiritual haga su trabajo.
Cuando estés listo con eso, tu conciencia descenderá en la vida del alma y la vestidura material será sometida al sueño.
El cuerpo humano y espiritual es hondo, ambos son poderosos, pero uno depende del otro; sin embargo, la vida del alma domina en todo al organismo material en la tierra.
Dirige y guía y lo mantiene intacto, porque el organismo material vive por medio de nuestra vida interior.
Son ahora las cuatro de la mañana, André.
Espera solo un instante y lo oirás.
—Qué asombroso, ¿no, Alcar?, que sepa también eso e incluso piense en ello.
—No olvides, hijo mío, que yo también vivo en la tierra y que te sigo en todo, y que puedo saber todo lo que ocurre en la tierra.
Oye, ya dan las cuatro y ahora pronto te quedarás dormido.
El cuerpo espiritual ha realizado su tarea y solo ahora la vestidura material puede vivir el sueño.
Ves: poco a poco va volviendo el sueño, pero ahora eres tú mismo el que lo regula.
André empezó a sentirse cansado y se dejó llevar, sintió que lo invadía una gloriosa tranquilidad.
Comprendía de dónde le llegaba esa tranquilidad y por quién ocurría.
Aún oyó, aunque ahora muy a lo lejos, que se decía:

—Duerme, hijo mío, y has de saber que velo y que seguiré haciéndolo hasta que nuestro trabajo esté listo.
Después ya no supo nada más.
Al despertar por la mañana se sentía fresco y alegre.
Ya no sentía cansancio y sabía lo que le había contado Alcar.
De inmediato empezó a meditar de nuevo, y siguió hasta que también ese día hubo pasado y volvería a acostarse.
Sin embargo había algo en él que aún no había vivido en todos esos años.
Sentía una terrible tensión en la parte de atrás de la cabeza.
Tenía la sensación de tener que cargar todos esos planetas y de encontrarse rodeado del conjunto de esos cuerpos inmensos, y de que todo esto estaba dentro y alrededor de su cabeza.
Era un estado horrible, pero aun así se sentía tranquilo.
Todo su cuerpo estaba firme y tenso, y comprendió que no podía procesarlo él solo.
‘Ojalá no sea demasiado para mí’, pensó, ‘ya no soy yo mismo, mis nervios no pueden procesarlo’.
Sintonizó con su líder espiritual Alcar; pronto lo vio en su entorno y oyó que decía:

—Te voy a volver a ayudar, André.
Ahora te desdoblarás y entonces podrás ver desde este lado lo que hago, y cómo es el estado de tu sistema nervioso.
—¿Nos vamos otra vez de viaje, Alcar?
—No, todavía no, primero tienes que estar completamente listo y haberlo procesado todo en conciencia diurna, antes no es posible darte nuevo alimento espiritual.
André sintió cómo se iba hundiendo y sabía lo que iba a ocurrir.
Cuando abrió los ojos se encontraba en la vida del espíritu.
Ante él estaba Alcar, que lo acogió.
—Alcar, ¡mi buen Alcar!
—Atraviesas un momento difícil ahora, André, pero todas esas dificultades no merecen la pena para lo que has vivido.
Las superarás y entonces tu sistema nervioso volverá a escuchar la voluntad que tú mismo sintonices con él.
—Si estoy aquí, Alcar, ¿no es entonces también tranquilidad?
Ahora mi cuerpo está profundamente dormido, y yo mismo estoy de este lado.
¿No es tranquilidad, acaso, o no es lo mismo?
—Puedo contestar a todas esas preguntas tuyas.
No, no es esta tranquilidad la que recibes cuando tú mismo vives en tu vestidura material.
En primer lugar, no te sería posible desdoblarte corporalmente si yo no lo realizara, y en segundo lugar, si ahora yo me fuera y visitáramos las esferas juntos, vivirías por la mañana que ya no podrías pensar para nada.
El cuerpo material, aunque solo el sistema nervioso, se encuentra en un estado demasiado tenso por las inmensas fuerzas que tú mismo sintonizas con él, y es, cuando vives en tu cuerpo material, la vida del alma o el cuerpo espiritual.
Pero no debes olvidar que cuando te desdoblas tu cuerpo queda liberado de toda animación, porque la animación que mueve ese cuerpo y lo guía y lo hace actuar vive de este lado, o sea, fuera del organismo.
Para la tierra tu vestidura material está aparentemente muerta.
El funcionamiento del organismo material está sintonizado en el uno por ciento.
El noventa y nueve por ciento vive aquí y eres tú mismo.
O sea, queda claro que tu vestidura material no puede vivir a plena potencia, y lo que no está vivo a plena potencia no puede ser sometido a ningún empuje, está fuera de servicio y por eso, en este caso, no puede llegar a haber cura.
¿Te queda claro, André?
—Sí, Alcar.
—Pues bien, mi voluntad domina todo esto, también tu desdoblamiento, y, como dije, tu vestidura material está ahora bajo mi control y no vivirá nada, porque la vida interior, o sea, tú mismo, ha salido del organismo.
Es decir que algo que está paralizado no puede funcionar.
Si el sistema nervioso está tenso, pues, y uno toma narcóticos para poder dormir, paraliza la función natural y esto excluye la cura.
Esos remedios sirven solo durante poco tiempo, pero más tarde estaremos ante un mismo proceso, porque ahora los órganos han sido afectados y puestos fuera de servicio violentamente.
Por eso, André, está mal tomar demasiados narcóticos para esta enfermedad.
Así que comprenderás que un desdoblamiento no le da a tu organismo material lo que recibes durante tu descanso nocturno.
Porque el estado en que se encuentra ahora tu organismo material es más profundo que el sueño normal y por eso se ha desprovisto al organismo del funcionamiento natural.
Entonces tampoco puede ayudarte un desdoblamiento, a menos de que ambos cuerpos estén en armonía.
Para poder desdoblarse, el espíritu debe ser sensible y no estar demasiado tenso o sobrecargado, y el ser humano no debe tener dolor ni miseria.
También comprenderás lo que hace falta para poseer estos dones antes de que nosotros podamos usarlos.
Miles de personas podrían desdoblarse y otras tantas se enfermarían espiritualmente.
Uno u otro cuerpo dominaría y generaría la destrucción total de la vestidura material.
Por eso y solo por eso el místico advierte de la ciencia oculta, es el terreno del espíritu y quien desconozca todos esos empujes está irremediablemente perdido.
Pero te guío en todo y velo por ambos cuerpos, el material y el espiritual.
Lo que haré ahora es lo siguiente.
Descenderé en tu vestidura material y tranquilizaré tu sistema nervioso, es decir que haré una transición completa en tu cuerpo material.
Entonces volveré a vivir en la tierra, y tú en mi mundo.
Gracias a la concentración que poseo devolveré la tranquilidad y la paz a tu organismo, y cuando lo haya alcanzado, esa tensión nerviosa habrá cedido.
Adiós, André, tomo posesión de tu cuerpo.
André vio que este milagro ocurrió y que Alcar descendió en su vestidura material.
‘Qué milagrosa es la vida de este lado’, pensó.
Cómo se le cuidaba, su líder espiritual se encargaba de todo.
Ahora estaba solo del otro lado.
Se estaba desarrollando delante de él una asombrosa escena.
Qué grande era Alcar y qué imponente era todo lo que vivía.
¡Qué bien cuidaba Alcar de él!
¿Quién podría aceptarlo, y a la vez todo lo otro que había vivido solo hace poco?
En la tierra tampoco se sabía nada de lo que estaba ocurriendo en este momento.
Todos eran milagros en el espíritu.
Vio que Alcar hizo la transición por completo en su cuerpo material, y que despertó.
Ahora su vestidura material empezó a funcionar, y André vio que les órganos materiales empezaron a retomar su tarea y funcionamiento.
Si había algo que podía convencer al ser humano de una pervivencia eterna, tenía que ser este acontecimiento que estaba viviendo ahora.
Ojalá pudieran verlo y calcularlo, solo entonces podrían creerlo.
Pero ¿cómo iban a poder calcularlo los eruditos en la tierra?
Quien no pudiera aceptarlo no lo averiguaría nunca.
Era un gran milagro para él y lo asombroso era que un espíritu, un ser humano que había vivido en la tierra y que ahora vivía en la eternidad, pudiera sin embargo descender en el organismo material y volver a tomar posesión de él.
Pero había otro milagro más que percibía.
Comprendía a fondo lo que quería decir su líder espiritual.
Alcar poseía una gran fuerza espiritual y una voluntad descomunal.
Su líder espiritual Alcar podía realizar esto debido a que estaba más elevado y había avanzado más que él.
Él mismo no era por completo dueño de su vestidura material, y era algo muy natural.
Ahora oyó que Alcar dijo:

—Piensa en ti mismo, André, y repasa todo lo que se te dio hace poco.
Hizo lo que Alcar quería y le pareció muy asombroso, porque ahora todo volvió a ir por sí solo, penetró hasta los problemas más profundos y no le molestó en lo más mínimo.
No quería alejarse de su cuerpo, ni se atrevía a hacerlo, y no obstante también esto era posible.
También sentía que se mantenía conectado con Alcar, y que incluso podía hablar.
La vida espiritual era imponente.
Ahora siguió a Alcar y vio que la parte de atrás de su cabeza irradiaba una luz azul y potente.
‘Sí’, pensó, ‘allí está, allí está la tensión’.
‘Qué asombroso es’, pensó. Alcar estaba irradiando su cabeza, porque los nervios de la cabeza estaban demasiado tensos.
Esa gran luz era de su líder espiritual.
En este momento miraba a través de su propia vestidura material.
Ahora nada estaba oculto para él.
Vio y sintió la fuerte tensión y comprendió lo que Alcar estaba haciendo.
Mientras tanto seguía todo lo que había vivido, porque ahora las cosas eran fáciles.
Se vio a sí mismo en el templo del alma, descendió entonces a todos esos planetas y volvió poco a poco por su camino hacia su vestidura material.
Sin embargo se mantuvo cerca de su organismo, pero lo vivió y meditó sobre lo que se le había concedido recibir en ese recorrido.
Sintió ahora que habían pasado algunas horas.
La tranquilidad y el silencio de la vida espiritual estaban en él.
Había ahora una densa emanación alrededor de su vestidura material y sentía que la había colocado allí su líder espiritual.
Era esa irradiación azul claro que acababa de percibir y comprendió por qué su líder espiritual lo hacía.
Mantenía a André blindado contra otras influencias.
Sintió también lo que su vestidura material había recibido, y que su cuerpo nervioso se había relajado.
Habían pasado algunas horas y Alcar aún estaba en su vestidura material.
André paseaba en los alrededores inmediatos y podía percibirlo todo claramente.
Lo atravesaba todo y podía palpar las cosas terrenales, pero no le era posible poner algo en movimiento.
En la tierra era de noche y en el mundo en que vivía ahora había luz.
Sabía lo que significaba, también esto se lo había aclarado Alcar.
Interiormente era su propia posesión, porque si no lo albergara, vagaría ahora a oscuras.
No obstante, lo que poseía ahora le decía que de este lado, cuando también a él le hubiera llegado su hora de morir, poseería luz.
Y aunque no sería tan potente como la irradiación de su líder espiritual, lo tranquilizó e hizo feliz.
Para el espíritu no había día ni noche.
De este lado se miraba a través de la propia posesión, y era la irradiación y el amor que el ser humano llevaba interiormente.
Una cantidad mínima de luz era también su posesión, y ya podía estar contento por eso.
Sin embargo ya era tan fuerte que podía percibirla.
Se esforzaría por convertirla en una luz potente.
Se sintonizó con eso; quería servir, siempre servir, porque solo sirviendo adquiriría esta fuerza.
Sintió que le entraba sueño y comprendió que le llegaba desde su propio cuerpo.
Cuando lo hubo captado, Alcar había abandonado su cuerpo y volvió a él.
—Muy bien, hijo mío, eso también ha pasado.
—¿Ha podido alcanzar lo que deseaba, Alcar?
—Sí, André, por completo.
¿No estás cansado?
—Sí, lo acabo de sentir.
—Ves con cuánta intensidad obedece el cordón fluido y te envía las fuerzas materiales.
Es por este cordón que sientes y puedes acoger tu propio estado corporal.
He relajado el organismo nervioso.
Cuando vuelvas ahora en tu cuerpo, pronto te quedarás dormido.
Tú mismo lo has vuelto a vivir todo y con eso has llegado hasta aquí.
Sin embargo, mañana tendrás que volver a empezar, porque ocurrió al margen de tu organismo y también la vestidura material lo tiene que vivir.
Aquí, de este lado, todo es diferente, y estás libre de todos esos trastornos, por lo que eres tú mismo.
Sin embargo, ese cuerpo sigue perteneciéndote y tú también eres el empuje y quien lo guía.
Ahora te he hecho un favor, porque se tranquilizó por medio de mi fuerza.
Cuando despiertes por la mañana la tensión en tu cabeza habrá pasado.
Entonces dentro de unos días podremos seguir de nuevo y comenzar con nuestro trabajo.
Habrás comprendido lo que hice, ¿verdad?
—Sí, Alcar, creo que sí.
—Solo me concentré en el sistema nervioso, nada más.
Lo tranquilicé por medio de mi concentración y ahora me relevarás mañana y reflexionarás tranquilamente.
Adiós, hijo mío, yo velo.
André descendió en su vestidura material y despertó.
‘Qué cansado estoy’, pensó.
Qué increíblemente cansado estaba su cuerpo, casi no podía levantar las piernas.
Miró otro momento más a su líder espiritual, que estaba cerca de él, y luego se quedó dormido.
Por la mañana, al despertar, se sentía deliciosamente descansado, y sabía lo que había vivido esa noche.
Otra vez empezó a pensar.
Pensó durante todo el día, y así llegó al final.
Vio delante de él el momento en que descendió en su cuerpo y que su desdoblamiento y ese viaje se habían terminado.
Por la noche oyó a Alcar decir:

—Esta noche, antes de acostarte, frótate con agua fría, André.
Da también un paseo y sintoniza con la naturaleza.
André dio ese paseo y se sintió deliciosamente descansado cuando entró en su casa.

Después, antes de acostarse, se frotó con agua fría y después de un breve instante se hundió en un sueño profundo y natural.
Cuando despertó había dormido nueve horas y otra vez podía mover montañas.
Lo primero que hizo ahora fue caerse de rodillas y dar las gracias a Dios por todo esto.
Luego rezó por fuerza para Alcar, por que siempre se le concediera recibir esas fuerzas.
Ahora estaba listo otra vez, pero aun así volvió a repasarlo todo de principio a fin, aunque ahora más rápidamente.
Recorrió a gran velocidad el largo camino que había seguido con su líder espiritual.
Una vez listo con eso —lo sintió claramente— podría hablar, si Alcar lo conectaba, durante por lo menos diez horas seguidas, podría hablar a la gente del universo y todos esos planetas.
Se había convertido ahora en su propia posesión y todo esto lo llevaba en él, su cuerpo material lo había procesado y André era feliz de que se le hubiera concedido vivirlo.
También se sentía diferente, como si hubiera vivido cientos de años y hubiera envejecido.
Aun así, solo habían pasado ocho días después de haber hecho este desdoblamiento.
Era el instrumento de Alcar desde hace nueve años, pero para él igual podían ser novecientos años.
Así lo percibía, tanto había tenido que procesar durante esos nueve años.
Pero ahora percibió los problemas más profundos de un solo vistazo.
En un destello sintió la profundidad de cada problema, ya fuera espiritual, ya fuera corporal.
Para él lo más sencillo eran todos esos problemas espirituales con los que llegaban a él los seres humanos en la tierra.
Y ahora lo había asimilado porque lo quería, y por haberse enfrentado a todo, a todo, para ser un instrumento digno de su elevado líder espiritual.
Le costó toda su energía, sus pensamientos internos más profundos y su personalidad, pero una vez que lo hubo atravesado no hubiera deseado que le faltaran todas sus posesiones.
Qué bien conocía ahora al ser humano, ¡cómo miraba a través de todos!
Sabía ahora cómo había surgido la creación de Dios, cómo se había creado todo.
Todo era inmenso y a la vez tan sencillo.
Qué difíciles habían sido todos esos días, pero ya estaba nuevamente listo para desdoblarse.
Habían pasado algunas semanas.
Ahora llegaría a conocer la vida del alma y era incluso más profunda que lo que había vivido.
Pero también esto lo superaría y asimilaría, solo entonces conocería la creación.