Jeus, el orfebre

Cuando no falla en nada y si sabes tratar esa cosa bien, la máquina humana funciona día tras día.
El relojito no soporta ser tirado y lanzado, y si aun así llegaras a darle ese tratamiento por rebeldía salvaje, entonces habrá moretones y narices con hemorragias, y la pequeña máquina estará aturdida por un tiempo.
¡Y eso lo vivió Jeus!
Hizo un columpio para Hendrik, en la parte de atrás, y ahora Hendrik, quien es un poco salvaje, bien quisiera volar alto.
Es una delicia columpiarse, pero entonces se rompió la cuerda y Hendrik se fue a estampar en el suelo.
La máquina gritó muy fuerte.
Wageman lo oye y de inmediato lo agarra a golpes.
Por más que Hendrik gritara “Jeus no tiene nada que ver, no es su culpa, se rompió la cuerda”, Wageman no lo oye y quiebra esta joven vida.
Jeus entra corriendo a la habitación delantera, pero también allí se le da una paliza, tan fuerte que su vida le dice a la burbujeante y maliciosa vida de los sentimientos:
—Ahora todavía puedes conmigo, ¿verdad?, pero yo también cumpliré dieciocho y ya hablaremos entonces.
¿Ya estás satisfecho ahora, Hendrik?
Dejaste a Jeus hecho un gran moretón, también le sangra bien la nariz, y eso le tiene que bastar.
Crisje habla con Wageman, pero eso ahora no sirve de nada, ya ocurrió, y ¡es Jeus!
Mejor vuelve a correr al bosque y lo olvida.
¿Por qué los adultos no saben pensar?
¿Por qué ese hombre tiene que pasar de inmediato a los golpes?
¿Por qué un hombre no te puede dar razón?
Papá siempre quería saber todo primero, y si entonces no tenías razón, te daba una tunda.
Pero esa tunda daba igual, sabías que habías hecho algo malo, entonces más valía obedecer.
Pero esto es algo muy distinto.
¡Esto no vale!
No sabe si Wageman también piensa así al respecto.
Crisje intenta metérselo en la cabeza, pero Wageman no puede comprenderlo.
Ella intenta aclararle que sus chicos nunca habían recibido una paliza sin haber hecho algún mal para merecérsela.
Hendrik, el Largo, ¡era un buen juez!
¿O es que eso no vale la pena, Wageman?
Los padres tienen que aprenderlo.
Si no, ¡machacas a golpes el respeto!
Y ¡un niño eso lo sabe!
¡La educación de un niño lo dice todo!
Pero con esa educación, Wageman no tiene nada que ver, pero ¡nada!
Eso fue así antes, ahora va a ser muy diferente.
Lo que el Largo tramaba con sus hijos ¡no era nada!
¡Él lo sabe mejor!
Y entonces Crisje supo: con esta vida no se puede hablar, esta vida no entiende de educación, esta vida todavía tiene que empezar con su propio despertar para el ser humano y para la sociedad.
Pero ahora estarás con ella durante un tiempo y tienes que avanzar en la vida, aunque entonces cada día te dará algo distinto.
Ahora Wageman hace como que es el capitán de un barco que ha navegado mares, pero que fue timoneado por un fuerte carácter, del que él carece.
Los papeles del barco tienen buen aspecto y cualquier ser humano decente y pensante puede ver: en primer lugar, ¡orden!
Por donde mires, día tras día, verás y sufrirás ese orden.
Sí, Crisje lo sabe: su Largo fue un capitán de primera, ¡él sabía!
¡Y este no sabe nada!
Tampoco están las protestas y preguntas humanas del “en qué me metí”.
Estamos en una nueva barca y tenemos que seguir, siempre más adelante, y tenemos que poner a mal tiempo buena cara.
¿Acaso Wageman no quiere entenderlo?
Crisje les leyó la cartilla uno por uno, a los marineros y trabajadores de su barquita, estos le prometieron que harían todo lo posible para que el capitán estuviera a gusto.
Sí, quieren pelear por la vida de él.
Pondrán todo de su parte, todo, entienden bien lo que se pide de sus vidas y de sus fuerzas humanas, y la vida ya es lo suficientemente difícil, pero ahora ya no hay preocupaciones.
Antes, entonces la vida era difícil.
Hoy día todo marcha solo.
Pero el capitán no quiere.
Theet Egging recibió su propio dinero, esas buenas personas ni siquiera querían que Crisje se lo diera, pero eso no puede ser, ellas también tienen sus propias preocupaciones, y cómo es posible, ya tampoco se debe el arrendamiento.
De verdad, este capitán ya ha cambiado bastantes cosas, y para bien.
Solo su carácter no quiere todavía, ese interior reacciona al norte y al sur, y a veces tiene todo de todos los puntos cardinales con los que Crisje y los chicos no saben qué hacer.
¿Por qué me pegó tan fuerte, por qué el jefe no puede escuchar un momento?
Pero el jefe no quería escuchar, el jefe no quería perdonar ni olvidar, este jefe les pega a la primera.
Tiene algo de lo salvaje y eso solamente se ve en el ruedo y lugares parecidos, de lo que él posee lo propio del toro, y piensa que está bien.
¿Qué quieres, Crisje?
De verdad que no llegarás hablando estas cosas, para eso necesitarás otra cosa.
A estos caracteres —todavía lo aprenderás— hay que tratarlos y acogerlos dejándolos a remojo, ¡más claro: que se cocinen a fuego lento!
Crisje sigue a Wageman en pensamientos.
Intenta averiguar cómo puede servir mejor a esta vida.
Y uno por uno los chicos la van siguiendo, obedecen a mamá.
A Hendrik Wageman se le atiende como a un rey... aunque estas atenciones serían especiales incluso para un pachá.
Y aun así, no funciona.
El capitán no se da cuenta de nada, el hombre está amargado y para Crisje, eso es lo más horrendo que hay.
El Largo nunca pudo hacer eso.
Nunca jamás, porque estar amargado es como una polilla envenenada, te va carcomiendo el alma y socavando todo.
Habría que sacar a los amargados del mundo, tendrían que ser desterrados, esas personas siempre están socavando, y nunca de acuerdo con las leyes para la vida, ni para la iglesia ni la fe, ni para la cordialidad ni la camaradería; son caracteres tan agrios como es el vinagre, que no gusta.
Es mucho peor que el vinagre, ¡te va destruyendo!
Crisje no puede hablar con Trui, esta tiene que analizar este carácter para ella misma, y para Trui hay ahora una mano fuerte allí, que hacía falta urgentemente.
Trui tampoco entiende de los grados de conciencia que un ser humano puede poseer y que pueden formar parte del carácter para solo mucho después convertirse en la personalidad, aquí se le entiende y se le acepta al ser humano por medio de sus actos.
Y no hay un rinconcito en este gran mundo donde esto no sea así, en todas partes se tienen que ver los actos y entonces se conoce al verdadero ser humano.
Otto, ¿fue siempre así Hendrik?
Pues, qué te digo, Crisje, siempre igual de callado y pensativo, siempre ensimismado, de vez en cuando te daba una respuesta, pero en general, Hendrik no se metía con nada.
No hay más, Crisje, y ahora ¡a resolverlo tú misma!
¿Nunca soportó Hendrik las copas?
No, nunca jamás, así de viejo como es, a veces con un solo trago le basta y sobra.
Es extraño, pero lo vivimos: Hendrik puede sentirse borracho incluso con limonada.
Algo que no deja de extrañar a Crisje, pero eso lo puedes decidir por ti mismo y también puedes encargarte: entonces mejor no tomas alcohol.
¿Cierto o no? Así te cuidas a ti mismo y al resto.
Pero, siendo hombre y trabajando duro, ¿quién no quiere de vez en cuando un poco de distracción?
Es todo lo que poseen los hombres, echar un juego de cartas y luego un poco de juerga, una hora de diversión, no hay nada más que vivir aquí.
¿No se puede?
El animado parloteo de los hombres te da valor y carácter, también la fuerza para cargar con esta vida tan difícil.
No es que Crisje no le desee una pizca de diversión, pero entonces por lo menos sí que puedes cuidarte, ¿no, Hendrik?
¿Qué dirá la gente?
Eso nunca lo hizo mi Hendrik, ¡nunca jamás!
Siempre se encargaba de quedarse con la gente.
Nadie podía criticarle algo a mi Hendrik... ¡nadie!
¿No estaba el señor párroco más que encantado con Hendrik, con mi Largo?
Crisje lo entiende, hay que acabar con eso, y a partir de ahora Wageman nunca más escuchará nada de “mi Hendrik”, para él es una bofetada.
Crisje cincela, día tras día está puliendo, no solo a sí misma, sino también a los chicos.
¡Wageman va a estar bien!
Pero eso no sirve para nada.
Hendrik sigue siendo amargado y rebelde, tiene un genio insufrible, no hay manera, ¡no le da la gana!
Ahora que te coman la moral, pero eso es malgastar tu tiempo y tu vida.
Ahora a romperse el coco, a explorar las cosas por dentro; Crisje intentará animar ese pequeño reloj de Nuestro Señor —que aquí anda con dificultad y sin disposición— por medio de otras leyes y fuerzas, para que la vida se vuelva agradable y sea asimilable y soportable.
Porque así ¡no se puede!
¿Cómo es Hendrik Wageman, Crisje?
Hay tantos caracteres de estos en el mundo que todavía tienen que asimilar el despertar de manera natural para la otra vida.
Viven todo en disarmonía, no les da la gana aprender a pensar, porque todavía no está este deseo.
Hendrik es un hombre reflexivo, pero está peleado con la vida.
Hay tipos de seres humanos, Crisje, nosotros los llamamos los grados vitales para la conciencia social y espiritual.
Pues bien, si quieres seguir en armonía con todo, entonces la vida interior recibirá alimento de la personalidad benévola, el propio ser humano hace algo de su vida y de eso eras capaz, Largo.
La paternidad y maternidad, Crisje, son ahora lo más elevado para la vida en la tierra.
Y es que si uno es buena madre y buen padre, todos esos demás asuntos llegan solos a ese orden y a Nuestro Señor, y somos tratables como personas.
Wageman no tiene nada de esos sentimientos, ¡nada!
Es como un niño patoso y aun así también un ser humano.
El Largo quería intentar comprender todo, él no, no se esfuerza para ello.
Si solo sientes un objetivo puedes lograr un cambio en esto, pero no es tan sencillo.
Ahora puedes saber por qué esta vida fue enviada a tu Grintweg.
Pero este mundo no lo entiende.
Después de haber salido corriendo desde su propia sala de estar, este niño está ahora en la vida plena y tiene que actuar de acuerdo a las reglas de tu propia familia, y ahora es incapaz.
Pero ¿entonces qué?
Esos chicos son como unos colgados, unos holgazanes que no pintan nada para la vida de él, se le han aparecido sin más.
No siente esa sangre, ni tampoco esas almas, y no puede disfrutar esas maravillosas charlas, por las que para ti y tu Largo la vida tenía contenido, espacio también, y que él todavía tiene que aprender.
Si quieres acoger la vida en ti, entonces pasas a través de tus hijos, ahora sigues como padre y madre esas almas por completo, y esta es tu felicidad, tu tarea para esta vida y por sí misma también significa tu gracia.
Vives en un palacio y ahora no sabes, así lo ve Hendrik, en qué habitación podrás encontrar a Nuestro Señor, que siempre está allí, pero que tiene que ser buscado por “SU” hijo.
Y por ir a la iglesia —lo estás viendo ahora, Crisje— tampoco llegas.
El señor párroco habla a sordomudos.
Muchas personas aquí se burlan de ese buen hombre —cómo lo soporta— a sus espaldas.
Pero, eso también lo sabes, tendrá razón de cualquier manera.
Algún día esos alborotadores estarán ante el derecho divino y tendrán que poner las cartas sobre la mesa e inclinar las cabezas, entonces no se podrá caminar por la izquierda ni la derecha, ni por lo alto ni por lo bajo, Crisje, entonces ¡estarás molida!
Pero ¿por qué no miras dentro de esos corazones humanos?
Ya son hombres, hombres como padres, que han construido su paternidad por medio de pena y dolor, y que todavía no saben cómo tienen que actuar si quieren vivir un poco de felicidad como hombre y mujer.
¿Ahora qué con Wageman?
Entonces te pregunto: ¿qué quiere hacer Hendrik ahora?
Es creyente, todos los domingos va fielmente a la iglesia, pero ¿hay aprendizaje y reflexión?
No, no lo hay ahora y estás ante la falta de benevolencia, ante el humano no hacer, no querer, ¡solo viven a lo loco!
Nadie puede obligarme a actuar de otra manera, nadie en absoluto.
Soy mi propio jefe.
Sí, eso dicen, eso piensan, pero ¿es verdad?
Los hombres dicen: “¿Tú entiendes que Hendrik se haya atrevido a hacer esto?”.
¿Esto es atrever?
Si Wageman llega a sentir y comprender en qué felicidad vive —y eso llegará, Crisje, es irrevocable, si tú persistes—, entonces día tras día llorará de emoción, de alegría, de cordialidad humana, porque entonces empezará a comprender qué tipo de hijos poseen (poseéis) tu Largo y tú, y cuánto amor puede recibir de estas vidas.
Y ¿eso es atrever?
¿Es un salto en la inseguridad?
Eso ya lo conoceremos.
Lo que tienes que hacer ahora es seguirlo y tarde o temprano mostrarle tu personalidad.
También ahora tienes que ser padre y madre a la vez, él todavía tiene que aprender lo paternal.
Para Wageman, los primeros días transcurrieron explorando, no, holgazaneando humanamente, ese estar sentado allí en su rincón.
Naturalmente, Jeus le puso palos en las ruedas; no cayó, al contrario, durmió bien, pero aun así tuvo que reflexionarlo seriamente.
Y ahora resulta que empezó con eso, aunque a la manera del habitante de una isla, solo y abandonado, y eso rodeado de tanta vida y humanidad.
Jeus le abrió una brecha en su pensar y sentir, y claro que no contaba con eso.
Que un niño —él lo sigue, Crisje— posea tanto amor por una madre, no le cabe en la cabeza y ahora es brutalidad.
¿Lo ves tú de otra manera?
Esta es una brutalidad con un trasfondo espiritual y espacial, que sirve de fundamento, pero con los que Nuestro Señor construyó “SU” universo, es decir: ¡todo lo que vive!
Pero eso Wageman no lo entiende.
Durante un momento, eso lo tomó desprevenido, Crisje.
Todavía no se da cuenta de que haya pasado, porque también eso tiene que despertar todavía, y solo después de eso podrás hablar con él.
Ahora hay una pared ante la que se encuentra, y esa cosa tiene que desaparecer.
Entonces enseguida se produjo el primer golpe, y también viste su torpeza, pero también la pregunta: ¿Cómo debemos sintonizarnos para prevenirlo?, o ya no tendremos vida.
Ahora mejor ponte a pensar, empieza a seguirlo y tírale de la lengua, Crisje, quizás te dé incluso su limosna.
Pero el espacio completo de Nuestro Señor ha empezado a hacerlo, los ángeles te siguen, porque vale la pena.
Pero has de saber: no eres el único ser humano en la tierra que tiene que arreglar estos asuntos, que pregunta: ¿Cómo debo actuar?
Millones de otras personas viven algo parecido y sucumben o triunfan, y ¡eso está en tus propias manos!
Nuestro Señor les dijo a “SUS” ángeles:
“Se parece en algo a Mi corona de espinas, y por eso quiero saber todo al respecto”.
Y así será, Crisje, si sigues cavilando así, porque no podrás resolverlo.
Y va carcomiendo los mejores tejidos de todos de la máquina humana, y empezamos a ver síntomas de los que ¡el dolor de estómago es el número uno!
¿O todavía no sientes que esta presión te va retorciendo el cuello, Crisje?
¿No sientes que se van acercando los gritos que oyó Jeus?
Y entonces también empiezan las convulsiones nerviosas, los alaridos que se alcanzan a oír en la parte baja de la Grintweg y que te ponen a temblar y hacen que te estremezcas, porque piensas: aquí se está sacrificando un alma, es decir, no un cerdo vivo, sino un alma humana, y esta puede gritar como nadie creerá si no lo has oído, aunque lo tuvieras delante de tus narices.
Así de inverosímil es.
Justo como un milagro, aunque ahora vivido y visto como veneno, como destrucción.
A Jeus se le olvidó, pero no sabe que las estrellas y los planetas hablan de él; los animales en la naturaleza lo comentan entre ellos.
Cada uno piensa: mañana eso podría pasarme a mí, y ¿cómo reaccionaré entonces?
Quiere decir, Crisje, que la vida de Nuestro Señor vuelve a estar en busca de sabiduría vital, y por medio de un estado así se puede aprender.
Nuevamente: si estás abierto a ello.
Se trata de los asuntos sagrados de un ser humano.
Wageman piensa que poco a poco se está convirtiendo en el jefe.
Ahora pondrá orden, por medio de las clases de Trui, ella se encarga de que sepa cómo debe actuar.
Y ahora su carácter cohibido se revela por medio de violencia bruta y malhumor.
No anda dando palizas, calla más de lo que habla y es un arma potente en su mano, porque Crisje no puede con ella.
Los chicos también lo sienten, pero ellos actúan de otra manera.
En realidad están al lado, ahora Crisje navega un solo río de agua vital con él, y no puede avanzar ni retroceder, él siempre está ante su ser y no la ve ni la oye, y eso es algo tremendamente horrendo.
No están acostumbrados a eso aquí, aquí se habla, y solo entonces siguen avanzando juntos.
¿No es cierto, Hendrik?
¡Ni una palabra!
Nunca intercambiar pensamientos, callar, eso es lo mejor, pero ¿de quién recibió esa arma?
¿Debe ser destruida Crisje?
Tiene que ser destruida o vencerá, es lo que tienen que aceptar.
Pero Crisje ¡se irá de pique!
Esta violencia callada que les toca procesar a los hijos del Largo es realmente diabólica.
Jeus advirtió a mamá, pero es que Crisje no podía creerlo.
Y ahora ya está empezando.
La predicción ha empezado, lo que Crisje ve de ella no es gran cosa.
¿Quién tiene razón?
¡Jeus!
Y vuelve a ser verdad, no puedes esquivar tu propia vida.
Y lo de la tía Trui es justo demasiado, pero eso también está allí, y no hay Otto ni Trui que muevan un dedo.
Al contrario, a Hendrik lo aconsejan tres personas, y son Otto, Trui y su hermana Marie, “peligro y falsedad flaca”, que azuza al hermano y que acoge a Hendrik en ella, pero por la que Crisje va a sucumbir.
Y eso ahora, después de cuatro semanas de navegación.
Arriba la cabeza, Crisje... del otro lado se volverá a ver un sol, también un pedazo de tierra, ¿y allí te esperará tu propio Largo?
Sabe que de no haber estado él, ya habría sucumbido, pero ahora echa mano de esa fuente para terminar también esta tarea ¡lo mejor que se pueda!
No, no, ¡para ella misma y los chicos desea el cien por ciento!
Y son para Wageman, ¿será posible aún más rectitud, Hendrik?
Ya llegaron los primeros dolores.
No se entiende, no es requerido el amor de Crisje.
Se maltrata su naturaleza angelical.
Los niños hacen todo, pero no funciona.
Hendrik no quiere amor, lo niega, calla como una tumba, despedaza estas pequeñas máquinas humanas, las va demoliendo, una por una, solo los chicos lo sobrevivirán.
Crisje debe aceptar que Wageman esté de morros y refunfuñe callado.
Empezó con eso y son los primeros síntomas.
Allí está cual fantasma humano.
Crisje pregunta “¿Habla Hendrik contigo durante el día cuando está trabajando?”.
“Sí, claro”.
En casa calla.
Es extraño e incomprensible.
Para esto hace falta un psicólogo.
Y también entonces ese hombre está impotente, también esos eruditos desconocen la máquina humana interior, todavía no saben cómo semejante cosa funciona y vive por dentro, y de dónde salen esas características como engranajes de todo el conjunto.
Pero el Largo sabía mucho al respecto, por dentro había acelerado a toda máquina el engranaje “comprender” y el otro “cordialidad”, y los había llevado hasta lo maternal, se habían convertido en una imponente unión, y luego en “amor”.
¡El beso para Crisje!
Hendrik Wageman no sabe besar.
No sabe lo que es ni para qué sirve.
Resulta que a semejante persona hay que enseñarle todo.
Pero ¿es posible eso?
¿Tienes el valor y las fuerzas para eso, si por medio del beso más inmaculado le diste la vida a siete hijos?
Y ahora ¿dónde tiene que empezar Hendrik todavía?
¿No ha terminado esa vida de ser besada?
No, Hendrik, ¿acaso no podrías ser feliz siguiendo los pasos de un “rey”?
¿Si se te dieran diez caballos blancos para cabalgar sobre tu propia vida y aquellas otras?
Suben a Wageman a un caballo de una belleza imponente.
Todos trabajan en ello, pero él no quiere un caballo blanco, no quiere un caballo, prefiere estar de morros, prefiere refunfuñar, y ¡para él es lo mejor!
Le ponen una corona.
Pero arroja esa cosa lejos de él, ¡pisotea lo grandioso!
¿Por qué no quieres jugar a ser rey, Hendrik?
No quiero ser un rey.
¡No quiero nada!
Déjenme en paz, maldición, ¡déjenme en paz!
¡Muy bien, Hendrik!
Así lograrás allí meterlos en un puño.
Muy bien, ¡sigue!
Jeus conoció a la familia de papá, Frits y Marie, de Nimega.
¿No te gustaría venir a la ciudad, Jeus?
Donde nosotros puedes aprender algo.
A Crisje le parece buena idea, tal vez sea una casa mejor.
Y ahora Jeus está esperando a que la familia le escriba para que los vaya a visitar.
Mientras tanto desapareció donde Van Rossem, porque donde De Bruin, donde trabajaba Johan, se gana más.
Y es allí que conoce un paraíso.
Allí trabajan junto con chicas.
Y una pequeña reina de esas mira a su vida, demasiado tiempo y demasiado íntimamente, de modo que los chicos le cuentan que él es el elegido de esa hermosa cabecita y ese corazón rubio.
¿O será justo al revés?
¿Acaso entiendes que niños así de bellos deban trabajar en una fábrica?
Una fábrica es mala para los niños, sobre todo para las niñas guapas.
Se oye de todo, y se analiza aquí de manera masculina a las madres y los padres, y Jeus ni siquiera quiere escucharlo por lo asqueroso que es.
Y entre eso se encuentra esta hermosa vida, pero ¿pueden las niñas protegerse de eso?
Jeus ve que esta niña no entra en chismes.
Es una niña guapa.
Demasiado guapa para una fábrica de estas, y ¡es imposible lo que dicen de ella!
Nunca salen hijos tan hermosos de una familia de navajeros.
Y ¿por qué las personas siempre tienen que decir cosas malas de otras?
Hola, Troutje.
También tiene un nombre bonito, pero ella no le gusta a Jeus.
¿Qué? ¿No te gustaría besar esa vida, Jeus?
¿Todavía no quieres saber lo que es besar?

—Todavía soy muy joven para eso —manda a esa vida—.
Todavía no sé lo que es.

Pero ella es dulce, hay que mirar esos cabellos rubios.
Santo cielo, ¡qué bella es esa niña!
Jeus compara esta vida con la de Crisje.
Aquí vive en medio de felicidad humana.
En casa las cosas están miserables.
Y ahora no se le concede dejar sola a mamá.
Vuelve a hacerlo mandándole a mamá todos sus pensamientos y hablando con ella, de lo contrario, Crisje no aguantará.
Así vuelven a vivir su unión anterior, y no se ha perdido nada de ella.
Al contrario, han llegado a estar compenetrados aún más profundamente.
Pero a través de todas las cosas ve a Wageman que va subiendo la Grintweg a trompicones, oye a Crisje chillando de tal modo que la pueden escuchar al pie de la calle, lo que lo pone a temblar y estremecerse.
Wageman se va a casa tambaleándose... la vida sensata piensa, ‘Ay, ese Hendrik’, pero Crisje paga los platos rotos.
Y entonces Hendrik tiró del mantel, y la comida salió volando por la cocina.
Ocurrió exactamente como Jeus lo había visto de antemano.
Y que eso ocurriera dos veces en poco tiempo hizo que la máquina de Crisje cambiara de rumbo y sucumbiera.
Allí, en ese mismo lugar, fue que Jeus la vio tendida.
Los alaridos eran tremendos.
Nunca antes la gente ha oído algo así.
Es espantoso, pero ¿qué es?
Es tremendo, pero ¿qué se vive si ocurre algo tremendo?
Esto ocurrió en el interior de Crisje, y luego... ya no quieren ni pensarlo, Hendrik causó mucho malestar, y eso solo por esos tres tragos...
Tuvo que venir el médico.
Hendrik oyó una palabra de reprimenda.
A las personas que conocían a Crisje desde niña les pareció una vergüenza.
A los posaderos deberían colgarlos... pero claro, ¿si uno no aguanta el trago?
Y luego volvió la tranquilidad durante un rato, aunque empezaron los dolores de estómago.
Desde ese momento, Crisje come arroz sin nada.
Finalmente, quiere protegerse a sí misma y no sucumbir; todavía no termina su tarea.
Y eso es en lo que piensa Jeus cuando la niña rubia lo corteja.
¿De verdad no quieres besar un momento, Jeus?
Su piel blanca como la leche, sus ojos negro azabache con cabello rubio —cómo es posible— hacen que la pequeña silueta sea de una viveza extrema, pero Jeus también oye que todo esto ya le pertenece a otro.
Pero eso no importa, no es un chico como Jeus.
Jeus es un rey y ella la reina, ¿no hacen buena pareja esos dos?
Incluso la hermana mayor y todas esas otras amiguitas de la soberana quieren que Jeus pique... pero ¡no lo hace!
Es Crisje y seguirá siendo Crisje, Jeus no abandona a su amor.
Por favor, que Dios me libre de semejante prueba.
Y ¿es cierto?
Para él no hay ninguna prueba, y esa niña... que le den los “drudels”, pero él no la quiere.
Y aun así, ¡aquí vive en un paraíso!
Este trabajo se hace con gusto.
Aquí siempre ocurre algo divertido, aunque la seriedad de la vida no lo toque, por lo menos no esto, no esto que tiene que ver con las niñas.
¡Nada de eso!
Unos días después, cuando mira a esa vida con un poco más de atención, ve algo muy distinto.
Pero eso no puede ser, ¿no?
Es exactamente como Betje.
¿Será que ya no hay personas normales en este mundo?
¿También ya fue corrompida esta hermosa vida?
Vuelve a mirar y sí, también ese templo ya fue demolido.
También allí hay un lodazal de padre y muy señor mío, aunque Jeus no pueda aceptarlo.
¿No irradian esos ojitos una luz tan nítida como la del sol?
Y ¿aun así? Mira por ti mismo, Jeus, todavía no es una Crisje.
De verdad: si sales de una casa de navajeros, aprendes algo bastante distinto, y eso lo tuvo que aprender ella.
¿Entonces es malo un ser humano?
Cuando hay cuatro malos, ¿es que entonces no se puede encontrar entre ellos ni uno solo que sea bueno?
Troutje es buena, se ve a la primera, pero él no debe poseerla.
No tiene ganas algunas de armar un lío, el otro chico se la puede quedar.
¿Cuántos años tengo ahora?
Casi quince.
Tiempo de sobra.
¡Crisje me necesita!
Y ahora Crisje se queja de dolores en la espalda, de la vejiga, de los riñones, y se le cae el hermoso cabello.
Es arroz todos los días, a comer arroz, eso detiene el dolor de estómago.
Crisje tiene que constatar y aceptar que Wageman tiene un carácter propio, pero uno que no te gusta, que te trae miseria y unos disgustos que ya no son humanos.
Y aun así tienes que seguir y avanzar, siempre más, enmendar lo que algún día hiciste mal, porque eso es, ¿no?
Solo ahora Crisje entiende las palabras de Jeus: “¡Te va a destrozar, mamá!”.
Y así es, pero Crisje busca un camino y una posibilidad de salir de allí.
Cuando Johan lo vio, Bernard lo vivió y los demás niños lo padecieron, todos esos pequeños cerebros empezaron a pensar.
¿Cómo hacemos para meter a este hombre en la tumba cuanto antes?
¡Se nos tiene que ocurrir algo, Bernard!
Y ahora Wageman vive rodeado de asesinos juveniles.
Miets y Teun piensan que la mejor manera de asesinarlo es con excremento de ratones.
Johan piensa ‘Es mejor darle un golpe en la cabeza’, pero así te mandan a la jaula, y eso no debe ser.
Bernard está de acuerdo con Johan.
¿Qué pensarías de alfileres en su comida?
Pero eso lo verá mamá, y entonces no lo lograrán de ninguna manera, ¡ella les haría algo!
¿Se puede enterrar a una persona atrás en el jardín sin que los vecinos se enteren?
Es peligroso.
¿Es pesado un hombre?
¿Qué te parecería ahorcarlo?
No ocurre nada.
La juventud sigue el drama.
Los adultos están inmersos en él y tienen que demostrar lo que pueden dar.
Solo Crisje reflexionó cuidadosamente sobre su método.
Por primera vez, Wageman oye:
—Si me lo vuelves a hacer, Hendrik, te puedes largar.
¡Ya no lo voy a permitir más!
¿Entendido, Hendrik?
Sí que es una vergüenza.
Aquí no se lanza la comida, es darle una bofetada a Nuestro Señor.
¿Es que no lo sabes?
¿Hizo que Wageman se asustara?
¿Es consciente de lo que ha hecho?
El último medio año fue triste y aun así entra una pizquita más de sosiego en su vida.
Dirías, también un poco más de sentido común, pero bueno, ¿puede un ser humano cambiarse de pronto para bien, o para como quieres que sea una persona así?
Para eso hace falta sentimiento y eso no se te regala sin más.
Para ello vivirás o morirás.
Poco a poco a seguir.
Cada día te da algo nuevo, pero todos esos dolores te rompen la resistencia, destruyen tu constitución y eso es una pena.
Donde De Bruin las cosas van bien.
Jeus sí se atrevió a dar un breve paseíto con la reina, pero entonces su chico lo esperó y preguntó:
—¿No tienes que ir donde tu madre por tu papilla?
Ahora mejor guarda distancias.
No quiere meterse en embrollos.
En casa ya tienen suficiente que vivir y eso desde luego ya es muy grave.
Wageman avanza, pero entonces su vida se vuelve a tropezar, no aguanta las copas y entonces se vuelve a armar la gorda.
Jeus dice:
—¿Qué te dije, mamá...? —Y se oye un tajante:

—Lo sé, Jeus, pero ¡tenemos que superarlo!
Y eso Crisje lo conseguirá.
Una vez más Wageman tiene que tragarse un “O te largas de aquí”.
A la gente le parece vergonzoso.
El alcalde y el señor párroco me dan la razón.
Tú vas a cambiar y mejorar tu vida o te tendrás que ir de aquí.
¿Qué quieres?”.
Crisje lo volverá a intentar una vez más y Hendrik ya aprendió a decir “sí” y “no” cuando de manera decente se le pide su opinión.
Y es que ¿quién le ha hecho algo a ese hombre?
¡Nadie!
Los chicos todavía soportan su vida y su carácter.
Crisje se rompe el lomo como si tuviera que servir a una majestad.
¡Todo es para Wageman!
La comida está buena...
Crisje cocina deliciosamente, es una cocinera nata, los chicos bien lo saben, pero a esta hay que llevarla.
‘Y a fin de cuentas’, piensa Crisje, ‘un ser humano no se ha hecho a sí mismo.
Todos tenemos nuestros errores’, y esa es la fuerza impulsora y su animación, también el inagotable amor por medio del que una y otra vez vuelve a acoger a esta vida.
No, los asesinos de cinco y siete años ya no significan nada y a los niños más grandes les da risa.
¿Cómo es que pudieron pensar en eso?
Y ahora que todo está un poco mejor, Jeus recibe su tan esperada carta.
Tiene la camita hecha en Nimega.
—¡Adiós, mamá!
—¡Adiós, Jeus!
—¡Adiós, a todos!
¡Escribiré pronto, mamá!
Wageman se despide de él, incluso habla con su vida y le desea lo mejor allí en el gran mundo.
Cómo es posible, pero le salió a Hendrik de la boca y Crisje sintió una nueva felicidad.
Tal vez ahora las cosas vayan mejorando.
El trapo rojo, que ya no estaba allí, ahora se guarda.
Y Jeus recibe su propia habitación donde Marie, Frits y la hija, Anny...
Las cosas van de maravilla, trabaja donde un panadero.
Hace repartos de pan, pero ¿podrás con eso armar una familia, más adelante?
¿Ganas lo suficiente como repartidor de pan?
Dos meses después, ya está buscando otra cosa.
Buscan un aprendiz de orfebre.
¿No será algo para ti, Jeus?
Sí, claro, es estupendo, ahora aprendo un oficio, eso está mejor.
Cambia de casa, a la calle Lange Hezelstraat, limpia la entrada y reparte las compras.
En su casa, el hombre rico tiene miles de florines en tesoros, y son anillos y broches, piedras y oro, Crisje.
Pero ahora va a ser algo, mamá.
Crisje se entera de todo de su vida, a ella no la olvidará nunca, eso es seguro.
Pero ¿cómo están las cosas en Emmerik, con Troutje?
¿Cómo está Betje?
¿Cómo está papá, mamá?
¿Te mantendrás fuerte, mamá?
¡Yo te ayudo!
Sí, te ayuda, Crisje.
Día y noche piensa en ti, pero está lejos de ti.
Aquí se dice:
—Creo, Truus, que ahora tenemos suerte, este chico no roba.
—Vaya... —dice Truus— ¿Ya lo sabes ahora?
Y entonces todavía sigue, pero Jeus no sabe nada al respecto:

—Encuentra mis diamantitos, los anillitos y los billetitos de a cien, y no lo entiende.

Es lo que pensaban allí, Crisje, pero Jeus no echa mano de las posesiones ajenas, no te preocupes, puedes confiar en él.
Jeus se entera de que Truus es cantante de ópera.
Nunca ha oído cantar así.
Entonces ¿eso es ópera?
Santo cielo, el montón de dinero que papá tiró a la basura.
¿Puedes tener tantas cosas hermosas gracias a la ópera?
Seguro que sí, es enorme.
Qué pena que vengan tantos hombres de visita, en realidad, “Knerpie” no tiene nada que contar.
Knerpie, qué nombre tan raro.
—Ay, señor, hay que ver, otra vez encontré cien florines.
Seguramente se le cayó... —Es algo que lleva viviendo ahora ya un día tras otro.
Qué descuidada es la gente en la ciudad, mamá cuida el dinero, con dinero puedes comprar todo, y ¿si no tienes nada?
Sabe todo sobre esto.
¿Quiere Jeus una cajetilla de cigarros?
Por favor, señor.
Ahora fuma cigarros de tres centavos cada uno.
También el orfebre prende uno, pero el hombre desconfía del asunto.
Ahora que el señor sube y Jeus no está, oye:
—Creo, señor, que debo advertirlo.
Jeus... se fuma sus cigarros.
—Es cierto; Jeus ha demostrado ser honesto.
No hay oro que pueda pagar a ese chico.
—Es que pensé, señor...
—Claro, pero está bien.
Ahora ya no encuentra ni un centavo.
El patrón lo manda a Arnhem con un paquete, tiene que darse prisas.
Y cuando llega a la calle Bakkerstraat, allí al instante levantan el auricular del teléfono.
Oye: “Todo bien.
Ya llegó Jeus”.
Santo cielo, Crisje, lo mandaron con valores de cien y quinientos florines.
Así, sin más, en la alforja de su bicicleta.
Y de todos modos, qué puede pasar.
Ahora que está de vuelta, tiene a Truus frente a su vida.
—¿Ya volviste, Jeus?
—Sí, señora.
—Qué rápido.
Debo decir que lo hiciste muy rápidamente, sabes.
No está Knerpie.
Con esta vieja no se lleva bien.
Siente que esta mujer es traicionera.
Tiene pústulas en el alma.
¿No lo ve su patrón?
Esta vida es fría.
Es pobre.
Esta vida es vacía, yo prefiero a Crisje.
Si más adelante tiene que casarse con una mujer así, por más hermoso que cante, ni siquiera la querrá.
Al lado de una mujer así, uno se muere.
Se va, arriba se está mejor.
Pero ese hombre tampoco está de tu lado.
Dicen sí y amén y piensan, ‘revienta’.
Pero Knerpie es buena persona.
Solo que piensa demasiado en sí mismo y Truus —también lo dice el hombre arriba— ya separará a Knerpie de todas esas cosas bonitas.
Sí, Jeus, llegará el día en que te encontrarás a Knerpie en otra ciudad, y entonces te dirá que Truusje se largó con todo su dinero.
Y entonces se habrá convertido en carbonero, y tu serás escritor.
Podrías reírte de él, pero no lo harás.
Y Knerpie se quedará de piedra.
“¿Tú, escritor, Jeus?”.
“Sí, señor.
Escribí libros sobre ‘El origen del universo’... libros sobre la vida después de la muerte, sobre la demencia, etcétera.
Ya terminé unos quince, señor”.
“¡Cómo es posible, Jeus!
Yo ya lo pensaba: llegarás lejos en la vida.
Pero aun así, esto no pude pensarlo, Jeus”.
Sí, Jeus, esto lo vivirás.
¡Una predicción para más adelante!
Y entonces este hombre rico se habrá de verdad convertido en carbonero, y a pesar de todo seguirá manteniéndose a flote él mismo.
Es decir, ¡que la vida no logra destruirlo!
La familia no cree que su patrón le haya regalado cigarros así de caros.
¿No será que Jeus anda mangando?
Ahora que se enteran del buen nombre que tiene allí, tienen que inclinar la cabeza ante su vida, y enmendar todo.
Para Jeus, ya ha perdido toda la gracia.
Ya lo ves: a los ojos de la gente, de tu propia familia, y mientras no puedas probar lo contrario, ¡eres un estafador y un vil ladrón!
¡Eso le duele!
Ahora de pronto pueden reventar, ese amor no significa nada.
También hay un policía hospedado allí y ese hombre hace obras de arte de tablillas bonitas.
Lo hace con un cuchillo.
Jeus también lo intenta.
Una noche, está en su habitación labrando una tablilla.
Repentinamente, esa cosa empieza a hablarle a su vida.
Hay un ser humano dentro de esa tablilla.
Y ese ser humano, además, se ríe de él.
Ese ser humano dice, “Maldito mocoso, no me cortes”.
El policía hace estatuillas de santos de madera; Jeus quiere imitarlo, pero hay vida en sus tablillas.
Jeus corre hacia abajo, pero da igual que se lo diga porque aquí no lo van a entender.
Tres días después, otra vez en su habitación, una de esas tablas cobró vida, y esa cosa daba saltos por encima de la mesa.
Jeus sabe lo que significa.
Antes eran globitos... ahora tablillas, pero esos pequeños globos están dentro, no se puede ver más.
Es para empezar a sentir miedo, pero ‘si sabes por medio de qué puede ocurrir, no tiene ningún secreto’, piensa; viene del mundo en el que está Fanny ahora.
Seguramente, José sabrá más de esto, pero no llega a ver a ninguno de todos esos amigos.
Lo que intentaba tallar tiene que representar a un santo.
A veces escucha... tic, tic, tic.
Se oye divertido.
Esos tics saben pensar.
Cuando piensa, ‘Vuélvelo a hacer...’, se oye... ¡Tic, tic, tic!
Pero Jeus dice: “¡Los ‘drudels’!”.
Y muy pronto, todas esas cosas terminan en el cubo para las cenizas.
Ya no quiere tener que ver con esto de estar haciendo chapuzas.
También su familia le propinó un fuerte golpe.
Y ahora sí que tiene que creerlo: su patrón juega con él, ¡aquí no aprende nada!
¿Puede casarse con nueve florines cuarenta a la semana?
Y sin embargo es un montón de dinero, Jeus.
Pero ¿por qué el hombre allí arriba no lo hace su aprendiz?
Esta vez, ahora que habla con seriedad, oye:
“Aquí no aprendes nada, Jeus.
Si quieres ser orfebre, tienes que ir a una fábrica o donde un patrón que no haga más que eso.
Este no tiene suficiente trabajo para mí, ¿qué quieres, Jeus?”.
Pero el patrón no quiere que se le vaya, ni por todo el dinero del mundo.
Aun así, tiene que hablar, y ahora que se le presenta esa oportunidad, le dice al patrón que quiere avanzar.
No vino a la ciudad para malgastar su tiempo y su vida.
El patrón le promete el oro y el moro, pero todo sigue igual.
Y en casa, donde Marie, ya no hay diversión.
Ahora Hendrik entra en sus aguas.
Hendrik está en un barco que resultó ser su agosto.
“¿Por qué no me cuentas rápidamente, Jeus, cuánto puedes ganar allí...”, llega en una carta de su hermano menor.
¡Qué cosas!
Hendrik se ha forrado.
¿Haciendo qué?
¿Cómo de repente te has vuelto tan rico?
¿Y mamá?
Ella no sabe nada.
Ella no debe saberlo, pero yo te daré treinta florines a la semana sin que tengas que hacer nada.
‘No, no puede ser’, piensa Jeus, pero Hendrik le vuelve a escribir: tiene que volver, no tiene que dejar que un rico le tome el pelo allí, ¡dinero hay de sobra!
¿Qué hace el patrón ahora?
Quiere darle una oportunidad más al hombre rico, pero vuelve a estamparse.
No puede con semejantes triquiñuelas.
La gente en la ciudad miente y engaña.
Qué pena, pensaba que este patrón era un ser humano, pero lo engaña, aquí están con habladurías.
En todas partes es exactamente lo mismo.
Por más que hablen, él ya abandonó el barco.
Vuelve a Crisje y los chicos.
Estuvo lejos de Crisje durante nueve meses.
Es una eternidad, pero aprendió una pizquita de holandés, y eso también ya significa algo.
Un sábado por la tarde, cuelga su chaqueta con rayas rojas en el perchero de su patrón.
Y ese traje con toda esa publicidad, que se lo ponga él mismo.
Incluso Truus hace de todo para retenerlo.
Todo es en vano, Jeus no quiere engaños, son solo palabras huecas, aquí ya no cree a nadie.
¡Los “drudels”!
¡Adiós, patrón!
¡Adiós, Truus!
¡Adiós, Marie y Anny, adiós, señor policía!
Vuelvo donde Crisje.
La ciudad está podrida.
¡Ustedes no tienen vida!
Se toman el pelo día tras día.
Esa hermosa voz tuya no es más que la de un diablo.
Knerpie todavía lo vivirá, pero ese Knerpie no se merece otra cosa.
No hay duda, no es hombre.
Desde luego que no tiene nada que decir.
¿No lo ve ese hombre?
Entonces sí que prefiero al padre Wageman, por lo menos aún sabe lo que quiere.
Si eres rico, todavía no eres nada.
¡Hay que ver ese morro!
¡Pobre Knerpie!
Es en el tren donde los pone a parir uno por uno.
Qué montón de cosas las que aprendió.
Pero nunca más una de esas chaquetas con rayas rojas en su cuerpo.
Ahora pareces un mono, un mono sobre un palito, ¡conmigo ya no!
Qué perros tan asquerosos serán.
¿Pensabas, Knerpie, que no sabía que querías engañarme?
Tú mismo llevas a los chicos a la cárcel.
Les tiendes algo a tus chicos que tarde o temprano picarán, y entonces es demasiado tarde.
Yo lo habría hecho de manera muy distinta, Knerpie.
Ese hombre arriba con sus rizos era un falso.
Ese hombre hablaba con tres bocas, ese hombre habría podido traicionarlo...
¿Pensabas que no lo sabía?
Truus es una mujer mala, mamá.
Marie es demasiado juguetona y Frits no tiene voz alguna.
Anny es falsa y ese agente con sus tablillas nunca tendrá una mujer.
Ese no es un hombre, Crisje, mamá, ese es como Gerrit van Lengel, o ¡como el sacristán!
¿Qué tiene que hacer Nuestro Señor con este tipo de personas?
En la ciudad, la gente es mortecina.
Fuera, la gente vive.
Aunque se peleen mucho, no se toman el pelo a tal grado.
En la ciudad, viven debajo de la tierra.
Sí, mamá, lo descubrí todo y te puedo contar muchísimo de las personas en la ciudad.
Alto, a bajarse, Doetinchem.
Ahora a Zutphen-Emmerik.
Jeus se muere por volver a estar en su maravilloso tranvía de vapor, por poder hablar con los hombres.
—Vaya, Jeus, ¿vienes a visitar a tu madre un momento?
—No.
Me largué de allí, Hent.
—¿Lo dejaste?
—Sí, no dejo que me tomen el pelo, Hent.
¡Esas personas de la ciudad parecen unos tacaños!
Te prometen de todo, pero no hacen nada.
—Lo sé, Jeus, pero ya lo comprobaste, ¿verdad?
—Sí, Hent.
—¿Estás contento de volver donde tu madre, Jeus?
—Claro, Hent.
—Entonces ¿volverás a trabajar en Emmerik, Jeus?
—Todavía no lo sé, Hent, primero lo tengo que pensar un poco.
¡(El pueblo de) Zeddam!
Otro pequeño tirón y habrá llegado.
Ahora llega a casa con una maleta minúscula y saludos de allá, de personas entre las que hay algunas a las que no quiere olvidar.
Y entonces llega el cementerio:

—Papá, volví, ¿lo sabes?
Seguro que sí.
—¡Hola, mamá!
Abraza efusivamente a Crisje.
Le da la mano a Wageman, los chicos quieren saberlo todo.
—¿Estás contento, mamá, de que haya vuelto?
—Claro, ¡cómo te extrañé!
—¿Todavía tienes dolor, mamá?
—Sí, pero eso también terminará.
Estoy achacosa de la vejiga, Jeus.
—Qué pena, mamá.
Hablar de todas esas otras cosas necesarias todavía no se puede, pero ya vendrá.
Está otra vez en el ático, se vuelve a sentir uno con las palomas y la vida es bella.
Ahora ¿qué va a hacer?
¿Ir de carpintero, con papá?
Hendrik, Gerrit y Bernard le cuentan algo muy distinto.
¿No has visto a mi pequeña rubia?
¿Cómo está Betje?
Ahora puedes disfrutar aquí y agradecer a Nuestro Señor la hermosa vida.
Se va sumergiendo y vive sus sueños de ciudad.
Los ratones vuelven a pasar corriendo por su cabeza.
Se ha hecho más fuerte y más grande.
Jeus es un chico robusto, acaba de cumplir quince años, parece de diecisiete y puede contarte de todo.
Aquí duerme mejor que entre esas sábanas blancas en la ciudad.
Aquí uno no está tan alejado de la vida.
Allí era como si no hubiera vida.
Y todo ese parloteo holandés es frío como el mármol.
Aquí se oye hablar a un alma y te da risa, allá casi nadie ríe.
No, nunca quiero ser de la ciudad, prefiero el dialecto, el dialecto de mamá.
Y una verdadera salchicha de Güeldres.
Aquí la morcilla sabe como allá el jamón.
Pero esto es más rico, ¡lo nuestro propio es mejor!
Pero... Señor Nuestro: te doy las gracias, ¡Jeus siguió siendo honesto!
¡Nuevamente, son oídos todos los padrenuestros de Crisje!
Y el padre Wageman, Jeus —no lo creerás—, ha cambiado.
Pero mañana o pasado ya lo oirás de Crisje.
Y ahora va a empezar una nueva vida.
¿O será solo un pasito más?
Y aun así, muchos lo creen.
Todos están felices, Jeus y Hendrik y el pequeño Gerrit son ahora tus banqueros.
Cómo es posible, pero ¡lo vivirás!
Es una pena que el alcalde haya prohibido el Martes de Carnaval.
También es una pena que ahora no vaya a haber feria, porque hay dinero de sobra.
La guerra exige cautela, Jeus, pero sin duda que tendrás tu diversión más adelante.
Claro... ¡está en tus propias manos!