Jeus, el vidente (2)

Jeus camina por la calle Zwartekolkseweg con Teun, han estado en el bosque.
Está pensando, porque no sabe qué hacer, andar errando como esto está empezando a aburrirlo y no puede ganarse la vida jugando al fútbol.
¿Qué debe hacer, Casje?
¿Todavía no estás aquí?
Ahora es un cuento chino lo que le contó ese teniente, se han olvidado de Sientje.
Según su Crisje querida, lo primero que debería hacer es descansar bien, esa enfermedad no fue cualquier cosa.
No ven a nadie aquí en los bosques, pero ¿quién anda por allí?
Teun, hay que ver, ¿no reconoces esa manera de andar?
Dios mío, es Irma, Teun, es mi chica.
Y sí, es ella.
Teun vuelve corriendo donde mamá, tiene mucho de qué hablar con ella.
¿Ya lo viste, verdad, que las personas son viles?
—¿Qué pasó contigo, niña?
¿Qué te hicieron?
—¡Hola, Jeus!
Ahora Jeus primero tiene que pensar.
La creerá, pero... ¿Qué tiene de cierto, todo eso son mentiras?

—Me escribió el director, Irma; lo de aquella mujer no me dice nada, pero ¿qué le hiciste al director para que deba escribirme que eres una zorra?
Mira, leelo tú misma.
—¿Ahora qué?
¿Acaso no puedes creerme ya, Jeus?
¿Acaso no sabes que las personas son celosas?
Le muerde un trozo del corazón, se cuelga de su vida, no puede arrojarla fuera de su alma, Casje, ¡Jeus lo va a volver a aceptar!
Jeus todavía no le ha dado la libertad ni un segundo.
¿Ves? Ya se lo imaginaba.
Nada más que chismes.
¡Qué vergüenza!
Te quiero, Jeus.
Sufrí tanto allí.
¿Lo puedes entender?

—Claro que sí, si yo mismo estuve en el calabozo.
Pero qué personas tan terribles viven en el mundo si un director semejante ya atenta contra un ser humano, hace mala a una persona, ¿no?
Ven, querida, ya no llores.
¿Qué dijo mamá?
Vamos tranquilamente a casa, ven, no tengas miedo, allí nos recibirán con los brazos abiertos.
Aun así hay algo que debo decirte, Irma, escúchame bien.
Soy un chico pobre.
Ya te lo he contado, lo sabes.
Te creo en todo.
Si algún día oigo una sola cosa de ti, si tengo que aceptar de verdad que has sido mala, que me engañas conscientemente, entonces terminamos de una vez por todas.
Pero debo verlo yo mismo, los chismes me dan igual, tengo una fe ilimitada en ti, pues no quiero estar sin ti ni por todo el dinero del mundo.

Recibe las mismas palabras de vuelta, y ahora, a visitar a Crisje.
Crisje no dice nada, ella ya no sabe qué pensar; la historia de Irma le es conocida, en los trescientos metros han agarrados a cientos de miles y se puede aceptar.
Crisje todavía no ha visto cosas malas de ella.
Y Jeus debe saberlo por él mismo.
Jeus piensa, ‘Tal vez pueda andar en bicicleta en el escenario’; es un buen ciclista artístico, puede sacar la rueda de la bicicleta mientras todavía anda en ella, también juega al ciclobol.
No, irá con ella después; no conseguirá un trabajo mejor y a su padre le vendrá muy bien, tiene que entrar al negocio de su padre.
¿Pues bien, mamá?
Qué buena es Irma, ¿no?
¿Todavía le tienes miedo a mi chica, Crisje?
Crisje no lo sabe, primero tiene que verlo, pero ¡Jeus no cabe en sí!
Y entonces pueden casarse en Alemania.
Casje, ¿lo oyes?
¿No puedes hacer algo?
Irma lo tiene completamente en su poder.
¿No fue más que un cuento chino todo lo que hiciste todos esos años?
¿A quién debemos creer ahora?
A Jeus se le pone un traje de confección color caoba, y acompaña a Irma para ir a ver a sus padres.
¡Qué cosas, Crisje!
Se va de casa, trabajará en Hannover, será su propio jefe.
Claro, el yerno entrará al negocio y llevará a estas personas en palmitas.
Ahora al ‘Stolzenfels am Rhein’... con su ángel, mejor imposible.
No vivirá de jugar fútbol.
¡Adiós, Crisje!
¡Adiós a todos!
Jeus se va.
Escribirá.
Irma es feliz.
En el tren el amor se vuelve dulce y callado.
¿Qué pasa, mi niña?
¿Por qué estás tan callada?
¿Acaso no estás contenta de ir a casa y de que esté contigo?
La niña se vuelve más callada, ¿qué estará pasando?
Llegan a casa en un taxi; Jeus no da crédito a lo que ve, nunca ha hecho un viaje parecido.
Allí es.
Ahora lo sabrá de una vez.
Allí está la zapatería.
El nombre está en el escaparate, todo eso es una verdad como la copa de un pino.
Y también tiene una madre, allí está, ¿todavía no te lanzas a sus brazos?
No, ¿qué pasa?
—¿Qué hiciste, Irmgard?
Ya sabrá Nuestro Señor Dios lo mala que eres.
Te fuiste un año entero, Irmgard.
¿Dónde quedó todo el dinero?
Dios mío...

Y echando una mirada a Jeus:
—¿Entiende alemán ese hombre?
Sí, mamá, Jeus lo sabe, entendió todo, es terrible.
Irma no dice más que:

—Sí, mamá, lo entendió todo.
Y como si todavía no fuera suficiente, ahora su padre irrumpe en la habitación y la pone a parir.
¿Tiene que seguir dudando más tiempo todavía de que su chica es mala?
Lo dicen sus propios padres.
Un poco más tarde están en la mesa.
Le echan miradas de pocos amigos, se siente en todo, estas personas no están felices.
El padre por poco lo succiona hasta dejarlo vacío.
Lo miran de arriba abajo, y entonces se oye:
—¿Qué hace el señor Jeus aquí, Irmgard?
Jeus oye que es peor que una chica de la calle, peor que una asquerosa zorra, y lo dicen sus padres estando él presente.
Su traje color caoba se ve arrugado, le cuelga del cuerpo.
Claro, por veinte florines no compras nada especial.
Qué tonto fue, durante el servicio militar le dio toda la ropa a Johan; este, al casarse, no tenía nada, y él, todo.
Y ¿qué haces entonces, si tu hermano no tiene un traje y tú no necesitas esas cosas?
Pero puede planchar su traje, ¿cierto o no?, y entonces se volverá a ver decente.
Siente claramente que lo miran y que preferirían echarlo de casa a patadas.
Con cortesía haces lo que sea, con amor haces lo que sea, ¿no son felices estas personas de volver a ver a su hija?
El señor alcalde sabe todo sobre esto, ¿por qué les causó tanto pesar a sus padres?
Tachan el amor de Jeus de vergonzoso.
El hombre habla de “Prügel” (una paliza) y Jeus tampoco se ha olvidado de esa palabra alemana, sabe lo que significa.
Pero no hacen nada, su madre pone café, su padre vuelve a su negocio.
Irma habla dulcemente, su madre la besa y le ruega a su hija que, por favor, nunca vuelva a hacer algo parecido.
Pero aquí algo no cuadra, y a Jeus le gustaría saberlo.
Ven conmigo, Jeus.
La sigue, suben las escaleras.
No a un ático, sino a las habitaciones.
¿Cuál quieres, Jeus?
La habitación roja o la azul.
¿Prefieres dormir en la verde?
Santo cielo, qué rica es esta gente.
Todo se ve impecable, es elegante, sobre eso tampoco mintió.
Y entonces oye:
—Mira, Jeus, estuve en Ámsterdam, en Róterdam y en La Haya.
Gasté mi propio dinero, porque mis padres ni una sola vez fueron cariñosos conmigo.
Mentí, claro, pero solo ahora quise contártelo, de lo contrario no me habrías creído, ¿o sí?
¿Lo puedes entender, Jeus?
No soportaba estar aquí, Jeus.
Mis padres están echando pestes día y noche, y son avaros.
Soy joven, y tú también, tenemos que ver algo de la vida y no había manera de que lo vieran así.
Soy su única hija pero trabajan para diez hijos, y ¿es tan incomprensible entonces?

Ahora Jeus comprende todo.
Ella también se había largado un rato, se nota enseguida.
Irma ha vuelto a arrojar a Casje fuera de su vida.
Jeus escogió la habitación azul, ella duerme abajo.
Su madre no se fía de ella, y también eso se puede entender.
Santo Dios, qué rica es esta gente, Crisje.
Tendrá una buena vida, Crisje, no puede ser mejor.
Casje... ¿Dónde estás?
Ya le cae bien a la madre.
Siente que es un buen chico y ella misma lo dice.
Irma... Jeus es bueno.
Él es su verdadero amor, Jeus es tan... es tan encantador... nadie es como él, mamá.
¿No le gusta el café casero a Jeus?
Tendrás que comer lo que hay, ya no tenemos más.
¿Por qué no trajo Irma cosas de todo tipo?
Se había acabado el dinero.
Le sirvió para comprar diversión, lo tiene que entender Jeus, pero no puede.
Aquí Irma vive como una reina, ¡Jeus no quiere perder a su chica por nada del mundo, por lo menos si los padres quisieran aceptarlo!
Claro, eso ya se arreglará, Jeus, pero después de tres días ya lo miran como queriendo sacarlo de casa.
Y después de unos días más, ya oye: ¿Cuándo se quiere ir?
Aquí no hay nada que hacer, ¿qué quiere hacer el señor Jeus?
¿Trabajar aquí?
No me haga reír.
¿Ahora qué, Irma? De vuelta a casa, ¡qué remedio!
Herr Jeus se siente como un príncipe en su habitación azul y no sabe qué pensar para sí mismo de todo esto.
Pero entiende muy bien que Irma lo haya necesitado como parachoques, y que ha cumplido su papel.
Aun así, su ángel lo consuela y dice que todo va a estar bien.
Pero aquí no hay nada que ganar.
Le promete la luna... él sirvió para esa luna, ahora la dama está de vuelta en casa, pero él ahora sabe del ‘Stolzenfels am Rhein’... y está que revienta de los camotes (las batatas), lo poco que posee la gente aquí.
Y es que la guerra ha destruido todo, también a mi hija... y eso lo puede comprender.
Diez días después está listo para partir, sus miradas lo echaron de casa.
Irmgard está destinada a algo muy distinto.
El señor oficial tiene alguna que otra perspectiva, Herr Jeus no tiene nada, nada en absoluto, ¿qué quiere seguir haciendo aquí Herr Jeus?
¿Comer y beber aquí?
Pero... está bien, mujer, ¡ya me voy!
La gitana lo acompaña, el tren está listo, ella incluso llora.
Pero aun así, Jeus, voy a ahorrar y luego nos casaremos.
Se le rompe el corazón, la cree irremediablemente, todo estará bien, dentro de unos meses ella habrá arreglado todo y Jeus podrá trabajar aquí.
Crisje lo oye todo.
—¿Cómo eran esas personas, Jeus?
—Sus padres son buenas personas, mamá.
Y son increíblemente ricos, el hombre está en el ayuntamiento, mamá.
—Pero esa no es una chica para ti, Jeus.
—Adoro a Irma, mamá, y eso se me hace imposible arrancármelo de entre las costillas.
Convence a Crisje de que ella lo quiere.
Él conseguirá trabajo y luego se casarán.
Casje no tiene nada que decir, ni está aquí ya.
Lo de antes eran cuentos.
Jeus trabaja en los bosques con Teun, arrancan raíces y juegan fútbol.
Eso es todo, ya no se puede hacer nada más.
Jeus es un campesino, un trabajador común y corriente, nada más, y los sentimientos por dentro no significan un comino.
Albergar demasiados sentimientos es para volverse loco.
Jeus tiene fe en todo, más adelante todo será distinto.
Es sábado, acaba de recibir la última carta de ella, allá todo marcha de maravilla.
Y mañana tienen que jugar fútbol en Duisburgo.
Escribe que ahorra mucho y que hace todo para que él pueda ir allá para trabajar, el Herr Alcalde, que es amigo de su padre y a quien ella le cae bien, piensa en nosotros.
Y luego Jeus entrará al negocio, porque su padre se va haciendo viejo y su madre quiere que se casen allí.
Qué dulce, ¿no, Jeus?
Irma es un tesoro, no le va a tomar el pelo, lo otro no fue culpa de ella, fueron las circunstancias.
Jeus está en el ático, todo está listo para mañana.
Se queda dormido con la carta apretada contra su corazón.
¿Qué es eso?
Mientras duerme vive una imponente visión.
Está soñando, pero casi al mismo tiempo despierto, sabe lo que ve y oye.
Jeus ve que Irma está en Emmerik.
No puede ser, porque le ha escrito, pero lo está viendo.
Duerme en un hotel en la calle Kasstrasse y no había problema con eso, lo puede comprender, tal vez tenía alguna cosa rápida que hacer, pero ve que a su lado duerme un chico y es el hijo del dueño del hotel.
Jeus conoce a ese Willy.
La sangre se le sube a la cabeza y al mismo tiempo está despierto.
Conoce todo el hotel, sabe exactamente en qué habitación está durmiendo.
Dios mío, ¿si es cierto eso?
La visión vive debajo de su corazón.
No puede liberarse de ella, más adelante de inmediato se convencerá a sí mismo.
Pero esto es verdad.
Todavía vio más, se fue dos días antes, le pidió tranquilamente a otra persona echar su carta al buzón.
Quince días después, la hija ya volvió a desaparecer.
Es mala, lo sabe ahora con certeza, es horroroso.
El tranvía Zutphen-Emmerik lo lleva a (la calle) Mühlenweg, a caminar un tramo más y entonces está delante de esa calle Kasstrasse.
Le dice a su amigo:
—Ven, Jan, acompáñame un momento.

Jan leyó la carta, lo sabe todo, Irma está en Hannover.
—Así como hoy vamos a ganar 3 a 1, Irma duerme allí en esa pequeña habitación.
—¿Te has vuelto loco de remate, Jeus...? —le da Jan.
—No, no estoy loco, por qué no miras tú mismo.
Jeus la saca a rastras de la habitación.
Mira hacia arriba, allí aparece, por aquella esquina de esa habitación.
Y sí, se abre la ventana.
¡Es Irma!
Al mismo tiempo, Jeus sube las escaleras volando.
A la izquierda, ahora a la derecha, luego otra vez subiendo las escaleras, ahora otros cuatro escalones, y luego cruzando el corredor.
Aquí está la habitación, lo vio anoche.
Irrumpe en la habitación.
Traspasa su alma y humanidad con todo lo que hay en él, lo sabe.
Sigue sin pronunciar palabra, solo mira.
Ella no sabe cómo él lo sabe, le es un gran misterio.
Jeus mira, mira la cama, y le arroja su anillo a los pies.
—Ten, zorra maldita... ¡Ahora lo sé!
¡Ya está bien!
Eres una zorra, Dios mío, cómo es posible.
Anoche dormiste con Willy.
Sí, no sabías que fuera clarividente, ¿verdad?
Ahora te voy a contar otra cosa.
Ella se tira a sus brazos, quiere probarle que no es mala, pero se la quita de encima de un golpe.
Ahora ve algo diferente.
Ante la vida de ella cae:
—Escucha, Irma.
Así como supe que anoche dormiste con Willy, así ocurrirá lo que estoy viendo ahora.
Llegará el día en que se te partirá el alma de pena y morirás, porque entonces entenderás quién soy y cómo te amé.
Oigo cómo gritas, Irma.
Consumirás tu sangre de pena y dolor, ¡te lo predigo!
¡Y te dejaré morir!
¿Lo oyes? ¡Te dejaré morir!
No iré.
Te dejaré que grites... (—dice).
Ella ríe por dentro.
Quiere darle chocolate de su madre.
Está aquí para visitar a un familiar enfermo, pero a Jeus ya no le dice nada.
Por más que le muestre un telegrama, Jeus no entra al trapo, para él es una zorra, lo engañó, ¡le arrancó el corazón de entre las costillas!
Y ahora ya basta, Crisje.
Casje, ¡gracias!
¡Fue una obra maestra!
Tomó mucho tiempo, pero llegó, y justo a tiempo.
Jeus fue salvado para el futuro, ahora ya no puede pasar nada.
Y ahora, ¡a seguir!
Los chicos están en el tren, ella también está allí.
Jeus ya no quiere verla.
Ella intenta convencer a los amigos de él, Jeus ya no cree nada, ¡se acabó y sanseacabó!
Bebió conscientemente la última gota, ningún Señor Nuestro puede hacer que cambie de parecer, aunque ahora ella le regale millones de florines, ¡se acabó!
Lo qué él le dijo fue milagroso, vivió esta visión como la anterior y la vio tirada, gritando, con personas a su alrededor, ¡se moría!
Vio a sus padres, al médico, había personas en esa habitación —su propia habitación—, y sus padres estaban desesperados.
Sintió que llevaban a Crisje allí, pero mamá no está loca, ¡él tampoco está loco!
Pero ¿dónde estaba él mismo en ese momento?
En el tren está viviendo su futuro.
¡Se le da a vivir pedacito a pedacito!
No, todo el drama vive debajo de su corazón, podría predecirle miles de cosas, pero ella ríe.
¿No sabía que era clarividente?
Es de lo más interesante.
Ahora Jan le cuenta a Irma sobre sus cosas raras.
Siempre fue así.
A Jan le va entrando lástima por ella, también a Theet la Escoba y a los demás, empiezan a creerla.
Jan cuenta que hoy van a ganar 3 a 1 y que es parte de su ver.
Sí, lo que es tampoco sé, pero sí que es raro, ¿no?
¿No recibí un telegrama, Jan?
Aquí lo tienes.
No soy mala.
Cómo es posible que Jeus piense tan mal de mí.
Mi tía está gravemente enferma.
Pero ¿qué te parece entonces que lo supiera?
Sí, eso es algo particular, no sabía que Jeus poseyera cosas milagrosas, nunca me contó nada al respecto.
Allí está ella cuchicheando con los chicos, Jeus vive una escena milagrosa tras otra.
¡Casje ya no lo deja solo ahora!
Peor ¡fue necesario este golpe!
Y eso Jeus lo entenderá más adelante, solo entonces estará protegido de muchísimo peligro, ahora ya tendrá cuidado, y Casje puede seguir trabajando en la construcción, en el desarrollo de su instrumento, ¡para lo que Jeus deberá servir!
Es un día para no olvidar nunca, Crisje, Ángeles; hay mucha gratitud hacia Nuestro Señor, Su ángel... “Casje” es un maestro, ¿no?
Jeus ya no mira a Irma, ya no quiere verla.
Y ahora que ella lo sabe de él, le mostrará hoy a ella lo que sabe hacer, sí, que incluso jugando fútbol puede ganarse la vida, ¡y con creces!
Quiere pegarle por medio de su habilidad, por medio de sus sentimientos y su saber, y mostrarle que no es un campesino.
Hoy se enfrentan a un club en el que juegan siete chicos de la liga alemana... siete jugadores de primera división y del equipo nacional alemán.
Irma no lo ha visto jugar todavía y lo va a disfrutar, porque él es demoniaco.
La dama está en la tribuna, los chicos entran al campo, tienen un aspecto muy cuidado, así vestidos de blanco con una tela naranja en el pecho.
No suena tan bien lo que les toca oír por parte de los alemanes, pues son unos gigantes y ellos son pequeños e insignificantes.
—¿Tenemos que jugar contra esos niños?
Pues ya lo vivirán pronto.
Les van a demostrar de lo que son capaces.
¿Vencieron a Germania en Emmerik esos chicos?
Y ¿sabes quién es Germania?
Allí juega ese Willy, y por eso Jeus conocía a ese pedazo de basura, aunque no sea culpa de ese Willy.
Sí, estos chiquilines vencieron a Germania, Wezel y Düsseldorf, equipos de primera división, y hoy vas a ver algo divertido, ganaremos 3 a 1 y con eso bastará, ¡es la predicción de Jeus!
Comienza el partido.
Como delantero centro, Jeus convino con el mediocampista que si tienen que sacar, le devolverá la pelota de inmediato.
Si no es así, tienen otros trucos.
Les toca efectuar el saque inicial.
Arnold Noordemeer es un jugador de primera división.
Guus y Theet son defensas de una increíble fuerza, cada uno está listo para su tarea, tuvieron suficiente tiempo para entrenar juntos por las noches, y Jeus ha ideado algo para él mismo de lo que ningún equipo entiende nada.
Obtuvo esta formación en forma de “W” por medio de su pensamiento.
No sabe que más adelante todo el mundo usará su pensar y sentir para este juego, aquello de lo que él es el inventor.
Son pequeños, pero también rápidos como el relámpago, solo los dos defensas son tipos fuertes.
Sí, son niños.
Empieza el partido.
Jeus no pasa la pelota al interior derecha, tampoco a los flancos, eso viene enseguida.
Arnold recibe la pelota, sabe regatear muy bien, pero luego la pelota vuela inmediatamente a la derecha, aquel no se queda con la pelota ni un segundo, centra al momento y luego sigue lo demás.
Estuvieron equilibrando esta secuencia de juego miles de veces, la mayoría de ellas lo logran, se puede calcular de manera casi infalible, porque Jantje Teeling, el chico de diecinueve, esa rata pequeña pero rápida, sabe centrar unos tiros más que certeros.
Jeus estuvo recibiendo sus pelotas meses seguidos, hizo un estudio de ellas.
Por lo alto o lo bajo, por la izquierda o derecha, no importa; directamente desde el aire, el pie debajo, y luego ¡raca!, un tiro que contiene fuego.
No hay ni uno que sepa disparar como él.
No entiende de dónde saca ese fuego.
Con sus piernas zancudas ciertamente le da fuego al balón, y lo conocen de él.
O pone la cabeza debajo.
Jantje centra, el balón planea por delante de la portería, Jeus tiene una oportunidad, y sí señor... ¡Después de un minuto van 1 a 0!
¡Chúpate esa!
Irma ya está que revienta.
Grita por encima de miles de personas, Jeus puede oírla.
¡Y eso de unos niños!
Dios mío... ¡Qué diablo es ese!
¡Cómo juega ese chico!
¡Menuda locomotora!
Ese chico puede ganar dinero, nos hace falta aquí.
Eso es un jugador.
Diez minutos más tarde vuelve a tener una oportunidad, y ¡raca!, desde una distancia de veinte metros, justo a ese maldito ángulo, van 2-0.
¿Más?
Solo hay que esperar.
Cinco minutos antes del intermedio le da un pase delante de los pies a Jan, que juega de interior derecha, y ¡allí les va...! Antes del descanso los niños holandeses van ganando tres a cero.
Jeus es como una víbora, quieren gastarle una broma, pero los boches se tropiezan con ellos mismos al correr, Jeus sabe de antemano lo que va a ocurrir y se nota en todo.
En los vestidores (vestuarios) vuelve a ver a su Irma, no hay quien la saque de allí, pero puede contarle lo que quiera.
Le piden que vaya a jugar para su club, le ofrecen un empleo maravilloso.
Están decididos a tenerlo y su amor está con las narices encima, pero Jeus ya no puede ver todo el ‘Stolzenfels am Rhein’ ni en pintura.
Se le acercan por todas partes, él solo ríe, no olvidará a sus chicos, ya no quiere tener nada que ver con toda esa Alemania.
Jan dice:
—Entonces ya no meteremos más, Jeus, y eso es una pena.
Hoy los deberíamos haber hecho vomitar.
Y así es, amiguito Jan... ellos tendrán uno, Jeus ya no tendrá oportunidad, ahora lo cubrirán cuatro hombres, pero vencieron a la liga alemana, y aquí tardarán en olvidarlo.
Y no importa lo que intente, no puede liberarse de cuatro hombres, los boches tendrán un gol, el marcador final es de 3 a 1 para el B.V.C. holandés.
Y ahora hay fiesta, van a bailar.
Ganaron una copa espectacular.
Toda esta noche transcurre entre chinchar, lo quieren tener a él, tiene que jugar para su club y entrará a la liga alemana.
Irma hace todo, le implora venir a Alemania, pero Jeus se ríe de ella en su bella carita, bebe su copa de vino, claro que sí, pero el resto ¡que se pudra!
Cuando se pone demasiado insoportable y no quieren dejar de chincharlo, Jeus agarra la copa y la estrella delante de sus pies.
Ahora tienen que largarse lo antes posible.
Irma ya está en el tren, no puede arrojarla fuera, quiere hablar con Crisje.
Los chicos la ayudan, los ha llevado al punto de que le creen, ¡a él no!
Pero eso es cosa de ellos, y Jeus lo puede comprender.
Pero cuando Jan quiere convencerlo, dice:
—Entonces por qué no me acompañas, Jan.
Jeus tiene un plan.
Jan lo va siguiendo.
Van directamente hacia Willy.
Allí está el joven.
Cómo dices, ¿que perdió Duisburgo?
Eso es sin duda un milagro.
Sí, es cierto, pero a la vez agarra a Willy de las solapas.
—Óyeme, Willy.
Si me cuentas la sagrada verdad, no te dejaremos con la nariz sangrando.
Pero si quieres ocultarme la verdad, te destruiremos.

—¿Qué quieres?

—¿Dormiste con Irma, sí o no?
Willy dice:

—Ella misma me lo pidió.
Tenía que mandarle un telegrama.
—¿Pues bien, Jan?
Qué cosas, ¿no?
¿Todavía no es suficiente?
¿Es Irma una zorra, sí o no?
Ahora Jan lo sabe.
Y es una pena.
Jeus adoraba a su chica —las cosas como son—, sintieron la felicidad, le privaron de ese detallito, pero ahora que Jan sabe que es una zorra está de su lado, e Irma tiene que irse de aquí.
No logran sacarla del Zutphen-Emmerik, es como una gata salvaje, tiene que contarle a Crisje que no engañó a Jeus.
Pero ¿qué dijo Willy?
¿Lo crees, Jan?
¡Ese canalla quiere desacreditarme!
Santo cielo, pero qué malas son las personas después de todo.
La criatura llora.
Ya envolvió de nuevo a Jan al mil por ciento, flaquea, ¡Jeus no!
Irma corre detrás de él, subiendo la Grintweg, entrando donde Crisje, ahora cae a los pies de esta y le implora perdón, le ruega que la ayude, no quiere perder a Jeus por nada del mundo.
Jeus habla con Crisje y le cuenta de su sueño; Crisje también le da a él lo que ella sintió y lo que se le concedió ver.
Y ahora que Irma le cuente lo que quiera.
Discuten entre ellos sobre cómo sacarla de allí lo mejor posible.
Ahora Irma oye:
—Escucha, hija mía.
Te doy una última oportunidad.
Mañana volverás donde tus padres.
Sí, eso ya lo ha decidido por ella misma, de cualquier manera debe volver a casa, de todos modos tiene que contarles a sus padres cómo sigue su tía.
Cuentos... siente Jeus, se está envolviendo en sus propias palabras.
Pero ahora escucha un momento.
—¡Tú vas a volver!
Tienes que ir a casa.
Si no lo haces, se acabó.
Si vas, reflexionaré sobre todo.
Irma se va.
Jeus la deja en el Zutphen-Emmerik.
Le ruega volver con ella.
Jeus siente que ahora ¡le darán “Prügel”!
Pero eso no es asunto de él.
Diez minutos después se sienta para escribir una hermosa carta a los padres de Irma.
Sí, saca las palabras de un librito, pero eso no importa, la carta pinta bien.
Escribe:
“Mis queridos padres, papá y mamá de Irmgard.
Les agradezco mucho todo lo que se me concedió recibir de ustedes.
Amaba a su hija, tanto que habría querido dar mi vida para poder conservarla, pero su hija —les debo decir— es una zorra, ama a todo quisqui y se echa a perder a ella misma.
Ahora me ha hecho creer que tenía que visitar a una tía.
¿Hay familiares suyos que vivan en Emmerik?”.
La vi, estaba acostada allí... No... eso no.
Pero todavía sigue: “Es una pena, pero debo advertirles.
Su hija es una zorra...”.
Ahora usa las palabras del director de la cárcel y termina su carta.
Ahora a pasarla al alemán, es una mezcla de dialecto y alemán, pero no importa, ahora sabrán con exactitud lo que vale su hija.
¿Le entenderán esas personas?
Después de diez días recibe una carta de vuelta.
El padre escribe que la recogió allí y que ahora ya no sale de casa.
Jeus dejó en ellos una buena impresión y si algún día vuelve a ir a Alemania encontrará la puerta abierta.
“Sin duda es una pena, lo sabemos todo.
La guerra destruyó todo lo bueno en el ser humano”.
Punto final, borrón y cuenta nueva, su hija será olvidada.
Crisje habla con Jeus, vuelven a ser uno solo en corazón y alma... uno, se entienden.
Crisje rezará por que reciba una buena chica, pero en el bosque Jeus llora hasta quedar completamente vacío.
Santo cielo, qué feliz era con esta vida.
¡Las chicas son víboras!
No quiere volver a tener una chica nunca más.
Está cerca del Gólgota.
Allí estuvo acostado debajo de los arbustos y lloró hasta quedar vacío por otra cosa.
“Adelante, llora, Jeus”, le exclaman los árboles, “te aliviará”.
Ojalá estuviera aquí Fanny, no se puede hablar con nadie, nadie puede entenderlo, solo mamá lo sabe todo, ella vivió lo mismo.
Pero Crisje dice: más vale enterrarlos que este dolor, esto es peor, esto te destruirá.
Si se mueren todavía te queda tu amor, ahora ya no te queda nada, y Jeus amó de verdad.
¿Por qué lo engañó?
¿Por qué, por qué?
Si no fuera por Crisje, Jeus terminaría con su vida.
Pero no quiere hacerle eso a su pobre Crisje, no puede ser.
¿Quién quiere hablarle a su vida?
¿Ves? Ya se lo imaginaba.
Casje vuelve y dice:
—Me dije, aquí está pasando algo, Jeus, ¿qué tienes?
—Pero ¿no pudiste haberme advertido, Casje?
—¿Te digo una cosa, Jeus?
¿Acaso habrías querido escucharme?
—No, claro que no, tienes razón, Casje.
Pero ¿sabes lo que pasa dentro de mí?
—¿Duele mucho, Jeus?
—Sí, reviento por dentro.
Casje deja que termine de llorar.
¿No tiene nada que decirle?
—Lo puedo entender, Jeus.
—No sabes nada, entre camaradas uno debe advertir al otro, pero tú no sabías nada.
—Sabía todo, Jeus, pero parecía que estuvieras loco.
—Las chicas son víboras, Casje.
—Es una mentira, y tu madre entonces ¿qué?
—Es cierto, pero qué mala jugada me hicieron.
Muero de dolor.
No quiero besar nunca más.
Casje ríe, Jeus lo oye y pregunta:

—¿Además te da risa?
—No me río de ti, me reía de mí mismo.
—¿Porque a ti también te hicieron una mala jugada?
—Claro, todos tenemos que vivirlo.
Entonces debiste haber escogido una buena.
Pero ahora otra cosa, Jeus.
Voy a ir a la ciudad.
No nos veremos durante mucho tiempo.
—¿Qué tienes que hacer allí, Casje?
—Trabajar.
—¿No tendrás un trabajo para mí allí?
—Pues mira, muy cierto, Jeus.
Lo voy a recordar.
—Es imposible, ¿no?
—Es decir, es difícil.
—Eso es lógico, entiendo que estás en tu propia vida.
—Pero aun así lo voy a recordar.
—Si eso fuera cierto, Casje.
—Todo es posible, Jeus.
Y ahora, que te vaya bien.
No te lo tomes tan a pecho, en el mundo hay chicas de sobra.
—Estoy harto, Casje.
—Chao, Jeus.
—Adiós, Casje.
Todavía oye:

—Ahora ve adonde tu madre, te tiene una rica sopa, Jeus.
—Ya no puedo comer, deberías saberlo, ¿no?
Casje se fue...
‘Ese hombre está loco’, piensa Jeus.
Más bien no es un ser humano.
No sabe nada de esta vida.
Habría querido hacerle muchas preguntas, pero cuando oye esa voz, siempre se vuelve a sentir estimulado.
Es algo que te hace sentir impotente.
Es algo que le dice: esa vida tiene todo y él no tiene nada.
Habría querido olvidarse del dialecto y ni siquiera eso se puede, cuando oye la voz, de pronto vuelve también, y en realidad es incluso mejor.
Tanto holandés y alemán solo lo hacen sentir raro.
Ahora estás muy lejos de casa, entonces ya no eres nada en absoluto, te sientes frío y engañado.
No sabe —no siente nada de lo que posee— no sabe que su clarividencia es enorme, es infalible, de que por medio de ella podría darle felicidad a miles de personas, no entiende nada de sí mismo.
¿Quién va a pensar en una rica sopa, pues, si ya no tiene corazón?
Lo ves, por eso Casje es un tipo de mierda... un pelagatos, que sabe cotillear muy bien y no entiende de la vida.
Es grave, pero no lo sintió, por eso tampoco es un ser humano.
¿Qué quiere hacer por él ese infeliz en la ciudad?
Es para troncharte de la risa, pero Jeus ya no puede reír, tiene el alma deshecha.
Y de todos modos ya quisiera, entonces allí se divertirían todavía más, y ¡eso no debe ser!
Así está bien, Jeus.
Le da a vivir su dolor a cada árbol.
Cuando es casi de noche se dirige a casa desganado, tiene que olvidar a esa vida.
Ya no quiere tener nada que ver con el ‘Stolzenfels am Rhein’.
A pesar de todo, lo va invadiendo la tranquilidad.
Crisje es quien lo acoge ahora, porque sabe lo que vive dentro de él.
—Ahora debes demostrar de lo que eres capaz, Jeus.
—Sí, mamá.
—¿Acaso se te olvidó lo mío?
—No, mamá, claro que no.
—Hay otras chicas, ¿sabes, Jeus?
—Lo sé, mamá, pero ella era algo tan distinto.
Dios mío, mamá, ¿de verdad puedes olvidar a papá?
—Por supuesto que no, Jeus, pero debemos mirar hacia adelante, y no hacia atrás, lo tienes que saber.
Jeus lo sabe.
Hará lo que sea para ganar esta batalla.
Pero una chica ¡nunca más!
¿Qué irá a hacer ahora?
Otro rato, Jeus, y lo sabrás.
También ese sentimiento despertará.
Solo entonces llegarás a una decisión.
¡Servirás!
Trabajarás para Nuestro Señor, Jeus.
El amor golpeó a todos los grandes; precisamente esos sentimientos los hicieron más fuertes, Jeus, por eso recibieron otra conciencia.
Pero que sepas, ¡todo está bien!
Todo, por más extraño que llegue a ti; más adelante la vida te lo aclarará, pero entonces ¡estarás ante las leyes espaciales!
¡Saludos de tu Casje!