La profundidad de la vida del alma

—Así que todo esto pertenecía a la vida material; y has podido hacerte una pequeña idea del estado material e interior de todos esos seres humanos.
Voy a seguir ahora la vida del alma y aún quedan muchas cosas que contar sobre eso.
Porque ¿qué ocurre ahora que el ser humano interior ha vivido los siete grados materiales?
Te lo voy a aclarar ahora.
En el primer grado material en la tierra has podido percibir claramente su vida interior y espiritual, y también has podido sondearla.
Pero la profundidad de su vida interior es insondable cuando se desconocen todos esos grados de organismo material.
¿Desde dónde ha llegado a infundirse esa alma?
Sabemos ahora que la vida que infunde alma viene antes que la primera vida material de otro planeta, y que ha llegado allí a ese estado y posee una sintonización preanimal.
Ahora esa vida que infunde alma llega a la tierra y recibe otro cuerpo, y es como allí y a la vez un poco distinto.
¿Sientes hacia dónde quiero ir, André?
—No, Alcar, no tengo idea, no puedo sentirlo.
—Es muy honesto de tu parte, pero escucha.
Lo que ha cambiado —te he hablado de eso— es así porque el organismo material ha alcanzado un grado más elevado.
Este organismo es distinto de lo que hemos llegado a conocer en el segundo grado cósmico y de lo que ellos han recibido allí.
El cuerpo terrenal es más fino que el de ese otro planeta.
Y esta fuerza material elevada que posee el cuerpo terrenal eleva por medio de esto la vida interior.
Te hablé de eso en nuestra travesía anterior, cuando seguimos el reino animal.
El animal actuó según esa fuerza material y, como sabes, era peligroso.
Un gato —hicimos esa comparación— se encuentra en el mismo grado que el tigre, porque también en eso hay siete grados de fuerza material.
Ahora te habrá quedado claro que la vida que infunde alma y nace en la tierra actúa en el primer estadio conforme a esa fuerza material, que incluso tiene que actuar conforme a ella, y que esto es el empuje para la vida interior.
Ves, André, que también este empuje está presente en el organismo humano y material, lo que hemos llegado a conocer en el reino animal.
Pero la vida que infunde alma está ahora en la tierra y continúa y se eleva más para desprenderse de esa sintonización animal.
Entonces siguen a eso las transiciones, y esas personas viven dispersas alrededor del primer grado.
Ya en ese tiempo la vida interior empieza a adaptarse y adopta los rasgos de esas otras transiciones, y la vida interior despierta.
Te lo he aclarado.
Cuando al alma haya alcanzado el cuarto grado material, la vida del alma, por lo tanto, ya ha depuesto cientos de vidas en la tierra, pero entonces sigue viviendo aún en ese estado.
La vida que infunde alma es atraída nuevamente, una y otra vez, para alcanzar el séptimo grado material.
Si esto ha ocurrido, si hemos podido seguirlo, se produce ese caos espiritual del que he hablado.
El planeta tierra ha cumplido su tarea y ahora empieza la vida interior.
El ser humano que vive y muere en el séptimo grado material, vuelve otra vez a la tierra y comienza su vida interior, lo que significa: enmendar lo que hizo mal en todas esas vidas.
Es, pues, esa ley inmensa y está presente en todo ser humano.
Es la sintonización divina en nosotros, que nos impone un alto, que nos obliga a liquidar, a enmendar lo que hemos hecho mal en todos esos grados.
Esa vivencia y vuelta a la tierra es por lo tanto el karma, es causa y efecto de todos esos miles de vidas en que hemos masacrado una vida tras otra.
El ser humano interior tiene que vivir un enorme montón de pecados y errores.
Solo Dios, que conoce a todos Sus hijos, sabe lo terrible que es todo esto.
No hay ser humano —puedes seguir su rastro en todos esos grados materiales— que haya aprovechado su vida terrenal, porque se desconoce a sí mismo y por lo tanto no ha asimilado nada que signifique posesiones en la vida después de la muerte terrenal.
No posee nada que signifique posesiones espirituales, no conoce ningún amor inmaculado como el que poseemos nosotros, para poder entrar en las esferas de luz.
Te habrá quedado claro, André, lo imponente que es todo esto, pero a la vez no hay ser humano que pueda sondar la profundidad de este proceso.
El planeta tierra ha cumplido su tarea, ahora la vida interior puede comenzar, entra en vigor ahora la ley de causa y efecto.
La ley de causa y efecto impone un alto al ser humano y esta fuerza es imponente.
Ahora vemos todos esos estados de conciencia en un solo organismo.
La vida interior que ha alcanzado el séptimo grado desciende ahora en el cuarto grado para enmendar ese grado material.
¿Comprendes lo que significa esto, André?
—No, Alcar, no lo comprendo.
—Entonces te lo aclararé, escucha.
La vida interior, que por lo tanto ya pertenecía a la raza blanca (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es), desciende ahora en un cuerpo oscuro y negro (del cuarto grado de vida material), para vivir en él la ley de causa y efecto.
Esto ocurre desde el cuarto grado, porque la vida que infunde alma no puede entrar en los tres primeros grados.
El ser humano que haya masacrado a su hermano o hermana en el cuarto grado es atraído ahora por esta vida que infunde alma, porque el odio, esa fuerza horrorosa, hace que se conecten.
Lo ves, las almas atraen ahora a otras almas, una vida tendrá que encontrarse con otra y enmendar.
Ese odio, o pasión, por más hundido que esté en la vida del alma, ha llegado a desarrollarse y ahora atrae a esa vida, y vemos la causa y el efecto, llegamos a conocer esta ley divina.
La causa está miles de siglos atrás, pero el alma volverá también allí, se encontrará con esa vida en la tierra y enmendará.
Es para todo ser humano, en esto reside la profundidad de la vida del alma.
Si no fuera así, el ser humano no podría alcanzar nuestras esferas, y no habría posibilidad de enmendar ni de empezar con su karma para la vida del alma.
Pero esto ocurre, como ha ocurrido todo, es una ley, es Dios, es nuestra sintonización y la conexión con el Omnigrado.
Lo he vivido todo, André.
Ya te dije, he visto mis propias vidas, y lo vivirán todos los que de este lado hayan alcanzado la cuarta esfera.
Hasta el cuarto grado, o sea, en un cuerpo oscuro, cuando como vida interior yo había depuesto todos esos grados materiales, porque tenía que alcanzar ese estado existencial en la tierra, volví, tuve que volver, para empezar con mi pasado y enmendarlo todo, absolutamente todo.
Me vi a mí mismo en esa vestidura negruzca y son esas transiciones, esa gente de color que querías decir, para enmendar algo allí.
Por eso y solamente por eso vemos entre ellos a intelectuales, a gente con talento, como es la raza más elevada (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) en la tierra, y lo volvemos a encontrar en todos esos grados.
Por supuesto que el ser humano que viva esto no es consciente de esa ley, pues ni siquiera acepta una pervivencia eterna.
Y todo esto está detrás de la muerte, solo cuando aceptemos la vida después de la muerte llegaremos a conocer todas estas leyes espirituales.
En esa vida, cuando fui a enmendar en ella mi odio, mi perdición, algo de la raza más elevada (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) me atrajo y entonces ya no aguanté más entre esa gente negra.
Sin embargo había completado mi tarea allí, pues albergaba esas fuerzas y estas me encadenaban al lugar en que vivía.
Pero después algo me impulsó, busqué y nunca me quedé satisfecho.
No pertenecía allí y quería poseer lo que tenía esa otra gente en la tierra.
Me preguntaba por qué había esa gran e imponente diferencia en la vestidura terrenal y material en que yo vivía, y miraba los blancos, aunque sin entender nada de todo esto.
Pero muy dentro de mí había algo que me impulsaba, que yo no conocía ni comprendía y que tampoco iba a quedarme claro nunca.
En esa vida, sin embargo, fui el esclavo de otro ser y en eso residía toda mi lucha y enmendación.
Ahora que sabemos todo esto te habrá quedado claro lo asombroso que es todo esto.
Se manifestó ahora de nuevo otra ley que solo llegué a conocer de este lado, o sea, en la cuarta esfera.
A los sesenta y cinco años hice la transición en esa vestidura negra.
En esa vida enmendé y llegó mi final en la tierra.
Alcanzaría esta edad, y de eso se trataba para mí.
Así que mi nacimiento y muerte en la tierra estaban determinados.
No podría morir ni más viejo ni más joven.
Llegué a conocer esas leyes, André, en el templo del alma.
Percibe esta profundidad y cuando la sientas sabrás que están determinados el nacimiento y la muerte en la tierra, que lo que controla esta ley no es más que el karma.
Para mí, la muerte en la tierra significó el final de la causa y el efecto para esa vida.
Mi muerte en la tierra fue una gran pérdida para quienes me amaban, sentían pena y dolor, pero para mí la muerte significó una gracia, porque haría la transición en otro estado.
Yo había enmendado en esa vida, mi propio karma impuso un alto a las siguientes vidas en la tierra.
Hice la transición y volví a esperar otra encarnación en que, como en ese estado anterior, tendría que enmendar.
Ahora voy a continuar siguiendo otro poco mi propia vida, por lo que recibirás una idea clara de algunas vidas.
Verás así que no es Dios quien llama al ser, quien dice: ahora basta, sino que lo hace nuestro propio estado y que es nuestro pasado.
Es una ley natural la que lo genera, la ley de causa y efecto.
Volví a ver varias vidas mías en las esferas de luz y vi que después de la vida de la que hablé hice la transición en el norte.
Pero en esa vida, pues, poseía la vestidura materna.
No obstante, habían pasado quinientos años.
En ese tiempo viví en el mundo de lo inconsciente y cuando fui atraído por mis padres y por lo tanto nací allí, viví el quinto grado material.
El profundo milagro que se me concedió vivir por medio de los maestros cósmicos, que me conectaron con muchas vidas, porque esto tenía un propósito, algo que también te aclararé más adelante, me hizo temblar y estremecerme, y sentí que iba surgiendo en mí un profundo respeto.
En esa vida deseaba tener hijos, y se me dieron.
Pero el ser que vivía a mi lado me maldecía y llevé una vida como no se puede vivir ni en el infierno.
A los cincuenta años hice la transición, destrozada y desgarrada interiormente.
Y ¿por qué fue así todo esto?
También yo había destrozado la vida de esa otra persona.
Lo había atormentado a tal grado que no sabía qué hacer con su vida y se destrozó a sí mismo.
Sin embargo, yo había sido la causa de su transición y ahora me volvería a encontrar con él y esto ocurrió, porque estaba determinado.
Volví a entrar en el mundo de lo inconsciente.
La siguiente vida que percibí y en la que había hecho la transición vivía en Egipto.
Todo es tan asombroso, André, y para la gente en la tierra es misterioso, pero puedes creerme, pues digo la sagrada verdad.
Contribuí a un plan cósmico, un acontecimiento que tiene que ver con la profunda historia humana.
Ayudé en la construcción de la pirámide de Giza.
Me vi a mí mismo y vi al que destruí.
Estábamos subiendo piedra por piedra.
Aquel a quien destruí me privó de mi amor.
Ya llevaba mucho tiempo esperando el momento adecuado, y llegó.
Lo tiré al vacío mientras luchábamos; después murió al cabo de unos días.
En esto volví a crear pena y dolor.
Esa vida pasó en un caos y entré en el mundo astral.
Volví a nacer y vi que nuevamente vivía en Egipto.
En esa vida era el esclavo de mi amo.
Un día, mi maestro había ido de caza y de pronto nos atacaron.
De un salto me puse delante de él y el monstruo me mató.
Algo muy sencillo, pero ocurriría.
Hice la transición siendo joven.
En esos millones de años viví miles de vidas.
En algunas poseía la vestidura masculina, en otras el cuerpo materno.
Todo ser humano tiene que vivirlo, tiene que enmendar y volver, nacer en la tierra y morir.
Luego la entrada en el mundo espiritual, pero una y otra vez en el mundo de lo inconsciente, para esperar allí hasta que esté listo un nuevo cuerpo, en el que se descenderá para enmendar lo que ha ocurrido siglos y siglos antes.
En cada estado hice la transición a tiempo.
En cada vida hice algo que hacía que se disolvieran mis pecados y errores.
Allí me di a mí mismo, tuve que hacerlo, en otro estado se me destruyó.
Por eso fui evolucionando y si no hubiera sido posible, mi vida terrenal no habría tenido final, no habría podido alcanzar jamás las esferas de luz.
Una sola ley me mantenía preso, me conectaba con esos seres, me enviaba de vuelta a la tierra, donde podía enmendar.
Ahora imagínate un momento ese estado en la tierra, André.
No hay ser humano en la tierra que no tenga un propósito fijo.
En primer lugar, obtener el grado material más elevado, y cuando se haya alcanzado, enmendar todos esos errores y pecados y revisarlos, y deponer el pasado.
No hay ni una sola persona que se libre, porque si esto no fuera posible, ¿cómo podría la gente alcanzar las esferas de luz?
En las esferas de luz donde en nosotros no debe haber nada, nada que pertenezca a la tierra o nos detendrá, nos bloqueará el camino para acceder a esas esferas inmaculadas.
No hay ser humano que pueda entrar en las esferas de luz sin haberlo enmendado todo, no debe haber nada que pueda mancillar esas esferas.
Hemos vivido todas esas transiciones para la vida material, ¿no sería así entonces en el espíritu?
Te he aclarado que yo y todos hemos contribuido a la construcción del infierno, pero cuando hube vivido el organismo material, el séptimo grado, la madre tierra me liberó y pudo empezar ese proceso que abarca millones de años.
En nuestro siguiente viaje te voy a aclarar algunas otras vidas; ahora, en cambio, me quedo con esta y sigo la del alma del ser humano.
Si algo justo hay, es esta ley.
Si hay una sola ley que nos impone un alto, es precisamente esta.
¡Qué profundo es todo!
El odio humano nos vuelve a traer al lugar en que hemos hecho despertar ese odio.
Un asesinato nos vuelve a conectar más tarde con aquella persona a la que hemos matado.
Vemos que ocurre así desde el cuarto grado material.
Un momento estamos aquí, otro allí.
Algunas veces en Occidente, otras en Oriente, en el norte y en el sur, para vivir allí decenas de vidas.
Todo esto, André, son leyes espirituales, es aquello que tiene que vivir la vida que infunde alma.
Dios es justo, Él lo abarcaba todo con la vista, todas esas profundidades y todas esas posibilidades que son para la vida del alma.
Estas leyes no las experimenté solo yo, sino todos los que vivimos en las esferas más elevadas de este lado.
Cuando todo se hubo enmendado, continué y entré en otro cuerpo para vivir mi última vida en la tierra, en que fui artista.
Ahora estoy en la quinta esfera y sé cómo es mi vida.
En nuestro siguiente viaje vivirás milagros, André.
Entonces, según te he contado ya, te conectaré con la vida de mi amigo y es cuando seguiremos algunas de sus vidas terrenales.
Así recibirás otra imagen más del renacer en la tierra.
Mira, André, hemos vuelto otra vez en el cuarto grado, volvemos a ver a estas personas negras delante de nosotros.
Ahora, en cambio, sigo sus vidas.
¿Cuál es su posesión interior?
No poseen nada, nada.
Desean poseer, pero viven su propia vida y más tarde harán la transición.
Ahora sondea a todas estas personas.
Percibe cómo es su vida y para qué están en la tierra, conoces ahora todos esos grados materiales.
Puedes reconocer a esta gente, André, porque esos seres no siguen más que un solo camino, que también nosotros hemos recorrido.
Pero es aquí donde han descendido para enmendar los que han vivido en la vestidura material más elevada.
En el cuarto grado vemos el intelecto; en el quinto, sexto y séptimo grado vemos cómo desciende el instinto primigenio.
En la tierra hay seres humanos que viven en el séptimo grado que son seres animales.
¿Cómo viven allí?
Matan a miles de personas.
En el sexto grado también lo vemos, y en el quinto grado no es distinto.
Así viven dispersos todos esos grados materiales y espirituales en la tierra, y se desfogan.
¿Habrá alguien que sepa diferenciar entre una cosa y otra?
Sigue esto y percíbelo, y di entonces si conoces la profundidad de la vida del alma.
¿Quién se conoce, por lo tanto, a sí mismo?
¿Quién sabe para qué está en la tierra?
¿Quién ve a su esclavo en el otro?
¿Quién reconoce a su antiguo amo en el mendigo con que se encuentra?
Es insondable, porque está oculto en la profundidad del alma, y constituye el carácter humano.
Por eso es aquí donde el ser humano comienza a construir su carácter y su personalidad, y que empieza a enriquecerse en el espíritu.
¿Has podido seguirme en todo, André?
—Sí, Alcar, todo me ha quedado claro, es fabuloso.
¿Qué se sabe de esto en la tierra?
¿Conocen los eruditos esta profundidad del alma?
—No, no sabemos (quizá quiera decirse: saben) nada de eso.
No lo conocen, no se conocen a sí mismos ni tampoco lo aceptarán.
¿A dónde los llevará?
¿Para qué sirve todo esto?
Los conducirá a ese otro camino, un camino que serpentea por el universo desde el inicio de la creación y que ahora ya ha alcanzado la tierra, que incluso ha entrado ya en las esferas divinas.
Mira cómo van allí, todos esos billones de seres, todos esos hijos de Dios.
Algunos se desplazan a rastras y no tienen qué comer, otros están en busca de sí mismos, todos hacen algo, todos están enmendando y están vivos.
Los impulsa una sola ley, siempre más allá, y los envía de una vida a otra, siempre más allá y hacia lo divino.
Esto ya lleva billones de años y aún no ha llegado el final, aún volverán todos los que no hayan vivido su karma y no hayan enmendado.
En algunas vidas de color negro u oscuro, por lo que son menospreciados por cualquiera que posea el cuerpo blanco, en la vida subsiguiente un maestro en algún arte, o rey o emperador.
—Dios mío, cómo puedes distinguir entre estas cosas —se le escapó a André cuando siguió todo esto en pensamiento.
—¿Que cómo Dios distingue entre estas cosas?
¿Aún no te queda claro, y acaso no sientes, André, que ya estaba determinado en el inicio de la creación?
Cuando irrumpieron los primeros destellos de luz, lo cual percibiste en el templo del alma, todo ya estaba determinado y Dios sabía lo que viviría el ser humano, lo que tendría que aprender si quería entrar en las esferas divinas.
Pero ¿acaso no compensa —según te pregunté ya varias veces— lo que nos espera?
¿Es posible saltarse todos esos pecados, continuar y simplemente olvidarlo, mientras que esas leyes están presentes en todo y tengamos que vivirlas?
¿No vivíamos inconscientemente en todas esas vidas?
¿Habíamos llegado al punto en que comprendíamos esa vida, y nos conocíamos a nosotros mismos?
No, mil veces no, no teníamos nada ni pudimos asimilar nada, porque nuestro estado interior aún no había avanzado tanto.
Pero te lo aclararé y mostraré, porque continuaremos, siempre más, y entonces veremos lo que hace el ser humano en todas esas vidas materiales.
Ven, André, ahora nos volveremos a ir y seguiremos al ser humano interior al séptimo grado material.
André estaba profundamente sumido en pensamientos.
Durante mucho tiempo no pronunciaron palabra.
‘¿Cómo es posible?, pensó, ‘¿quién puede aceptar esto?’.
Todo esto es desconocido en la tierra, y qué imponente y natural era, sin embargo, todo lo que le aclaraba su líder espiritual.
¿Quién era sí mismo y quién comprendía la creación?
Cómo se engañaba a la gente.
‘¿Qué es la erudición en la tierra?’, pensó.
¿Cuánto sabían estas personas de la creación?
¿De todas estas almas oscuras que vivían en la selva?
¿Por qué vivían allí?
Ahora había llegado a conocer todo eso, todas esas cosas incomprensibles.
Fue una revelación para él, no habría podido imaginarse algo tan grandioso.
Todos esos milagros que había vivido hasta entonces hacían que le diera vueltas la cabeza y su líder espiritual seguía aún para mostrarle incluso más milagros.
—¿Aún volvió usted a ver más tarde a esa persona de su tiempo egipcio o se volvió a encontrar con ella, Alcar?
—Sí, pero siglos más tarde.
—Qué asombroso es también eso, y qué imponente, Alcar.
¿Y lo vivimos todos nosotros?
—Sin excepciones, André.
—¿Conoce usted mis vidas, Alcar?
—También eso, hijo mío.

Alcar miró a su instrumento y dijo:
—¿No deseas saber dónde viviste y cómo fueron tus vidas?
—Ay, ¡ojalá eso fuera posible, Alcar!
—Para nosotros lo es, André, así que también para ti, pero en este viaje tenemos otros planes, y esto no forma parte de ellos.
—¿De modo que podría conectarme de este lado con mi propia vida?
—¿Quieres decir tus vidas pasadas?
—Sí, Alcar.
—Sí, es posible.
Al principio de nuestro viaje anterior te he conectado con mi vida y con tu propia vida en la tierra.
Te mostré mi vida de varias maneras y también ahora te hablé sobre eso.
También te conecté con tus padres, con tu juventud, y te mostré muchas otras escenas.
Si eso es posible, también podré conectarte con esas otras vidas.
—Estoy dispuesto a aceptarlo todo, Alcar.
—Ocurrirá, hijo mío, solo ten un poco más de paciencia.
—¿Lo viviré en nuestro siguiente viaje, Alcar?
—Sí, te lo prometo.
—¡Qué agradecido le estoy, Alcar!
¿Veré mis vidas?
¡Qué asombroso! ¡Qué imponente!
¡Cuánto se lo agradezco a Dios!
Pero ¿por qué se sabe tan poco de esto, Alcar?
—Ya te lo he contado y aclarado.
Es muy sencillo.
Solo la gente sensitiva puede sentir algo de su pasado, pero para poder percibir algo hace falta poder contemplar el pasado, ser clarividente y poseer esos dones.
Pero sobre todo tiene que haber alguien de este lado que establezca esta conexión.
¿Entiendes lo que quiero decir?
—¿Quiere decir que no puedo ver yo solo?
—Exactamente, es lo que quiero decir, y tampoco es posible.
El pasado está muy escondido en el alma.
Los seres humanos en la tierra ni siquiera conocen la muerte, y luego esta profundidad.
Mira todos estos seres.
Mira lo que hacen, cómo viven.
Todos perecerán, continuarán más y más, y se desfogarán.
Hay algo que los impulsa hacia arriba, en cada ser hay una fuerza que es la conexión con nuestro santo Padre.
Pero desconocen la profundidad de su propia vida, tampoco ellos pueden sondearla, porque estas son personas animales.
¿Lo entiendes, André?
—Sí, Alcar.
Solo es posible mirar en el pasado cuando se ha alcanzado este punto interiormente, ¿no?
—Sí, si no sería imposible.
—Entonces me queda claro, Alcar.
Explica entonces también lo que la gente me decía y lo que había vivido.
—¿Y eso sería..., André?
—Hablé con alguien, Alcar, que llegó a otro país donde nunca había estado, pero donde sin embargo reconocía muchas cosas y sabía orientarse.
Sabía con exactitud dónde se encontraba y le parecía muy extraño.
“Me entró una sensación”, así me dijo, “como si hubiera vivido allí”.
¿Formaba esto parte de su propio pasado?
—Es posible.
Algunas personas pueden sentir el pasado, pero para mirar conscientemente en el pasado hace falta una conexión desde este lado.
La vida terrenal adopta por completo al ser humano y no pueden orientarse.
Pero cuando sienten algo así, suele ser porque domina el pasado, de pronto penetra hasta la conciencia diurna, pero les es imposible encontrar una explicación.
—¿Es posible también, Alcar, que se manifiesten rasgos en esta vida que hayamos asimilado en otra vida?
—Sí, por supuesto, pero todas estos rasgos hacen la transición en el sentimiento, o sea, en un estado de conciencia.
¿Entiendes lo que quiero decir?
—Sí, Alcar, te comprendo.
¿Se pueden reconocer estos sentimientos?
—También eso es posible, por ejemplo sentimientos por algún arte.
Ya te he hablado sobre eso.
Estos estados se ven con más claridad en el caso de los niños.
En ocasiones estos sentimientos son conscientes a corta edad, en el caso de otros niños estos fenómenos no se pueden percibir.
En la tierra se habla entonces de talento, o de inteligencia, pero no es la verdad.
El alma ha asimilado estos rasgos en la vida anterior, o tal vez muchas vidas antes.
En cualquier caso es seguro que cuando se presenten esos sentimientos, se podrán encontrar en las profundidades del alma.
—Si le he comprendido bien, Alcar, siento que estas personas, que viven en el cuarto grado, no sentirán nada del pasado en esta vida en que se encuentran ahora, porque allí no han vivido nada, ¿no?
—Muy bien, André, está muy claro.
Una vida de ellos es como la otra.
Pero cuando nos elevamos más —has de sentirlo—, se despierta el intelecto y esos sentimientos significan talento o intuición, por una cosa o por otra, que intentan crear.
¿Te ha quedado claro?
—Sí, Alcar, le comprendo por completo.
Qué sencillo es.
Usted sigue ahora al ser humano interior desde el cuarto grado, Alcar, ¿es por eso que no visita usted esos primeros tres grados?
—También eso está muy claro, André.
Todas esas vidas son como una sola vida, es decir: en ellas no hay ni la más mínima profundidad.
Los primeros tres grados materiales son para entrar en lo animal desde lo preanimal.
O sea, son estados de conciencia en grado animal, pero solo en los estados de conciencia más elevados vemos que toma forma el carácter humano.
—¿Acaso nada de lo que viven estas personas importa?
—Sí, desde luego, pero no olvides que todo, todo lo que el alma vive en la vida terrenal se revelará en el carácter y que, si estos rasgos pertenecen a la tierra, carecen de importancia en el espíritu.
¿Comprendes también esto, André?
—¿Quiere decir usted que si he aprendido algo de la tierra que sea terrenal no tiene importancia alguna del otro lado?
—Sí, eso quiero decir.
Para este lado solo el sentimiento importa, y ese sentimiento tiene que ser el amor inmaculado que nosotros poseemos de este lado, que significa luz en la vida del espíritu.
¿Entiendes también esto, André?
—Sí, Alcar, ya me lo ha aclarado, entiendo ahora lo que quiere decir.
—Pronto haré la transición en otro estado, seguiré entonces a un ser humano que continuó su camino desde el cuarto grado y volveremos a ver esta alma varias veces en la vida terrenal y material.
Así quiero darte una clara idea de lo que tiene que vivir la vida interior antes de que haya alcanzado el grado material más elevado.
A esta alma de la que te hablaré la conocí en la vida terrenal y me encontré varias veces con ella.
Así que sígueme, André, y escucha lo que te voy a decir.
Nos desplazaremos planeando.
El alma que seguiremos vivía en el quinto grado y sabes ahora hasta dónde han llegado esos seres humanos y qué poseen de sentimiento interior.
Antes de que la vida que quiero seguir hubiera alcanzado esta altura, este ser humano había estado, por lo tanto, cientos de veces en la tierra.
No obstante, este no sabía nada de todas estas vidas, y esperaba en el mundo de lo inconsciente para volver a nacer.
Por lo tanto, este ser humano ha vivido la selva, los primeros tres grados, así como el cuarto grado material, e hizo la transición en el quinto grado.
Cada nacimiento —te habrá quedado claro— da al alma como ser humano, como la vida interior, más posesiones.
Esas posesiones son lo que los padres tienen en bienes materiales, y que pueden llamar suyo.
¿Entiendes lo que quiero decir, André?
—Sí, Alcar, me queda muy claro.
—Si me comprendes te habrá quedado claro que la vida interior puede recibir más riqueza según vaya alcanzando el grado material más elevado.
En la selva los seres humanos no tienen posesiones terrenales, no lo que la gente en las grandes ciudades puede llamar sus posesiones.
Es, según entiendes, una diferencia imponente, pero por eso despierta la vida interior.
También comprenderás que cuanto más se eleva ahora la vida interior, esto se manifiesta en la vida material y se puede llamar un fenómeno curioso, que sin embargo tiene un funcionamiento natural.
También en esto vemos el desarrollo humano, el desarrollo hacia una conciencia más elevada, y esta conciencia requiere, exige incluso, un estado diferente y propio.
Ese estado es la vida en la tierra, o sea, para el niño, los padres donde nace.
Pues bien, si esta alma o la vida interior llega donde padres ricos, esta vida vivirá y podrá vivir, se adaptará y sentiremos entonces cómo va a ser.
La vida interior donde padres pobres, en cambio, no podrá vivirlo, porque esta gente no posee los medios terrenales.
Debes de comprender ya a dónde quiero ir y cuál es el propósito de esta explicación, ¿no?
Esta vida, André, volvió a nacer.
Lo que no era posible en la sintonización preanimal y animal, sí lo es ahora.
Los padres tienen posesiones terrenales y esta vida del alma, su propio hijo, es muy mimado.
Son las posesiones de la tierra.
El niño va creciendo y se adapta de maravilla a esa nueva vida, pero la vida interior proviene de esa vida animal en que ha vivido en su encarnación anterior.
Todas esas vidas anteriores se vivieron en inconsciencia.
Esto no se ve ni se siente en la tierra, porque en la tierra no se sabe nada de conciencia espiritual.
Hablo de conciencia animal, André, pero la vida interior tiene que elevarse más y más, hasta que se haya alcanzado la conciencia espiritual.
Pero hay incluso más que el alma tiene que asimilar.
En los primeros cuatro grados la vida interior vive la vida terrenal, porque esta vida posee un organismo.
Es muy sencillo y natural.
Pero en lo que esta gente no piensa y de lo que no sabe nada es que si viven interiormente, tienen que adquirir conciencia en eso, y eso es el despertar.
Viven porque tienen que vivir, actúan en esa vida, porque todas estas personas tienen que actuar y el organismo material les impone todo esto.
¿Sientes, André, lo grande y profundo que es todo esto?
¿Sientes entonces que cuando la vida interior se eleva más tiene que perderse a sí misma?
¿Que esta vida se manifiesta desde esa parte animal, inconsciente y que va a deponerlo todo?
¿Y que, sin embargo, en su lugar vendrán cientos de rasgos de carácter, adquiridos en la vida elevada, y que ellos, todos estos seres, no sabrán ni podrán poseer nada de realidad ni estados existenciales?
Sigo esta alma y vemos que va a perder ahora lo que conoció y vivió.
Y todo esto es sentimiento, para entrar desde un estado inconsciente en lo conscientemente esencial.
Es la vida materna, o el amor de madre inmaculado y puro, y es lo más imponente que hemos recibido de Dios.
En esas sintonizaciones animales, la conexión y el alumbramiento de niños ocurrían en una vida inconsciente, porque —y eso está muy claro— tenían una vestidura material y tenían que actuar conforme a ella.
Cumplieron todo esto.
El cuerpo materno era sometido a este acontecimiento, los dos sentían y vivían, y sin embargo estos seres no tenían conciencia de nada, de ninguna expresión de sentimientos elevados, eran el esclavo, las herramientas del ser humano material.
Vivían todo esto de manera animal y nosotros, los seres humanos, viviríamos esta cosa imponente, que lo abarcaba todo, de manera humana y luego espiritual.
Pero casi nadie en la tierra posee la manera espiritual, porque entonces todo pertenece a la conciencia espiritual.
—Es asombroso lo que me cuenta ahora, Alcar.
—Tengo que aclarártelo, porque sentirás que la concienciación solo es posible por medio de la conexión de dos seres terrenales de los que el cuerpo materno vive la creación.
¿Lo has comprendido claramente, André?
Porque si no me entiendes, pronto no podrás seguirme bien, y se perderá lo hermoso de lo que quiero aclararte.
Así que pregúntamelo si algo no te queda claro.
—Es asombrosamente profundo, Alcar, y sin embargo entiendo lo que usted quiere decir.
—Reflexiona con calma, hijo mío, tenemos todo el tiempo del mundo.
Tienes que sentirlo o no podré seguir.
André reflexionó sobre todo y empezó a sentir este profundo problema.
Se abría ahora un mundo asombroso para él.

—Dios mío —dijo—, ¿quién conoce estas leyes?
¿Quién en la tierra va a pensar en esto?
Ahora lo sé, Alcar, e intentaré formularle muy claramente mi pregunta.
Si le comprendo bien, quiere usted decir que la gente vive en la tierra porque como espíritus poseen un medio, y ese medio es el cuerpo humano aunque material, ¿no?
—Maravilloso, continúa, André.
—En este medio o herramienta, como dice usted, allí vive el ser humano espiritual, o el alma.
El alma experimenta ahora en todos esos grados, conforme a la fuerza y el empuje que posea este organismo.
El ser humano interior efectúa todas las acciones, pero toda esta gente hace esto en todos esos grados porque finalmente es como es, porque poseen este organismo.
Siento ahora que todas estas personas viven como los “animales”, Alcar.
No puedo expresarme con más claridad.
—Está muy bien, André, todas estas personas viven como los animales.
Pero son seres humanos, y debido a que lo son, tienen que ir a una vida más elevada, y por lo tanto abandonarán la sintonización animal.
¿Qué ocurre ahora?
Se pierden a sí mismos y al vivir todos esos problemas vitales volverán a encontrarse.
¿Te queda claro, André?
—Sí, Alcar, pero entonces hay pocas personas en la tierra que vivan como seres humanos.
¿Acaso han entrado entonces en el estado o la sintonización espiritual quienes son seres humanos y viven como tal?
—Estos seres humanos han entrado en el estado material, André, porque solo detrás de él está la sintonización espiritual.
—Entonces podré seguirlo, Alcar.
—Te doy las gracias, André, seguimos entonces.
Tendrá que vivirlo esta alma de la que hablé.
Ya en los años de la juventud esta criatura es indomable y nos preguntamos cómo vivirá conforme vaya creciendo.
Sigue ahora a esa joven vida y mira cómo vive.
La vivencia de la creación que solo puede vivir el alma en la vestidura materna es ahora la única posibilidad para despertar.
El ser humano que por lo tanto aún no ha llegado tan lejos tiene que recibir, tiene que vivir, porque así podrá despertar.
Así se desarrolla su amor, así el alma hace la transición en otra concienciación más elevada.
O sea, de esta manera el alma entrará en todos los estados sociales.
Se siente en casa en todas esas vidas y esto ya lleva millones de años.
El alma hace la transición de una vida en otra.
Del cuarto grado al quinto y del quinto al sexto, en que tiene que despertar esta vida del alma.
El alma recibirá en la vida terrenal, y ese recibir es el nacimiento del niño.
Es el proceso de revelación que posee el ser humano individual y en que tiene que despertar la vida.
Una y otra vez ese despertar, André, en diferentes estados de conciencia, como te acabo de aclarar.
En todas esas vidas se comete un mal tras otro, porque esta vida no sabe nada de un amor más elevado.
Cuando los padres poseen entonces los medios por los que la vida terrenal es agradable, esto da satisfacción a la vida interior y despierta algo que empieza a formar parte del carácter.
Pero en el quinto grado material, la vida del alma no puede experimentar muchas cosas, porque en ninguno de esos grados hay medios, y el carácter no puede desarrollarse.
Es por eso que haré la transición en el sexto grado y seguiré en él.
La última vida terrenal que completó esta alma fue la muerte de este ser humano a edad avanzada.
Cientos de años más tarde, esta vida volvió a nacer.
En esta vida el alma poseía la vestidura humana (masculina) y también esta vida fue pasando en pasión y animalización.
Esta vida volvió al mundo de lo inconsciente y esperaba para nacer, y nuevamente veré a esta alma después en la vestidura masculina.
También esa vida fue pasando de la misma manera.
Pero todas esas vivencias terrenales abrieron profundos boquetes en el alma humana, dejaban algo en ella que el ser humano ha asimilado.
Luego llegaba nuevamente la muerte, y esta vida interior entraba en el mundo astral.
¿Qué pasará entonces?
Esta alma vuelve a llegar a la tierra, va creciendo y despierta.
En esta vida reside deseo, y ese deseo despierta conforme va creciendo la vestidura material.
¿Qué clase de estado es este, pues, André?
¿Puedes percibir lo que va a ocurrir ahora?
¿Te queda claro cómo será esta vida?
—Demasiado profundo, demasiado incomprensible para mí, Alcar, no lo sé.
—Entonces tienes que escuchar y seguirme bien.
Estoy hablando del sexto grado de vida material, y tenemos que continuar para entrar en el séptimo grado, lo que haremos más adelante.
Ahora se desarrollará un acontecimiento asombroso en esta vida.
El alma vive ahora en el cuerpo femenino.
Lo que ha asimilado en todas esas vidas no es más que pasión y animalización.
Está en disarmonía con todo, con la naturaleza y con la propia vida.
Lo que es consciente vive en la superficie; lo llamamos la conciencia diurna, y ya no es más que violencia, asesinato, animalización, destrucción y todas esas pasiones diabólicas.
No conoce amor de padre o de madre, no tiene fe ni religión, no posee nada.
Ahora esa vida volverá a llegar a la tierra, porque Dios dio un nuevo cuerpo a esta vida del alma.
Lo quiso Dios, porque si no ocurriera esto, esa vida no alcanzaría jamás ese grado divino.
Tiene que recibir y así será, de lo contrario no avanzará y se detendrá en el desarrollo, porque el plan de evolución tiene que seguir, puesto que esta vida es una partícula de Dios y representa Su propia vida.
¿Qué va a ocurrir ahora?
¿Cómo se sentirá esa vida del alma ahora?
¿Qué deseará y cuáles son esos deseos?
¿Cuáles serán los padres que tengan a esta criatura?
Preguntas, hijo mío, nada más que preguntas, pero te daré todas las respuestas.
Los padres son como es ella.
El alma ha descendido en el cuerpo materno, como ya te dije, y ella puede convertirse en madre.
Sin embargo, conocemos la vida que vive en eso, pero no está lista para ese cuerpo.
Aun así ha ocurrido este imponente milagro que sin embargo todos desconocen.
Algo asombroso, y para la tierra un acontecimiento de lo más normal, que se puede percibir a diario, cada segundo.
Cuando se conectan el cuerpo creador y el servicial, nacerá una nueva vida si ese cuerpo es perfecto.
Lo vemos en la tierra, pero no solo para el ser humano, sino también en el reino animal.
Siempre sigue, fue así desde el principio.
Ya ocurrió en el primer estadio, te lo mostré.
Dios lo sabía y controlaba, porque el alma no despertaría, no podía despertar si no había vivido la creación.
Ahora, por lo tanto, esa vida del alma ha descendido en ella.
Los padres han atraído y recibido según como sean ellos mismos, y según lo que posean en sintonización interior.
Ahora está funcionando esa ley de atraer aquello que somos nosotros mismos.
Tiene un solo grado, una sola sintonización, los padres y su hijo son uno solo, aunque ellos, los padres, hayan avanzado más en la capacidad creadora que impulsa, porque se han conectado, o tampoco esto habría sucedido.
Te aclaro esto porque la extraña vida de los sentimientos que se conoce en la tierra pero que no se comprende despierta en esta vida del alma.
Es la lucha, esa terrible lucha para hacer la transición de la vida creadora en la que impulsa.
Esa alma, pues, no es ni hombre ni mujer, solo posee pasión y animalización.
Lo posee todo, aunque pertenezca a lo animal, pero ahora está despertando.
Ahora hay algo en esa vida que es consciente, y es la encarnación anterior.
Porque esa vida se ha vivido de manera tan intensa, es lo único que vive y está despierto en conciencia diurna.
Por lo tanto, la vida o el alma posee el cuerpo femenino, pero se siente masculino.
¿Comprendes ahora lo que ocurre, André?
¿Entiendes lo profundos, lo incomprensibles que son estos seres humanos a quienes se desprecia en la tierra?
Te hablé de esto cuando visitamos las enfermedades del alma y te he aclarado algunas cosas.
Ahora, sin embargo, lo volverás a vivir, porque seguiremos al ser humano en su desarrollo.
Esta vida, pues, no es hombre ni mujer, y eso ya es así en el sexto grado de vida material.
Por lo tanto, vemos cómo despiertan estos fenómenos en los últimos tres grados.
Es una maldición para ellos mismos, porque esta alma quiere experimentar, pero esta vida del alma solo puede vivir como se sienta, aunque sea contrario a la naturaleza.
Sin embargo, hay otros seres en la tierra que se sienten como ellos y el instinto que hay en el alma lo percibe por intuición, aunque entonces todo es anormal y antinatural.
Esto no es amor, es pasión, y esa pasión, por más terrible que sea, hace la transición a una conciencia más elevada, pero solo cuando se hayan vivido otras vidas.
Por lo tanto, esta vida es un infierno, y en ella el alma solo recibe aquello que esta quiere poseer y persigue.
Toda esta vida va pasando en este estado anormal.
Esta alma hace la transición a su propia edad, que está fijada, y ha vivido como un ser preanimal.
Esto no había ocurrido aún, pero lo que vivió produjo aquello antinatural, el sentimiento masculino residía y vivía en este cuerpo materno y esta vida no podía cambiar nada en eso.
Percibe la horrorosa lucha de este acontecimiento monstruoso, percibe lo terrible que es esta vida, cómo ha sentido, cómo ha luchado todos esos años para aplacar esas espantosas llamas.
Sin embargo, las llamas se mantuvieron, y es que no había manera de cambiar nada en ese estado interior, solo Dios podía hacerlo.
Pero Dios sabía lo que hacía falta, Dios sabe y entiende cómo han de ser las cosas y qué recibirá y vivirá el alma en su siguiente encarnación.
Percibe la profundidad de esta vida del alma, percibe los tormentos que vivió, cómo se rompió el corazón de deseo.
Era atraída hacia donde había conocido a un ser igual.
Ese ser funcionaba como un imán en ella, y volvió a empezar su lucha por hacer la transición en la vida materna.
Entonces llegaba al muerte y ponía fin a esta lucha.
La muerte era redentora y una gracia para ella.
Pero no para los que eran sus padres.
No para todos que lo desconocen todo sobre la muerte y la consideran algo terrible.
Para ella la muerte fue una gracia, una redención y una amiga, pero tampoco ella lo sentía, porque habría querido vivir y experimentar para poder saciar aquello que residía en ese profundo interior.
Pero hizo la transición, tenía que hacerlo, porque Dios dijo: “Ya fue suficiente”.
Solo doscientos años más tarde nació en la siguiente vida y volvió a la tierra, otra vez en el cuerpo femenino.
Volveremos a ver esta vida, André.
En la vida pasada pobreza, en esta vida muchas posesiones.
Qué bueno es Dios para con Su propia vida, porque ahora a ella le hacían falta las posesiones.
En esta vida nuevamente era mimada y podía recibirlo todo.
También estos padres eran como ella sentía, ambos se entregaban por completo, sin embargo en su madre vivía una misma vida y tampoco ella era inmaculada, no estaba libre y no era madre a la perfección.
La madre vivía su vida doble y su hija despertó y alcanzó la edad femenina.
En ella, sin embargo, no había deseos.
Aun así, conforme iba creciendo, algo despertó, porque debido a que el cuerpo material alcanzaba la edad perfecta y adulta despertó su conciencia, y su vida interior hizo la transición en la conciencia diurna, y algo volvió a despertar en ella.
Ahora habían despertado en ella ambos sexos.
Aun así, la vestidura materna poseía el sentimiento dominante y la fuerza para la maternidad, por lo que se convirtió en madre.
Pero esta vida no fue perfecta, porque era madre y no lo era.
Poseía sentimientos, había vivido esto, y sin embargo no le importaba esta joven vida que sin embargo era su propio hijo.
Pronto se liberó, abandonando a padre e hijo, y se fue.
Aún no comprendía nada de su vida interior.
Era un ser malo y no poseía nada de lo que tiene que poseer una madre, porque ¿qué madre puede abandonar a su propio hijo?
¿Es esto amor materno?
¿Posee esta alma ese fuego sagrado?
Fue sometida a esta conexión sagrada, pero no era consciente de nada.
Pero ¿por qué actuó de esta manera? ¿Por qué se fue?
Buscaba, pero no sabía qué, tenía que irse, porque nada le daba tranquilidad, nada podía tranquilizarla.
En la vida terrenal vemos y conocemos a estas madres.
Sin embargo, cuando podía experimentar, el alma se sentía tranquila y ya no había lucha.
Pero después de un breve rato la lucha volvía a estar presente y otra vez buscaba, pues podía tener lo que quisiera, debido a que en esta vida era rica.
Así siguió recibiendo siempre, fue envejeciendo, hasta que finalmente hizo la transición y entró en el mundo de lo inconsciente.
La muerte había puesto fin también a esa lucha.
Aun así, en esa última vida ella había aprendido.
En esa vida animal había recibido algo que no conoció ni sintió, porque residía en ella otra fuerza, una pasión que dominaba.
Había vivido algo, y además en un estado inconsciente.
Esta cosa asombrosa había ocurrido en ella.
Había vivido la creación como ocurre en el primer grado.
Había vivido ese milagro, presente en cada madre y en la creación.
También allí, en el primer estado, lo vivíamos inconscientemente, pero miles de veces más experimentaríamos este imponente acontecimiento en inconsciencia.
¿Entiendes, André, hacia dónde quiero ir y para qué es todo esto?
¿Sientes entonces, hijo mío, que el alma tiene que asimilar el sentimiento que crea conscientemente y que solo es posible por medio del cuerpo materno?
¿Que por medio de esto los seres humanos hacemos la transición conscientemente en la creación?
¿Que el alma vivió esa cosa imponente en todos esos miles de vidas de manera inconsciente?
¿Pero que tiene que despertar en esto?
¿Que es la intención de Dios y que si esto no ocurriera, no podríamos jamás alcanzar lo espiritual?
Percibe este gran acontecimiento y comprende que hace falta, y que es lo único para despertar.
En esos millones de años no ocurrió nada de lo que tenía que ocurrir para vivir esto conscientemente.
En el planeta tierra —también eso te habrá quedado claro ahora— es donde tiene que despertar el alma.
Esta alma había vivido, pues, el plan de la creación, y esta vivencia, ahora que estaba en ella esa terrible lucha, este sentimiento, hijo mío, la despertó.
El alma había alcanzado ahora ese punto y había entrado en ello y lo había sentido.
Solo ahora, después de esos millones de años.
Conocemos esta vida y sabemos dónde ha vivido.
¿Acaso todo es tan incomprensible?
¿Podía esta alma asimilar una concienciación más elevada en otro planeta?
¿Era posible?
¿No hemos llegado a conocer a esos seres humanos y no sabemos cómo es su vida interior?
Nuevamente, André: ¿era posible esto en esas otras vidas?
No, André, ¡mil veces no!
Solo ahora despertaría esta alma, ahora está lista, ahora va a ser consciente, pero para eso harán falta muchas vidas.
Pasaron ahora trescientos años antes de que estuviera listo un nuevo organismo material para ella.
Lo comprenderás: el número de años para poder aceptar una nueva vida se eleva cada vez más.
Sin embargo, esta vida volvió a la tierra y llegó ahora en una transición entre el sexto y el séptimo grado material.
La vuelvo a ver como hija de padres campesinos.
Allí despertó esta vida.
A estos padres les nacieron siete hijos, y esta alma vino en el tercer lugar.
Volvió a entrar en el cuerpo materno.
¿Y por qué, André?
¿Puedes comprenderlo?
—No, Alcar, me es demasiado profundo, no lo sé.
—Escucha, te aclaré en nuestra vida que cuando pensamos en algo haremos la transición en eso, que tendremos que hacer la transición en eso, o se producirá un estado disarmónico, lo que tendrá como consecuencia que perderemos nuestro equilibrio y entraremos en un estado demente.
Gerhard te lo aclaró, yo te hablé de eso y tú mismo lo viviste en las tinieblas.
(Véase ‘Aquellos que volvieron de la muerte’).
Cuando estábamos en las tinieblas y pensabas en algo y no te fijabas en lo que pensabas, por ejemplo cuando fuimos a buscar a ese hombre que había sido sometido a la incineración y te dije que esperaras y sin embargo me seguiste, enseguida fuiste atacado, porque ibas a abandonar tu estado y sintonización y pensabas en eso.
(Véase la parte 1 y 2 de ‘Una mirada en el más allá’).
Es la transición en otro estado, es vivir algo, y esa vivencia proviene de nuestro profundo interior, y por lo tanto está presente en la vida del alma.
Estas son leyes espirituales y pertenecen a la vida del alma, es la concentración y el momento en que se encuentra la vida.
Sabes, además, que en el espíritu es imposible saltar partes y también que ocurrirá lo que se desee, lo que se quiera vivir, porque el ser humano posee una voluntad propia.
Ese querer, sin embargo, está oculto en las profundidades de la vida interior, y es el alma el que posee estos deseos.
Entonces es el deseo, entonces es vivir eso tal como es la sintonización interior, es un estado de conciencia en que vive la vida.
Y por eso te pregunto: ¿acaso es tan extraño que esta alma vuelva a recibir el cuerpo materno?
¿No es natural?
El desarrollo continúa y no retrocede, porque ese empuje no está presente en la creación, no conocemos este empuje ni estas leyes.
Así que hay que seguir, siempre más adelante para despertar.
¿Qué seguirá entonces a esa vida anterior?
¿Cómo es el estado interior de esta alma?
¿Puede esta vida retroceder? ¿No tiene que continuar?
Entonces no podrá recibir más que el cuerpo materno, y este milagro ocurrirá.
En esto, pues, reside ahora ese milagro de Dios y varias leyes espirituales y naturales.
Está determinado en esto que la vida del alma recibirá esta vestidura, este cuerpo materno, y que por lo tanto, antes de que el hijo despierte en la vestidura materna, hará la transición en el cuerpo femenino.
¿Entiendes ahora, André, qué clase de milagro es esto?
¿Que esto ocurriría y que no había nada que se pudiera cambiar en esto?
¿Que esto está presente en la vida del alma, pero que la ciencia, los eruditos en la tierra jamás podrán constatarlo, porque significa una ley natural?
Así que el alma recibirá la vestidura materna, porque esta vida volverá a la tierra para eso y solo para eso, y ahora interiormente ha llegado hasta ese punto.
El alma recibirá la vestidura materna para hacer la transición en el amor materno, para llegar así a una conciencia elevada.
Así que imagínatelo.
Por lo tanto, esto no es un acontecimiento material, sino espiritual.
No es una ley material, sino espiritual, André, y la vida que inspira alma domina esta ley, y la vida interior como ser humano recibirá este cuerpo.
Así que estaba determinado de antemano que a esos padres les nacería una niña.
Así que esto lo controla el alma y es una ley, porque la vida que inspira alma vive allí en ese momento y porque esto es el plan de la evolución, de ir más allá y más arriba para esta vida.
¿No es un milagro imponente?
¿Entiendes, André, que la gente no puede cambiar esto en nada y que no conocen estas leyes?
¿Qué esto lo vemos y vivimos solo en nuestra vida?
—No encuentro palabras, Alcar.
—Me queda mucho más que decir, André.
Sí, hijo mío, es un milagro, pero lo volveremos a encontrar en los grados materiales y espirituales, porque fue así desde el inicio de la creación.
Es un milagro y una gracia de Dios, de los que la gente no sabe nada, absolutamente nada.
Es la vida en que se encuentra la vida del alma, es el deseo de vivir, pero detrás de eso hay una ley, y esta obliga la vida que infunde alma a seguir ese camino que ha emprendido, de lo contrario la vida no llegaría jamás a su destino.
Lo que ha de despertar y nacer en la naturaleza despertará y tiene que nacer, tiene que avanzar y no retroceder, o la creación de Dios se encallaría y habría injusticia.
Sin embargo, aún no hemos encontrado injusticia, ni tampoco una vuelta a otro estado de conciencia; la vida de Dios, la creación de Dios, todo lo que Dios creó y puso en funcionamiento tiene que volver a lo divino.
Por lo tanto, esta vida del alma volvió a descender en el cuerpo materno y recibió una vida tras otra, y gozaba de la alegría del cielo, que es el plan de la creación.
En su entorno vivía la fuerza creadora: el hombre.
Se convertiría en su marido y aunque estuviera en el otro extremo de la tierra, esto ocurriría cuando se encontrara con ella.
Entonces se manifestará una nueva ley, y serán conectados.
Pero ya dije: vivía en su entorno y de esta conexión nacieron siete hijos.
Un acontecimiento terrenal de lo más sencillo que se vive cada segundo en la tierra, pero detrás de él, en este mundo, reside el profundo enigma del alma.
Esta alma era madre, y sin embargo aún no poseía ese amor de madre profundo e inmaculado, esto ocurrió porque ocurriría.
De esta manera nacen millones de niños, pero no es una vivencia espiritual, ocurre por la pasión de él o de ella, y entonces hacen la transición en ese proceso.
Así que no era una madre espiritual, porque sus sentimientos y conciencia interiores dejaban mucho que desear.
Era su marido el que quería esto, y ella se entregaba dócilmente.
Este acontecimiento sagrado aún no era perfecto, no era consciente, y ella era pobre, muy pobre, porque esto no había surgido de animación inmaculada.
¿Puedes comprender también esto, André?
—Sí, Alcar.
—Pues bien, hizo la transición a edad avanzada y volvieron a pasar cientos de años, porque esta vida seguía sin ser consciente.
Entonces esta vida del alma fue atraída nuevamente, y descendió en la tierra.
Nació en otro continente y volvió a recibir la vestidura materna.
Esta niña fue creciendo y al alcanzar la edad de dieciocho años, despertó.
Se sentía atraída por el arte.
Sus padres no tenían grandes posesiones terrenales, pero había medios, por lo que pudo esforzarse para asimilar ese estudio.
Pero ¿cómo le entraron esos sentimientos hacia el arte, tan de pronto?
No puedes comprenderlo y por eso te lo diré.
Esta alma vivió la creación y por ese acontecimiento grande e imponente esos sentimientos habían hecho la transición en otros y se manifestaba esto en la vida de ella.
El sentimiento de crear estaba en ella.
¿Entiendes ahora, André, lo que despertó en ella?
Este sentimiento imponente, este acontecimiento, ser sometida a la vivencia de la creación, se manifestó en ella y ahora sentía la llamada del arte.
Este sentimiento, este ímpetu estaba en ella, pero no lo comprendía, no sabía de dónde le llegaban y le entraban estos sentimientos.
El ser humano no se lo pregunta, porque no se conoce y todas estas leyes le son desconocidas.
Ella quería crear, nada más que crear, y su animación era grande y poderosa, y esto ocurriría.
Se casó y dio a luz a un hijo, era varón.
Otro misterio espiritual más si no se comprende este misterio y ese empuje.
Trajo al mundo a un solo niño, André, y por medio de esta criatura esta alma entró en otro estado de sentimientos más elevado, porque en esa vida estaba presente la fuerza creadora.
La conexión entre madre e hijo la llevó a ella, a la madre, a un estado de creación más elevado, y se sentía capaz de hacer cosas grandes.
Así que su vida interior se elevó no solo sus propios sentimientos, que habían despertado en ella por su vida anterior, sino también por la vida que ella había atraído y que había llegado a ella.
También este niño se convertiría en artista, en un gran artista incluso, y cuando se vivió y experimentó esto en la tierra, el niño lo había heredado de su madre, pues esta tenía afinidades artísticas, pero no alcanzaría esta altura.
Pero era la madre la que le había dado el sentimiento del que nació esto, y de quien había recibido el sentimiento.
El sentimiento para crear estaba en ella, el deseo de realizar algo, y eso es crear.
Su hijo que llegó a la tierra y que sería artista se convirtió en artista porque ella hizo la transición en ese ímpetu de crear durante el embarazo, pero en la vida anterior de ella, la vida de su alma ya había despertado.
En el plan de la creación hay empuje, y ese empuje es sentimiento y significa amor.
Ella lo vivió siete veces en esa otra vida, y solo ahora esa vivencia había dejado una profunda impresión en su vida del alma, la había hecho despertar, por lo que empezó a desear.
Pero solo en una vida posterior despertaría para siempre, y también eso ocurrió.
Tenía sesenta y cinco años cuando hizo la transición, pero le tomó seiscientos años volver a la tierra.
Llegado este momento, su vida interior estaba descansada y lista, y ocurrió este milagro.
Volvió a nacer en un país diferente, pero ¿qué era ahora su posesión? ¿En qué cuerpo descendió esta alma, André?
—No puedo contestar a eso, Alcar.
—Ahora, nuevamente, descendió en la vestidura masculina, y nació en esa vestidura material.
El sentimiento creador que asimiló en esas otras vidas la colocó ahora en la vestidura masculina.
Ya había estado en cien otros cuerpos creadores, pero la vida de los sentimientos sabe poco de esto en estado preanimal y animal, solo tiene conciencia animal.
Sin embargo, estos sentimientos se hacen patentes en estas personas, y ya vemos allí cómo despierta el sentimiento creador.
Qué asombroso es todo esto, André.
Vemos cómo se cumple este proceso en los tres primeros grados materiales.
Vemos que el ser humano posee lo que Dios realizó como Creador del cielo y la tierra, y esta fuerza divina reside en el organismo creador, en la vestidura masculina.
En este organismo está determinada la creación, pero el cuerpo materno es sometido a la creación.
Nosotros de este lado vemos y sentimos este empuje y de dónde vienen estos sentimientos.
Es el impulso de crear, es aquello que hemos recibido de Dios y por lo que somos divinos.
Dios, hijo mío, creó el universo, creó a los seres humanos y los animales, pero el ser humano hace la transición en este sentimiento conscientemente, lo asimila y esa asimilación se manifiesta en el arte.
En el arte, pues sí, ¿qué es el arte?
¿De qué nació?
¿Cómo surgió?
De la creación y por medio de ella, André.
De aquello que está profundamente en nuestro interior, del Omnigrado, de Dios, porque representamos Su propia vida.
En este don divino reside el organismo masculino, porque esta vestidura crea otra vida, ha recibido esta fuerza de Dios.
Pues bien, cuanto más elevado el ser humano interior, o sea, el alma, tanto más hermoso será el arte.
¿Entiendes que, conforme el ser humano interior crece y se desarrolla, el sentimiento de creación se vuelve consciente?
¿Sientes entonces también que cada especie de raza (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es) puede poseer y tiene que poseer un arte propio y que esto, a su vez, tiene que ver con todos estos grados materiales?
¿Que el sentimiento del arte se manifiesta en todos estos grados y que algún día tendrá que alcanzar una altura que tiene conexión con el séptimo grado material, y que es una sola con él?
¿Que tampoco esto es coincidencia, sino que significa concienciación?
Vemos todo esto y conocemos estos estados de conciencias, porque hemos vivido todo esto.
Si ahora continúo otro poco y pregunto al ser humano en la tierra: ¿qué es el arte?,
¿qué tendrá que decirme entonces?
Cuando le haya aclarado mis sentimientos, repetirá mi pregunta, nada más, y luego se encogerá de hombros y se irá.
El arte, hijo mío, es el despertar del sentimiento de creación que está presente como empuje en la vestidura masculina.
Esto explica también entonces por qué el hombre puede alcanzar esa altura como artista creador.
El hombre es creador, como ser cósmico ha recibido este poder de Dios.
El alma que despierte en este cuerpo creará, en eso reside ese poder y esa fuerza, lo que no posee ni puede ser el cuerpo materno, porque esta vestidura asombrosa vive otro empuje.
Solo el hombre crea y alcanza lo más elevado de todo en el arte.
Por lo tanto, en el arte vemos la vida interior del artista.
Para el ser humano en la tierra es arte, para nosotros de este lado la concienciación en la creación.
¿Entiendes, André, que esto determina todo, absolutamente todo?
¿Y que esto, sin embargo, es la chispa divina y significa el despertar del ser humano interior?
¿Que esto es así porque pertenecemos a la creación y Dios nos dio el control de ello?
Ahora vemos cómo despierta este sentimiento.
Hemos llegado a conocer este sentimiento en todos esos grados materiales, cada alma posee algo de este sentimiento, porque todos nosotros somos vida y formamos parte de la creación.
Cuanto más se eleva el alma, más hermoso se vuelve el arte, más se eleva el ser humano interior, y despierta la vida que infunde alma.
Lo dije: en cientos de vidas esta alma había recibido la vestidura masculina y otras tantas veces el organismo femenino, pero en todas esas vidas no aprendió nada que formara parte de aquellos rasgos que constituyen el carácter y la personalidad, una concienciación más elevada.
En la selva no podemos hablar de personalidad y tampoco en esos otros planetas en que se está gestando la vida interior y material.
Así que todas esas vidas hacen falta para convertirla en algo.
Porque ¿qué va a aprender el ser humano en la tierra en una sola vida?
¿Qué aprende el ser humano en esos primeros grados materiales, y qué aprende el ser humano cuando es inconsciente?
No sabe nada de amor humano.
Lo que el ser humano asimila en una vida lo volverá a echar al traste en otra, porque sigue sin haber posesiones, personalidad, concienciación, amor inmaculado; todo es animal.
Nuevamente, André: ¿qué se aprende en una breve vida terrenal en la tierra?
Repasa todas esas vidas humanas, si quieres, y ve cómo envejecen y malgastan una vida tras otra.
Mira cómo viven y hacen la vida imposible a otros.
Cómo quieren poseer, y cómo engañan y mienten al ser humano.
Todo es mera pasión, es burdo y tosco y no es posesión espiritual.
Ya te he aclarado muchas veces cómo es la vida en la tierra y en qué la convierten los seres humanos.
Setenta y ochenta años llegan a cumplir, y ¿qué han alcanzado?
Han trabajado para sus posesiones, para su propia vida y la de sus hijos, solo para eso.
Pero si alguna vez hablas con todas estas personas de amor, verás cómo se encogen de hombros, cómo se burlarán de ti y te tacharán de fantasioso, solo porque para ellos es demasiado increíble, antinatural, y porque no saben de ningún Dios en el cielo.
Lo que les hace falta son muchas posesiones terrenales.
Lo que desean es la felicidad de la tierra, y esta puede asimilarla cualquiera, y todos la vivirán, porque tienen que vivirla.
Pero se olvidan de su vida interior que continúa, siempre más allá y más hacia arriba, y vuelve a Dios.
Sigue a toda esa gente en la tierra y verás cómo maldicen a su Dios.
De una vida hacen la transición en otra, y en todas esas vidas recorren su propio camino, porque ese sentimiento está en ellos, y ese sentimiento es su vida del alma, su sintonización espiritual.
En eso y por medio de eso experimentan que esto es una ley, una fuerza de la naturaleza que recibirán y a la que desean.
Aún es posible; más adelante, en cambio, ya no, porque entonces entrarán en funcionamiento otras leyes de las que te hablaré y con las que ya te he conectado.
Es el hecho de enmendar, hijo mío, es la vivencia de sus pecados y errores, es su karma.
Pero el ser humano continúa y trepando se eleva cada vez más en la escala social.
Se eleva cada vez más y entonces ha alcanzado su objetivo.
Pero entonces, André, se cae, y llegará a las profundidades de su propia vida del alma.
Aún no hay, sin embargo, posesiones espirituales, y se olvidarán, pero con todo esto perecerán.
Es una ley y está determinado porque aún no han llegado tan lejos que su propia vida del alma les imponga un alto.
Caerán y tendrán que hacerlo, para luego volver a empezar de cero.
No hay actos que tengan conexión con la vida más elevada, no pueden volver la mirada hacia nada.
El alma ha de poseer esta fuerza, porque en nosotros reside la protección contra la destrucción, contra todo lo que podemos encontrar y vivir en la vida en al tierra.
En nosotros reside algo que dice: hasta aquí y no más, porque siento y veo otra vida, sé que continuaré por los siglos de los siglos.
Amo a Dios y he comprendido a mi Padre.
No vivo para mí mismo, sino para todas las personas, porque todas esas personas que provienen de Dios son mis hermanas y hermanos.
No albergo pasión, no albergo destrucción, y quiero vivir y prepararme para poder ir más allá y más arriba, porque sé de una vida eterna y quiero el bien.
Pero ¿cuánto más tomará antes de que la gente hable y sienta así, hijo mío?
En ellos no hay nada de todo eso, no hay posesiones espirituales, nada, viven y experimentan y aún tienen que asimilar esta posesión.
Pero lo harán, porque para eso Dios les da millones de oportunidades.
Una y otra vez reciben una vestidura material, pero todas esas vestiduras están mancilladas.
No solo se derriban a sí mismas, sino que lo maldicen a Él, que les ha dado esa cosa imponente.
No les queda otra opción, porque aún no han llegado tan lejos, son seres humanos que aún tienen que asimilar todas esas fuerzas.
Aún no han llegado a conocer a su Dios, la naturaleza, su padre y madre, y todavía no poseen un poquito de sentimiento amoroso para quien originó esto, para quien les dio la vida.
Pero todos, también el padre y la madre, aún viven en una vida inconsciente, se desconocen a sí mismos, vuelven a caer, porque no quieren saber nada de amor espiritual y elevarse más, de un Dios de amor.
Y tienen que asimilarlo, para eso están en la tierra, para eso Dios les da todo ese amor, porque Él sabe que no pueden alcanzarlo en una sola vida terrenal.
Si esto no fuera posible, André —cuántas veces no te lo he aclarado ya—, estaríamos detenidos.
En miles de estados te he aclarado que esto es obligatorio, o no avanzaremos.
Es el alma la que actúa y que pregunta y se contesta a sí misma todas esas preguntas.
El alma puede generar todos esos milagros y lo hará, porque esta es la vida que infunde alma.
Ha salido de Dios y volverá a Él.
Es lo perfecto y tiene una sintonización divina, y la asimilaremos, pero para eso hacen falta miles de vidas en la tierra y en todos esos planetas, si queremos alcanzar esa altura.
Despertaríamos en todas esas vidas en la tierra, y este despertar ocurre.
De un cuerpo hacíamos la transición en otro.
En aquel primero aprendimos a percibir, y en esa otra vida asimilamos ese sentimiento.
Aprendimos a hablar y a hablar mucho, porque eso es posesión.
Aprendimos algo que forma parte del arte y que otra gente no conocía, no cargaba aún como posesión e íbamos a otros países, para llegar a conocer la humanidad también allí.
Pero lo que conocíamos y cargábamos interiormente era precisamente lo que pertenecía a la tierra.
Se nos habían dado todas esas posesiones, eran para nosotros mismos, para hacer algo de nosotros mismos, y ocurrió.
Pero ¿qué es?
Nada más que personalidad terrenal.
En nosotros, sin embargo, no residía personalidad espiritual alguna.
El ser humano planea por encima de la tierra, asimila cosas que otros no poseen y se desfoga.
Pero ¿para qué es todo esto?
También esto es para despertar y pertenece a la vida terrenal.
Pero por medio de esto y con esto fue pasando esa vida terrenal, y ya no hubo tiempo para nada más.
En esa vida terrenal todas esas personas habían asimilado la sabiduría de la tierra.
Pero cuando iban a morir, entraban en otra vida y para esa vida no tenían posesión.
Esa vida era como ellos mismos eran y cargaban interiormente, lo que significa su personalidad y la vida del alma.
Para ese otro mundo, esa vida del alma estaba muerta en vid, y tampoco podía vivir allí, porque aún tenía que vivir la túnica material perfecta en la tierra.
Una vez de vuelta en la tierra para recibir otra túnica, esta alma hizo la transición en otros estados y se convirtió en autócrata.
Porque en todas esas vidas se había aprendido y asimilado esta posesión adquirida, y pertenecía a la fuerza creadora que estaba presente en esta vida del alma.
Pero también significaba perecer.
La caída se hace aún más profunda, las posesiones aún más grandes.
Dios le dio todo al ser humano, y el ser humano lo asimiló.
Esta asimilación se convertirá en la personalidad, pero esta es terrenal, es basta material y los que viven en ella son los autócratas del mal, viven en la tierra para destruir.
Cuanto más poseen, cuanto más grande la personalidad, tanto más profunda su caída, porque todo carece de significado en la vida después de la muerte.
Aun así, todo esto es necesario para convertirse en una personalidad.
Sin embargo, más adelante esas fuerzas harán la transición en el espíritu, y entonces el ser humano, esas almas van a empezar con una vida diferente y más elevada.
Entonces su vida interior crecerá y tendrá irradiación, entonces habrá algo en ellos que les impondrá un alto para esa vida animal, y eso será entonces la posesión obtenida pero espiritual, y el amor que asimilaron en esa vida terrenal.
Así se elevan cada vez más y van cada vez más allá.
Solo cuando la capacidad creadora despierta en la vida del alma empieza la verdadera vida, despiertan todos esos instintos primigenios como el odio, la pasión y la violencia, sintonizados en una concentración poderosa y vigorosa, pero solo para poseer.
Solo cuando el alma hace la transición en esto, ya lo dije hace un momento, es que esta vida del alma recibirá lo que es la felicidad más elevada para la tierra, como tantas posesiones.
Todo lo que pertenece a la tierra y está presente allí es para el alma porque esta vida del alma tiene que despertar en eso.
En y con este sentimiento creador se manifiestan todos esos rasgos horrorosos que conforman el carácter y la personalidad.
Cuando se acerque y tome conciencia la capacidad creadora, en esa vida del alma habrá bullicio y tormenta.
Entonces será un fuego ardiendo, y esa vida del alma estará despierta y tendrá conciencia.
Pero entonces esa vida es zarandeada de un lado para otro.
Pasarán entonces muchas vidas, no habrá sosiego, y solo entonces maldecirán con razón su sintonización divina y no habrá cuestión de imponer el alto.
Habrá despertado el mal en el ser humano, y el instinto primigenio volverá a dominar, y el ser humano vivirá como no podría hacerlo el reino animal.
Entonces perecerán cientos de veces, una y otra vez volverán en un solo estado para salir de él y comenzar otra vida.
Ahora no puedo seguir todas esas vidas.
Sin embargo, es una imagen que ocurrirá, y así tendrá que ser, de lo que vivirá esta vida del alma de la que te hablé y que ahora ha descendido en la vestidura masculina,
Ahora la vida hace la transición en la fuerza creadora y el alma recibe ese organismo material, esa hermosa vestidura humana.
Ahora él puede moverse, es su propio amo y señor, lo que no era posible en ese estado anterior.
El alma tiene que recibir en el cuerpo materno.
Ese recibir es la segunda personalidad, es hacer la transición en la capacidad creadora, es aceptar y servir.
En el espíritu tenemos un sagrado respeto por el amor servicial, pero en la tierra este servir es igual a experimentar.
En eso el alma tiene que darse por completo, y es por medio del ser que vive en el organismo femenino.
El cuerpo creador pide, obliga, crea, es la primera personalidad y es su propio amo y señor.
Puede hacer lo que él mismo quiera y en eso la vida se olvida a sí misma.
Oh, esa fuerza, ese ser primigenio, despertará.
En esa vestidura puede mover montañas y rompe con todas las leyes existentes, y es inalcanzable.
El ser femenino no puede hacer nada contra esto, no puede cambiarlo en nada, no puede alcanzar nada, porque no posee esta fuerza.
En ese cuerpo reside ahora el primer momento, que has percibido en el templo del alma.
Ese primer momento es una fuerza descomunal, imposible de calcular, que nadie conoce ni siente, o el ser humano tendría que estar de este lado y conocer todas esas fuerzas, todos esos planetas, y aceptar y vivir el milagro de la creación en el espíritu.
¿Qué clase de fuerza es la que reside en el cuerpo masculino, que puede hacer que despierte el instinto primigenio, que lo despierta?
¿Qué clase de poder es, relacionado con eso?
Es lo que lo abarca todo, es aquello que Dios ha depositado en Su vida y que conforma Su propia vida.
Es la sintonización con Dios y el empuje de todos esos planetas, por medio de lo que se ha creado todo.
Es el milagro de la creación, y tiene billones de años.
Llegó desde el primer momento, por el que se originó todo, todo, la fuerza que ha conectado entre ellos esas estrellas y planetas.
Es el universo, es el cielo y la tierra, es, como ya dije, la vida que lo abarca todo, es Dios mismo.
Por lo tanto, el cuerpo masculino es la animación, es el milagro de Dios, porque Dios fijó en un organismo material ese milagro, esa fuerza primigenia, esa Omnifuerza.
Mira y siente si esto es así, si conoces y sientes en ti estas fuerzas.
Ese milagro reside en este cuerpo.
Dios mío, ¡ojalá despierte algún día!
Si tiene que despertar, ¿qué ocurrirá entonces?
¿Hacia dónde irá, y dónde está el final?
Ese final es imposible de abarcar con la vista.
Ay, Dios mío, ¿por qué diste esta fuerza y esta riqueza a ese ser?
¡Mira cómo te maldice!
Oye cómo se lamenta la gente, no hay ser humano en la tierra que pueda detenerlo, porque esta alma hace lo que ella misma quiera.
Controla y domina todo y a todos.
Sigue esta vida, André, y mira qué terrible es la manera en que vive.
Pero esto ha de ocurrir porque esta vida despertará.
Lo vivirá la vida en la tierra, y tiene que superarlo.
Esta vida alcanzará lo más elevado que hay en la tierra.
Para eso sirve la vida en la tierra, y solo entonces habrá alcanzado su objetivo.
Lo vivirá esa criatura, el alma que estamos siguiendo, que ahora ha descendido en la vestidura masculina.
Pero también esta vida pasará, y luego llegará la muerte.
Luego entrará en el mundo espiritual, para después volver a descender en la tierra en otra vestidura.
El alma volverá a recibir la vestidura masculina, porque ahora tiene que seguir más y el alma tiene esta posesión.
Pasó la vida de bullicio y maldiciones, pero en esta vida será maldita y recibirá aquello que hizo a otros.
Pero ahora esa vida del alma se rebela.
No se deja dominar, no permite que se le torture.
No quiere recibir nada de estas cosas.
Está en la tierra y ahora no tiene posesiones terrenales, pues los padres son personas humildes.
Sin embargo, el alma se crea un estado propio.
No es como la vida anterior ni tampoco sabe nada de ella, porque no puede saber que ya ha vivido esta vida.
Esta vida, este ser humano, está en la tierra y vive allí entre millones de otros.
Busca y encuentra, y lo que vive y vivirá se elevará a una altura imponente.
No obstante, no puede alcanzar esa altura, porque no tiene ni tuvo en aquella vida anterior esas posesiones terrenales.
Pero busca y quiere alcanzar, en esta vida hay una fuerza que la eleva, que la espolea y que es imparable.
Esa alma no alcanzó nada en esa vida terrenal, crea una vida propia, derriba cuando a esta vida se le impone un alto y se le quiere poner un obstáculo en el camino.
El alma aún no tiene posesiones espirituales, porque no hay nada en esta vida que se conozca como control.
¿Dónde ha asimilado esta gran fuerza?
Esta vida se rebela, se le detiene, se le ponen trabas y entonces ocurre que sucumben los que quieren detener a esta vida.
Vemos estos seres en todos los círculos sociales, André.
Mires donde mires, allí viven estas personas.
Seguiremos a esta vida.
No se le puede detener ni se le puede poner un alto.
Las cosas bullen en esa profunda alma humana, ha despertado una fuerza que mueve montañas, que quiere crear y que quiere poseer todo lo que hay en la tierra y hace que la vida sea hermosa.
La vida quiere posesiones terrenales, quiere honor, fama y glorificación.
Quiere ser algo, una personalidad, quiere aquello que en la tierra se percibe como autoridad, quiere gobernar a miles de personas.
Sin embargo esta vida del alma está siendo detenida.
En este camino la vida del alma se encontrará con otras que también quieren lo mismo.
Así que no solo esta alma, sino que hay millones de ellas en la tierra que quieren lo mismo, y así surge la lucha.
Es el momento en que esta vida del alma destruirá y lo hace, porque no conoce Dios ni mandamientos ni amor.
Todavía no está presente en esta vida del alma el amor que hace que se ame todo lo que vive.
No obstante, continúa y aún no ha llegado el momento en que perecerá esta vida.
Pero por fin llegará el momento, entonces esta vida será atacada y destruida.
Hay otro poder en la tierra que decidió como actuó este ser en la vida anterior, porque poseía entonces este poder.
También esta vida fue aniquilada porque algún día asesinaba, quitaba la luz de la vida a otros.
Pereció una persona mala y entró en la vida de este lado para esperar un nuevo nacimiento.
Y así será y tendrá que ocurrir.
¿Dónde está el final?
¿Hasta dónde pueden ir estos seres?
¿Acaso no hay nadie que les imponga un alto?
¿Hay un Dios en el cielo y puede Dios aprobar todo esto?
¿No se interviene aquí?
¿Tiene que continuar esta vida para masacrar a otros?
Estas almas esparcen pena, dolor y miseria por la tierra, destruyen todo y a todos los que se les crucen en el camino.
¿Cómo puede Dios aprobar esto?
Todo esto lo oímos en las esferas de luz, nos llega y tampoco nosotros podemos hacer nada, no hay Padre, no hay nadie que pueda ayudarlos en la tierra.
Dios dotó a los seres humanos del libre albedrío.
Dios ayuda, pero de otra manera, una manera que la gente en la tierra no puede aceptar ni quiere aceptar, o comprenderían todo esto.
Dios ayuda, ayuda siempre, a lo largo de los siglos Dios ayuda a todos Sus hijos.
Intenta seguirme, André.
Esta vida ha de continuar, tiene que despertar, tiene que volver a la tierra para aprender a amar allí.
Dios es amor.
¿Sería Dios un Padre de amor si no diera a este ser humano la oportunidad de enmendar?
¿Sería Dios un Dios justo si esto no fuera posible?
¿Tiene que seguir viviendo esta alma en el infierno?
Esta alma vuelve a recibir otra vestidura material, y nuevamente el cuerpo masculino.
¿Qué ocurrirá ahora?
Ya de niño este ser poseía una voluntad propia.
Los padres no podían seguir a esta criatura y se preguntaban, ¿de dónde proviene esta alma?
¿Cómo era posible? ¿Cómo es posible?, el niño es como un diablo.
Así hablan los padres.
Se preguntan “¿por qué y para qué?”, sino cómo es posible.
Los padres no lo comprendían porque eran creyentes y rezaban a Dios.
Este niño no daría felicidad a los padres, porque ya pronto vieron que este ser vivía en maldad y perdición.
Sin embargo, conocemos a este ser.
Sabemos que más adelante volverá a buscar y que buscará hasta encontrar, cuando haya abandonado la última vida en la tierra.
Encontrará y tiene que encontrar, porque cuando esta vida del alma iba creciendo buscaba amigos, estos eran malos y conducían a esta joven vida al abismo.
Es lo que ocurriría, no había manera de detenerlo, por más que los padres rezaran y resoplaran, su hijo perecería, porque en esta vida había estallado un repugnante odio, y ahora viviría en ese odio.
Crecería en ese odio, y este lo conduciría hacia aquello por medio de lo que había despertado.
Sería conectado con eso, porque esa conexión, esa fuerza estaba fijada en esta vida del alma, vivía en ella.
Cuando hubo alcanzado la edad masculina, esta vida quería poseer, quería amar y no se controlaba en nada.
Buscaba posesiones terrenales y amor, y para atizar ese amor y esa pasión echaba mano de la bebida.
Ese impulso, allí dentro en las profundidades del alma, que sin embargo era su vida de los sentimientos, animaba a la vida a beber y a despertar ese odio.
Sin embargo, ahora no a solas, sino que también con amigos que estaban en la tierra para el mismo acontecimiento y la misma vivencia.
Pero había incluso más.
En el infierno de este lado vivían miles, no, millones de seres que ya habían alcanzado su mundo existencial espiritual y que ya no podían nacer en la tierra, porque todos habían completado su ciclo de la tierra.
Aun así, esos seres estaban en la tierra —te he aclarado ese proceso—, querían escapar de sus tinieblas y de su fría existencia, querían experimentar, buscaban calor humano y eso ocurría por medio de todos esos seres humanos terrenales, porque sabemos cómo pueden lograrlo.
Todos esos monstruos y diablos del infierno descendían en la vida de los sentimientos, y así esas personas terrenales estaban en manos del mal.
Ahora se vivía, André, se robaba y se asesinaba para poseer, para alimentar a esas horrorosas llamas muy en su interior.
Ese ser animal dentro de ellos quería cada vez más, y seguía más y más hasta que ya no hubo manera de saciarlo.
Ahora tendría que terminar, y así sería.
Una terrible lucha a vida o muerte puso fin prematuramente a esta vida.
Nuevamente, descendió en el mundo de lo inconsciente y esperó para recibir otro cuerpo.
Dios seguía sin imponerle un alto a esta alma, a este ser humano terrenal.
Al contrario, volvería nuevamente a la tierra.
Cuando esta alma volvió a la tierra y fue creciendo, el mal se hacía cada vez más violento, la profundidad en que descendía esta vida ya no se podía sondear.
Iba de mal en peor, y ese ser animal allí en esas profundidades seguía sin estar satisfecho, esta alma seguía sin poseer la séptima vestidura material perfecta, para la que tendrían que volver.
Fueron pasando los siglos, entonces esta alma volvió a descender en la tierra y recibió una vestidura nueva.
Despertó en la tierra en el mismo estado, y en esa vida descendió aún más que en la anterior.
Los padres que habían atraído a esta vida del alma vivían como seres animales.
Ellos no se preguntaban por qué ni para qué, no tenían posesiones y sus hijos tampoco.
El alma a la que seguimos había abandonado su casa paterna ya en su juventud, y vivía en otro continente.
Esta vida poseía intelecto, pero era el instinto animal que despertaba en este cuerpo humano.
Esta vida del alma lideraba ahora a otros para robar, para asesinar, por lo que se convirtió en una enorme masacre.
Había alcanzado una elevada posición social.
También en esta vida volvió a hundirse por completo.
Esta vida del alma entró en la vida después de la muerte con miles de pecados, errores y crímenes.
Pasaron cientos de años y otra vez esta vida tuvo que ir a la tierra.
Ahora llegó al séptimo grado material, en todas esas vidas anteriores había vivido en las transiciones materiales.
Allí no había conocido padres, no había sentido amor fraterno, esta alma había descendido en el infierno más profundo y lo había asimilado.
Había masacrado miles de vidas, y si hubiera alcanzado el ciclo de la tierra, esta vida del alma pertenecería a los maestros y los genios en el mal.
Sin embargo, la vida todavía tenía que volver, le quedaba por vivir el grado material más elevado en la tierra.
Al haber vivido muchos siglos en el mundo de lo inconsciente en estado dormido, esta vida llegó a sosegarse.
Todo esto, todos esos pecados y errores insondables e imperceptibles, estaban consignados en la profundidad de esta vida del alma.
Fueron pasando los siglos, entonces en la tierra estuvo lista una vestidura material y esta alma fue atraída otra vez para vivir la vida material, para descender en el organismo más elevado y terminar la vida en él.
Este ser lo poseía todo, poseía arte y muchos otros rasgos que conforman el carácter y la personalidad, aunque con sintonización animal.
Esta vida había dormido muchos siglos, y en este sueño, pues, había ocurrido un gran milagro.
Había entrado en otro estado, la naturaleza lo había introducido en él.
Esta vida del alma había encontrado el sosiego, como ya dije, y había vuelto al primer estadio, cuando empezó el ciclo de la tierra.
Por lo tanto, en ese estadio preanimal, aunque ahora como ser humano en el organismo más elevado que el alma pueda recibir en la tierra, esta conciencia del alma volvió a hundirse en el profundo subconsciente y es lo que hizo el organismo material.
Es, pues, esa fuerza material elevada la que detiene esa conciencia, o eso fuerza primigenia destruiría esa fina túnica.
El sistema nervioso que posee la vestidura material más elevada no ha sido calculado para esa fuerza primigenia en plena conciencia, en eso tiene que vivir la conciencia pensadora.
Lo que ocurrió con esta alma fue por lo tanto una ley natural y la ayuda de Dios.
Este cuerpo material detenía esa fuerza primigenia y esa vida empezó en la tierra en un estado de conciencia despierta y semidespierta.
La plena conciencia residía en las profundidades del alma, era el subconsciente de esta vida.
Pues bien, este subconsciente es el equilibrio, el límite que hay entre la vida material y la espiritual.
¿Qué ocurría ahora?
Hubo padres que atrajeron nuevamente a esta vida del alma, y estos no estaban despiertos ni en lo material ni en lo espiritual.
El alma que descendió en la vida terrenal recibió ahora otra vestidura y descendió en el ser femenino.
¿Quién conocerá esta vida del alma?
Era callada y melancólica, y así fueron pasando sus años de juventud.
En esta vida esta alma femenina se creó un estado propio.
Sin embargo no adquirió ningún compromiso, no tenía sentimiento para eso, porque no albergaba deseos.
Aun así, en ocasiones podía desear con intensidad y la asaltaba algo horripilante, que procedía de su profundidad interior.
Ese algo era el empuje de su vestidura material y estaba ligado a la ley natural mensual.
Ay, cómo podía llorar y desear entonces.
Pero una vez pasado ese tiempo, recuperó la serenidad y de nuevo era ella misma.
Así fue pasando esta vida, no hacía ni el bien ni el mal.
Hizo la transición a la edad de setenta años.
No había vivido nada en esta vida, pero tampoco había asimilado ni destruido nada.
Nuevamente, entró en la vida después de la muerte y entró en el mundo astral.
Allí tuvo que esperar otra vestidura.
En esta ocasión no duró tanto, porque no se había vivido nada en esta vida; pronto la naturaleza hubo completado su tarea.
Qué profundas son esas leyes naturales.
Dios lo sabía y supervisaba todo esto, Dios ya ha ayudado a esta alma, pero la gente en la tierra no sabe nada de eso.
Si Dios no hubiera intervenido, si la naturaleza no hubiera podido realizar esto, esta vida del alma no habría podido procesar esa espantosa lucha.
La sintonización divina, hijo mío, hizo que se durmiera, así el alma conservaba el equilibrio y comenzaría con otro proceso.
Nuevamente, esta vida del alma descendió en el cuerpo materno, aunque ahora en otro entorno.
Allí había más vida y posesiones, y esas últimas incitaron a esta vida a experimentar la vida terrenal.
Se casó y dio a luz a dos hijos.
Ahora comenzaría otra vida.
Pero esta vida significaba para ella la lucha contra su yo malo, tendría que vencerse a sí misma.
Pero qué grande es el amor de Dios.
Dios sabía que no podía cargar con todos esos pecados y crímenes en conciencia diurna, y puso su interior a dormir.
¿Lo comprendes, André?
—Sí, Alcar, pero ¿qué clase de acontecimiento asombroso es ese?
—Es así para todo ser que haya transgredido los límites últimos en la naturaleza.
Es imperativo que estas almas se sosieguen, o el organismo material sucumbiría bajo este empuje y fuerzas interiores.
Te lo aclaré en el primer grado cósmico.
Vemos, por lo tanto, que tampoco en eso ha habido cambios.
La vida interior tiene que adaptarse a la vestidura material.
Y lo genera la naturaleza.
¿Entiendes este profundo misterio espiritual, André?
—Si lo he comprendido todo, Alcar, la conciencia desciende ahora en las profundidades de su propia vida, ¿no?
—En efecto, así es.
—Pero entonces esta vida como criatura no es natural, ¿verdad?
—También eso está muy claro.
No, porque no es posible, ¿no?
—¿Y estas almas viven en la tierra?
¿Quién puede comprenderlo, Alcar?
¿Quién conoce estas almas?
Porque estas profundidades son insondables, ¿no?
Qué misterio.
—También yo podría hacer sendas preguntas y sin embargo esto ocurriría y tendría que ocurrir, o no se podría atraer a la vida interior.
—Así que cuando semejante alma vive en la tierra como niño tiene sosiego porque una ley espiritual la ha metido en eso, ¿no?
—Sí, André, tenemos que aceptarlo.
—Pero ¿despertará esta alma entonces?
—Sí, también eso ocurrirá y la seguiremos.
—¿Y de eso nadie sabe nada? ¿No puede sentirlo el ser humano por no conocer estas profundidades?
—No, André.
El ser humano en la tierra no sabe nada de leyes naturales ni de límites espirituales últimos.
No obstante, en la tierra hay miles de ellos que han transgredido todas las leyes naturales.
Aquí en la vida del espíritu llegamos a conocer y comprender todas esas leyes.
No es posible en la vida material en la tierra.
—¿El alma no tiene que enmendar entonces todos esos errores y pecados?
—Claro que sí, ya dije que ahora va a empezar otra vida, pero para eso hacen falta muchas vidas.
Poco a poco esta vida del alma va despertando.
Lo primero que despierta en ella es el sentimiento hacia sus hijos.
Eran esos sentimientos los que ahora emergían desde las profundidades y que tomaban conciencia.
Te acabo de decir que dio a luz a dos hijos.
Había sosiego y deseo en ella.
Esta vida fue pasando de manera tranquila y feliz, y sin embargo sabemos quién es ella.
Luego llegó la muerte y ella entró en esta vida.
Las vidas se fueron sucediendo, una tras otra.
En todas estas restablecería el equilibrio.
De esta manera siguió este proceso.
Poco a poco empezó a sentir y su vida interior despertó, despabiló y tomó conciencia.
La profundidad de su vida del alma hizo ahora la transición en la conciencia diurna.
Algunas veces era madre, otras descendía en la vestidura masculina para asimilar esta concienciación.
Pero después de volver a despertar se olvidaba a sí misma, porque aún no tenía posesiones espirituales.
Algunas vidas eran incluso más horrorosas que otras.
No recibía más que pena y dolor, y no obstante su dolor no tenía comparación con lo que había ocasionado a otros.
De esta manera pasaron miles de años y vemos otro milagro.
Entonces la liberó el planeta tierra, y has de comprender ya lo que va a ocurrir.
Ahora tendría que comenzar con su karma, solo ahora, después de toda esa miseria que indudablemente había recibido ya, también ella estaba ante la ley de causa y efecto.
Un montón de miseria, de pena y dolor le obstruía el camino, ahora tenía que enmendar todo esto.
Sucumbió bajo su dolor e hizo la transición, demente de pena.
De todos modos volvería.
Ahora iba a hacer el bien en cada vida en que había traído dolor.
No obstante, volvía a cometer pecados y errores, porque todavía no albergaba conciencia espiritual.
Hacía la transición de una vida en otra.
Pero ya no estaba abierta al asesinato y a la animalización.
Había aprendido algo en todas esas vidas, y esas posesiones estaban en ella.
Tenía que restablecer este equilibrio ahora, y lo haría; se había quedado rezagada miles de años respecto del organismo material.
En todas las vidas que iba a vivir ahora preguntaba: ¿por qué y para qué he de sufrir así?
Dios mío, ayúdame, estoy siendo pisoteada y mancillada.
Una miseria era sucedida por otra.
Esta alma ya había vivido en todos los países de la tierra, y en todas partes había llevado dolor.
Sin embargo, este ser humano alcanzaría su final, aunque esta alma seguía habiendo recibido.
No tenía nada a cambio de todo lo que Dios le había dado, había hecho por ella, porque esto no había sido posible en todos esos miles de siglos.
¿Cómo fueron todas esas vidas?
¿Qué se aprende un una sola vida en la tierra?
Nada, ¿verdad?
¿Qué provecho sacó esta alma de todas esas vidas?
Aun así, ella volvió a hacer cosas malas, ahora albergaba el sentimiento basto material.
No obstante, también hacía cosas buenas, porque en cada vida se han hecho cosas buenas y malas.
Y lo dije: aun así esta vida despertó, hizo la transición en otros sentimientos, más elevados.
Había muchos rasgos en ella, pero todos ellos tendrían que convertirse ahora en rasgos espirituales.
Para eso hacían falta vidas, y en ellas tendría que alcanzarlo esta alma.
Dios es un Padre de amor.
Qué grande es la gracia que recibe el ser humano.
Recibiremos todo lo que posee la tierra.
Viviremos en todos los rangos de la sociedad y todos nosotros nos creamos un estado propio.
Todos intentamos avanzar en la tierra para conquistar un mundo existencial, y esto ocurre conforme vayamos despertando.
Así continuamos, cada vez más.
También esta alma despertaría interiormente y haría la transición en una última vida en la tierra.
Esta alma había vivido milagros y problemas, y ahora se encontraba ante su último problema.
Ahora el alma haría la transición en plena conciencia, y esa espantosa profundidad tomaría conciencia, ahora, después de esas muchas vidas, despertaría en el espíritu.
Como última encarnación hizo la transición en el cuerpo materno y conservaría esta vestidura como sintonización cósmica.
Así que pasaron decenas de vidas más en dolor y miseria.
No quiero seguirlas, ahora voy a pasar a su última vida.
Ya dije: emergió la profundidad de la vida de su alma, la naturaleza recuperó el equilibrio y viviría ahora las demás cosas que había en ella, tendría que vivirlas, porque su interior y el organismo material eran uno solo.
Así que ahora su espíritu entró conscientemente en la última vestidura material.
Si hablo ahora de conciencia, no significa que tuviera conciencia de todas estas vidas, sino que su interior estaba despierto y consciente.
Esta niña nació y ya en su juventud sus padres sentían que tenía que ser especial.
En ella vivía una ingente fuerza, lo último que le quedaba por enmendar.

Ahora quería experimentar cosas.
Ese sentimiento era efervescente y parecía imposible extinguirlo, ese sentimiento era el intelecto de un ser dotado.
Vivía algo en esta alma que la despertó.
La chispa divina avivó su llama interior hasta gran altura, pero aún no había posesión espiritual.
Lo que ella había vivido, en todos esos miles de siglos, era enmendar todos sus pecados anteriores.
Solo había vivido su karma y no había podido hacer nada por ella misma.
Así que no podía asimilar nada, porque su deuda era más grande de lo que podía recibir y asimilar, y de lo que es posesión espiritual en nuestra vida.
¿Comprendes para qué estuvo en la tierra?
Su vida interior seguía estando cientos de años atrás.
En esos siglos, el organismo material había estado por delante, muy por delante de la vida interior, y ahora ella tendría que convertirse en algo.
Y lo hizo, se creó una vida propia, creó arte y en esa vida se hizo famosa y la llevaban en palmillas, pero nuevamente pereció.
Otra vez pereció, porque aún no albergaba amor inmaculado, aunque hubiera completado su ciclo material.
En esa última vida se perdió a sí misma, no había sabido asimilar ningún amor espiritual.
En esa vida no tuvo hijos y entró aquí a edad avanzada.
Cuando despertó, vivía en otro mundo y era nuestro infierno, así que ella había creado su propio infierno.
Lo había ido construyendo y lo había vuelto a demoler en todas esas vidas.
Te lo he aclarado.
En esta última vida no había sabido liberarse.
Aún albergaba tinieblas, aún no poseía luz interior.
Despertó profundamente emocionada.
A su lado vivían personas que eran como ella.
Aún así había algo en ella que la hacía despertar y por lo que iba a empezar otra vida.
Su madre, que había hecho la transición desde hace tiempo, la atrajo a otro estado, y ella vio y comprendió cuánto mal había hecho.
Luego volvió a la tierra y vio dónde había vivido.
No sabía ni entendía nada de todas sus vidas anteriores.
Tampoco era posible, ni siquiera se conocía a sí misma.
Su madre la ayudaba y seguía rezando por ella.
Pasó medio siglo, entonces se hubo desprendido de las esferas tenebrosas y entró en las esferas de luz.
Pero ya entenderás, André, lo que tuvo que hacer para eso.
De este lado tomó conciencia de su propia vida.
Aquí se le enseñó cómo había vivido.
No fue sino antes de llegar a este lado que le entró remordimiento, y en ese estado se le podía alcanzar.
Cuando entró en la primera esfera, despertó su sentimiento espiritual más elevado.
Rezaba ahora a su Padre y le daba las gracias por todo.
Pero había algo que hacía incrementar su remordimiento, porque no había hecho nada, nada para toda esa gracia.
No había dejado nada en la tierra, solo se había desfogado y había recibido miles de cosas de Dios.
Solo se había liberado de las tinieblas y había hecho la transición en la luz.
Ahora rezó muchos años seguidos y pedía a Dios que se le concediera volver a nacer en la tierra y poder hacer allí algo a cambio de toda esa riqueza que había recibido de Él.
Siempre siguió rezando.
¿Escucharía Dios esta oración?
Porque de lo contrario no podría liberarse de este remordimiento.
Y nuevamente Dios acude en ayuda de esta alma.
Sus seres queridos, que la habían seguido de este lado, sabían adónde se dirigía.
Depondría su gratitud en algo en la tierra y llevaría a cabo una tarea.
Ayudaría a que la tierra avanzara, llevando alimento espiritual al ser humano, porque le hace falta, el ser humano perecía debido a tantas cosas materiales.
Así que ella llevó eso a la tierra y se entregó por completo.
Ponía su felicidad del alma en todo.
Sabía de una vida posterior, albergaba posesiones espirituales.
En estas posesiones despertaría como niño.
Cuando su vida estaba por empezar, ya se le había infundido alma por su propio sentimiento, por el remordimiento que había en ella.
Así que esta vida se completaba en el espíritu.
Luego volvió y continuó de este lado.
Te enseño los destellos de un alma, André, de un ser humano —ya te lo dije— que conocí.
No son cuentos chinos, sino que a esta alma me la encontré una y otra vez en la tierra, y ahora vive en mi propia esfera.
Con miles de ellos vivía en la tierra en mi tiempo, allí nos encontramos y nos volvimos a perder.
Ahora ella vive en la quinta esfera y es un ángel en el espíritu.
Dios es amor.
Dios lo sabe todo y es justo.
Todo el dolor, la enfermedad y la miseria ha pasado ahora, y se elevará más y más y hará la transición en otro planeta.
Volveremos a vernos en el cuarto grado.
Sabemos allí que tenemos que deponer tantas vidas, porque la vida allí no sería perfecta si no lo supiéramos y si este sentimiento no estuviera en nosotros.
Todos continuamos.
Algún día Dios nos estará esperando y dirá: “Miren, hijos míos, el cielo los espera.
Velo por todos ustedes”.
Entonces el alma llora de felicidad, porque Dios, nuestro Padre, es tan bueno.
Y ahora que vamos a conocer ese gran problema nos desplomamos y no sabemos cuánto agradecimiento sentiremos.
Es la vida terrenal, André, y lo experimenta todo ser humano.
Así tiene que ser o no volverán al Omnigrado.
Tenía que decírtelo y aclarártelo si quieres recibir una idea de la vida material o espiritual o interior en la tierra.
Pero también es solo para la tierra, solo la tierra posee lucha, pena y miseria.
Es para hacer la transición de la vida preanimal en la espiritual.
¿Todo esto te queda claro, André?
—Sí, Alcar, pero hay unas cuantas cosas más que quisiera preguntarle.
Esa atracción ¿ocurre en todas las vidas?
—Sí, desde los primeros pecados y errores el ser humano va a comenzar con su propio karma.
Es eso lo que quieres decir, ¿verdad?
—Sí, Alcar.
Es asombroso cómo todo eso ocurre y está determinado.
¿O sea que en cada nacimiento está determinado cuándo morirá el alma y cómo morirá el ser humano?
—Sí, es una ley y también eso está determinado, pero cómo hará la transición y por qué razón no tiene nada que ver con eso.
La vida va y viene cuando se la llama.
—Qué profundo es el ser humano, Alcar, no me lo esperaba.
¿Quién podrá seguir esto?
—Podemos seguirlo en las esferas.
No puede escaparse ningún pensamiento que se haya enviado.
Todos ven su propia película vital y la puede percibir todo ser humano que haya alcanzado la cuarta esfera, lo has experimentado en el templo del alma.
—¿Cuántos padres y madres no hemos tenido entonces, Alcar?
—Miles, hijo mío, pero la paternidad y la maternidad solo tienen importancia para la tierra.
De este lado se disuelven en el amor universal.
Ya te lo aclaré hace mucho tiempo y por lo tanto no hace falta que ahonde más en ello.
—Sin embargo es un gran misterio para la gente en la tierra, Alcar.
—Seguirán siendo problemas y milagros para ellos, para otros fantasía, pero pertenece a nuestra vida, todo lo que te mostré y aclaré pertenece al renacer en la tierra.
—¿Es posible que haya personas que adquieran conciencia espiritual ya en la tierra?
—Vaya que sí, muchísimas.
El alma de la que te hablé no despertó sino hasta llegar de este lado, pero otros alcanzan ese punto en la tierra y entran conscientemente aquí a las esferas de luz.
Hay millones de seres que en la tierra ya viven en un estado espiritual y han asimilado esa sintonización allí.
—¿Ocurre esto también en estado normal, quiero decir, no cuando ellos así lo piden?
—Sí, André, hay millones de seres humanos que han alcanzado este punto en la tierra.
—Si le he comprendido bien en todo, más adelante las religiones se disolverán y solo fueron dadas a la tierra para que el ser humano tuviera un asidero.
—Así es, pero ¿no lo sabías ya hace mucho tiempo?
—Sí, Alcar, pero ahora me queda tan claro.
Todo lo que se dio al otro lado en todos esos siglos ¿ocurrió con un propósito fijo?
—Sí, te lo aclararé en nuestro siguiente viaje.
Todo y todos los pensamientos elevados nacieron de este lado.
—¿También su arte?
—También mi arte, porque yo formaba parte de eso, así como todos los maestros que en esos tiempos vivían en la tierra.
—Qué asombroso, Alcar.
—No olvides que la tierra es el único planeta en que se vive una profunda pena.
Hemos podido seguir este desarrollo.
La gente desconoce su propia vida y la muerte aún sigue siendo para ellos un espantoso monstruo.
La muerte amarga la vida en la tierra y los priva de todo valor para aprovecharla para algo.
La muerte rompe toda la energía, y ellos se entregan a eso.
Sin embargo, esto tiene que disolverse y solo cuando puedan aceptar, habrá sosiego y alegría en la tierra y pensarán en un reencuentro de este lado.
Quienes acepten esto pueden estar tranquilos y felices, y sintonizarse de manera muy distinta, aunque hayan perdido a sus seres queridos.
Algún día volverán a verse aquí.
Sin embargo, algunos tienen que hacer la transición antes que otros, pero cuando una madre se queda atrás sola, el padre puede visitarla desde aquí, puede apoyarla y ayudarla en la tierra.
Todo esto es posible; si quieren ahondar seriamente en todos estos problemas y milagros, nace una estrecha conexión y llegan a conocer la vida del espíritu.
Algún día llegará, pero entonces habrán pasado algunos siglos.
—¿Dónde estamos ahora mismo, Alcar?
—En otro país, André.
Seguimos planeando siempre y de un país o continente hemos pasado a otro.
No obstante, no te diste cuenta en absoluto.
Seguí un solo camino y me llevó a esos lugares y ciudades de que te conté y donde vivía esta alma.
Tú, sin embargo, me escuchabas, y por lo tanto no podías percibir.
—¿También eso habría sido posible, Alcar?
—Sí, por supuesto, habría podido conectarte con todas esas vidas, pero ahora no me pareció necesario, te habría superado.
—Quiere decir usted como en nuestro viaje anterior, Alcar, cuando me conectó con su propia vida, ¿no?
—Sí, eso quiero decir.
—¿Cómo he de procesar yo mismo todo esto en mi interior, Alcar?
—No temas que toda esta vida te asalte, te ayudaré con ello y te será más fácil que cuando volvías de tu viaje anterior.
Ahora tienes conciencia de nuestra vida y también puedes procesar todo, por más profundo que sea.
—¿En general la gente no puede procesarlo?
—Para penetrar hasta los problemas espirituales más profundos desde la tierra, sin ayuda espiritual, André, hace falta en primer lugar un poderoso sistema nervioso, pero sobre todo la sensibilidad para todas estas leyes.
Un erudito, o quien sea en la tierra, no puede alcanzar esta profundidad sin conexión espiritual.
Se tiene que sentir y tienen que poder deponer su propia personalidad.
—Soy tan feliz, Alcar.
Ay, si se me concediera ahora contarle esto a la humanidad, y si me ayudara desde este lado.
Rezaré por que se le conceda recibir esa gracia.
—Todo esto es muy hermoso, André, tal vez llegue, pero primero tenemos que dejar constancia de todo esto.
También eso es un gran trabajo, pero lo recibirás.
Es la intención de los maestros que se lo traigamos a la humanidad.
Es posible ahora, porque muchos anhelan el alimento espiritual, y lo recibirán, estamos dispersos por la tierra entera.
Muchos están haciendo cosas en la tierra, al igual que yo, y trabajan por medio de instrumentos, médiums todos ellos que tienen que llevar a cabo una tarea.
Todos estamos agradecidos con Dios de que se nos conceda hacer esto, porque ahora podemos estar agradecidos al comprender cuál es el propósito de toda esa pena, de todas esas enfermedades de la tierra.
Ahora estamos despiertos y somos conscientes.
Qué agradecido estoy de que se me haya encomendado esta tarea, ¡cómo me he preparado!
Durante doscientos años sintonicé con todos estos estados.
Te hablaré de esto en nuestro siguiente viaje.
Ahora hay gente en la tierra que pertenece a los seres de sentimientos, quieren ahora recibir, porque las religiones no les dan lo que quieren, no les dan aquello que necesitan.
—Dijo usted, Alcar, que todas esas religiones se disolverán, pero ¿qué trajo Cristo entonces a los seres humanos?
—No compares la vida de Cristo con una religión, André.
Nuestro gran maestro trajo amor y fe en Dios.
Lo que trajo Cristo es para todos los planetas hasta el grado más elevado, pero es la séptima mentalidad cósmica.
No puede morir, no se puede matar, es lo que nos infunde alma a todos, es la vida sagrada de Dios.
Cristo se trajo a sí mismo, trajo la vida divina.
Solo podemos alcanzar a Dios por medio de Él, no por medio de nada ni nadie más.
Todas esas religiones se disolverán, porque no poseen el núcleo verdadero y porque los clérigos se colocan en pedestales.
Esto permanecerá, André, es eterno, porque es perfecto, por medio de Cristo llegaremos a conocer y comprender a Dios.
—Si le he comprendido bien en todo, Alcar, no vive en la tierra ser humano alguno que esté libre de pena, ¿no?
—No, no es posible, pero solo los que se conozcan y que tengan que llevar a cabo una tarea en la tierra saben que no tienen que ver como pena lo que viven, sino que es para despertar y enmendar.
Eso cambia todo y ya no será pena, sino una gracia.
Pero todos esos millones de personas viven en este estado porque así es su sintonización, y porque no quieren pena ni saben nada de un pasado.
—En todos esos grados, hasta el grado más elevado de organismo material, hay gente que vive en ciudades y pueblos y en todos los rincones de la tierra que por lo tanto tiene pena y miseria, ¿verdad?
—Muy bien, así es.
Cada uno vive en su propio estado y ese estado es su sintonización cósmica, es decir, han aceptado otra vida y enmiendan lo que es su karma y para lo que están en la tierra.
No hay seres humanos en la tierra libres de sentimientos, es imposible que los haya.
Entonces ya no estarían en la tierra, sino de este lado, o ya habrían alcanzado las regiones mentales, para ser atraídos por el cuarto grado cósmico.
No es posible, por lo tanto, que en la tierra vivan personas libres de toda pena, por lo tanto no encontrarás ser que no conozca pena.
Cuando conocen y pueden aceptar todos esos grados cósmicos, esa pena es otra, porque entonces es enmendar lo que algún día hicieron mal y saben que después vendrá la felicidad y el sosiego, y que será así eternamente.
Dios conoce a todos Sus hijos.
No permitirá que uno de Sus hijos reciba tristeza innecesaria.
Aun así, la gente piensa y dice que Dios les dio y les impuso esa pena, pero nosotros no nos dejamos engañar.
Hemos llegado a conocer nuestra propia vida y sabemos que no es Dios quien nos impone esa pena, sino que es causa y efecto, es enmendar lo que algún día hicimos mal.
Si la gente en la tierra pudiera aceptarlo y comprenderlo, si pudieran resignarse ante todo esto y lo vivieran de manera natural, esa profunda tristeza pronto se disolvería.
La gente piensa que Dios castiga, pero nosotros sabemos que Él no puede castigar, sino que el ser humano ha transgredido las leyes naturales y que tiene que volver a entrar en armonía con ellas.
Esas fuerzas y leyes naturales lo blindan para elevarse y son las pasiones innombrables y la pena infligida a otros.
Precisamente por eso el ser humano atrae las leyes en que reside ese trastorno espiritual, porque tienen que ser enmendadas.
Gracias a Dios que esto ocurre, o nos quedaríamos a vivir en este pozo de miseria y no nos elevaríamos jamás.
Ahora que sabemos lo que es el amor, el sosiego y la paz, y que Dios no conoce pena ni miseria, el ser humano tendrá que disolver todas esas cosas espantosas.
Te he aclarado ahora cómo sucede y no hay ser humano que pueda liberarse de esto, que pueda eludirlo, porque nosotros mismos lo atraemos.
Todo en la tierra parece horroroso, pero cuando empecemos a conocer la vida, todo será diferente y natural.
Pero ¿cuántas personas no hay en la tierra que no saben nada de una vida eterna?
No sienten nada de todas esas leyes y se burlan de quienes hablan de estos milagros.
¿Entiendes qué pobres son estos seres?
Gracias a Dios que ahora es nuestro tiempo, que se nos conceda volver a la gente para decirle que estamos vivos.
Sabemos ahora lo que puede ser y lo que será, vivimos ahora en esos tiempos y nos hace felices a todos aquí.
Ay, esa pobre gente que no se conoce a sí misma y aún no sabe que todo es amor y que Dios es un Padre de justicia.
Dios percibe cómo la gente se olvida, pero conoce a todos Sus hijos.
Sin embargo piden felicidad y posesiones terrenales, aunque desconozcan la profundidad de su propia vida.
No quieren tener nada que ver con el pasado, quieren vivir y ser felices, porque todos tienen derecho a la felicidad.
Cada segundo nacen personas en la tierra, pero precisamente lo que tenía que ocurrir es que hubiera gente que despertara y naciera interiormente.
El ser humano interior se ha extraviado y sigue así.
La tierra es un paraíso, Dios lo quiso así, pero el ser humano ha convertido este paraíso en un horroroso infierno.
Pobre gente, pobre tierra, pero en ella hay vida, y allí está la vida de Dios.
La tierra se lo da todo a la gente, a quien ella dio un lugar para poder vivir.
Pero ¿cómo actúa la gente?
Te habrá quedado claro, André, que no hay nada en la tierra ni de este lado sin que lo haya realizado la gente.
No hay pena si no la han querido ellos, si no la han creado.
¿No he demostrado, acaso, en decenas de estados, que es nuestra propia culpa lo que hemos hecho en otras vidas?
¿No he demostrado que tiene que haber un renacer, que de lo contrario no podríamos seguir por el camino eterno?
¿Qué todo está determinado y que esos empujes han nacido en nuestro interior y por medio de nosotros?
¿Hay algo contradictorio en todo lo que has percibido?
Quien se abra honestamente y se entrega por completo lo sentirá y comprenderá, percibirá causa y efecto.
La sencillez de Dios está en todo y lo mantiene todo en pie.
Depende de nosotros llegar a conocer y asimilar esa sencillez.
Una cosa nace de la otra.
Lo que el ser humano posee hoy, mañana lo volverá a perder.
Todo esto, no obstante, lo hace despertar y entonces sentirá que hay una ley que está haciendo que se pliegue.
Cuando pueda hacer esto, habrá llegado a ese punto y la vida en la tierra no habrá sido en vano.
Algún día todos llegarán a estar de este lado y la gente estará ante todas estas leyes.
Entonces verán que nuestra vida es verdad y que hemos dicho la verdad.
Solo entonces estarán agradecidos por lo que han recibido en la tierra desde este lado.
Ahora la humanidad recibe una idea de la creación, por la tierra entera incidimos ahora en la humanidad.
La gente en la tierra ha de saber que sus seres queridos están vivos y que volverán a ver a sus padres.
Han de saber que en la tierra tienen el control de su propia felicidad, han de sentir que la vida allí no es más que temporal.
No pueden imaginarse una felicidad más grande.
Estén donde estén y vivan donde vivan, sea cual sea el estado en que se encuentren, no hemos comprendido el paraíso como Dios nos lo dio a nosotros los seres humanos.
Algún día habrá felicidad y llegarán a conocer a su Padre de amor y sabrán que ellos mismos tienen la culpa de todo.
Es difícil y sin embargo también nosotros hemos tenido que aceptarlo.
Por más terrible que sea su vida en la tierra, en algún momento llegará el día en que inclinen la cabeza y den las gracias a Dios por todo.
Solo entonces comprendan que ellos tienen la culpa de su propia desdicha.
¿Has podido seguirme en todo, André?
—Sí, Alcar, doy gracias a Dios por lo que se me ha dado.
Ahora que sé todo esto, comprendo el paraíso y voy a entender mejor a estas dos personas, como Adán y Eva, y todo lo que figura en la Biblia.
—Esas mismas dos personas, André, siguen representando la humanidad en la tierra.
Entonces comenzó, por lo menos para los eruditos, la creación.
Tendría que comenzar y para eso servían dos personas, y esas dos personas eran Adán y Eva.
Ya te he hablado de eso.
Síguelos y mira, seguimos viendo a ambos seres juntos, avanzan cada vez más, de un siglo en otro, y no llegan a conocerse ni a comprenderse.
Estas dos almas representarían la creación.
Se le pondría un ejemplo al ser humano, y en ese tiempo eran estos dos seres humanos.
Entonces habló Dios, pero eran seres que ya vivían de este lado y que traían este mensaje.
Esa historia fue dada, pero siguen sin haberla comprendido.
Hay verdad en todo lo que en ese tiempo se trajo a la tierra y surgió en materia espiritual, pero a esa verdad se le ha privado del núcleo.
Adán y Eva eran la capacidad que crea e impulsa, y estas posesiones están aún en el ser humano, nada ha cambiado.
Adán y Eva siguen viviendo en la tierra y han sido expulsados del paraíso, porque siguen sin volver en sí.
El ser humano en la tierra no ha cambiado en nada, y todavía muchos siglos después hablarán sobre estas dos personas y no comprenderán que viven en un estado idéntico que el de ellos.
En la Biblia figuran muchas cosas parecidas y cuando se ve y entiende su realidad, y se conoce la intención de quienes lo llevaron a cabo, se sentirá la sagrada realidad, pero entonces todo será diferente.
Los que contribuyeron a esto no han comprendido este mensaje.
—Qué pena que lo hayan comprendido todo mal, Alcar.
—Sí, André.
En la tierra, el ser humano no quiere comprender.
Cristo llegó, y esto ya se había predicho desde siglos antes y cuando llegó, la gente lo vio como un ser humano normal y clavaron en la cruz al ser humano más sagrado que haya vivido jamás.
Aun así, la vida y fe de Cristo permanecen, porque proviene de lo divino, Cristo era como Dios y trajo este mensaje a la tierra.
Ya te he hablado de eso, y te habrá quedado claro.
—¿Sabe lo que es bueno y lo que no es bueno en la Biblia?
—Sí, pero tú también puedes saberlo, puedes sentirlo, André.
Quien ame la vida entrará en las esferas de luz.
Quien destruya la vida descenderá en las tinieblas.
Percibe lo que trae el amor, lo que es el amor inmaculado y acéptalo, acepta todo lo que figura en la Biblia.
Pero no la pasión, no la destrucción, no la miseria, no el egoísmo ni el amor propio, solo el amor que sacrifica, del que habla Cristo.
Todo lo otro es trabajo de humanos, lo han creado los eruditos y carece de importancia.
Cristo se trajo a sí mismo y se sacrificó por la humanidad, sabía de antemano lo que ocurriría.
Sin embargo, Cristo vino a la tierra para hablar de nuestro Padre en el cielo.
Solo por medio de Cristo podemos alcanzar las esferas divinas.
—¿Ya tenían las personas de esos tiempos conexión con el otro lado, Alcar?
—Esa conexión espiritual siempre existió, André.
Desde el momento en que el ser humano astral ya no pudo volver a la tierra.
Desde ese momento empezó la vida en la tierra y el ser humano espiritual intentó entrar en contacto con los que aún no habían completado su ciclo material.
Fueron pasando los siglos, pero cuando nacieron las esferas de luz, cuando dentro de ellos y a su alrededor se hizo la luz, cuando sintieron y comprendieron que vivían en el Omnigrado y que era posible elevarse más, volvieron a la tierra a toda prisa para convencer a sus hermanas y hermanos en la vida material.
Sabes que es posible y tampoco en esto ha habido cambio alguno.
Miles, no, millones de seres conmigo no hacen otra cosa en este instante.
Ya entonces trajeron el mensaje de la vida eterna.
—Oí, Alcar, que se le quitó la vida a mucha gente, simple y sencillamente porque hablaban de otra vida o fe.
¿Es verdad?
—Sí, André.
Fue espantoso en esos tiempos.
Pero hace no demasiado tiempo a todos los médiums se les quemaba vivos y se les mataba cuando hablaban de cosas de las que el resto de la humanidad no sabía ni entendía nada.
Sin embargo había muchos que, a pesar de saber que tarde o temprano también ellos serían liquidados, se abrían a sus ayudantes invisibles, o sea, a los seres astrales que hablaban por medio de ellos.
No había en ellos miedo a la muerte, no había miedo a la destrucción, todos sabían que tarde o temprano morirían.
Ni uno solo de ellos se escaparía y sin embargo se mostraban disponibles.
Todos tenían animación, en ellos vivía el fuego sagrado de Cristo, residía ese inmaculado amor que se sacrifica.
Pero cuando hubieran completado su tarea en la tierra les esperaba una gran felicidad.
A miles de personas les bastó lo que decían para ser liquidados.
Fue un tiempo horroroso para la tierra, pero ¿qué ocurre ahora?
Ahora la gente ha llegado al punto en que ya no destruyen a nuestros médiums, pero en varios países eso aún no ha cambiado nada.
En muchos países hay gente que mancilla nuestro trabajo y el de miles de otros.
¡Ay, cuando esos seres entren aquí!
Estos seres humanos olvidan que para este trabajo millones de personas han dado su sangre y su propia vida.
Cuando hay seres humanos en la tierra que se hacen pasar por algún profeta u otro, es cosa de ellos, pero si por eso hay un solo ser humano que recibe pena y dolor y que es privado de la fe en Dios, les esperarán las tinieblas, porque tendrán que enmendar esa pena.
Miles abandonaron la vida terrenal debido a que hablaban de un Dios de amor y porque estaban en conexión con este lado.
Ahora, André, la humanidad ha avanzado un poco más, o también tú habrías estado de este lado desde hace tiempo.
—¿Me aniquilarían, André?
—A ti y a todos los demás médiums que trabajan para nosotros.
—Estoy dispuesto, Alcar, a dar mi vida para todo esto, que me maten.
—Ya no ocurrirá, pero te agradezco mucho estas palabras, a ti a todos los que se atreven a hablar así.
No, hijo mío, esos tiempos ya pasaron.

Hemos avanzado un poco; ha cambiado el ser humano interior y exterior, así como el planeta tierra.
—Ahora que sé todo esto, Alcar, qué poco es entonces el progreso; hemos avanzado miles de años, ¿no?
—Sí, así es.
No hemos progresado mucho y sin embargo muchas cosas han cambiado.
Ahora, en tu tiempo, ya no se mata a los médiums, pero son objeto de burla y mofa.
¡Ahora todo es trabajo del diablo y viven con él bajo un mismo techo!
Mucha gente maldice y grita, pero si los dejaran hacer, te lo aseguro, te sacarían a rastras de tu propia casa y te matarían.
O sea, la humanidad ha llegado al punto en que lo prohíbe.
—¿Es por eso, Alcar, que se incide tanto desde el otro lado y que se da todo ese alimento espiritual?
—Sí, André.
Ahora es posible traer alimento espiritual a la tierra.
El actual siglo es el de los milagros técnicos y del desarrollo espiritual.
Ahora podemos convencer a los que estén abiertos a ello de una eterna pervivencia.
Hace algunos siglos todavía no era posible, porque no hace tantísimo tiempo que mataban a nuestros médiums.
Vuelve la vista atrás y mira qué cerca está eso de nosotros.
—Qué lenta es entonces esa evolución, Alcar.
—No es posible que sea más rápida, hijo mío.
Esto se puede seguir en la tierra.
Tomó millones de años antes de que la tierra estuviera lista como planeta habitable.
Hicieron falta millones de años para que los primeros seres humanos vivieran en la tierra y tomó otros tantos siglos para convertir esa vida en algo.
Lo volvemos a ver en toda la creación.
—No comprendo, Alcar, que haya tan pocas personas que entiendan algo de una eterna pervivencia, si hay millones de ellas en la tierra.
No conocen la muerte.
No saben nada de una pervivencia.
El renacer es algo repugnante para ellos, y tener que volver es lo más espantoso de todo.
Los eruditos hablan de condena eterna y de quemar eternamente, y meten miedo a la gente.
Todo es espiritualmente tan limitado e insensible.
—¿No te queda claro eso, André?
—No, Alcar, no comprendo nada.
—Olvidas que el ser humano interior aún tiene que nacer.
—Pero, la tierra tiene billones de años, ¿no?
—Cuando hablo de millones de años, suena como algo imponente, y sin embargo no es más que un solo segundo en la eternidad.
Nosotros de este lado conocemos la creación y sabemos lo difícil que es alcanzar algo en la tierra.
Cada desarrollo es lento, sobre todo en el espíritu no es tan sencillo.
La tierra tiene billones de años, pero solo ahora, en tu tiempo, comienza el siglo espiritual, solo ahora es posible hablarles de pervivencia y de milagros.
Sigue el ser humano en la tierra y verás y comprenderás que nos encontramos en este estadio.
—Es increíble y sin embargo no me queda más que aceptarlo.
—En efecto, tienes que aceptarlo, porque la humanidad no ha avanzado más.
¿Qué poco ha pasado desde que los maestros en el arte vivían en la tierra?
Primero llegaron las artes plásticas, luego los pintores.
Tres siglos para el arte.
En esos siglos los espíritus trajeron el arte a la tierra.
—¿Espíritus, dijo?
—Sí, André, porque todos estos maestros nacieron para eso.
Este imponente acontecimiento se dirigió desde este lado.
Todos estos artistas eran instrumentos, estaba determinado en el gran plan.
—¿Acaso estos artistas sabían que eran instrumentos espirituales, Alcar?
—No, André, no sabían ni comprendían nada de eso.
Y sin embargo algún día todos ellos vivieron de este lado y volvieron a nacer para eso.
Te contaré más sobre esto en nuestra siguiente travesía.
Lo que me interesa, sin embargo, es esto.
Quiero demostrarte que aún no hace mucho tiempo de esto, y que solo en estos tres siglos fue posible llevar arte a la tierra.
Todos los maestros en la música vivieron de este lado.
Yo viví de este lado, volví a nacer y cuando hube terminado mi tarea, volví a las esferas, pero mi arte estaba en la tierra.
¿Y para qué es todo esto?
Para elevar a la humanidad hacia lo más elevado, André.
A la humanidad le hacía falta algo hermoso.
Eso se comprendió de este lado.
Se trajo el arte para el ojo y para el corazón y para el ánimo.
Nuestro arte es palpable y visible, la obra de los compositores, en cambio, solo se puede percibir.
Así despertaría la humanidad.
—¿E hizo despertar a la humanidad, Alcar?
—No a todos esos millones, André, pero sí a decenas.
—¿Para eso se hizo tanto esfuerzo?
—Nos sacrificamos por un solo ser humano, hijo mío.

Sabemos que no podemos alcanzar millones de personas.
Un solo ser humano vivo, André, los demás son muertos en vida y aún no se les puede ayudar.
Una sola criatura y esa criatura es de Dios, esta criatura quiere despertar y para eso venimos ahora a la tierra, para convencer a este ser de una pervivencia eterna.
Nosotros de este lado sabemos lo que se puede y lo que no es posible.
Tú aún no puedes comprenderlo.
Tampoco comprendes que no acepten el renacer y que hablen de condena y de arder eternamente.
Sin embargo sabemos todo esto, conocemos a todas estas personas y sabemos hasta dónde han llegado.
¿Pensabas, André, que te recibirían con los brazos abiertos?
Esto no se comprende, André.
Pero dentro de algunos siglos llevarán nuestro trabajo en palmillas, aunque entonces ya llevarás mucho tiempo de este lado.
Continuaremos aquí, porque otros seguirán con nuestro trabajo.
No será sino al llegar de este lado que comprendas lo grande que es nuestro trabajo.
Todos los maestros en el arte lo han comprendido, pero lo que traemos ahora a la tierra sirve para su eterna felicidad.
Que si quieren aceptar todo esto es cosa de ellos, André.
Esto se da a la tierra y alcanzaremos a mucha gente.

A ti te parece extraño, a nosotros no, porque conocemos la vida en la tierra.
Ahora que vivimos de este lado vemos a través de todos esos fenómenos.
La humanidad aún no ha llegado tan lejos.
Sabemos, André, lo difícil que es convencer a la gente de algo más elevado.
Te repito: por eso estamos solamente al principio de la evolución espiritual.
Solo ahora, en el siglo XX, es posible contarles de nuestra vida.
Y es muy sencillo, porque aún no conocen la muerte.
A ver si puedes imaginártelo, André.
La tierra tiene billones de años, y aún no se conoce la muerte.
Cada segundo hay gente en la tierra que hace la transición y entra en esta vida.
Sin embargo, no ven más que la muerte y seguirán viéndola, porque interiormente aún no han llegado más lejos, porque no sienten otro mundo en su interior.
Y si sabemos que para eso hacen falta miles de siglos, ¿acaso todo esto es tan extraño?
Repasa en tu interior y siente lo difícil que es rectificar un solo error y deponerlo después.
Cientos de veces volvemos a cometer errores y pecados, y sin embargo los estamos deponiendo.
Pero no lo logramos, es casi imposible.
Al caer y volver a levantarnos una y otra vez llegamos a ese punto.
Incluso para cosas muy pequeñas pasa la vida terrenal entera, y sin embargo no lo hemos alcanzado.
Entonces llega la muerte y hacemos la transición.
Solo aquí vemos qué terrible ha sido nuestra vida.
De este lado empezamos a conocernos, y comprendemos que nos hemos esforzado por deponer todos estos errores.
También aquí estamos ante un mismo estado.
No hay ser humano ni espíritu que pueda ayudarnos en esto, lo tenemos que hacer nosotros mismos.
Dios nos lo dio todo, nos dio Su propia vida, Su sintonización divina.
Es cosa nuestra —ya te lo dije varias veces— aprovecharlo para algo.
Viviendo la vida llegaremos a ese punto.
Para eso hacen falta todos esos miles de vidas.
En una sola vida terrenal no alcanzamos nada, no podemos alcanzar nada.
Para eso recibimos todas esas vidas de Dios, y hacemos la transición de la vestidura masculina en el cuerpo materno.
En verdad, hijo mío, todo esto es una gran gracia.
—He hablado incluso con eruditos, Alcar, y la reencarnación se les hacía algo tan horrendo, la tontería más grande que pudiera pronunciar un intelectual.
Tener que empezar siempre como niño en la tierra, todos esos años que pasaban en vano, antes de haberse alcanzado la edad adulta, les parecía estrecho de miras.
“¿Qué provecho hay”, decían, “en ese breve tiempo que entonces vivían todavía en la tierra?”.
Muchos incluso hacían la transición siendo adultos.
Y luego ¿qué?
¿Otra vez a la tierra y de nuevo como niño?
Tan estrecho de miras no se imaginaban a Dios.
—Y ¿qué contestaste, André?
—Nada, Alcar, no dije nada, no podía contestarles.
Y eran eruditos, personas que han obtenido un grado.
Si no lo sienten ellos, ¿entonces quién?
—Esta gente no ha llegado hasta ese punto, André.
Sobre todo la vemos entre los eruditos.
La gente más sencilla siente y comprende más de todas estas leyes que los eruditos en la tierra.
Los teólogos hablan de la condena y del eterno arder, y también ellos son eruditos, han estudiado esto.
Todos estos seres, André, aún tienen que despertar.
Toda esa erudición carece de importancia de este lado.
Quien hable así muestra quien es y demuestra que este ser humano no tiene sensibilidad, fe ni respeto para todo lo que está presente en la creación.
Pertenecen a los muertos en vida.
—Y sin embargo en ocasiones esta gente es creyente, Alcar.
—También eso es posible, André, también esa gente vive en la tierra.
Aquí entran personas que no creen en ningún Dios y sin embargo albergaban luz.
De la tierra fueron directamente a la segunda esfera, y sabes lo que eso significa.
Aun así no creían en ningún Dios, pero en su vida en la tierra amaban la naturaleza y toda la demás vida, y la naturaleza es Dios.
Seguro que entiendes qué profundo es todo, y a la vez qué sencillo.
A toda la demás gente le parece horrorosa, no pueden aceptar los milagros espirituales y están ciegos espiritualmente.
Todo esto indica que no estamos más que en el inicio del desarrollo espiritual.
Todo se está gestando, André.
Ahora tiene que nacer el sentimiento humano pero espiritual.
Solo entonces podrán aceptarlo, y anhelan que se les conceda enterarse de algo de todo esto.
Así que deja que hablen tranquilamente y no te molestes por nada.
Continuamos.
De este lado podrás convencerlos, antes no es posible.
Entonces se quedarán con la boca abierta e inclinarán la cabeza.
Solo entonces, cuando hayan alcanzado las esferas de luz, podremos convencerlos de todos esos milagros y verán y vivirán para qué es todo esto.
El ser humano aún no ha alcanzado ese punto, André.
La tierra tiene billones de años, y sin embargo no significa nada.
La gente que vivió antes de Cristo, ¿estaba enterada de todos los milagros técnicos que se poseen ahora en la tierra?
Cuántos inventos no han nacido, pero solo ahora es posible eso.
Los eruditos, ¿ya habían avanzado tanto como en tus propios tiempos?
—Pero ¿cómo aclara entonces los tiempos egipcios, Alcar?
¿No había esa gente avanzado mucho?
—Te agradezco esas palabras, André, y que sepas algo de eso.
Sí, hijo mío, esa gente había avanzado mucho, muchísimo, pero esa alta civilización y ese alto conocimiento tienen una importancia muy distinta si sabemos lo que ocurrió en esos tiempos.
Pero también de esto te daré una explicación, aunque solo en nuestro siguiente viaje.
Entonces te aclararé y demostraré por qué esa gente había llegado tan lejos.
Te sorprenderás cuando te diga que estas personas ya no pueden nacer.
—¿Qué dice? ¿Que ya no pueden nacer?
—No, André, por lo menos ya no en este estado, para este acontecimiento.
La humanidad tiene que intentar ahora llegar hasta a ese punto por sus propias fuerzas.
También esto ya está en marcha, en varias materias de estudio ya han avanzado más.
Esa sabiduría se les dio en esos tiempos desde este lado, al igual que todo el arte que hay en la tierra.
Todo esto será muy extraño y asombroso para ti, pero también estos milagros los llegarás a conocer.
—¿Acaso no es difícil alcanzar algo en la tierra, Alcar?
—No, André, no es difícil, sobre todo no para los que se lo roban a otros y se enriquecen por la pena ajena.
Eso es muy sencillo.
Lo que nos importa a nosotros, sin embargo, es el desarrollo espiritual.
Hemos seguido a un solo ser humano en la tierra, hemos visto cómo vivió y se desarrolló espiritualmente esta alma.
Pero mira a todas estas personas.
Síguelos y ve cómo se crean un estado propio.
Cualquiera puede alcanzar esa riqueza si posee el sentimiento necesario.
¿Oyes lo que te digo, André?
El sentimiento, porque hay que percibir todo a fondo y poseer esto interiormente si se quiere poder alcanzar esa elevación material, ya sea riqueza, un puesto social y miles de otras cosas.
Lo crea el ser humano en sí mismo, en esos miles de siglos lo han asimilado.
Esto pertenece, sin embargo, al mundo de los sentimientos material.
En las muchas vidas que pasaron, todos esos seres humanos terrenales han llegado hasta este punto y pertenecen al mundo materialista.
Ahora seguirá y llegará el mundo espiritual.
Convertirán ahora todos esos rasgos y sentimientos materiales en los de la conciencia elevada.
Se liberarán del mundo material y empezarán a enriquecerse interiormente, o sea, espiritualmente.
Solo después de eso, André, llegará la concienciación.
Pero ya lo dije: hicieron falta para eso miles de siglos, y ¿cuánto tiempo toma actualmente el desarrollo espiritual, el deseo de una vida más elevada?
¿No vive toda esta gente como no podrían hacerlo ni los animales salvajes?
¿No hemos podido seguirlo y no te lo he demostrado ya?
¿De verdad no entiendes que miles de personas despertarán en el mundo material y una sola en el espíritu?
Y para esa persona única, André, para ella es todo este trabajo, todo este alimento espiritual.
Para ella venimos a la tierra, a este ser humano intentamos convencerlo de su pervivencia eterna, porque ahora es posible.
Aquellos otros, esos seres con sintonización material aún han de despertar y no se les puede alcanzar.
Lo sabemos, André, conocemos la mentalidad, la sintonización material, no, preanimal de todas estas personas.
Vemos cuánto han avanzado en su sendero cósmico.
No mires los billones de años que tenemos a nuestra espaldas, mira en el “ahora”, en el presente, y entiende lo que significa la vida terrenal.
Ahora es el siglo de los milagros técnicos, como ya dije, y del desarrollo espiritual.
Porque sin duda que es asombroso que ahora por la tierra entera se perciba esta incidencia espiritual.
No se le escapa a quien esté abierto a lo más elevado.
Los demás viven su vida terrenal y perecen en eso.
Quien piense tener que mancillar nuestro trabajo: es su propio criterio.
Los maestros, que hace siglos vivieron en la tierra, bajan la vista hacia ellos desde este lado y sonríen, porque saben y comprenden por qué vivieron como artistas en la tierra.
No fue sino de este lado cuando les fue quedando claro qué significaba su arte en cuanto a valor interior y espiritual, y por qué alcanzaban esa altura.
Aquí tomaban conciencia de todas esas leyes y todos esos milagros espirituales y comprendían el profundo significado de este milagro.
Porque también esto es un milagro que solo nosotros conocemos, aunque lo viva el ser humano interior en la vida terrenal y material.
Todo esto, André, fue dado a la tierra, y tendrán que asimilarlo los seres humanos.
Están al inicio del desarrollo espiritual.
Poco a poco el ser humano interior va despertando.
Solo ahora es posible traer alimento espiritual en que encuentren la profundidad de su propio interior y por el que empiecen a deponer toda esa parte basta material.
Cuando hablo de desarrollo espiritual, significa que la evolución humana ha llegado hasta ese punto.
Se habla ahora de civilización en la tierra y debido a que hay personas que hablan así, nos es posible alcanzarlas.
Están despiertas y tienen conciencia, están abiertas a la vida más elevada.
Se desprenden de toda la violencia, la pasión y la animalización.
Durante miles de años no pudimos alcanzar nada, durante algunos cientos de años ni siquiera habría sido posible.
Entonces se te quemaba vivo; ahora, en cambio, eres objeto de burla y mofa.
Pero eso no te hace daño.
En ti está la convicción de nuestra vida, la certidumbre de que has vencido la muerte y la bendita tranquilidad del espíritu.
Te desdoblas de tu cuerpo material y vives todo esto; sin embargo, también ellos se desdoblarán, pero eso significa que mueren en la tierra.
Volverás a la tierra con un tesoro en sabiduría espiritual.
Vivirás milagros y problemas de los que ellos no saben nada, que no pueden aceptar, porque aún no han llegado tan lejos.
Cuando en la tierra un erudito declaró que el planeta tierra giraba alrededor del sol, que seguía su recorrido y que no era el sol el que rodeaba la tierra, el mundo erudito entero también se burló de él.
Ahora saben mejor que eso, conocen estas leyes naturales e inclinan la cabeza ante este ser humano.
¿Te queda claro, André, por qué en la tierra viven tan pocas personas sensibles?
—Sí, Alcar, ahora me queda claro, gracias.
—¿Aún te quedan preguntas que hacerme?
—Sí, Alcar, hay cosas que aún no me quedan del todo claras.
—¿Y cuáles son, André?
—Habló del bien y del mal, y de los límites últimos.
Quería preguntarle: para el ser humano material, o sea, en esta tierra, ¿es posible transgredir estos límites últimos?
—Sí, desde luego, André.
—Y ¿también es posible esto, antes de que la vida interior haya alcanzado el organismo material más elevado?
—Una pregunta muy hermosa, André.
Sí, también eso es posible, porque te aclaré que Dios interviene, que acude en ayuda del alma que haya transgredido el límite último.
Te aclaré que esta alma llegó a tranquilizarse en el mundo de lo inconsciente, que se quedó profundamente dormida, porque esta vida dominante destruiría las fuerzas materiales.
—¿Cómo es entonces el empuje en la tierra, Alcar?
—El organismo material no puede procesar esas fuerzas diabólicas.
Todo esto es muy profundo, y sin embargo intentaré aclarártelo aún más.
El alma volvió al mundo astral y esperó allí para volver a nacer.
Ahora bien, este ser humano vivió durante esa última vida terrenal como un terror, así que transgredió esos límites últimos y entró en el mundo de lo inconsciente.
Si ahora siguiera inmediatamente un nuevo nacimiento, o sea, si no hubiera cuestión de descanso, entonces esta vida del alma produciría un trastorno en el embrión y la fecundación se interrumpiría.
¿Entiendes lo que significa?
—¿Quiere decir entonces que esa fuerza interior, la vida que infunde alma, destruiría el feto?
—Sí, hijo mío, es lo que sucedería, lo has entendido muy bien.
Y ha ocurrido porque la vida interior llegó a tranquilizarse.
Pero aceptemos ahora de una vez por todas que esto no fue posible, que la vida del alma permaneció en este mismo estado y que en este estado fue atraída por dos seres materiales.
¿Qué ocurriría entonces?
¿En qué estado estaría entonces la criatura al nacer?
¿Qué fenómenos veríamos entonces en esta criatura?
—¿Tal vez demencia?
—No, André, porque eso es conciencia espiritual y solo es posible en estado material adulto.
No es posible en el caso de un niño.
Pero escucha.
Los órganos materiales no pueden procesar esta alta tensión, por llamarlo así, y la criatura moriría de muerte antinatural.
El organismo material tendría que aceptar la muerte por asfixia y así vemos que ocurriría el contrario de la demencia.
Porque aquí no hay armonía, no podía haber armonía espiritual, porque dominaba la vida que infunde alma.
En primer lugar, destruiría el feto, pero en segundo lugar, estas fuerzas y esos empujes no están presentes en la creación, aún no hemos llegado a conocer ese empuje en nuestro largo recorrido.
La vida material no podría atraer a la vida que infunde alma, y la vida interior no podría descender, así que no habría cuestión de fecundación.
—¿Se sabe algo de esto en la tierra, Alcar?
—De todo esto no, pero sí de trastornos en el sistema nervioso, que bastan para que no sea posible la fecundación.
—Pero entonces también se puede aceptar esto, ¿no?
Pensaría yo que es un mismo empuje, ¿o no?
—Sí, André, es un mismo empuje idéntico, pero no quieren saber nada de una personalidad astral, o sea que aún no han llegado tan lejos, por lo menos no los eruditos.
Y es precisamente la personalidad astral la que domina, pero —hemos podido seguirlo— por medio de una ley natural o por medio de la ayuda de Dios, la vida que infunde alma llegó a tranquilizarse.
Si ocurriera de todos modos —ya te dije que no es posible—, veríamos unos fenómenos muy distintos y también llegaríamos a conocer otras leyes.
¿Qué piensas que ocurriría entonces?
—¿Si el alma volviera a nacer en ese mismo estado, Alcar?
—Sí, André, a eso me refiero.
—Pues, no lo sé, no puedo sentirlo, Alcar.
—Entonces te lo diré.
Si fuera posible, André, entonces cada ser humano en la tierra estaría enterado de todas sus vidas anteriores, conocería la muerte, comprendería la creación y miles de leyes y milagros espirituales más.
Porque el alma como vida interior y espiritual descendería conscientemente en la vida material.
En este caso, pues, en el embrión.
¿Te queda claro?
—Sí, Alcar, ahora entiendo este milagro y la posibilidad que tiene.
Es curioso.
—Pero ahora que la vida que infunde alma vuelve, lo que vimos en el primer estadio, tenemos que aceptar todo esto, estas leyes naturales.
Es un solo estado para seres humanos y animales.
Pero debido a que ahora la vida que infunde alma tiene que recorrer y aceptar este camino, también la personalidad entera desciende en la profundidad de esta vida del alma, y solo llegará a la concienciación conforme van pasando los años y va creciendo la criatura.
¿También esto lo comprendes, André?
—Sí, Alcar, es asombroso y sin embargo tan natural.
¿Ya me ha hablado de esto?
—Sí y no, aunque no hemos llegado aún hasta esta profundidad, ya te lo he aclarado.
—¿Conoce usted todos estos empujes de la vida del alma y de la vida material, Alcar?
—Sí, André, pero hay muchos de los que aún no te he hablado.
—¿Quiere decir la conexión con el embrión, Alcar?
—Sí, André, hay un tesoro en sabiduría en esto, tal vez algún día pueda aclarártelo.
—¿No está seguro de esto entonces?
—No, hijo mío, porque entonces podríamos llenar decenas de libros más, y esa no es la intención, ahora que en la tierra aún no se ha llegado hasta ese punto.
Me es posible aclarar, desde el cuerpo materno y por medio de él, a ti y a los eruditos en la tierra, el origen y el desarrollo del universo; pero no solo esto, sino también poder demostrarlo, por lo que llegarán a conocer todos estos milagros.
—Qué imponente me parece, Alcar.
¿Así que puede seguir siempre más?
—Sí, André, esta sabiduría es infinita.
El embrión me conecta con la creación, de principio a final, o sea, con el Omnigrado.
Podría mostrarte milagros y también aclarártelos.
Esto, por ejemplo.
En el embrión, en ese pequeño e insignificante feto que está en el cuerpo materno y se convertirá en el niño, ya está determinado en ese estadio, sin embargo, la creación entera.
Los eruditos en la tierra han llegado al punto de que allí vuelven a ver el estadio de pez humano.
Pero vemos más.
Vemos en él todas esas eras que ha vivido el planeta tierra, el sistema planetario, o sea, el universo, pero también todas las transiciones anteriores que la vida humana ha depuesto.
El embrión lleva dentro de él, por lo tanto, ese proceso de billones de años, está atado a él, André, es la creación.
—Qué asombroso, Alcar.
Si es posible que ya conozcan el estado de pez, ¿no pueden aceptar entonces los eruditos todas esas otras leyes que le suceden y que son anteriores a esto?
—No, hijo mío, aún no han avanzado tanto.
En el momento en que dos personas consideran llevar a cabo la conexión material, ya entonces es atraída la vida que infunde alma.
Y esta atracción vuelve a ser el primer estadio, el crepúsculo que percibiste en el templo del alma, en que inició el proceso de revelación.
Cuando Dios se reveló, se produjo un estado luminoso, en otras palabras: las tinieblas se disolvieron.
En el ser humano este fenómeno se manifiesta de la misma manera que cuando Dios se reveló, cuando este ser humano quiere crear.
Cuando el ser creador, o sea, el hombre, piensa en esto y lleva a cabo esa acción, crea un estado y ocurre algo que Dios quería en el proceso de revelación, y que hemos llegado a conocer allí.
En este mismo instante vemos que ocurre el proceso de revelación, o sea que Dios ha depuesto este proceso en las manos de un solo ser humano, el individuo creador.
Después de esta acción, de esta concentración de voluntad, el ser humano creó, y se produjo la fecundación.
El ser que sirve e impulsa aceptó este empuje, y se origina un milagro.
Ese milagro es el primer estadio de todo planeta, es transparente, pero empieza a densificarse.
Ya has de comprender que todo, absolutamente todo está presente en el embrión humano, que volvemos a ver en ello la revelación de Dios en forma espiritual y material, y que solo será perfecto cuando nazca la criatura.
Habrá ocurrido entonces en esos nueve meses lo que en la creación tomó billones de años antes de que el universo estuviera listo.
Por eso, André, el universo está presente en el cuerpo materno y puedo continuar hasta lo infinito.
Lo que ahora ocurre a cada segundo, puedo encontrarlo en el universo, en la vestidura materna y en el embrión, puedo aclarar y sobre todo demostrar el curso del desarrollo.
Así que cuando el hombre piense en esto —y por eso todo esto es sagrado— no hace otra cosa que lo que hizo Dios en el infinito, y que se convirtió en el universo.
El ser humano crea, porque da la vida a otro ser humano.
El ser humano crea en pequeño lo que Dios hizo en el infinito.
También en eso y por medio de eso vuelvo al primer estadio de todos del primer planeta, y se me conecta con este milagro.
Fue allí que una vida dio su propia vida a aquella otra pequeña mondadura o célula, ahora lo hace el ser humano perfecto y se mantiene con vida debido a que posee esas fuerzas de la naturaleza.
Pero allí, en ese primer momento, la vida material murió.
Ves que, cuando el individuo creador se entrega y la madre recibe esta cosa sagrada, se establece un empuje que hemos podido seguir en la creación, y que representa la creación entera y el universo.
Esa cosa imponente, hijo mío, esa cosa divina, Dios se la puso al hombre en las manos, porque los seres humanos somos divinos y hemos recibido Su propia vida.
Seremos como Dios, pero nos lo tenemos que ganar.
—Qué imponente es todo esto, Alcar.
—Puedo seguir con esto, hijo mío, puedo llenar volúmenes enteros, pero tampoco esto se comprenderá.
De este lado, André, nuestra mirada atraviesa todos esos milagros y leyes naturales, llegamos a conocer esas leyes y sentimos el empuje de todas ellas.
—¿Ha hecho un estudio de eso, Alcar?
—Sí, André.
—¿Es posible para cualquiera?
—Todo el que haya alcanzado las esferas de luz puede capacitarse de este lado para algún estudio.
—Los que viven en las tinieblas ¿también pueden hacerlo?
—No, porque ni siquiera se conocen a sí mismos, no saben nada de las esferas luminosas y están muertos en vida.
Esos seres —lo sabes desde hace mucho— ni siquiera saben que han muerto en la tierra y los que sí lo saben son unas pobres criaturas que no encuentran remedio para ellos mismos, y buscan la vida animal.
No saben nada de todas estas leyes naturales, viven en unas tinieblas, no conocen el amor y se ciegan mirando su propia miseria.
Primero tendrán que deponer esa vida tenebrosa.
Solo en la cuarta esfera de este lado podemos capacitarnos para un estudio espiritual, porque solo allí habremos depuesto todo lo anormal que pertenece a la tierra, y habremos entrado por lo tanto a la vida normal.
Los que viven allí tienen el sentimiento, han avanzado tanto en el camino espiritual y comprenden lo que significa la vida después de la muerte.
Saben que se elevarán cada vez más y que podrán hacerlo, saben que pueden volver a la tierra y sobre todo, comprenden la creación.
Antes de eso no es posible hacer un estudio de ello.
—¿Cuánto dura semejante estudio, Alcar?
—Un estudio así dura cientos de años.
No olvides que todos estos seres están conectados con el universo, y que tienen que asimilar todas esas leyes naturales.
Ya solo les toma decenas de años llegar a conocer y percibir en su verdadero significado el problema de nacer y morir, y las muchas leyes naturales relacionadas con él.
Lo que se nos enseña aquí en esta vida no es aprender y calcular, sino que tenemos que poder percibirlo, experimentarlo, o no llegamos a comprenderlo, y no tiene caso que te dediques a ello.
—Así que la misma gente tiene que haber llegado hasta ese punto, ¿no, Alcar?
—Sí, André, así es.
Tienen que llevar el sentimiento interiormente, o sea, poseerlo, o no habrá preceptor que pueda ayudarlos ni enseñarles.
Pero aquí vemos quiénes poseen la luz interior para eso, y podrán capacitarse para algún estudio.
—Qué asombroso es todo esto, Alcar.
Me he quedado sin palabras.
—En todo está la sencillez de Dios.
Aquí la muerte se disuelve y los seres humanos hacemos la transición en todos esos milagros, porque nosotros mismos somos esos milagros.
También esto es un gran problema para la humanidad en la tierra, pero todos los que estamos aquí lo hemos vivido.
Cuando se suprimió la palabra “muerte”, todo fue diferente.
Aquí, esa palabra se disuelve de pronto.
Y así es con todos los demás milagros.
Cuando un ser humano de la tierra entra aquí y no puede aceptar que ha muerto allí, las hermanas y los hermanos lo convencerán.
Te he mostrado una imagen así cuando íbamos a comenzar nuestro primer viaje.
Si siguen siendo incrédulos, a pesar de ello, se les pregunta si hay familiares suyos de este lado, que por lo tanto ya han muerto en la tierra.
Suele ser así, y entonces los llevan hasta ellos.
Entonces tendrías que verlos, André, en ese mismo instante se disuelve la muerte, ya no conocen ese terror e inclinan la cabeza.
Es solo entonces que están dispuestos a aceptarlo todo, y comprenden que no poseen nada de todo esto.
Hay muchos eruditos a los que se les tiene que convencer de esta manera.
Solo entonces están abiertos a las verdades espirituales, y desean saber más al respecto.
Entonces llegan a conocer todos esos milagros, pero solo —ya lo dije— cuando en ellos hay luz.
Para muchos pasarán entonces cientos de años antes de que puedan capacitarse de este lado.
Se les conduce a las esferas tenebrosas, de regreso a la tierra, y allí tienen que aprender miles de asuntos espirituales.
En primer lugar la muerte, el proceso de morir en la tierra; entonces lo principal y lo más difícil: nacer.
Cuando sepan algo de eso, sus guías hacen la transición en el universo, y ellos estarán listos para llegar a conocer la vida en otros planetas, entonces también a ellos se les llevará allí.
Tendrías que verlos, a todos estos eruditos.
Vuelven a las esferas de luz deshechos.
Muchos no hacen más que llorar, porque tienen que llorar, lo quieran o no.
Algo se ha roto en ellos, ahora la vida terrenal y todo lo que vive en la tierra ha quedado muy atrás.
Entonces siguen su propia vida en la tierra y solo entonces comprenden lo terribles que fueron, para terminar aquello que no comprendían.
Cada uno era atacado en la tierra, sus palabras como navajas demolían a todo y a todos los que hablaran de leyes espirituales y sintieran en su interior la sencillez de todo.
Ahora hay que enmendar todo eso.
Viven ahora en la vida del espíritu, forman parte de esta cosa imponente y no han hecho nada, pero nada más que demoler.
Sin embargo, entraron en una esfera luminosa.
Dios veía y sabía todo esto, también los que los seguíamos y los percibíamos en su trabajo en la tierra.
Solemos ser sus padres y madres, hermanas y hermanos con los que estaban conectados en la tierra.
Entonces estos seres los convencerán y es posible porque las tinieblas se han quedado muy atrás.
Otros descienden en esas tinieblas y entonces estarán perdidos durante cientos de años.
Muchos han transgredido los últimos límites y no se les podrá ayudar ni en miles de años.
Así es nuestra vida, André, estas son las leyes espirituales que todos llegarán a conocer, y que sobre todo han de asimilar.
—Acaba de darme la explicación de esos límites últimos, Alcar.
Pero ¿qué ocurrirá, pues, cuando el ser humano no puede volver a la tierra?
—Quieres decir los que viven en las tinieblas y han completado su ciclo, ¿no?
—Sí, Alcar, a esa gente me refiero.
¿Han transgredido esos límites?
—Desde luego, André.
—Y ¿qué clase de gente suele ser, Alcar?
—Suelen ser los autócratas en el mal, gente que ha matado a miles de seres en la tierra.
Cuando estuvimos en las tinieblas para llegar a conocer la vida allí, te conduje a las esferas más profundas que poseemos de este lado, o sea, las esferas infernales.
Me conecté con uno de estos seres y te conté lo que percibí.
Toda esa gente estaba allí como muertos en vida, habían perecido en su vida animal.
¿Lo recuerdas, André?
—Sí, Alcar, lo recuerdo muy bien.
—Pues bien, esta gente ha transgredido los límites últimos en la naturaleza y vive ahora en la vida del espíritu, es decir, han completado su ciclo terrenal y ya no pueden volver.
—¿No le llega su fin nunca?
¿Cómo sale esa gente de este estado?
—Ya te lo he contado pero iremos a visitarlos en nuestra siguiente travesía, y entonces te lo aclararé todo.
También ahora Dios acude en ayuda de estas almas, y es otro gran milagro la manera en que ocurre, algo de lo que los seres humanos y los espíritus no tenemos ni idea.
—Así que ¿vuelve a nacer esta gente, a pesar de todo, Alcar?
—Lo has entendido muy bien, André, no hay otro camino.
Pero ¿sientes lo que ocurrirá? ¿Cómo llegará esta gente a la tierra y en qué estado vivirán allí?
—No, no lo sé, Alcar, no puedo imaginármelo.
—Ya lo dije: también esto es un milagro imponente de Dios, dado a los seres humanos.
Si esto no fuera posible —te lo aseguro, André—, estas almas no avanzarían y estarían condenadas a seguir perviviendo allí eternamente.
Perecerían en su propia vida animal, lo han destruido todo, así que para ellos ya no hay posibilidad existencial.
Y aun así también ellos son hijos de Dios y pertenecen a la creación, forman parte de todo esto.
Tiene que haber una salida para toda esta pobre gente, pero eso te lo aclararé más adelante, entonces volveremos a ver que Dios es amor y que no hay niño que se pierda.
—¿Así que la gente puede transgredir estas leyes en ambos estados, Alcar?
—Sí, André, en ambos estados pueden olvidarse de tal manera que ya no sientan vida.
¿Te queda claro?
—Sí, Alcar, pero no puedo abarcarlo.
Todo es tan imponente, tan grandioso y a la vez tan sencillo y natural.
¿Esos son, pues, los autócratas del mal, Alcar?
—Sí, todos son autócratas en el mal, esta gente trajo perdición y desdicha a la tierra.
—Es precisamente lo que la gente en la tierra no entiende, Alcar, que un solo ser humano posea la fuerza para poder masacrar a otros, y son miles.
—¿No te queda claro?
¿No hemos podido seguir todo esto?
¿No te demostré que Dios nos lo ha dado todo, todo?
¿No tenemos en nuestras propias manos ese poder?
¿No te mostré que esto es para todo el mundo?
¿Que la gente en la tierra vivirá esto cuando lo deseen?
Todo esto es posible, André.
El ser humano se crea un estado propio, el ser humano es su propio amo y señor.
Toda esta gente perecerá, y también los que siguen a esta gente.
Cuando un autócrata tiene a miles de personas en su poder y esta gente no entiende que perecerá, si lo apoyan y lo ayudan a robar y asesinar, entonces toda estas personas son demonios y los esperan las tinieblas.
Pero la gente sigue sin entender que Dios no aprueba de esto y que no les dio este poder.
Pero esto no tiene nada que ver con Dios.
Los que han avanzado más que toda esta gente no se unen a ellos y recorren su propio camino.
Esta gente es diferente, ha avanzado más y mira a través de toda esa violencia.
Quien siga a esos autócratas perecerá; quien recorra su propio camino buscará el bien.
Algún día toda esta gente despertará y verá y vivirá sus propios actos.
Algún día, André, llegará el final de toda esta violencia.
Pero esto aún es posible en la tierra, aún viven en la tierra estos seres.
Vuelves a ver cuánto ha avanzado el ser humano interior, cuánto está alejado aún de ideales más elevados, cuánto más tiempo tomará antes de que también estos seres despierten.
Todos esos autócratas perecerán, aunque piensen hacer mucho para la humanidad en la tierra.
Quien levante la espada, perecerá por ella.
Cristo trajo este mensaje, pero la gente no se molesta por nada y continúa.
Destruyen a la humanidad y piensan que aún la ayudan.
Mira a estos dementes, mira cómo andan allí, André.
Te he hablado de eso varias veces.
La humanidad grita y suplica que se les conceda ser liberados de estos demonios.
Sin embargo viven y siguen viviendo, y también esto, por lo menos su final, está determinado.
Pero algún día todo esto volverá a disolverse, todas sus ideas volverán a ser destruidas.
Lo que nació por medio de la sangre de la humanidad, lo que surgió por medio de odio, pasión y violencia —créeme, es una ley—, se disolverá.
No quedará nada entonces, tampoco esto podrá existir, porque es como son ellos mismos y lo que poseen en sentimientos.
Esta gente vive en las tinieblas de este lado, están allí, como muertos.
Sin embargo hay algo que vive en ellos.
En la profundidad de toda esta miseria vive la chispa de Dios.
Pero algún día esta partícula de Dios estuvo en la tierra como ser humano.
Los verás, André.
—¿Qué opina de los autócratas en mi tiempo que aún ahora viven en la tierra, Alcar?
—También ellos perecerán.
Cada pensamiento equivocado tiene que ser reconsiderado, cada acto tiene que ser enmendado.
E imagínate ahora todos sus pecados y errores.
Se han creado un montón de miseria.
Han destruido y mandado aniquilar no a un ser humano, sino a cientos.
No hay ser humano que los detenga, que pueda detenerlos, han alcanzado esto en la tierra.
Es lo más elevado, por lo menos en la vida terrenal y material, que pueda alcanzar un ser humano.
—¿También eso forma parte de la creación?
—¿Que si forma parte de la creación, André?
Pero ¿cómo puedes hacer esta pregunta? Aun así, comprendo lo que quieres decir con ella.
Todo esto pertenece al ser humano interior, hijo mío.
Ves una vez más cuánto hemos avanzado en todos esos billones de años.
Aún es posible en la tierra, aún escucha la gente a estos demonios, los sigue en su vida animal.
Pero ahora pregunta por qué y para qué, y suplican a Dios que los ayude.
No obstante, aún no se reza suficientemente, tienen que rezar con aún más fervor y pedir ayuda a Dios.
Se lo creó el mismo ser humano.
El alma que seguimos no hizo otra cosa.
Así vive el ser humano en la tierra y alcanza lo más elevado.
Es posesión terrenal, es riqueza y poder, y está al alcance de todos.
Pero los que lo deseen fervorosamente y tienden las manos hacia eso perecerán.
Aún así, lo vivirá toda la gente, porque hace más agradable la vida en la tierra.
¿Que si forma parte de la creación, André?
Repito tu pregunta y contesto: no, mil veces no, esto no tiene nada que ver con la creación de Dios.
Forma parte de la vida que infunde alma, y esta vida es animalmente consciente.
Hemos podido seguir más a esta vida, y sabemos ahora hasta dónde ha llegado toda esta gente.
Es tarea suya liberarse de eso y buscar lo más elevado.
Todos los que los sigan y acepten esto son seres animales y pertenecen a esta sintonización.
El planeta tierra está listo, pero la humanidad se ha quedado atrás.
La vida material está por delante de la interior, muy por delante.
Y sin embargo todas estas personas no quieren darse cuenta de eso.
Siguen a estos demonios e interfieren en la tranquilidad en la tierra.
Donde llegan reina la pasión y la violencia, la animalización y la perdición.
La tierra es un paraíso, podría serlo si no hubiera seres humanos.
El ser humano es como el diablo del infierno y ha tomado posesión de todo esto, quiere reinar, quiere destruir.
Esa no fue la intención de Dios.
Ahora llegaremos a la tierra para aclararles a qué clase de seres van siguiendo y quiénes son ellos, y qué les espera después de la muerte.
El ser humano interior está millones de años por detrás del ser humano material.
Tienen que intentar restablecerlo.
Esto ocurre conforme a cómo tenemos que enmendar individualmente nuestros pecados y errores.
Así que todo esto es para la humanidad, para la vida que infunde alma en la tierra.
Qué agradecidos tienen que estar, sin embargo, de que se les conceda recibir esto.
Ahora hay gente en la tierra que busca lo más elevado y todo este alimento espiritual es para ellos.
Tienen que despertar y lo harán, como hemos despertado todos los que hemos alcanzado las esferas de luz.
—¿Qué opina sobre el estado que reina ahora en la tierra, Alcar?
—¿Que qué opinamos sobre eso?
De este lado vemos todo diferente, André.
No podemos ayudarlos.
La humanidad lo tiene que vivir y tiene que comenzar otra vida.
También ahora es un caos y la gente tiene miedo porque ven que esto se encalla.
La humanidad aún no ha llegado al punto de que quiera vivir en tranquilidad y paz.
El ser humano individual tiene que tranquilizarse.

Cada uno tiene que empezar con su propia vida.
Unos odian a otros y quieren poseer lo que ese otro haya asimilado.
Vemos que la humanidad en la tierra se hunde en esto.
Precisamente por esas posesiones terrenales, André, porque no quieren pasar de ellas.
¿Cómo es la vida en la tierra sin riqueza?
¿No miran todas estas personas esta felicidad? ¿No anhelan poseer mucho de todo esto?
Hemos podido seguirlo.
Todos han vivido en riqueza, han conocido pobreza, pena, dolor y miseria, pero ya no saben nada de eso.
Todo esto está en el profundo pasado, un velo espiritual lo mantiene oculto.
No hay una sola persona que lo acepte, quieren experimentar, quieren poseer y sin embargo su vida terrenal pasa en pobreza.
—Si saben todo esto, Alcar, entonces es una dicha para ellos que posean pocos de todos estos tesoros, ¿no?
—En efecto, André, puede significar una dicha si lo comprenden, y entonces nos dice que están viviendo otra vida, más elevada, o que viven en algún estado de conciencia.
También es posible que toda esta gente solo entrará en esta riqueza dentro de algunos siglos.
Si es así, acto seguido volverán a la vida material, y quién sabe lo que recibirán entonces.
—Qué profundo es todo, Alcar.
Sin embargo hay gente en la tierra que posee riqueza, pero que también vive bien, es decir, buscan lo más elevado.
Entonces esta gente no puede ser mala, ¿no?
—Ese es un estado muy distinto.
Hay personas ricas en la tierra que también ocupan una elevada posición social o tienen que llevar a cabo alguna tarea.
—¿También es posible, Alcar?
—Sí, por supuesto, toda esta gente no conoce pobreza, no conoce pena, dolor ni miseria, quiero decir, no la miseria que tienen que vivir por medio de su propio karma.
¿Sientes esta diferencia? ¿Que esto es otro estado?
—Sí, Alcar, me queda claro, pero se hace cada vez más complicado.
Ya casi no puedo distinguir entre una cosa y otra.
Pero ¿cuándo sabemos, pues, en la tierra que estamos trabajando en un karma propio?
No puede sentirlo nadie, no puede saberlo nadie, ¿no?
—Ni falta que hace, André.
La vida en la tierra es para despertar.
Hemos visto que en el primer grado material viven personas que tienen conciencia animal y preanimal, pero todas estas almas no pueden quedarse allí y en la selva, y por lo tanto van hacia una vida más elevada.
Entre el cuarto y el quinto grado hacen la transición en ese otro estado.
Solo allí empieza de manera justificada su lucha.
Pero si todas estas personas pudieran conformarse con todo, no se crearían otra pena, no se crearían miseria y no se estarían rebelando.
Pero aún tiene que nacer allí el primer ser humano que pueda dominarse en estos grados materiales.
Ni un solo ser humano posee estas posesiones interiores en todos los grados materiales.
Buscan las posesiones terrenales desde el primer grado hasta el más elevado.
Y de esta manera van pasando todos esos miles de vidas.
¿Cuánto han avanzado entonces todas esas personas en su recorrido espiritual?
¿Cómo es su vida interior?
¿Cuál es su sintonización cósmica?
¿En qué estado de conciencia viven?
¿Es la sintonización preanimal, animal, la basta material o la material?
¿Puedes contestarme estas preguntas ahora, André?
Hemos vivido todos estos grados.
Te lo he contado de varias maneras, te he aclarado algo de mis propias vidas, repasé la vida donde esta gente negra y te conecté con el mundo astral.
Entonces seguimos a esa única alma, y ahora tienes que contestarme.
André reflexionó largamente y comprendió lo que su líder espiritual quería decir.
Entonces dijo a Alcar:

—Aún no tienen posesiones, Alcar; en todas esas vidas se han olvidado y buscan todas esas cosas terrenales.
—Te doy las gracias, hijo mío, no hemos estado allí en vano, me has comprendido.
No, no albergan posesiones espirituales, buscan y siguen buscando y asesinan, roban y destruyen cuando no las reciben por las buenas.
Esta gente vive en todas esas diferentes sintonizaciones.
Todas estas personas son seres animales, aunque hayan recibido lo más elevado del planeta tierra y de Dios.
Fueron pasando miles de siglos, ¿lo oyes?
En todos esos siglos, estos seres humanos vivieron la muerte y el renacer.
En esos miles de años buscan algo sin tomar en consideración a nada ni a nadie para poder alcanzar el objetivo propuesto.
¿No viven estas personas en la tierra?
¿No ves a diario a estos seres?
¿No viven en tu tiempo autócratas que piensan tener el derecho de poder maltratar a sus prójimos?
¿Que tiranizan a miles de personas?
¿Son seres espirituales?
Y ¿pueden estas personas alcanzar en una sola vida lo divino?
Sabemos ahora que no es posible, y por qué toda esta gente es así; hemos podido seguir su sintonización.
—¿No podemos ayudar a estas personas por medio de nuestras oraciones, Alcar?
—¿Rezando por ellos, para que vayan a vivir de otra manera?
—Sí, Alcar, es lo que quiero decir.
—No, hijo mío, desgraciadamente no, no es posible.
Escucha.
Nunca se ha rezado tanto como en tu tiempo.
En el siglo en que vives se reza de manera tan intensa como no se ha rezado nunca antes.
¿Acaso no es un misterio también esto?
¿Por qué se reza tanto ahora?
Sabemos todo esto, solo los que vivimos de este lado.
No captamos más que oraciones, y se elevan más y más, de esfera en esfera, de cielo en cielo, hasta alcanzar por fin a los maestros cósmicos, a quienes hemos conocido.
Luego llegan a Él, a Cristo, y después a Dios, nuestro santo Padre.
Pero ¿ahora qué?
¿Ayuda Dios a todos Sus hijos?
¿Permite Dios que estos seres animales asesinen a esos otros?
Todos esos autócratas, André, han alcanzado lo más elevado en la tierra, han avanzado tanto en su desarrollo, pero también tienen una voluntad propia.
Nadie —¿lo oyes?—, ni un espíritu ni un ser humano ni un ángel ni un maestro cósmico los ha ayudado en eso, son posesiones propias adquiridas.
Es para cada ser humano, porque Dios nos lo dio todo.
No son sinsentidos, es la realidad, podemos alcanzarlo en la tierra.
Dios se dio a Sí mismo, Su vida está en nosotros.
La gente puede asimilar ese poder y esa fuerza, aquello que lo abarca todo.
Pero hay un límite y no se debe transgredir, y entonces estas criaturas, André, pueden aprovecharlo para algo, para la felicidad y el bienestar de sus prójimos.
Cuando hayan llegado a ese punto, sentirás que vive por sus prójimos.
La fuerza y el poder, pero también la tarea que está en sus manos.
Ellos, todos estos agraciados, pueden hacer y deshacer lo que ellos mismos quieran.
Pero ¿cómo es, pues, su vida?
¿Viven por sus prójimos?
¿Comparten con otros lo que está a su propio alcance?
¿Siguen construyendo en aras de la felicidad de todas estas personas?
¿Se sacrifican por la humanidad, como algún día hizo Cristo?
El ser humano reza, pregunta e implora, pide a gritos ayuda a Dios, y sin embargo no ocurre nada, nada en absoluto.
Es lo único que puedo contestar a todas estas preguntas.
El ser humano tiene una voluntad propia, el ser humano lo recibió todo, todo, pero es tarea suya buscar el bien.
Como ya te dije, vivimos en el siglo de los milagros técnicos y de la evolución espiritual.
La gente puede aceptar los milagros técnicos, porque los ven.
Pero que vivamos en el siglo del desarrollo espiritual, no pueden aceptarlo, ni ellos ni tú, André.
Y sin embargo digo la sagrada verdad: hoy en día el ser humano reza, implora alimento espiritual, pide a gritos ayuda a Dios para que lo libere de estos demonios.
Ahora llegamos a al tierra para convencerlos de todo esto, del origen del universo, del ser humano y del animal, de las sintonizaciones espirituales y de miles de leyes espirituales más.
Solo este conocimiento puede ayudarlos, puede liberarlos de ese caos.
Te lo repito: Dios nos lo dio todo, pero ahora Él no puede ayudarnos, porque tenemos una voluntad propia, y solo hemos de usarla en un sentido bueno.
Seres humanos en la tierra, hermanas y hermanos míos, busquen el bien e intenten crear tranquilidad y paz en sus propias casas.
Acepten que pervivirán eternamente y que más adelante entrarán en este mundo.
Dios vela y no permite que uno solo de Sus hijos reciba pena.
Has de comprender lo que esto significa.
No hay pena que los vaya a alcanzar a ustedes ni que pueda alcanzarlos si la ley de causa y efecto no es la suya propia.
Eso significa, por lo tanto, que han enmendado todo, pero absolutamente todo en el profundo pasado y que ahora están en la tierra con algún propósito.
No dejen de rezar, porque de todos modos se los ayudará a todos.
Dios vela, aunque tienen su propio destino en las manos.
Lo han recibido todo, todo de su Dios, pero han de saber que los que se fueron velan por ustedes y que los ayudarán desde aquí.
También este caos tocará a su fin.
Recen, recen y no pierdan su fe y su confianza, aunque la humanidad se encuentre ante la amenaza de su perdición.
Han de saber que morirán en su momento cósmico y predeterminado, que todo ha sido arreglado de antemano.
Así que sigan rezando, es su única salvación, entonces algún día el bien vencerá.
Demuestren lo que quieren, lo que hay en ustedes, y asegúrense de estar preparados para morir y para intentar buscar el bien en ese caos.
No esperen más para empezar, tiene que ocurrir ahora, porque mañana tal vez sean arrebatados de esa vida terrenal y vivirán de este lado.
Entonces solo el amor inmaculado podrá ser su salvación y su felicidad en esta vida de realidad.
Que Dios les dé la fuerza para cargar su cruz, que Dios los proteja a ustedes y a los suyos.
En el fondo somos uno solo, pero nosotros hemos completado nuestro ciclo y hemos padecido toda nuestra pena.
Acepten este mensaje, es una gran gracia que se les conceda recibir todo esto en su vida material.
En su horizonte humano centellea una luz muy débil.
Es la luz de la concienciación espiritual.
Entiendan, seres humanos de la tierra, lo débil que es esta luz, y sin embargo: ahora que la vemos nos da esperanza y confianza para continuar y terminar nuestro trabajo.
Algún día, Cristo vivió en el planeta tierra y nos trajo a los seres humanos la felicidad celestial.
Esto no se aceptó, no se comprendió y aún no se comprende lo que significa.
Desde hace miles de años ya podría haber habido paz y tranquilidad en la tierra.
Pero los seres humanos no aceptaron, no creyeron y perecieron.
Desde ese momento, la vida en la tierra podría haber sido un paraíso, pero aún no ha habido cambio en eso, aún no ha cambiado nada después de todos esos siglos.
Aún están allí todas esas leyes espirituales, pero la muerte sigue empuñando el cetro, es ama y señora en la tierra y hace que la gente tenga miedo, y a la vez pena y dolor.
Miren a través de esa máscara negra, no verán castillos en el aire, sino la vida eterna y nosotros, que nos fuimos por ustedes.
Los que vivimos del otro lado hemos llegado a conocer y comprender el mensaje de Cristo, y aceptamos que todo el cosmos está habitado.
Hemos aprendido que somos como Dios e hicimos conscientemente la transición en Él.
Ustedes tienen que asimilarlo.
Tienen que aceptar que pervivirán eternamente, solo entonces despertarán en el espíritu y verán su hermana y hermano en las demás personas.
Ámense como se aman a sí mismos.
Levanten la mirada, les espera la felicidad celestial.
Les toca a ustedes ganárselo, asimilarlo todo.
¿También a ti te queda claro todo esto, André?
—Me he quedado sin palabras, Alcar, y doy las gracias a Dios por todo.
—¿Te quedan más preguntas que hacerme?
—No, Alcar.
—Entonces volveremos a tu vestidura material y también este viaje habrá terminado.
Ven, André, planeamos al encuentro de tu vestidura terrenal.
Pronto vendré a buscarte de nuevo.
Entonces volveremos a hacer la transición en el pasado y llegarás a conocer mi propia vida y la de mi amigo.
Te ayudaré en todo, así que no te preocupes.
—¿Dormiré, Alcar?
—Sí, André, dormirás, porque ahora estás completamente abierto, y ese estar abierto lo llegarás a comprender y aceptar en nuestro siguiente viaje.
André se sintió feliz.
Cuánto había recibido ahora, era increíble y sin embargo, por más profundo que fuera, en todo residía esa inmaculada sencillez y realidad.
Había vivido milagros, había llegado a conocer problemas espirituales, y sobre todo la profundidad del alma, todos esos miles de vidas presentes en el ser humano.
‘La vida es asombrosa’, pensó, ‘y poderosa’.
Ahora pronto habría vuelto en su cuerpo y viviría en la tierra.
Volvió a su cuerpo terrenal como otra persona.
Aún tenía que procesarlo.
Alcar lo miró y dijo:

—Sí, hijo mío, también esto, y todo lo demás que te queda por vivir.
Algún día llegará tu último viaje, y luego estarás aquí conmigo e iremos de viaje durante años, porque no hay final.
Mira, André, ya hemos vuelto.
André miró su vestidura material.
Qué bien comprendía ahora su propio cuerpo material.
—Adiós, André, pronto volveremos a estar juntos, pero ahora durará un poco más que la vez pasada.
Sé fuerte, que te acompañe la bendición de Dios.
André dio las gracias a su líder espiritual por todo.
Luego descendió en su vestidura material, y también este desdoblamiento volvió a formar parte del pasado.
 
Final de la parte 2