Jeus y su chica
Jeus vuelve a estar estacionado en el cuartel Coehoorn, los chicos todavía no pueden dejar el servicio militar, pero Jeus va de camino a Crisje, tal vez sea este su último permiso.
Ahora puede contarles a sus amigos una gran historia, de lo que ha vivido y que está en boca de toda Holanda.
¿Quién fue, Jeus, el que le dio su bofetada al oficial alemán renano?
¿Un Jinete Amarillo?
¿No estuvo allí Antoon de Wild?
¿No viste a Gieles van de Kemp?
Ellos también tienen sus Jinetes Amarillos, tipos como robles, y sin miedo a nada.
Santo cielo, hay que ver a Gieles y Antoon, todo la Grintweg retiembla cuando llegan a casa con sus espuelas; para Antoon vibra el callejón Dassensteegje, y saben todo al respecto.
No, ¡fue el gran Gradus!
Ya tuvo que repetir la historia diez veces y entonces hay risas, se desempolva el pasado y no solo se desempolva, sino que se le deja reluciente y fresco, está como nuevo, y ese pasado se saborea más que nunca.
Pero en este momento Jeus no es consciente, no tiene el sentimiento, y eso sí que es algo para su pensar y sentir, para su sensibilidad, que dentro de diez minutos recibirá a su chica.
Empezó a sentir cosquillas por dentro desde hace tanto tiempo, pero hasta ahora no se le ha concedido recibir esa felicidad.
Muchísimas chicas guapas lo han mirado, nunca tuvo el sentimiento de saltar esa acequia, siempre había algo por dentro que le decía, “No, todavía no, ¡todavía no estoy despierto!”.
O ¿qué era, Jeus?
Aquí había suficientes, alemanas y del mismo vecindario, también en Arnhem y donde ha estado las mujeres espiaban su vida, pero nunca se atrevió a dar el paso.
Y todavía, ahora que está allí de juerga con Bernard —que también podrá vislumbrar brevemente su felicidad— no saben lo que les viene encima.
Vuelven a Crisje, todavía sin sentir los dos que allí hay dos ángeles, caídos sin más desde un cielo, o bien lo último de todo del ‘Stolzenfels am Rhein’ para Crisje: “Madre Crisje, ¿nos puede dar algo?”.
Pero ya no hay nada que conseguir donde Crisje, todo se acabó por completo y no le ha dejado un centavo.
—Buenas noches a todos.
¿Qué es esto, mamá?
¿Dos ángeles en casa?
Santo cielo, qué criaturas tan hermosas son, mamá.
—Este es Bernard, señoritas, y él es Jeus.
Las señoritas miran a los guapetones de Crisje.
Bernard estuvo bajo el tranvía, pero ¿no es guapo?
Hay que ver sus rizos y tiene un buen oficio, es sastre.
Si tienes a Bernard de marido, ya no tienes que coser nada nunca más, lo hará Bernard toda tu vida.
¿Y aquel otro?
Está en el servicio militar, ya lo ven, señoritas; ya pronto Jeus vendrá a casa definitivamente.
—Pero ¿dije demasiado, señoritas?
—Pues es un milagro, madre Crisje.
Pero Crisje tiene sus propias ideas acerca de las señoritas.
No es culpa de ella que hayan venido a buscarla para llevarse algo para su familia.
Crisje siente que son unas vagabundas, esos sentimientos le son mandados, pero sin duda que Jeus se andará con cien ojos.
Crisje no tiene miedo de que Jeus vaya a precipitarse en esa vida como un perro rabioso, sabe que Jeus piensa, no va a tomar una decisión así como así.
Jeus explora a las señoritas.
Por dentro las cosas ya están patas arriba, Crisje.
Durante su arresto mayor estuvo reflexionando sobre las chicas y decidió por sí mismo que por fin se iba haciendo urgente buscar él mismo un poco de amor, a fin de cuentas ya es hora de saber cómo sabe un beso de esos.
Pero tiene que tener una chica que sea como él mismo.
Esos pensamientos se les adelantan a los otros miles de pensamientos.
Pero ¿has visto qué morritos, Bernard?
Por supuesto que vienen a buscar comida y bebida.
Y ¿viste a esa, tan elegante, Bernard?
De verdad son señoritas.
¿Cómo es posible, Bernard?
Son vidas que fueron enviadas por Nuestro Señor en persona, ¿cierto o no, Bernard?
La bella y la más pequeña ya está mirando.
Él también, aquella de allí, cómo se llama, Elly, es para Bernard.
Y esta Irma es para él, ¿cierto o no?; ¿no quieres que seamos novios, encanto?
Crisje habla de la guerra y todas las personas a las que les dio de comer, Jeus sonda esta vida, desciende en ella, pero solo mira el núcleo exterior, lo de adentro no lo siente ni lo ve, ahora está jugándose su conocimiento de la naturaleza humana, su imponente intuición, esta seguridad universal, Crisje, ¡se ha vuelto loco de remate!
Santo cielo, Jeus, ¿qué es lo que vas a hacer ahora?
Hay que ver cómo brillan esos ojitos.
Mira esos labiecitos, no te importaría nada darles un beso, esas lindas mejillas, esas manitas, esos piecitos, ese vestido de seda, ¡es un ángel, Crisje!
Sigue sondando, desciende en el alma, no ve nada, no siente nada de nada de la personalidad, echó por la borda todo ese exceso de sensibilidad, tampoco hay un Casje que lo ponga sobre aviso, no hay otros ángeles, está como un pato salvaje ante una gloria natural y agarra lo que puede.
En pensamientos, ya besó a Irma mil veces.
Santo cielo, qué rico se siente, Crisje; ahora sabe lo que tú recibiste de su padre todos esos hermosos años, empieza a sentir por qué su padre te idolatraba, él también adora a su chica, la adora como un loco, Crisje, pero ¿dónde debe encallar este barco?
Bernard ya se hizo con su primer contacto.
Ay, ese Bernard.
Estando Crisje allí, Bernard recibe el primer beso de su vida.
Se pone verde y rojo de excitación, siente hormigueo en la pierna de palo, pero eso no es ningún impedimento para esta Elly.
Por supuesto que tienen dinero de sobra.
Estas son señoritas ricas.
Algo bastante distinto que esas palurdas de aquí; agradece a Nuestro Señor haber esperado tanto.
Si hubiera mirado a una chica, nunca habría conocido este milagro.
Se bendice a sí mismo, esto es un verdadero milagro, Crisje, mejor no te angusties, vete a dormir tranquila, mamá, nos queda muchísimo que hablar.
Pero, ay, qué pena, mañana se tiene que ir, este es su último día.
¿Por qué no viniste antes, ángel?
Pues, no lo sabían, vienen en línea recta de donde su madre por algo de comer.
Sí, ¡ojalá se les hubiera concedido saberlo!
Claro, entonces Irma habría venido volando.
¿Lo puede entender Jeus?
Las cosas en las que no piensa mamá.
¿Dónde tienen que dormir las señoritas?
Ya encontrarán algo, pero ¿no les da permiso de quedarse sentadas? ¡Les quedan tantas cosas que contarse, Crisje!
Crisje y Wageman se acuestan.
Se apaga el quinqué, Bernard y Jeus están allí, susurrando con los ángeles de Nuestro Señor.
Sí, ya se decidió, se hicieron novios.
Los angelitos están con los pies cerca de la estufa, Jeus atiza el fuego, pone café, hace todo lo posible por agasajar a su ángel, y disfruta su amor.
Qué bella es Irma, qué agradecido se siente, es el momento bendecido para su vida.
Besa... y olvida el mundo, por dentro es un caos, ya no hay nada allí que se tome en consideración para el sosiego humano, la paz normal ni la felicidad; esta es su chica, ahora ya nada tiene significado, nadie lo va a echar a patadas de esta vida.
¡Muerte a La Parca!
¡Casje es un loco consciente!
¿Cómo es posible que haya podido escuchar esos disparates?
¡Esto es!
¡Es su chica!
No hay nada que le gane a esto, el mundo entero se reduce a nada cuando tienes a Irma en los brazos y sientes su sangre, cuando el contacto vivo te penetra por completo; es como si te volvieras loco, por dentro todo es un gran hormigueo, ¡es una gran gloria!
Plaf... ya la ha vuelto a besar, con cuidado; Dios mío, Crisje, qué bueno es Jeus para besar.
¿No sabías que esto era celestial?
Jeus nunca lo supo.
Es uno con esta vida.
Por dentro siente crepitar el latido del corazón de ella.
¿También lo siente Bernard?
No, Jeus siente que allí es algo muy distinto.
El suelo está temblando debajo de sus pies.
Qué pena que sea de noche, si no le mostraría un momento las palomas.
Qué pena, pero también puede estar contento con esto.
¡Qué bella es la vida!
Pero ¡qué imponente es la vida!
Dios mío, cómo te lo agradezco.
El señor párroco recibe flores.
Regalaría mi vida por Irma, quiero morir por este amor.
—¿Eres mía?
¿De verdad eres mía?
¿Nunca antes has besado a un chico?
No, ¿es cierto?
¿Esperaste, como lo hice yo?
Una vez besé a una chica, te lo confieso todo con honestidad, ¿me puedes perdonar, Irma?
¿También reflexionaste como yo pude hacerlo durante el arresto mayor?
No llegué allí por cosas malas, no, lo has de creer, solo porque reventaba por dentro y porque me divertía mucho.
¿Quieres creerme, ángel?
¿No has tenido a ningún chico aún?
¿No?
Qué bien.
Yo vengo directito de donde mi madre, Crisje te lo podrá decir, tuve mucho cuidado.
Te cargaré en esta vida, cariño.
Pregúntale a Bernard si quieres.
Bernard tampoco ha tenido una chica, hemos sido puros durante todos esos años, yo te estuve esperando a ti, y él a ella.
Cómo me alegro, Irma, de no haber hecho nunca cosas malas.
Pero solo tengo eso.
No tengo nada más, Irma.
No aprendí ningún oficio, tuve que encargarme de la familia; cuando murió papá, mamá se quedó sola con todos los hijos.
Solo soy de una familia obrera.
¿No te dice nada?
¿Puedo acompañarte adonde tus padres?
¿Tu padre tiene una fábrica de zapatos?
¿Ves? Ya me lo imaginaba.
Eres hija de padres ricos, se nota en todo.
Pero yo soy honesto y bueno.
Quiero trabajar duro, no me importa lo que tenga que hacer por ti, mientras me quieras.
Confiesa todo con honestidad, está arrodillado a los pies de este milagro sagrado y le pone la profundidad de su corazón humano en el regazo.
De vez en cuando Elly echa un vistazo, qué buen muchacho que será ese, ¿no habrá escogido al equivocado?
Pero entonces ya es tarde, Jeus ya no quiere otra chica, esta es, por su Irma quiere morir.
Qué llena de milagros está la vida, de pronto estás ante la felicidad más elevada de tu vida.
Hay que ver qué hermoso tiene el cabello.
Castaño, exactamente como el suyo, van llegando a la unión total.
—¿Estás cansada, ángel?
Yo sigo velando, duerme tranquila, recuesta la cabecita en mi hombro y duerme.
Qué pena, le gustaría seguir despierto durante diez años, ya no quisiera dormir nunca más, pero lo puede comprender.
El ángel duerme, él piensa.
Bernard también duerme, todos duermen, él piensa, no puede dormir y no entiende que un ser humano sea capaz de dormir ahora, en este momento, cuando se ha abierto el paraíso para la eternidad.
La mantiene en equilibrio y sigue el maternal latir del corazón, ese ritmo interior, lo lleva al espacio, a la primera luz vital de Nuestro Señor y ve que va saliendo el sol, empieza a clarear.
Pone café, Crisje recibe su felicidad en la cama.
Lo mira a los ojos, ¿acaso no sintió nada?
Anoche, Crisje tuvo un sueño.
Él no.
Crisje levanta el dedo señalándolas, pero Jeus no ve dedos.
Crisje llegó justo un poco tarde.
¿No puede estar segura de sus propios sentimientos?
Jeus sabe pensar mejor que ella, Jeus ha tenido más visiones que ella, ¿qué hay de malo?
¿Nada?
Y aun así, en su sueño ella vio a las chicas.
Primero Crisje no quiso saber nada al respecto, se lo quita de encima, no quiere pensar nada malo de las personas.
Pero los pensamientos volvieron.
Había algo que le decía: de esta niña no se puede uno fiar, esta no es una chica para Jeus, ¡es una fulana!
Y la otra no es mejor.
Estas chicas solo están tomándoles el pelo a los chicos.
Estas son unas verdaderas gandulas, unas zorras, aunque tengan dinero, puede ser cierto, pero ¡son zorras!
Cuando Crisje agita la cabeza, indicando con el dedo que no debe aceptar el contacto con Irma, Jeus se encoge de hombros.
¿Acaso mamá se ha vuelto demente?
¿Quiere privarlo de esta felicidad?
Es imposible, mamá.
Irma es una chica pura, cruzaron la frontera por hambre.
Pero ¿por qué aprendiste este holandés?
¿Has estado aquí antes?
¿En la escuela?
Lo puede comprender.
Ellos también aprenden alemán en la escuela, así de sencillo.
No, Crisje, no, mamá, ni por todo el dinero del mundo lograrás alejarme de esta vida.
Por fin he recibido a mi chica y nadie me la va a arrebatar.
Quiero morir por esta vida.
Irma ama la vida de él, mamá.
Mira tú misma, solo escucha lo que ella dice.
¿No es delicioso?
No le importa que él sea pobre y no posea nada, que no haya aprendido nada, ya se arreglarán las cosas.
El padre es rico, mamá.
Entonces ¿se habrá equivocado Crisje anoche?
Debe de ser que sí, si se miran así, no queda más que creer a estas almas.
Aun así, Crisje no puede negar simplemente su sueño.
Cuando hay un momento oportuno, habla con Jeus.
—Ándate con cuidado, Jeus.
Te digo, esta no es una cría para ti.
Jeus habla hasta dejarla desquiciada.
Crisje no puede con él, esta es un ángel.
Crisje termina por desprenderse, puede estar equivocada.
Y de ninguna manera quiere pensar mal de las personas.
Pero bueno, ¡sí que tuvo el sueño!
Están enfrentados, Jeus no cree que esta chica sea mala, pero es un momento decisivo para su vida.
Puede hacer que aprendas y te puede quebrar.
¿Qué hará Casje ahora?
Todo esto es de lo más sencillo.
Algún día, todo chico y toda chica se encuentran ante el momento increíble, ante el amor humano, ante la paternidad y la maternidad.
Eso es de lo más lógico, eso es natural, para esto vive el alma y esa es la intención de Dios.
El ser humano no puede imaginarse una felicidad más imponente, ¡esto es todo!
Y para Jeus, ¡esto es todo!
Parece que está loco por dentro.
Para él, una chica es como Nuestro Señor mismo.
Solo mucho más adelante sabrá de dónde ha recibido estos profundos sentimientos, y esto no tiene nada que ver con pasión.
No sabe lo que es cuando las personas hablan de pasión, es una palabra que no entiende, para él es solo amor.
Y eso lo sabe Crisje y lo sabe Casje, ahora también el Largo lo conoce.
Para él es algo tan maravilloso, este sentimiento que vive dentro de su alma es indescriptible.
Envuelve un espacio y ahora ese espacio es su chica.
Es profundidad, para Casje es algo muy distinto, para Jeus es la posesión de una vida humana que le ha dicho: te pertenezco, y le fue regalada así sin más, es para que uno salga de la vida de un salto.
Para él, Irma vale un millón, ¡incluso más!
No hay nada más elevado que recibir ni vivir, ¡te conduce al paraíso!
Crisje piensa, ‘Ojalá hubiera pedido a Anneke’.
Anneke es dulce; pero bueno, allí tienen dinero.
¿Y ahora Jeus tendrá una chica rica?
Tal vez se angustia demasiado, pero aun así: Crisje quiere evitar problemas.
Habla con Irma, le cuenta de su vida y de Jeus, de cómo luchó por ella.
¿Lo puede comprender?
Es lo que ahora recibe ella.
Jeus vale más que un montón de fábricas de zapatos.
Hay que querer luchar por su vida y su amor.
Aunque sea un chico pobre, lo que importa de Jeus es lo de dentro, y por medio de eso ella recibirá un cielo en la tierra.
Ninguno de los chicos es como él, eso incluso el señor párroco te lo puede contar.
Jeus vive en tu corazón, siempre está dentro de ti y te cargará, Irma.
Pero Crisje ya lo está sintiendo: esa niña dice sí y amén, madre, pero eso ya lo conoce.
Tiene ganas de tirarse de los pelos.
A estas chicas debió mandarlas lejos de inmediato.
¿Sabe Casje lo que va a ocurrir ahora?
¿No podrá darle un tirón de orejas espiritual?
Esos toques espirituales obran milagros, ¿por qué ahora no?
Jeus no piensa en Casje, no lo necesita ahora, ahora él mismo es quien decide, y ningún Casje.
Y aun así, Jeus: más tarde vamos a seguir y solo entonces veremos todo de otra manera.
Casje tiene otras ideas al respecto, Irma.
Estás frente a él y al espacio.
¡Esta es una vida del Universo!
Esta vida tiene significado verdadero para muchos.
Si comprendieras esta vida, tendrías conciencia de las palabras de Crisje.
Jeus es como fue Platón, pero más adelante dejará atrás a esa vida como un rayo.
¿Alguna vez has oído hablar de Sócrates?
Tú sí, tú te desarrollaste; Jeus no, pero ya vendrá.
Vive en su alma, todo eso todavía tiene que despertar.
Es como era el Antiguo Egipto, es uno de esos sacerdotes de los Templos, un maestro... encógete de hombros y ríe, pero ¡eso está ahí!
Y anoche, eso le habló a tu vida y tu alma, te besó, eso se entrega a tu vida y ahora tú vas a disponer de ello.
Te dice, ‘¿Dejo que me pateen?’.
Claro, pero lo que él quiere decir es otra cosa.
Está a tus pies y apuesta su vida por ti, Jeus sabe hacerlo y lo hace, nunca más vuelve a mirar a una chica.
Lo que tiene para darte es fidelidad, amor, paz y felicidad, justicia, benevolencia, y puedes seguir, nombra los encantos del ser humano, todas esas características las encontrarás en él.
¿No oyes lo que dice?
—No tengo nada, no soy nada, Irma, pero te amo.
Solo soy un pobre nene, pero trabajaré duro y me esforzaré.
Nunca te arrepentirás de mí, nunca tendrás que sentirte triste por mí, siempre seré el mismo para ti, te cargaré, Irma.
Te colocaré en mi propio palacio, y es de una profundidad infinita.
¿De dónde es que saca todas estas palabras?
Habla como un erudito, solo un instante y luego volvió a ser Jan Soldado, el Joost y el Sientje, el hijo de la madre Crisje.
Irma ríe por dentro y él no ve nada, no siente nada, ¡por dentro hay algo que se niega y que no quiere ver nada!
Entonces tiene que partir.
Pero ya ha hecho su plan.
Nadie lo detendrá.
Jeus está loco de remate.
Anoche no durmió un segundo, hoy deberán tirar granadas cargadas, es un día duro, pero eso no importa.
Después de su servicio, vuelve adonde Irma en bicicleta.
Ahora no piensa en comer ni beber, ya no tiene sosiego.
No está abierto a nada.
A Irma la ve en todas partes, hace un rato casi la lastima, incluso en una granada de esas está su amor.
¿Te lastimé?
Entonces ya no tiraré esas cosas, tienes razón.
Entonces llegan a casa.
Hasta mañana temprano, chicos.
Ya te encargarás de que todo quede bien arreglado, ¿no?
Y él, ¡se esfuma!
Y ahora a pedalear hasta desfallecer.
De prisa corriendo a Westervoort.
Quiere estar en casa en dos horas y media.
Por el camino empieza a llover a cántaros, pero tampoco eso le importa.
Se levanta un viento frío que muerde, eso tampoco le dice nada.
Westervoort, ahora a Zevenaar, luego, cerca de Beek, entra volando a los bosques y ataja cortando parte de su camino, la diferencia es de al menos diez minutos de felicidad, si te interesa saberlo.
Conoce los bosques, puede seguirlos a oscuras, son suyos esos maravillosos senderos cerca de la Montferland.
Nadie puede aguantarle el ritmo, va rápido, va pataleando, ya está tosiendo; podrías resfriarte por esto, pero tampoco eso ahora le dice nada, no le afecta, la bicicleta lo lleva a su amor.
Didam... Crisje, va llegando.
Pero clama al cielo verlo jadear de esa manera.
Esos últimos kilómetros le pesan mucho, se mata pedaleando, y ¿para qué, Crisje?
¿Se ha vuelto loco de remate Casje también?
¿No es esto demasiado?
¿No es para darte una paliza a ti mismo?
Pero ¿qué es una paliza cuando luchas por tu chica, si ella te besa?
Se deja el cerebro sin sangre de tanto pedalear, Crisje, preguntándose dónde deberá encallar este barco.
Traiciona toda su patria por su chica, que no cuenten con él, ni ahora ni nunca, ¡vaya soldado de poca monta!
En la planicie pelada le dan una buena tunda.
Ya está empapado, aun así sigue.
Mientras tanto, piensa en su amor.
Irma está delante de él en el volante, la acaricia, habla con ella.
No, un poco después la ve donde Crisje, está esperándolo, enseguida irán a bailar, entonces puede hablar con ella, tiene tantas cosas más que contarle.
Mira, allí está, Jeus la ve, está hablando con Crisje, Jeus lo oye todo, entiende cada palabra.
Hablan de él, mamá sirve café, Crisje incluso sacó galletas para acompañar el café.
Y eso es para su chica.
Ahora mamá la ha visto, Crisje ya no tiene miedo, sabe lo bella y buena que es su amor.
Sí, mamá, lo sé muy bien, te angustias, quieres que tenga una buena mujer, ahora la he encontrado.
¿Es cierto eso... Jeus?
Otro buen tirón y luego allí a adentrarse a los bosques.
Pero Jeus no la suelta.
De un tirón la vuelve a subir un momento al volante, pero no debe hacer eso, podría resfriarse y debe velar por eso.
¿Me das un beso?
¿Serás eternamente mi mujer?
¿Nunca mirarás a otros chicos?
No, ¿verdad?, los chicos no te dicen nada, eres mía y seguirás siendo mi chica, te vas a convertir en mi mujer.
Qué bonitas las casas que bordean aquí el camino.
Diablos, ¿por qué es que no aprendí un oficio?
Pero eso tampoco es grave, entrará a la fábrica de zapatos de Irma, allí se convertirá en capataz y entonces podrán casarse sin ningún problema, ¿y luego?
Sí, mamá, entonces también nosotros tendremos hijitos, ¡y así seré padre!
Oh, Dios mío, si se me concediera convertirme en padre y ¡mirar a mis propios hijos!
Oh, Señor Nuestro, así rezo ahora.
Reza, en su bici, está empapado, y ahora una oración semejante significa algo, eso lo siente Nuestro Señor, ahora sabe con cuánta seriedad la dice.
Ay, mis hijitos, mis niñas y mis propios chicos, me los como.
Y a la madre de mis hijos, ¡me la como!
Me postro a sus pies, recibe un cielo en la tierra.
Y cuando crezcan los niños, hablará con ellos y hará como hizo papá, pero él no será tan estricto.
En su casa no echará mano del sótano, sus hijos tendrán una buena vida, aprendió todo sobre esto.
Irma es como mamá, siempre buena, siempre cariñosa, nunca recibirá una palabra dura, no se oyen ladridos ni gruñidos, él vivirá eternamente en los pensamientos de ella y ella en los de él, por dentro nunca estarán separados, todo pensamiento, como le pasaba a mamá, es para ella, y el de ella es para él.
Entonces serán esposo y esposa.
Y él no querrá esperar mucho tiempo, y luego: a casarse.
Casarse... Dios mío, ¡qué día será ese!
Beek... y ahora a través de los bosques, en línea recta hacia la Montferland, entonces elimino esa curva.
Pasa volando por encima de la Montferland, ahora desciende por las colinas, está mojado de sudor, sigue lloviendo, todo ese tiempo se mantuvo la tormenta, pero allí ya está ‘s-Heerenberg, ahora más rápido todavía, y sí:
—¡Hola, mamá!
Ya volví.
—Pero ¡qué te has metido en la cabeza, Jeus!
—¿Por qué, mamá?
¿Acaso no puedo venir a ver a mi chica?
¿Dónde está Irma, mamá?
—Fue a bailar con Bernard.
—¿Donde Hendriks, mamá?
—Sí, Jeus, pero, por favor, abre los ojos.
Su primer tirón de orejas, pero dice:
—Los mantuve abiertos, mamá, por mí no tienes que preocuparte.
Entonces a Hendriks.
Pero ¿no habría podido ella esperar un poco?
¿No habría podido darle la bienvenida en casa, detrás de la estufa?
¿No sabe lo que significa venir pedaleando a casa después del servicio, nada menos que desde Arnhem, a la intemperie?
¿No pudo pensar en eso?
¡Qué pena!
Ya llegó el primer “qué pena”, pero pronto se le darán a vivir los demás “qué penas”, y entonces Jeus podrá saberlo, pero ¡no ve ni oye nada!
Cuando amas no ves nada malo, entonces tienes amor o no lo tienes, y ¡él ama!
Allí está Irma, está bailando con otro chico.
¡Hola Bernard, hola Elly!
Hay que ver cómo baila su chica.
Es un regalo para la vista.
¿No tiene que echarse en sus brazos?
Es lo que él habría hecho.
Habría dejado parado allí a ese cachito soso de ser humano.
Ella no, seguramente es cosa de ricos y él todavía lo tiene que aprender, ¿no es así?
Bernard está allí sentado y habla tranquilamente con su chica, hoy a Jeus le faltó eso.
Dame todo, te devuelvo todo, no permitas que se pierda un segundo, pero Irma sigue bailando, sigue con el vals, Jeus mira, esa pobreza ya lo está irritando, ¿por qué no se echa a sus brazos?
¿Por qué no?
Bernard no puede bailar, pero su chica está allí sentada con él.
¡Elly es cariñosa!
¿Y de dónde salió tan de repente esa sed?
Bernard, por favor, dale su cerveza.
¡Salud!, una, dos y otra más, son tres; solo son vasos pequeños, Bernard, pero él está empapado de sudor.
Entonces Irma se le acerca.
—¡Hola, Jeus!
—¡Hola, santidad!
—Cómo me divertí bailando, Jeus, ese chico sabe bailar bien.
Vaya, es cierto eso, Irma, pero él sabe andar en bicicleta.
¿Ni siquiera se lo preguntas?
¿Segura que sabes desde dónde ha venido?
¿No?
Jeus, no lo sabe.
Y tendrás que aclarárselo.
Un poco después, baila un vals con Irma cerca de su corazón.
El vals de su vida.
¡Qué bien está yendo eso!
¿No es la cosa más deliciosa?
Querido Señor Nuestro, cómo puedo agradecértelo.
¿Cómo puedo enmendar esto...? ¡No son los pensamientos de Jeus!
Al contrario, dice, “¡Esto me pertenece!”.
Esto es de mí mismo y Nuestro Señor no tiene nada que ver con ello.
Esto es simple y llanamente humano.
Pero ¡es suyo!
Qué pena, acaba de tener pensamientos erróneos, le dan ganas de pegarse a sí mismo en la cabeza.
Fueron pensamientos equivocados.
Debió entender que Irma no podía esperar en casa y que no había problema en que bailara un rato.
Cierto o no, Jeus, esto está mal.
No tiene que ponerse celoso, es completamente equivocado.
Y entonces no queda nada de ti mismo, ¡nada!
No quiere tener que ver con celos.
Sí, hombre, chico, tengo una chica de la ciudad.
A mí estas palurdas me importan un comino.
Pero los chicos lo envidian, se nota en todo.
Por supuesto que puedes bailar un momento con mi cariño, claro, Theet, adelante.
Yo ya me quedo mirando, aunque me muera de ganas, todo me parece bien, pero ¡mejor pregúntale a mi chica!
Maldición, lo hace.
De nuevo siente una profunda decepción, pero se sobrepone.
Pero ¡hay que saborear lo que esta niña tiene que decirte!
¿Y?
Vaya chica, ¿no?
Ahora la alta de Bernard también está bailando, Jeus puede hablar un momento con él.
¿Qué dijo, Bernard?
¿Me quiere?
¿Quiere vivir y morir por mí, Bernard?
¿De verdad que ella es tu novia?
¿Es esa tu chica, Bernard?
¿No te sientes agradecido ahora con Dios y sus ángeles, Bernard?
Sí, verdad, está todo bien.
Es para perder los estribos, Bernard, ¿cierto o no?
Jeus debe aceptarlo: su Irma baila con Jan Rap y su camarada.
¿No está yendo demasiado lejos eso, Jeus?
¿Estás cansada, cariño?
¿Te llevo a casa cargando?
¡Te amo!
Cómo te amo.
Por ti hago todo, ¡todo!
Sí que tuve una maldita decepción, pero te lo perdono con gusto, todo se puede vivir y analizar humanamente.
Lo veo.
De cualquier manera, Jeus debe aceptar que su ángel está diferente que ayer.
Siente que está abierta a ciento y la madre y que se entrega a ellos por completo.
Baila con Herman y el pequeño Gerrit, pobres infelices, enanos indefensos, da vueltas con los fanfarrones de aquí, deja que la adulen e incluso más, bebe algo, acepta todo, pero a él no lo ve.
Pero ya me inclinaré yo ante tu vida.
¿Acaso Jeus no entiende lo que forma parte de una educación?
¿Todavía debe aprender todas estas cosas?
¿Es esto cosa de la ciudad y entienden de eso esos muchachos de mierda?
¿Por qué permite ella que la estrujen tanto esos chicos?
Mira tú mismo, no está loco, ahora debió haberse largado, a darse de golpes en la pared en alguna parte, habría sido mejor que tanto estar mirando, que su sentir y pensar que esto se estaba yendo a pique.
¿No se apoya demasiado en esos cuerpos masculinos?
¿No se está colgando en esos brazos raquíticos?
Caray, ¿esa es mi chica?
Pero Jeus no llega más lejos, ha vuelto su amor, la pieza de baile terminó.
Enseguida le pertenecerá, entonces podrá y se le permitirá volver a besarla, y luego estarán juntos eternamente.
No durmió, no pegó ojo, fue un día duro, tuvieron que correr, luego regresar, enfrentándose a la intemperie, y ¿ahora está aquí para recibir una ducha de agua fría?
Eso no puede ser, por poco la deshace con su abrazo, ¿estará viviendo el último baile?
Nada de eso, Irma baila con otro chico, y luego puede llevarla a casa.
¡Qué frío hace!
¿Por qué está temblando tanto?
Está temblando y estremeciéndose.
Es por la lluvia y el viento.
¿No es cierto?
¿Se resfrió?
¡Es una sensación rara!
Pero su amor deja todo hecho añicos y patas arriba.
Ese sentimiento por dentro se eleva por encima de todo.
Ahora su amor debe descansar.
Más tarde ella tiene que volver a casa, pero va quedando embargada por la sensación de que volverá a él lo antes posible.
Y entonces la acompañará a visitar a sus padres.
Qué bien, ¿no, Jeus?
¿Me escribirás?
De inmediato, por supuesto.
Y ¿te cuidarás, Jeus?
Por supuesto, ¿tú también?
Claro que sí, no tienes de qué preocuparte, pero ahora estoy tan cansada, tengo que dormir un poco.
Jeus vela, por segunda noche, vela y velará por su amor, que descanses.
Su amor está en la cama empotrada, Jeus está delante de la estufa sin poder dormir, se siente febril.
¡Jeus está enfermo!
Por la mañana —va saliendo el sol— tiene que despertarla.
¿Será buena idea?
Ahora debe irse o recibirá un castigo, y ya no quiere tomar ese riesgo.
Allí lo tienes, observando los jadeantes latidos interiores.
Miets también está acostada allí.
Miets e Irma, ángeles de Nuestro Señor.
Hay que ver cómo tiemblan esos ojos cerrados.
¿Está soñando?
Hay que ver qué rojos son esos labios.
Y luego todo lo demás.
Hay que ver cómo está allí acostada, no sabe que la mira, que está a sus pies; ella duerme.
Hay que ver cómo tiembla esa cintura.
¡Y aquello de allí!
Dios mío, qué bello es el ser humano, sin duda, las esculturas que has creado.
Amo a esa escultura Tuya.
Hay que ver, tan solo mira, santo cielo, qué bella es esta niña.
¿La tocará?
¡Tiene que hacerlo...!
Irma, tengo que irme.
Irma, debo molestarte, solo es un momento y podrás volver a dormirte.
Pero llevo noches enteras sin dormir.
Puedo entenderlo, una chica necesita más sueño que un chico, pero ¿de verdad no quieres despedirte de mí un momento?
Jeus le aprieta la mano.
Abre los ojos, mira pero sin verlo.
—Adiós, Jeus.
—Adiós, ángel mío.
Volveré, pero no olvides escribirme.
—No, te escribiré, mejor déjame dormir, Jeus.
Suelta esa mano y se va.
Crisje no oye nada, Jeus ya está arriba en la Grintweg.
Otra vez empieza a llover, también hay tormenta, pero ahora el amor vive en su corazón.
Zeddam...
Qué tenso está su cuerpo, debe de ser el cansancio por no haber dormido.
Ahora a seguir.
Ahora quiere llegar hasta Zevenaar lo más pronto posible.
Siempre más rápido o llega tarde para cuando vayan a pasar lista, y eso no debe ser.
Ahora ¡a pedalear!
En el camino pelado se lleva lo suyo.
¿No es raro?
Su quepis le sale volando de la cabeza una y otra vez, y puede sentirlo.
Pareciera que esta cosa ahora le viniera demasiado pequeña, debe ser por la lluvia, claro, no hay otra opción.
Pero ¡su cuerpo gime de cansancio!
Qué pena, ni siquiera recibió un beso, y sin embargo habría sido posible.
¿Ya no quieren más sus piernas?
Pedalea hasta reventar.
A casa iba solo, ahora la cosa no marcha.
Se va haciendo cada vez más difícil, cada kilómetro le cuesta sangre, pero bien le vale la pena.
¿Se destruyó su vida?
¿Está cansado su cerebro?
Qué difícil y pesado se ha hecho andar en la bicicleta ahora.
Ya casi no puede pedalear, y apenas está en Zevenaar.
A seguir, rumbo a Westervoort.
Constata que no avanza.
Aunque vaya acostado por encima del volante, no se puede.
Para esto necesita más de un año de duro servicio militar, pero tiene que hacerlo, cueste lo que cueste, tiene que llegar a tiempo.
Una y otra vez tiene que bajarse de su bicicleta porque ese maldito quepis ya no sirve.
Esa cosa le ha venido demasiado pequeña, necesita uno nuevo.
¡Qué cosas!
Un nuevo quepis, ¿a estas alturas?
Por su cariño haría lo que fuera, y se puede entender.
Por fin va matraqueando por encima del puente de Westervoort...
Otro triste tramo más, pero entonces podrá decir; he llegado.
Ahora tuvo cuidado, ya no quiere ir al calabozo.
Ahora tranquilamente a Arnhem, ya lleva una eternidad de camino, pero se le concedió estar pensando deliciosamente en ella.
Ay, esas vacas.
¿También ustedes quieren (vosotros queréis) a su chica?
Ay, ese perro, ay, esas gallinas, ay, ese gallo, yo también estoy loco por Irma, pero con una me basta.
Arnhem... entra al cuartel como una bala.
Los chicos justo están en la mesa.
¿Qué hace ese hombre allí en la cama de Sientje?
—Eh, ¿qué buscas allí?
—¿Qué quieres?
¿Qué quieres de mí?
¡Soy Sientje!
Miran.
En efecto.
—¿Qué te pasó, Sientje?
De inmediato al médico, Sientje, tienes fiebre.
Una hora después Sientje está en la enfermería, con las auténticas paperas holandesas en la cabeza, los chicos ni siquiera lo habían reconocido.
Y ahora, ¡a dormir!
A descansar, luego puedes volver a pensar en tu chica, ella te escribirá pronto, Jeus.
Dos días más tarde Sientje está en el hospital con una buena afección renal.
Está en una sala con veinte chicos y ni siquiera se siente enfermo.
¿Esto es estar enfermo?
No tiene nada pero no puede salir de la cama, le dan comida sin sal y eso no va con Sientje.
Pero aquí ya no tiene nada que decir.
¿Por qué ahora no escribirá Bernard?
Se pregunta por qué todavía no le habrá escrito Irma.
Solo hace unos días que me fui, tiene que tener un poco más de paciencia, pero ya pasó una semana y todavía no sabe nada de su chica.
¿Dónde se habrá metido Casje?
¿Dónde estás, Casje, vamos, lo dejas completamente solo?
¿No ves que Jeus tiene una cabeza de mil kilos?
¿No puedes hacer algo para eso, Casje?
¿No puedes ayudarlo un momento?
Jeus está debajo de las mantas, pretendiendo dormir, pero piensa hasta reventar.
Ya mandó tres cartas a Bernard.
¿Por qué no le contesta?
Tres cartas para Irma, ni una para Crisje.
Ahora su amor lo es todo y tiene preferencia por encima de todos.
Bernard, ¿por qué no escribes?
¿Cómo está Irma?
¿Es que no puedes escribirme un momento?
Lo haces en cinco minutos, ¿no?
Parece que está chalado.
De vez en cuando es capaz de divertirse, pero luego recae en su mundo y tiene a Irma ante su vida.
A su lado está un chico con tuberculosis severa, pero Jeus hace que esta joven vida ría con sinceridad y naturalidad, lo que no se puede, pero el pequeño Karel ya se lo está pidiendo.
Después de una semana sigue sin haber oído nada.
¿Dónde se habrá metido su chica?
¿Qué está tramando Bernard?
¿Por qué ninguno le escribe?
Ya no lo dejan descansar de dolor, se asfixia en la cama, pero aun así no puede salir.
La vida es una locura, esto ya no es humano, padece amor fulminante o espacial y es peor que la tuberculosis, peor que todo aquí en esta gran sala.
Haría que te asfixiaras —si estuvieras lo suficientemente loco—, claro, ya quisieran eso, no quiere perder a su chica por esta enfermedad de mierda.
¡Quiere verla y apretarla contra su corazón!
Eso es todo y ¡es lo único bello en esta sociedad podrida hasta donde él sabe!
Y luego llega una carta de Bernard.
Todavía no de su chica.
Ahora lee, Jeus, ¡y tú sí que puedes saberlo!
Diez días después, Bernard escribe que no debe hacerse ilusiones de su amor, porque están siendo engañados.
Ni una letrita de Crisje.
¡Irma lo engaña!
Bernard escribe:
“Desde luego que no eran para nosotros, Jeus, solo estaban aquí para lograr cruzar la frontera, y para eso nos necesitaban”.
Es un golpe bajo, pero Jeus no lo cree, no hay nada que pueda afectar su fe en esta chica.
Pase lo que pase, Irma es su chica, ¿se ha vuelto loco Bernard?
Y ahora a cavilar.
Bernard escribió que ya iban a salir al día siguiente, pero adónde, de eso no se enteró.
Tal vez sepa algo más de ella; él, Bernard, ya lo aceptó, le tomaron el pelo, pero es cosa de ellas, no va a hacer llorar a Bernard.
Jeus queda destrozado, tiene ganas de llorar y por dentro llora hasta descoserse, pero ahora no deben darse cuenta de eso aquí.
¿Qué pasa, Karel?
Sí, estoy triste, me escribió mi hermano.
Adiós tristeza, Karel se dio cuenta de algo, y eso no debe ser.
Las enfermeras se lo comen, todavía no han atendido a un chico así, todas adoran a Sientje.
Jeus sabe que ahora vendrá La Parca a buscar al pequeño Karel.
Pero esa vida quiere reír un poco más, y no se lo permiten.
Tiene que quedarse tranquilamente acostado y solo pensar en su salud.
Pero reír es sano, ¿no, enfermera?
Eso sí que es peligroso, Sientje, ¿adónde quieres ir con Karel?
¿Será que no saben que Karel está luchando con La Parca y que tendrá que perder?
Durante un momento, llegan otros pensamientos a su vida.
Sí, pero aquello también sigue allí, nadie puede sacar a Irma de su vida, aunque ahora también la otra sensibilidad vuelve a su conciencia diurna y sabe todo al respecto, se lo va a dar a Karel.
Hay que escuchar sus disparates ahora, hace que todos rían deliciosamente, un poco después recae en sí mismo y siente su propia miseria.
Por dentro hay dolor, cómo duele, es para volverse loco.
A Karel no le gusta su comida.
A Jeus sí, pero eso tampoco está permitido.
Le da nauseas esa comida sin sal, no le importaría algo salado.
Come el rico flan de Karel, deliciosos trozos de carne y se siente de maravilla, no está enfermo.
Ya no tiene la cabeza hinchada, y ¿aun así tiene que guardar cama?
Quiere volar por el mundo, quiere buscar a su chica, ¿por qué no escribe?
Jeus trabaja en contra de la curación de Karel.
¿No ves, Jeus, que aquella enfermera está loca por ti?
Pero llega tarde, por poco.
Jeus recibió a su chica y solo necesita a una, y es su ángel.
Pero Dios mío, ¿qué será lo que pasó?
¿Puedes entender tú, Karel, por qué mi chica no escribe?
Les enseñó la foto.
Ojalá la tuvieras, claro que sí, esta es mi chica.
Se le metió en la cabeza pirarse de aquí, pero fracasa, le han quitado su ropa y también ante eso tiene que inclinarse.
Cada diez minutos le pregunta a la enfermera cómo sigue.
—Qué tipo de chico eres, Sientje... Jeus... porque Jeus es un bello nombre.
Esta niña le trae lo que sea.
Los otros chicos lo ven: Jeus recibe de todo de esta enfermera, ¡está loca por él!
Ella no se atreve a decirle Sientje, ella dice... Jeus, pero seguido de diez eses... y ahora suena muy diferente.
No, enfermera, ya tiene a una chica.
Claro que sí, es fiel como un auténtico perro, qué pena, ¿verdad?
Una persona razonable puede entenderlo.
Mire por usted misma, ¿no es Irma un tesoro?
Pero ¿no ves, Jeus, que este es un tesoro mucho más grande?
¿Que ella es fiel, que posee amor, que quiere darte todo de su vida?
Jeus está ciego y sordo ante esta bella vida servicial, pero santo cielo, Casje, ¿no habrías podido cambiarlo?
No, entonces tampoco habría estado aquí, entonces tampoco le habría hecho falta pedalear hasta reventar, entonces todo habría sido diferente.
Sí, claro, ahora tienes que aceptar esto, ¡es lo que hay!
No oye nada de su amor, ¡nada!
Sigue siendo algo raro, y de Crisje no recibe ni sí, ni no; Crisje calla.
Y luego llega una carta de Irma.
Santo cielo, Jeus, ¿sigues sin darte cuenta?
No viene de Alemania, sino de la cárcel; su amor vive cerca de él, Irma está esperándolo en la cárcel de Arnhem.
Dios mío, qué mundo tan raro en el que vivimos, ¿te lo podías haber imaginado?
¡Es para volverse loco!
Pero también eso Jeus lo puede entender, y no tiene que ver con su amor ni con su chica, esto le puede pasar a cualquiera.
Escribe que a ella y a Elly las agarraron en los trescientos metros.
Todavía siguen allí esos malditos trescientos metros.
Querían ir a casa, pero andaban por terreno prohibido y ahora están en la cárcel.
¿Lo puede entender?
Por eso no pudo escribirle antes.
Ahora Jeus sabe todo.
Bernard está loco.
Bernard le contó un cuento y es una pena.
Claro, querían volver adonde sus padres.
¿Es tan incomprensible, Bernard, Crisje?
¿Qué quieres entonces?
Inmediatamente sale una carta.
Quien lea este escrito desfallece y sentirá que Jeus tiene amor, amor inmaculado, él es tan puro como el oro, ahora Jeus de madre Crisje ama de verdad, no dejará que le quiten a su tesoro, ¡por nada!
A quien lea este escrito le saltarán las lágrimas o no es un ser humano.
Incluso un perro tiene que llorar, así de humanas, así de amorosas, así de increíbles son las palabras que deben apoyar a Irma en su calabozo, del que él lo sabe todo, ¡encima eso!
Por supuesto, la apoyará en todo.
Allí va su carta ahora, Jeus sabe: pronto tendrá respuesta.
Y pronto eso también habrá terminado.
Ahora a esperar un poco.
Mientras tanto, Karel ríe, enfermándose cada vez más.
Y cuando eso vuelve a terminar, Jeus recae en su propia miseria y ya no se le puede alcanzar para nada.
No le dicen nada las manzanitas ni las peritas de la enfermera, puede dejar de hacer eso sin problema, él tiene una chica.
Cuando ella está en la miseria, tiene que ayudarla, cada pensamiento es para Irma.
Karel quiere saber todo de él, en particular todo sobre La Parca.
Jeus siente que esa vida está viviendo algo, y también eso es muy sencillo, Jeus lo vivió con Jan Kniep y papá, y sabe todo al respecto, más incluso que todos estos médicos y enfermeras.
De vez en cuando mantiene una imponente conversación con Karel.
Y entonces se oye aquí:
—No, Karel, no hace falta que temas a La Parca.
—¿Cómo sabes eso, Sientje?
—Lo he vivido, lo he visto desde niño, Karel.
Conozco a La Parca por dentro y por fuera, Karel.
“¿Lo oyeron, chicos?
Sientje conoce a La Parca.
¿Lo oyes, enfermera?
Pero ¡hay que ver que héroe es este Jeus!”.
Está hablándoles a todos los chicos.
Si quieren pueden burlarse de él, y algunos lo hacen, pero ahora que están empezando a sentir de qué se trata, todo es seriedad sagrada.
Ya no hay risas, ahora se trata del pequeño Karel.
Jeus le dice: entonces puedes volar.
Oh, Karel, es tan imponente allí, tan maravilloso.
Ves bellas aves y hermosas flores y puedes ir donde tú quieras, allí ya nadie tiene nada que decirte.
Pasas volando por encima del mundo en cinco minutos, claro, si tienes ganas, pero ¿quién no quisiera eso, Karel?
Puedes creerme, Karel, no te cuento mentiras.
Pero si tus padres te verán, eso, naturalmente, es otro asunto diferente.
—¿Por qué, Sientje?
—Pues lógico, Karel, necesitan tener esos ojos y yo los tengo, los he tenido siempre, por cierto.
El pequeño Karel está a su lado con los ojos cerrados, pero está escuchando y sorbe sus palabras.
Ahora Jeus escucha débilmente:
—¿Qué voy a hacer entonces, Sientje?
—Si entonces... —Ahora mira a todos los chicos, también la enfermera lo escucha hablar... Hay quienes tienen lágrimas en los ojos...— Ves a tu padre, Karel, claro, naturalmente también a tu madre, a tu hermana y hermanos, entonces tú podrás verlos.
Entonces podrás ver exactamente lo que hacen y ¡lo viví casi todos los días cuando era niño, Karel!
Pues bien, si tienen esos ojos, también podrán verte a ti, y entonces podrás contarles de todo sobre tu propia vida.
—¿Qué clase de ojos son, Sientje?
—Pues sí, Karel, cómo te lo tengo que decir.
Yo tengo cuatro ojos.
Todos los seres humanos tienen cuatro ojos, dos para el interior y dos para mirar aquí, pero todavía no lo saben.
Yo también uso esos ojos interiores.
Siempre he mirado con ellos, Karel.
Con esos ojos puedes traspasar la vida con la mirada.
—Y entonces ¿puedes ver a las personas, Sientje?
—Claro, Karel.
Entonces ves de todo.
Y también conoces a las personas, sabes exactamente dónde estás.
Sabrás claramente que son tus padres, porque allí no habrás cambiado en nada.
—¿Es cierto todo eso, Sientje?
—Sí, Karel, no te cuento chismes.
Tengo esos ojos, ya los tenía a la edad de dos años, Karel.
Y entonces jugaba con niños de ese mundo.
Los niños mueren, pero no están muertos.
Las personas mueren, Karel, pero eso no es morir, sigues viviendo.
Oh, Karel, cuando ves a todos esos niños y a todos esos adultos, dan ganas de llorar de felicidad.
Allí puedes recoger bellas flores para tus padres.
También para tu chica.
—Sí, Sientje... —sale de los labios de Karel, entre expectoraciones...—, sí, yo también quiero hacer eso, Sientje.
Tengo una buena mamá.
Sí, Sientje, una buena mamá.
También papá es cariñoso, pero todavía no tengo una chica.
Oh, estoy tan contento, Sientje.
—Sí, Karel, allí la vida es bella y verdadera.
¡Lo sé!
Aquí solo es una gran porquería, Karel.
Y allí además puedes trabajar, si quieres.
No dice nada sobre Nuestro Señor, o los tipejos rudos se burlarían de él.
Aun así los señores escuchan, porque vale la pena, ese Sientje es una persona extraña, pero las enfermeras lo adoran.
Los médicos también.
Jeus ve que allí está La Parca, sentada en una cama.
La conoce bien, ella está esperando a Karel.
Después de una conversación de esas vuelve a hundirse en su miseria y le manda a Irma todo de su vida, y con eso a ella le debe bastar.
¿Quién puede ayudarlo?
¡Nadie!
Pero ese rubor en las mejillas de Karel es sospechoso.
De pronto, Jeus vive otro milagro.
Bernard entra cojeando en la sala, y viene a visitarlo.
Santo cielo, Bernard, ¿cómo puede ser tan de pronto?
Jeus pregunta de inmediato:
—¿Qué es lo que pasó con Irma, Bernard?
—Está en la jaula, Jeus.
La mía también.
Ya no creo en mi chica, nos tomaron el pelo.
—¿Tú crees, Bernard?
—No son de fiar, Jeus.
Y se podía entender.
No eran chicas para nosotros.
Me alegra haberme deshecho de ella.
Eran unas verdaderas víboras, Jeus.
Y ten cuidado o tendrás un montón de problemas, dijo mamá.
Dijo que tienes que andar con los ojos abiertos.
Son unas víboras sin colmillos, Jeus, me di cuenta de ello.
¡Qué duro todo esto!
Bernard se va.
Va a La Haya, donde Johan, allí puede ganar más.
Le dice a Jeus que también vaya a la ciudad, pueden dormir donde Johan y entonces volverán a estar juntos.
Pero ¿qué tiene que hacer allí?
Bernard se va.
¿Estaría Irma engañándolo?
No lo cree.
¿Tiene que desconfiar de su chica ahora que está en la cárcel?
Es una gran vergüenza.
No, Bernard, no conmigo, yo tengo a mi chica y nadie me va a quitar a Irma.
La joven enfermera siente que algo le pasa, y pregunta:
—¿Qué pasa, Sientje? De repente te has quedado tan callado.
—Tengo que pensar, enfermera.
—¿En qué, Jeus?
Tienes un nombre muy bonito, más bonito que Sientje.
¿Por qué te llaman Sientje... Jeus?
—Me llamo Jozef, enfermera...
Aquí en Arnhem me llaman Sientje porque me puse un traje de baño de mujer, entonces los chicos me pusieron Sientje, y eso es todo.
Pero ¿por qué no mira allí, enfermera?
La enfermera mira a Karel, están preocupados, esa vida está muy enferma.
—Pero ¿porqué estás ahora tan callado, Jeus?
—Qué buena niña que eres, enfermera.
Se trata de mi chica.
La han metido a la cárcel, enfermera.
—¿Qué dices?
—No te asustes, enfermera.
No es culpa de ella.
Venía aquí desde Alemania por comida, y entonces la agarraron en los trescientos metros, a los que no puedes entrar.
Y ¡para eso te meten en la cárcel!
¿No es triste, enfermera?
—Vaya, ¿tienes una chica, Jeus?
Y una chica alemana, encima.
—Sí, enfermera, puedes verla, mira.
Esta es.
—Santo cielo, Jeus, es bella, es un encanto.
¿La conoces desde hace mucho, Jeus?
—Dos días, enfermera, no, la conozco desde hace más tiempo, pero solo la he visto dos días.
Ahora la enfermera cariñosa llega a escuchar su drama, y entonces de paso sabe quién es él.
Santo cielo, llego tarde por poco, ese amor es invencible.
Jeus está completamente loco por esta muchacha.
¿Cómo sería ella para él?
Dios mío, dame este amor, por favor, dame a este chico.
Pero Jeus está inalcanzable.
Añade todavía:
—¿No sería mejor, Jeus, que te informaras un poco?
—¿Qué debo hacer, enfermera?
¿Pedir informes de mi propia chica?
¿No es muy bajo eso?
¿Acaso tú no crees a tu propio chico?
Es muy sencillo, ¿no, enfermera?
¿Está celosa la enfermera?
¿Qué será lo que quiere esta mujer?
Qué pena, ya no se puede confiar en nadie.
Pero su Irma tiene preocupaciones.
Esa enfermera es buena, pero no está a la altura de su Irma.
Va a dormir y pensar.
Son las cuatro de la madrugada.
Los médicos están con Karel.
Karel quiere hablar, y entre expectoraciones sale para Jeus:
—Dices que no debo tener miedo, ¿verdad, Sientje?
—Tú, Karel, Karel querido, no debes tener miedo, tú vas en línea recta a un agradable cielo.
Lo sé, Karel.
Tú irás de inmediato y en línea recta a un paraíso, Karel, pues eres un buen chico.
Las lágrimas van cayendo por el rostro moribundo.
Lágrimas de felicidad.
Las enfermeras tampoco pueden controlar sus lágrimas.
Karel se pira.
La Parca quiere tener a Karel.
Pero Jeus ve que La Parca lo hace con cuidado.
Karel no puede desprenderse de Sientje.
También está el señor párroco, Karel recibe algo, pero lo de Jeus tiene más valor para él, de eso quiere tener todo.
La enfermera piensa, ‘Dios mío... llego dos días tarde para recibir un cielo; Dios mío, ¿por qué un ser humano debe recibir semejantes golpes?
Jeus lleva un paraíso por dentro’.
Le dan ganas de darse golpes en la pared, para ella la vida ya no tiene valor alguno, a una posible chica fácil se le da a vivir amor celestial, y lo pisotea.
Dios mío, qué inescrutable eres.
Mira a esta vida ¡y lo sabrás!
Karel está tirado en la cama, con la cabeza hacia Jeus.
Jeus siente que la vida interior de Karel ya va volando.
El moribundo se está liberando de los sistemas materiales.
La enfermera mira a Jeus a los ojos, ella recibe el beso “universal” de la vida de él, cuando este le dice a Karel:
—Sí, Karel, todavía estoy aquí.
Sí, querido Karel, pronto vas a volar.
Vas a recoger bellas flores para Nuestro Señor, Karel... eso también lo harás más adelante, y lo podrás hacer allí, Karel.
Y entonces las aves te cantarán, Karel, te llevarán amor y felicidad.
¡Cantarán para ti, Karel!
‘¿De dónde sacará todo eso?’, piensa la enfermera, igual que los chicos; es un milagro.
La buena enfermera tiene que llorar.
Karel todavía oye:
—Es cierto, Karel, si oyes esto, todo es verdad.
Yo también sé volar, Karel, y de vez en cuando se me concede hacerlo.
He visto a esos ángeles, Karel.
Iba detrás del ataúd de mi propio padre y hablaba con él.
Papá caminaba conmigo detrás de su propio cortejo fúnebre, Karel.
¡Y todos lo oyen!
Se puede oír el vuelo de una mosca.
La noche inmaculada quiebra a estos tipos jóvenes y lo que está por ocurrir aquí.
Pero la enfermera dulce llora mucho, ¡es una pena!
Y es que Jeus tiene a su chica, enfermera, y de eso nadie puede sacarlo, ¡tampoco Casje!, que ahora sí lo está aupando con animación, pero no puede darte a Jeus.
Lo mereces, sin duda, pero ¿qué haces?
Es amor visible, ¿no es así?
Y le sale a él rodando por los labios sin más, este es profundo de manera espacial, enfermera, y su Irma ya lo ha mancillado.
Pero ¿se puede extirpar esto de su corazón?
Karel todavía está escuchando, la enfermera le deja la cabeza colgando, La Parca casi termina.
El pequeño Karel ya no puede materializar ni una sola palabra, aunque esta joven vida quiera intentarlo, no se puede.
Jeus todavía le da:
—¿Karel?
Todo es verdad, querido.
Y entonces aun así sale todavía de los pálidos labios de Karel:
—Te... creo... Sien... tje.
—Es la pura verdad, Karel, así como estoy contigo.
Y no quieres perdértelo ni por todo el dinero del mundo.
Ese día papá dijo que trabajaba allí, Karel.
Sí, Karel, allí puedes trabajar.
Ve a volar, Karel, no tengas miedo.
Vamos, hazlo, por favor, Karel.
¿Karel...?
¿Vas a volar ahora?
La Parca tiene agarrado a Karel.
Gracias, Parca, fue hermoso.
Ahora has agarrado por el cogote a un niño soldado, pero lo hiciste suavemente, ¡honor a quien honor merece!
¡Eres una bonachona!
¡Y es que te conozco!
No hacía falta más.
Karel se fue, pero vive, padres de Karel, hermanos de Karel, ¡está vivo!
Entonces el silencio se adueña de la sala, todos se quedan dormidos, los chicos están exhaustos de esta sensación consagrada.
La enfermera ya no puede trabajar, le dan unos días de permiso, por dentro algo de su vida se ha roto, el corazón ya no quiere, dice el médico, y lo puede entender.
—¿Acaso es cosa mía, doctor?
Tengo a mi chica.
No es culpa de Irma que esté presa, ¿no?
Es por culpa de esta sociedad podrida, doctor, ¿cierto o no?
¿O no está permitido ir a buscar comida para tus padres queridos?
Y esa enfermerita está loca, doctor.
Cómo quiere que ame a diez chicas, ¿no le parece, doctor?
El médico se lo come, Sientje es amor, ¡lo entiende muy bien!
Cuando llegan los padres de Karel, recibe flores y chocolates.
Los chicos se chupan los dedos.
Tiene que contarles todo sobre las últimas horas de su hijo.
Pero ya lo supieron por su médico y las enfermeras.
Ellos también se lo comen, le dan las gracias por haber sido tan bueno con su chico, lo más preciado que tenían en la tierra.
Sí, padres de Karel, era un amor, ¡todos lo sabemos!
Pero no hay muerte, mamá y papá de Karel, ¡volverán (volveréis) a ver a su (vuestro) hijo!
¿Lo quieren aceptar de mí?
Aun así, la enfermera vuelve.
Quiere atender y cuidar a Sientje mientras esté aquí.
Tiene todo bien, el señor médico habló con ella.
No tiene que dejar de ser quien es, no hay nada que se pueda hacer, Jeus tiene su chica.
¿Qué haría ella si fuera Irma?
—¿Es verdad, Jeus, que viste a tu padre durante su funeral?
—Sí, enfermera, lo digo en serio.
¿Estuviste indispuesta un tiempo?
—Ya estoy de vuelta, Jeus.
—¿Entonces no viste morir al pequeño Karel, enfermera?
Cuando vuelvas a estar con un moribundo, enfermera, tienes que usar mejor esos otros ojos, porque allí vi sentada a La Parca.
Pero lo hizo con suavidad, se lo pedí, enfermera.
Y entonces La Parca se llevó a Karel quedamente, pero ¡Karel está vivo, enfermera!
Ya se me había olvidado todo, enfermera, pero volvió a mí, y ahora seguiré pensando en ello un tiempo, pero entonces desaparecerá otra vez, porque espero a mi chica (—dice).
¿No dan ganas de besar a un chico así a la vista de todos?
¿No saldrías de tu vida de un salto, estando delante del amor verdadero, un amor de dos días de edad que es tan bueno que anima?
Pero entonces te destruirá, enfermera, te sentirás como un trapo, entonces terminarás en lo mismo donde ahora vive Jeus, y no será tu día más feliz.
Ahora la enfermera lo oye todo de su vida, y luego este baúl se volvió a cerrar con llave.
Por mucho tiempo, pero aun así ¡Casje lo volverá a abrir, a tiempo!
Sin que Jeus se dé cuenta sirve a Nuestro Señor.
Ahora se han escrito las primeras páginas.
Son buenas, son de lo mejor, son “universalmente profundas”, ¡también está allí La Parca!
De lo contrario no tendrían significado.
Hacen llorar a la hermana, y ¡volar a Karel!
¿Acaso eso es todo?
Ahora que Karel ha alcanzado su reino celestial, Jeus está ante algo muy distinto.
A su vida llega una carta desde la prisión.
No de Irma, sino de otra mujer, y esa vida lo advierte sobre su chica.
Le escribe que él es demasiado bueno para ser engañado; esta chica no es buena para él.
Escribe claramente que es una fácil.
“Chico querido, me siento obligada a ponerte sobre aviso”.
¡Qué susto!
¡Qué loca ha de estar esa fulana!
¿Otra víbora celosa de esas?
¡Hay que ver lo miserable que es la gente!
Son chismes, quieren quitarle a su chica, cómo es posible.
¡Los “drudels”!
Otra carta vuelve a ir a Irma, más consciente, más amorosa, su corazón vive allí en el calabozo, le manda su sangre.
Otra breve espera.
Yo mismo estuve en el calabozo porque quise jugar al fútbol y no soportaba que le espetaran.
Entiendo muy bien lo que tienes que vivir allí, cariño mío.
Te creo, por mí no debes tener miedo.
¡Te juro que te amo!
Y así sigue.
El corazón te da un vuelco cuando lees esto.
Escribe sus cartas con letra tan pequeña que cabe un montón.
Después de cuatro días, vuelve a llegar una carta de la cárcel, aunque ahora del director, que le escribe:
“Estimado señor:
Me siento obligado a prevenirle.
Yo mismo leí sus cartas.
Ya no le daremos a leer esas cartas a su Irma.
Esta es una chica mala.
No haga caso omiso de mis palabras, señor, créame; es duro, pero está advertido.
Atentamente...”.
¿Qué dices ahora de eso?
Jeus, ¿qué harás ahora?
Está impotente.
¿De verdad debe creer esto?
¿El director le escribe que Irma es mala?
¿Su Irma es mala?
¿Es una zorra?
¿Es una estafadora?
Poco a poco vuelve a pisar la tierra.
¿Es mala niña Irma?
No da crédito y aun así, ¿semejante hombre acaso lo engañaría?
Es una pena, pero no pueden asesinar sus sentimientos por su chica.
Sin embargo, ahora mira su estado de una manera un poco diferente.
Pero ¿pensaban que estaba loco?
¿Qué quiere esa mujer y qué quiere aquel hombre?
¿No es triste?
Nadie recibe una palabra de él.
Ya no ve a ninguna enfermera.
¿Todavía no puedo volver donde Crisje?
¿Cómo voy a encontrarme, enfermera?
Una semana más tarde, sale del hospital volando, fuerte como un león, y de vuelta donde Crisje; ahora terminaron su servicio militar.
¡Adiós, enfermera!
Gracias por todo.
De nada, Sientje.
Gracias a ti por todo.
Tal vez nos volvamos a ver algún día.
Adiós, doctor, adiós todos, adiós Arnhem.
Vuelvo donde Crisje.
Ahora ¿dónde han quedado todos esos eruditos?
¿Dónde está la U.V.V.?
¡No hay nadie!
¿Dónde están todos esos amigos de la sección de asalto?
Uno que otro viene a visitarlo un momento.
Los demás se han esfumado, y Jeus lo puede comprender.
Los mandarías al carajo, pero ni siquiera lo valen.
¡Adiós, maldito servicio militar!
Adiós a los de Coehoorn y de Willems... ¡Los “drudels”!
Sus flores están en la mesilla de noche de la enfermerita.
Jeus las compró con su último dinero y las acompañó de la tarjeta con: “¡Gracias por todo, nunca te olvidaré, enfermera... Jeus!”.
Ahora Crisje planea en el espacio, exactamente como supo hacerlo el Largo.
Jeus ha vuelto a casa.
¿Dónde está Casje?
¿Qué vas a hacer, Jeus?
Su amor vive en Arnhem, allí está en la jaula, casi la ha olvidado.
Jeus ya está jugando al fútbol, está en casa, su vida vuelve a estar abierta a la Madre Naturaleza, los bosques y su Montferland.
Qué bella es la vida, qué milagrosa es, solo es una pena que ahora la felicidad no esté completa, ¡su amor le tomó el pelo!
Piensa... pero duerme bien arriba en el ático.
Y Crisje quiere que se cuide.
¿Ahora qué, Jeus?
No lo sé, pero ¡eso también vendrá!
Maldita cárcel... deja en paz a mi amor...
¿Tienen razón esas personas y le mandaron la sagrada verdad?
¿Quién lo sabe?
¿Casje?