El pasado

—Ahora iremos primero a una de mis moradas en la tierra, donde pasé mi ultima vida, en que fui artista.
Después, a las esferas de luz, donde nos conectarán los maestros.
Allí, André, vivirás milagros y en otros lugares en el universo verás la realidad que tienen.
Recuerda que recibirás en estos viajes lo más sagrado de todo, el mayor milagro creado y realizado por Dios.
Ven, nos vamos, André.
Por el camino podré contar lo que aún te hace falta saber.
Voy a conectarte con el pasado y con mi propia vida en la tierra.
Lo que quiero aclararte pertenece a aquello que te acabo de contar.
Así que vamos a mi taller.
—¿Sabe dónde está su amigo ahora mismo?
—Sí, hijo mío, lo sé y más adelante te conectaré con él.
André miró a su líder espiritual y preguntó:

—¿Fue un erudito, Alcar?
—Sí, pero descuidó sus estudios.
En la tierra intentó pasar al arte, pero no tenía sentimientos para eso.
Oscilaba entre dos mundos, y eran el mundo material y el espiritual, pero no era consciente en nada.
Siguió buscando hasta su final en la tierra.
En él había muchos sentimientos.
Buscaba y quería poseer, pero siguió buscando, como ya dije, y así entró inconscientemente en esta vida.
Su sintonización fue como la de miles de otros.
Quieren, pero no llegan a nada.
No importa qué asimilan, no llega al perfeccionamiento.
En la tierra intentan crearse un estado, pero nada de lo que hacen y llevan a cabo les da satisfacción.
Esa es la primerísima transición a la conciencia espiritual.
¿Sientes, André, lo que quiero decir?
—Sí, Alcar.
—Pues bien, una vez que haya entrado en ese estado más elevado, el alma hace surgir algo, por más nimio que sea.
El ser humano sabe entonces lo que quiere, y no se le podrá parar en nada.
Es consciente de lo que hace y deshace, y continúa, cada vez más, sin molestarse por nada.
Estos seres viven en la tierra.
Aquellos otros, que son como él, no son buenos ni malos, porque no albergan conciencia.
Están muertos en vida.
Tengo que aclararte ahora todo esto.
En nuestro viaje anterior hablé de conciencia preanimal, animal, basta material y material.
En cada estado el alma es consciente y puede asimilar esta conciencia.
El alma experimenta y experimentará.
No importa lo que produzca, aunque sea animal y terrible, el ser vive y es consciente de lo que hace.
Algunos se entregan para la destrucción de otros, otros persiguen las posesiones materiales, pero todos perecen.
Sin embargo, algún día el ser humano entrará en un estado de conciencia y no sabrá actuar.
Es la conciencia semidespierta.
Es buscar mil cosas, amor y felicidad, pero no descienden en nada, porque no saben lo que sí querrían.
Así va pasando la vida terrenal y entran aquí.
Este era, pues, su estado.
Por eso vivía en el límite de dos esferas.
En su vida en la tierra hizo cosas equivocadas.
Metió en la miseria más grande a una vida joven, de la que habló.
Esta pereció por las cosas que él hizo y deshizo.
Sabía que esto ocurrió por sus actos, y así entró ella a esta vida.
Yo sabía dónde se encontraba ella, pero no podía decírselo a él, porque solo sería posible más adelante.
Así que lo dejé hablar y me callé sobre eso.
Otros hacían lo que él hacía, según él dijo, pero la había abandonado.
Sin embargo no sabía que era su hija.
Ya en la tierra comenté todas estas cosas con él, pero no quería saber nada, decía que no era posible.
Y sin embargo no me quedaba la menor duda de que era su hija la que había nacido.
Esto era el sufrimiento que él le infligió.
Fue por él que ella cayó en este estado miserable y que su vida en la tierra se convirtió en un infierno.
Entonces supe de su final.
Más tarde, mucho más tarde, él sí sintió remordimiento, e intentó enmendar.
Regaló el dinero que poseía.
En ese estado despertó y se dio por completo.
Entonces también él hizo la transición.
Todo esto pertenece a su vida.
Ya te lo dije: de este lado nos volvimos a ver y él no había cambiado en nada.
Ese sentimiento de remordimiento estaba conscientemente en él.
Tampoco pudo liberarse de eso en esta vida.
Y ¿cómo podría haberlo hecho?
¿Comprendes, André, lo que quiero decir?
¿Comprendes que esto lo detenía en su desarrollo espiritual y que lo que sucedió en la tierra tiene que disolverse y enmendarse?
Algún día él podrá vivirlo, pero solo Dios puede ayudarlo.
No hay espíritu, por más elevado que sea, que posea esas fuerzas.
De este lado se sabe cómo es posible esto, y se conoce esta ley.
En la tierra la gente no tiene conciencia de nada, pero de este lado se encuentra ante todos esos problemas terrenales.
Una sola causa lo dejó en este estado.
No, no pueden enmendarlo otros por él.
Él mismo tendrá que mitigar ese sufrimiento.
No ha de haber nada en nosotros relacionado con eso, o de este lado se nos impondrá el alto.
Nos detendrá, pues primero habrá que enmendar eso.
Yo sé cómo él lo realizará, pero volveré más tarde sobre esto, entonces te lo aclararé todo.
Mira, André, aquí estoy en el lugar en que vivía durante mi vida en la tierra.
Algún día, hace cientos de años, este era uno de mis talleres.
Te traje a este lugar donde me encontré con él, con quien era mi amigo.
En esta casa viví e hice mis obras más importantes.
Siéntate, André, y sintoniza conmigo.
André hizo lo que Alcar deseaba de él y sintió cómo iba sumiéndose en las profundidades.
Se encontró ante algunos seres.
Sabía cómo se daba vida a esta escena.
A diestro y siniestro vio varias pinturas y reconoció el arte de Alcar.
Vio que su líder espiritual estaba trabajando en un lienzo grande.
Era una figura masculina y al instante comprendió el significado de esta escena.
Era el amigo de Alcar al que estaba pintando, y el retrato estaba casi listo.
También sintió los grandes dones de su líder espiritual.
Alcar descendió profundamente en el ser, y André intuyó la poderosa concentración que hacía falta para eso.
Qué agradecido estaba de que su líder espiritual lo dejara vivir esto.
Esto pertenecía al pasado y sin embargo veía cómo ocurría, y es que nada era destructible.
Lo que el ser humano había realizado permanecía.
‘Qué asombroso’, pensó, ‘es todo lo que Alcar me muestra’.
Qué grande era esta escena.
Lo había vivido más de una vez, pero siempre sentía lo asombroso de esta conexión.
Era el pasado y sin embargo recuperaba la vida.
André sintió un lazo íntimo.
Su líder espiritual poseía un gran amor por quien representaba, y también el ser humano que estaba allí posando irradiaba un mismo amor, aunque su líder espiritual poseía más luz, según pudo percibir.
Estaban íntimamente conectados.
André sentía aquí el silencio del espíritu.
Percibía con una silenciosa admiración.
Su líder espiritual había logrado este estado elevado por medio de intensa concentración.
Alcar había sido joven y guapo en la tierra, y ¡cuánta conciencia tenía de sus capacidades!
Esto era crear.
Estaba pintando a su amigo de tamaño natural.
Después la visión se hizo borrosa y volvió en sí.
Alcar lo miró y dijo:

—Esto ocurrió algún día, André.
Esta obra se conserva en un museo.
A mí, sin embargo, solo me interesa que sientas que estaba profundamente conectado con él.
Algo de lo que ninguno de los dos fuimos conscientes hizo que nos juntáramos.
Lo amaba como habría amado a un hijo mío.
Esta fuerza residía en mí y aunque me oponía me era imposible librarme de ella.
Una fuerza que me superaba me conectaba una y otra vez con él.
Su sufrimiento era mío, sus sentimientos eran míos.
Me parecía que estaba siendo enfermizo, pero no podía desprenderme de él.
Entonces llegó mi final en la tierra, y sabes la edad que llegué a cumplir.
Esos sentimientos estaban en mí también de este lado, y esperaba su llegada con impaciencia.
Por fin llegó ese momento y también él vino a este lado.
Ya sabes cómo nos hemos encontrado.
Ahora quiero aclararte que esta conexión ya residía en nosotros en la tierra.
Eran sentimientos de los que quería liberarme y sin embargo no podía, estaban muy dentro de mí y dominaban mi interior.
Cómo sufría por esto.
Este problema me ocupaba día y noche.
Pensaba mucho en él, pero sin enterarme, porque en la tierra no sabía nada de problemas ocultos.
Consulté a un conocido, él también era un erudito, pero no me podía dar una explicación para esto.
Yo sufría intensamente, pues mis sentimientos eran profundos, muy profundos.
Peleaba conmigo mismo, quería eliminar esta cosa antinatural de mí, pero resulté ser incapaz; como ya dije, era más fuerte que yo.
Esto no era ni podía ser una amistad terrenal, era más, y más profundo y más grandioso.
Me lo guardaba a toda costa y ninguno de mis otros amigos se enteró jamás.
Lo escondía porque no quería revelar mis sentimientos enfermizos a la tierra.
De cualquier manera no se habrían comprendido.
¿Sentía él como lo hacía y vivía yo?
No, él no albergaba estos sentimientos.
No era consciente de nada.
Yo lo ayudaba en todo y le pedí que me dejara hacerle un retrato.
Quería poseerlo yo mismo, solo por el amor que sentía por él, aunque ese amor fuera puro.
En ocasiones lo tiraba todo por la borda, pero una y otra vez estos sentimientos volvían en mí.
En otras, nuestros caminos se separaban durante mucho tiempo, pero se nos volvía a conectar nuevamente.
Yo alcancé lo que quería alcanzar; él, en cambio, nada.
Daba bandazos de un lado a otro y en nada se le había infundido alma.
Le faltaba la inspiración para poder penetrar hasta el interior profundo.
Le faltaba lo que a mí me sobraba: sentimiento.
Sus sentimientos no era profundos.
Vivía su propia vida y no estaba abierto a nada.
En todo residía su descontento y no era bueno para nada, aunque estaba preparado para darse por completo.
Por tanto, también él albergaba sentimientos que no conocía ni comprendía.
En mí había amor, pero en él, algo que hacía que se estrellara, lo que le hacía sentir impotencia.
Lo detenía una fuerza interior, y la materia que trataba no penetraba en él, porque sus sentimientos se resistían.
Al principio siempre estaba lleno de entusiasmo, pero después de un rato se debilitaba.
Entonces empezó a buscar y a deambular por el mundo, y fue en esos tiempos que destruyó una vida joven, pero también despertó, y sin embargo nunca logró nada.
Quería llegar a conocer el alma, porque albergaba estos sentimientos.
Esta vida terrenal me llevó a las alturas más elevadas, él, en cambio, quería llegar a conocer la muerte y la vida, pero resultó que no poseía esas fuerzas.
No le era dado, puesto que era un erudito que no se conocía a sí mismo.
Y sin embargo se sentía atraído a este estudio.
En sus años mozos ya era un niño extraordinario, pero en los años en que lo lograría todo, el pobre de espíritu.
Ya dije que algo lo detenía.
Ese algo asfixiaba su vida interior, de modo que no podía llegar a desplegarse.
Se mantenía inconsciente y no llegaba a la conciencia plena.
En él habitaba un solo estado, y ese estado era una ley que ahora conozco y que solo de este lado llegué a comprender.
¿Ya puedes sentir, André, lo que significa todo esto?
—No, Alcar.
—Entonces te lo diré.
Era la ley de causa y efecto.
Era su karma, y por tanto pertenecía a su pasado.
Comprenderás, André, que lo primero que se me tendría que aclarar de este lado eran estos sentimientos profundos, cuando entré aquí.
Sin embargo no fue tan sencillo, porque no era posible al principio de mi transición.
Solo después se me conectó con mi propia vida, cuando se me conectó con seres más elevados y acepté mi propia vida y llegué a conocer todos esos estados espirituales de este lado.
Qué grande fue mi alegría y qué agradecido fui cuando supe y comprendí su significado.
Por lo tanto, había sentido bien en mi vida en la tierra.
En mí residía un profundo amor, y esos sentimientos eran verdaderos y naturales, para nada enfermizos.
Me pertenecía, André, y pertenecía a mi pasado.
En la tercera esfera, o sea, años después de haber muerto en la tierra, llegué a conocer mi propio pasado.
Estos sentimientos estaban allí, en mi pasado, y tenían que ver con eso.
¿Sientes qué profundo es esto y que en la tierra no podemos comprender nada de ello?
Cada ser humano lo vivirá en la tierra y de este lado.
No obstante, es de este lado que se nos conecta con las muchas vidas que hemos vivido.
Es aquí donde es posible descender en el pasado.
Nada se ha perdido, todo está determinado, hasta las cosas más pequeñas.
Se me reveló aquí lo que sentía en la tierra.
No poseería estos sentimientos si no los hubiera sentido, porque lo que el ser humano desconoce, tampoco lo siente.
O bien está en él, o aún lo vivirá.
Cuando dominan los sentimientos, como lo viví yo, entonces significa algo, y también son conscientes esas fuerzas en nosotros.
Ya lo dije: de este lado se me conectó conmigo mismo, pude aceptar y ser feliz.
Se me abrió un mundo nuevo y en ese mismo instante comprendí la profundidad del alma y acepté.
Me llamaron los seres elevados y me dieron esa inmensa gracia de llegar a conocerme incluso más a fondo.
¡Qué agradecido estaba!
¡Cómo recé!
Durante semanas, no, meses permanecí en meditación.
Averigüé todo hasta muy en mi interior, y comprendí la creación.
Intuí mi vida en la tierra y sentí gratitud por lo que se me había concedido dejar atrás allí.
Comprendí también que había dones más elevados que podrían ayudar a la humanidad sufriente, y quería asimilarlos de este lado.
Descendí y llegué a conocer la vida del infierno en todos sus horrores.
Sabes cómo sufrí y proseguí mi camino.
De este lado también llegué a conocer su vida y comprendí lo que él mismo no conocía ni percibía.
Durante los últimos años de la vida terrenal de él, me encontraba en la tierra.
No podía alcanzarlo desde este lado, pero percibía lo que hacía.
Vi que se había quedado dormido y que desde hacía mucho tiempo se había entregado.
Se había resignado ante aquello que estaba en él y se sentía vacío y fracasado.
“En nada”, oí que dijo, “soy yo mismo”.
Y sin embargo, André, vi que era él mismo, pero que a la vez no comprendía esta profundidad, todos estos sentimientos, porque no se pueden comprender en la tierra.
Desde este lado vi que él hacía la transición de uno en otro.
Cuando aún me encontraba en la tierra, él cambiaba a cada momento, y ahora no se sentía de otro modo.
Seguía siempre otros estudios, pero a la vez nunca lograba nada.
No podía terminar nada.
Sin embargo solo había una cosa, un problema que lo mantenía ocupado y lo poseía por completo, era la vida, era el ser humano.
Descendía lentamente en la vida, hasta que ya no poseía fuerzas para poder asimilar algo.
Ya ves: muchos dones pero nada de voluntad; le hacía falta que se le infundiera alma.
¿Acaso no albergaba sentimientos para crear?
¿De poder hacer algo por la humanidad?
Claro que sí, los albergaba.
Habría querido darse por completo, pero no podía porque sentía impotencia.
Entonces hacía otras cosas.
Repartió lo que tenía entre los pobres y aceptó para sí mismo una existencia de mendigo.
Pero con la ayuda de amigos se le recondujo a sí mismo, porque eso no era necesario.
Abundaban quienes lo amaban mucho por sus grandes opiniones en cuanto a los problemas más profundos.
Siempre era atinado y perspicaz y sin embargo no lograba nada.
¿Comprendes, André, qué problema es eso?
¿Lo que lo mantenía en pie y le imponía un alto ya en la tierra?
¿Era una fuerza desconocida que le impedía elevarse más y lo detenía?
¿Por qué estaban estos sentimientos en él y se oponía su alma, su interior?
¿Por qué se tropezaba con todo lo que tenía que ver con el universo, el alma y el ser humano?
Porque para él esto era un problema, era su vida y desgracia.
Su impotencia lo atormentaba y, como ya dije, sus posesiones se las daba a los pobres y a quien le hiciera falta algo.
¿Por qué hacía estas cosas, y cómo le habían entrado estas fuerzas?
Su estado tenía algo triste, una fuerza que podía más que él mismo lo impulsaba hacia todo esto.
En este viaje, André, y en los dos otros que vamos a hacer voy a aclararte sus sentimientos y los míos.
Todo esto tiene un significado profundo.
Volveré a esto y entonces comprenderás sus sentimientos y los míos, todos esos problemas y milagros psíquicos.
Al final de tu tercer viaje se te revelará todo, solo entonces podré conectarte con eso.
Así que hasta entonces, ten paciencia.
Ahora voy a mostrarte otra escena más (—dijo).
En ese momento, André sintió cómo se iba hundiendo, y vio a su líder espiritual y al amigo terrenal de este.
Oyó que decía: “Yo no soy nada, nada, pero ¿tú?
Tú dejas algo atrás.
No, no logro averiguarlo.
¿Por qué alcanzas esa altura?
En todo eres tú mismo, pero ¿yo?
Soy un bueno para nada.
Nunca alcanzaré nada.
En mí hay algo del diablo y lo aceptaría si supiera que contenía la verdad.
¡Busca y encontrarás!
Ya llevo toda la vida buscando y simplemente no lo averiguo.
En mí hay seriedad sagrada, lo sabes.
Te estoy agradecido por todo, pero Dios me deja ir y me aplastará.
¿Sabes quién me detiene?
¿Por qué no puedo llegar a hacer nada?
Ay, ¡cómo será mi final!”.
Entonces André lo oyó reír y vio que se iba.
Aún lo oyó decir: “Viviré, mi querido, créeme, viviré”.
Después vio que su líder espiritual se hundió en profundos pensamientos.
Hacía mucho que se había hecho de noche y su líder espiritual seguía allí, pensando.
Ahora André sentía que algo asombroso iba entrando en él y vio que desde el otro lado se le ayudaba a Alcar.
Su líder espiritual era un gran artista y estaba abierto al otro lado.
Vio el espíritu astral y cuando lo percibió Alcar le dijo: “Sí, hijo mío, también a mí se me ayudó.
Desde este lado se le ayudará a un artista en la tierra que pueda alcanzar un grado en el arte.
Me llegaron visiones que me daban seres invisibles.
Encima estaban mis deseos de llegar a conocer a mi amigo y todos esos estados de ánimo sombríos, por eso maduraba mi arte.
Te mostré esta escena porque más adelante también quiero aclararte esto.
En él no había nada del demonio, en él había causa y efecto.
Ya ves, André, que puedo conectarte con mi propia vida y con la de él.
Para mí, todo lo que esté debajo de mi propia sintonización es consciente, es decir: conozco esa vida, por más profunda que sea.
De este lado llegaremos a conocerlo todo, hasta el pasado más remoto, porque se nos mostrará.
Cada ser humano, cada alma tiene su propia película vital, en la que se ve y conoce a sí mismo.
Aún te pregunto: ¿era este su destino?
¿Se lo había reservado Dios?
¿Es la voluntad de Dios?
Pero ¿por qué iba a querer Dios esto?
¿Por qué era yo dotado y miles de otras personas no llegan a nada?
¿Por qué, André, por qué?
En nuestro viaje anterior te mostré estados parecidos y terribles.
Él, sin embargo, era él mismo, y no estaba demente.
Aun así, era para volverse demente.
Todo es extraño y profundo, ¿verdad?, y sin embargo, de este lado sabemos lo que significa todo esto.
En esta vida llegué a conocer y aceptar también este misterio humano.
De este lado se sabe lo que significa esto tan extraño, aquí se conocen todas esas leyes y se es uno mismo, y hacemos la transición en esas leyes.
Son los maestros los que saben esto, y se nos conectará con ellos, porque más adelante se me concederá aclarártelo.
Solo entonces comprenderás todo, André, como yo lo acepté y comprendí.
En él había un misterio, vivía una fuerza que le obligaba a aceptar precisamente eso.
Ningún Dios podía ayudarlo.
Ningún espíritu, por más elevado que fuera, podía resolverlo.
Era su posesión, como yo poseía mi sensibilidad artística.
Era su personalidad, su vida interior.
¿No es todo esto inexplicable y para el ser humano improbable, antinatural?
¿No se parece a estar condenado?
Es tan inmensamente profundo que el ser humano no puede aceptarlo, porque se ve ante una montaña de tristeza y de impotencia.
En esta vida residía la búsqueda de la luz y de su Dios.
Él se daba por completo en todo, y sin embargo este misterio, esta fuerza lo oprimió su vida entera.
Fue esa fuerza silenciosa la que lo quebró.
Así fue pasando su vida.
Miles de personas en la tierra se sienten como él, pero ¿por qué existe todo esto?
¿Por qué están en la tierra y son incapaces de alcanzar algo?
Vayas donde vayas verás estos seres.
Todo se mueve en su contra.
¿Pensabas que estos seres no desean una existencia humana?
Él quería ser un erudito, pero no tenía en sí ese sentimiento.
Estaba listo y estudiaba mucho, pero en el último momento de todos, cuando iba a comenzar su vida, sintió cómo se iba hundiendo en una inexplicable profundidad.
Aun así había por lo tanto algo dentro de él que lo incitaba a comenzar, porque en su juventud rebosaba entusiasmo.
Pero ese fuego interior lo consumía y se sentía vacío, vaciado por ese empuje antinatural en él.
¿Comprendes, André, cuánto poseía esta vida y que sin embargo no podía hacer nada?
¿Es esto algo que pertenece a la tierra, y no hay millones de personas que viven en un solo y mismo estado?
Aun así intentan crearse un estado adecuado, pero para muchas personas no es posible.
¿Quiere Dios que ocurra esto?
Te lo he aclarado ya de otra manera.
Pero este problema es diferente y tiene que ver con lo que yo quiero seguir y con el ser humano en la tierra.
Te contestaré todas estas preguntas, todo lo que te conté desde que estuvimos juntos tiene que ver con su vida en la tierra y la mía, y es el problema que tú vivirás.
Pertenece al pasado y detrás, detrás de todo esto hay otro pasado, o sea, más profundo; descendemos cada vez más en el alma y por lo tanto también llegamos a conocer los milagros del universo.
El ser humano es un gran milagro y es el alma quien vive este milagro.
Dios conoce todas las profundidades, porque hay un principio y un final.
Dios sabía lo que quería y lo que realizaba.
Hay un final divino, porque subimos más, cada vez más, hasta que el alma entre a las esferas divinas.
El organismo humano perece, pero el alma continúa y experimenta.
Sin embargo tuvo que haber habido un inicio, y ese inició llegarás a conocerlo.
También el renacer en la tierra, que quiero aclararte de varias maneras y en diferentes estados.
Ahora, André, vamos a abandonar la tierra y a visitar la cuarta esfera.
Allí se te conectará con el universo.
Como ya te dije, más adelante nos esperarán los maestros.
Agradécelo, pues significa sabiduría en el espíritu.