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Pregunta desde la sala: “¿Tengo el don de sanar?
Si es así, ¿cómo seguirá desarrollándose en cuanto a la sensibilidad de intuir una enfermedad?”.
Jozef lanza una mirada severa al hombre, se le nubla el rostro, va a venir algo...
Dice: “En primer lugar, señor, lo remito a los dos libros de ‘Dones espirituales’, en los que podrá leer todo lo que el ser humano puede alcanzar en la sanación por medio de sus fuerzas espirituales.
Allí se analizan los grados de sentimientos para las artes y las ciencias; incluso se analiza en ellos al ladrón y al velocista, y naturalmente los ‘dones’ espirituales...
No le diré si tiene usted dones, si tiene la sensibilidad para sanar, porque no adivino el futuro en una bola de cristal ni en las cartas ni en los posos del café.
Aquí vive usted las ciencias espirituales de los maestros, y ¡a través de ellos!
En sus libros se afirma que los perros y los gatos también tienen sensibilidad.
Entonces, ¿por qué no el ser humano?
Así que ¡es algo que mejor lo aclara usted mismo!
Esta pregunta se me ha hecho más veces: el ser humano quiere sanar, pero nunca les daré mi palabra, ¡yo no tengo sanadores!
En nuestra sociedad ¡no hay ni uno solo!
¡Y yo mismo ya no sano!
Pero... si usted siente que tiene fuerzas, transmítalas al ser humano enfermo; una madre ya es curada por elevar en su vida a su hijo, a su amor.
Está demostrado.
Entonces ¿qué a va a poder alcanzar el otro ser humano para el enfermo?
¿Cómo es usted por dentro?
Créanlo: podría convertirlos a todos ustedes en sanadores, de golpe, y darles ese don.
¿No lo creen?
¡Esto ya sucedió!
Alguien en Ámsterdam me preguntó: ‘¿Conoce usted a un sanador para mi mujer? Se siente cansada ya desde que es joven; no se puede hacer nada.
Los médicos no conocen ningún remedio’.
No disponía yo de ningún sanador ni lo conocía, porque ¡esto es muy peligroso!
Pero ¿qué me dijo el maestro Alcar?
‘Él mismo recibirá este don, André, dale este recado’.
Se lo di al hombre y curó a su mujer, ya en dos semanas.
Pero ¿qué es lo que había pasado?
¿Fue él quien curó a su mujer?
Bien, gente, ¿cómo es eso?”.
Las respuestas en la sala no aciertan.
Toda la gente piensa que ese hombre pudo sanar a su mujer.
Jozef dice: “No..., señoras y señores, así no es.
Si les digo que pueden sanar, recibirán fuerzas que yo les enviaré.
Así que actuamos a distancia, ¡por medio de ustedes!
Y así es como se convierten en sanadores.
¿No es cierto?
Por medio de Cristo pueden obrar milagros, si son capaces de representar Su vida, si poseen el amor.
¡Entonces es posible!
¡De modo que es una ley!
En ese instante yo estaba atado a ese hombre y a esa mujer.
Así es como también entregué el don de sanar a otra persona, pero me encontraba sintonizado con esa vida día y noche; sin embargo, fue maravilloso.
¿Más tarde?
¿Cómo que más tarde?
¡Entonces ya me podía ‘ir al carajo’!
Ese hombre no se da cuenta de que durante año y medio lo conduje hacia la sanación, y que para eso también tuve que entregar todas mis fuerzas.
Pero en esa vida había sentimiento, el aura vital era consciente para la sanación, y entonces fue posible.
Era una persona sincera y buena.
Pero cuando otra persona ya no pudo aceptarme más, esa vida fue influida y ya me pude ‘ir al cuerno’.
Pero gracias a como había bregado yo, el hombre tenía con qué alimentarse.
Una existencia preciosa y poderosa, pero de pronto a mí se me consideraba ‘un pesado’ y más cosas de esas, y ¿entonces?
Primero se hicieron diagnósticos ‘infalibles’.
Cuando ese ser humano se olvidó de la fuente y pensaba ser capaz él mismo, ¡de inmediato metió la pata!
Es cuando empezó el desmantelamiento, pero él sigue con sus sanaciones.
¿Y eso pesa sobre mi conciencia?
Ya le gustaría al mundo, pero así no es.
Si el ser humano cae, ¡yo no me caigo!
Si el ser humano convierte las cosas sagradas en una ‘pesadez’, ¡no soy yo!
Si el ser humano ama hoy todo y mañana sucumbe por y para esta poderosa sabiduría, ¡no por eso yo también lo soy!
Si alguien sucumbe entre todos ustedes que quiera ser más, podrá soportar y procesar, pero ¡no por eso yo también lo soy!
Si la iglesia católica empieza a tener los ‘dementes religiosos’, no es ella la que está loca, ¡lo está ese ser humano!
Pero ahora todo se acerca a la cabeza de ‘Jozef Rulof’, y pasa por encima de ella, y es algo que no me cuesta encajar; pero ya nunca más daré a un ser humano la posibilidad de sanar con mis fuerzas y conocimientos.
De eso está harta mi vida, y yo también lo estoy, como dicen muchos cuando ya no pueden avanzar más.
Entonces todo cae y el espacio es ‘magia negra’...
¿Los maestros también?
¿Qué quieren empezar a hacer luego esos pequeñajos, esas criaturas, detrás del ataúd?
Entre ustedes también hay sanadores, pero a esas personas las advierto.
Entre ellas hay quienes se atreven a hacer que la mujer se desvista, porque así el aura penetraría mejor.
¡Son diablos, señoras y señores!
No se acerquen a esas personas, a esos hombres y mujeres.
No tengo nada que ver con esa gente, no quiero saber nada de lo que hacen y dejan de hacer, así lo dije ya alguna vez.
Estoy aquí para responder a sus preguntas, pero... con cosas asquerosas no quiero tener que ver nada; aunque la gente en la sociedad piense que Jozef Rulof haga de todo, lo sepa todo, esto es algo que no quiero saber, son cosas de su propio círculo, ¡ustedes mismos lo son!
Pero lo que edifico aquí lo vuelven a derribar a diestro y siniestro delante de mis narices.
Lo veo, digo algo a esa gente y prosigo.
Tarde o temprano ya no volverán a entrar aquí, ¡aunque mis charlas sean públicas!
Señor, escúcheme cuando le digo: todo perro y gato es sensible, así que usted también lo puede ser.
Pero usted ¿quién es?
¿Qué desea?
¿Servir?
Yo servía sanando.
Daba todo lo que tenía, y tenía cosas que dar, eso mis enfermos lo saben.
Aquí hay entre ustedes quienes recuperaron su conciencia por medio de mí, pero para eso el maestro Alcar y yo lo dimos absolutamente todo, nuestra sangre, nosotros mismos nos convertimos en enfermedades, las portábamos, vivíamos para ellas, y eso desde luego que no tiene nada que ver con desnudez ni con líos sexuales, entonces un sanador es amor e hijo para Cristo.
¿Usted lo es?
¿Lo desea?
¿Es capaz de ello?
Bueno, pues haga el bien y lo verá por sus propias sanaciones, no quiero privarle de esa posibilidad; además, ni siquiera sabría cómo hacerlo.
Pero el don espiritual para la sanación está tirado por las calles de nuestra ciudad, ¡el ser humano no estaba listo para ello!
Así que no quiero tener que ver nada con sus sanaciones, y no le diré, nunca más, si posee dones o sentimientos para sanar, ¡aunque podría hacerlo!
¡El ser humano no tiene suficiente amor para sanar!
Ay, créanme, podría construir un ‘templo’, los maestros pueden hacerlo por medio de mí, pero ¿para este caos, para el ser humano que te traiciona a la cara y a tus espaldas?
¿Construir un templo para semejante panda? Y eso ¿por Cristo?
¿Con semejante banda a mi alrededor, que hoy me inciensa y mañana me incendia?
Qué va, qué va, ¿pensaban que seguíamos siendo infantiles?
¿Darle todo al ser humano para luego tener que ver que el espacio lo deja hecho añicos, para el ser humano y para sí mismo?
¡Son unos charlatanes todos sus sanadores!
No se lo digo a usted, señor.
Espero que pueda y quiera comprender todo esto, ¡lo estoy ayudando!
Pero las pruebas están ahí, ¡he tenido que aceptarlo!
Hay personas —eso ya lo vivieron ustedes— que oyeron algo de mí y que aprendieron por los libros, y que ahora están empezando ellas mismas.
Hay que ver, ¿no?
Y cuando aún tengo que aceptar que entre ustedes hay y viven quienes siguen a estas personas, que se van de aquí, entonces sé quienes son ustedes.
Menos mal que no tengo discípulos.
Los que hubo sucumbieron.
Y eso ya basta.
Sí, es un trabajo difícil, les costará sangre.
Pero a quienes estén aquí escuchando y piensen que pueden empezar por su cuenta —eso ya lo ha demostrado la historia, los mejores adeptos de Pitágoras y de Rudolf Steiner incendiaron templos— ¡a ellos no les brindo esa oportunidad!
Y ¿ese tipo de gente me adula?
¿Me sigue?
Y ¿ustedes piensan que no sé lo que quieren?
Lo sé todo, si quieren tener que ver conmigo; pero les dejo que se desfoguen para sus propias vidas hasta que se cansen; algún día los maestros intervendrán y ¡estarán ustedes ante ustedes mismos!
Sí, señor, primero sánese a sí mismo, y ¡ya después podrá empezar con otro ser humano!
Haga el bien, señor, sintonice con el espacio, con el Gólgota, y así ya no tendré que decirle nada.
¿Basta así?
¿Puede comprenderme?
Mis intenciones son buenas, pero nos han dado palos —bueno, a mí— y tenemos que amar al ser humano en su miseria, sí o sí; de lo contrario la sociedad tendrá razón, cuando dice que todos esos líos espirituales no son más que líos diabólicos.
Y ¿eso es culpa nuestra?
¡Es de los espiritistas!
Puedo decir: sané por medio de los maestros.
Estuve ante y frente a los médicos, e hice diagnósticos escuchando la voz humana.
¿Son capaces ustedes de eso?
¿Tienen contacto espiritual?
No soy nada, sino todo, si soy criatura para los maestros, para Cristo.
Y ¿se creían ustedes que eso se alcanza echándose un farol?
¿Pensando: ‘Eso es un buen trabajito para mí’?
No lo permitirá ni el otro lado ni un espíritu de la luz.
Ellos no los necesitan a ustedes, créanme, se han separado de ellos mismos a base de esfuerzo, y eso costó sangre, y ¡no quieren tener que ver nada —nada de nada— con nuestra propia miseria, ni con nuestros pensamientos y sentimientos de cara a nuestra vida material!
¿No lo sabían?
¡Pues lean entonces los libros y lo sabrán!
¿Qué clase de personas son las que están ante un enfermo y que entonces quieren ver ‘desnudez’?
¿Bobos?
¿Pobres diablos?
¡Es un engaño!
¡Son diablos!
¡Son unos desgraciados!
Ni los ladrones son tan malos.
Un pobre ser humano está enfermo y ya no sabe qué hacer, llama a una persona sanadora, y ¡entonces hay que ver lo que entra en su casa!
¡Es un pedazo de birria!
¡Es un montón de miseria!
El otro lado, Cristo, Dios, el progreso, nuestra evolución espiritual ¡se están viendo mancillados!
¡Es abominable!
¡Es basura!
¡Son unos líos asquerosos, cochinos!
Una cosa tan podrida como esta no la puede vivir un asesino, ni la pudieron vivir Adolf Hitler o Stalin.
¿Y esa cosa se considera una persona sanadora?
¿No lo sabían ustedes?
¿Y esa víbora quiere empezar por su cuenta?
¿Por medio de los maestros?
Sí, eso aún es posible en este siglo, porque el ser humano no es capaz de pensar.
Así es como los estoy advirtiendo a todos.
Huyan de los sanadores, aléjense de allí cuando empiecen a decir ‘Voy a hacer que se comunique con Cristo...’.
¡No son capaces de hacerlo!
¡Es la maldición, el farol humano, la soberbia demente, es todo por lo que el ser humano se va a pique, sucumbe, por lo que va de mal en peor a base de las patadas que recibe y por lo que la vida interior y material se está viendo mancillada!
Por lo que veo y siento no se lo habían esperado, pero esto es algo que han de saber.
Ahora estamos ante la realidad, ante asuntos sagrados.
¿Es que quizá le gustaría sanar, señor? ¿Ya lo hizo alguna vez?
Por lo que veo y siento, no se había esperado esta respuesta de mí, ¿no es cierto?
Usted ya no va a volver aquí, usted mismo lo sabe.
Siga, sin problema, yo sí que voy a tener razón después, ¡aquí y detrás del ataúd tendré razón!
¡Porque esta es la sagrada verdad!
¿Más preguntas?
No hay más preguntas, ¡entonces sigo!”.
¿Que la gente ha sido golpeada?
No, claro que hay personas que piensan poder sanar, pero tal como dice Jozef... ¿se conocen a sí mismas?
¿No es esta la verdad?
Lo sabemos, allí hay un maestro que conoce las leyes y que ha podido vivir todas las leyes ocultas.
Ahora llegamos a conocer a Jozef Rulof, a otro Jozef, del que se dice de todo; otra vez más: ¡al verdadero profeta no se le conoce en su propia tierra!
¡Él lo es! A saber: ¡uno de profundidad cósmica!
¿Quién comprende esta vida y esta personalidad?
¿Quién quiere servir?
¿Quién no viola los dones?
Todo ser humano violenta alguna vez al ser humano por medio de su posesión
Nosotros aprendemos muchísimo y hemos de inclinar la cabeza ante las leyes.
Jozef es un ser humano y en todo corriente y moliente, de una sencillez total, eso lo sabemos quienes ya lo seguimos desde hace años, porque ¿qué haría la gente si tuvieran sus dones y su contacto?
¿Es la verdad?
Sí, ¡es la verdad!
El señor Boekee preguntó: “En el libro ‘Entre la vida y la muerte’ llego a conocer dos hermosos sentimientos, o sea, dos personalidades, es decir, la de Dectar y la de Venry.
Después de su transición regresan al estadio embrionario, tras una breve estancia en la ‘pradera’, para finalmente volver a verse como ‘Alonso’ y ‘Jozef Rulof’.
Todo esto lo puedo comprender, porque el ciclo de ellos para la madre tierra no se había completado todavía.
Pero si sigo ahora al espíritu Lantos en ‘El ciclo del alma’, entonces encuentro en la página 260 que el hombre primero apuñala a la mujer y luego a sí mismo, tras lo cual, después de su transición, es llevado a su sintonización.
Aun así era un asesino y un suicida y estaba libre de su organismo.
¿Puede explicármelo? No lo comprendo”.
La respuesta de Jozef es: “Usted piensa, señor Boekee, y solo por eso ya me siento agradecido.
No son Alonso y Jozef Rulof quienes se vuelven a ver, sino Venry y Dectar, o sea, el subconsciente mío, pero ahora soy André.
¿Lo comprende?”.
“Desde luego, me queda claro”.
“Pero le puedo explicar que ocurren asesinatos, también suicidios, que aun así, a pesar de ese hecho, son transiciones normales.
Un ejemplo: unas personas tienen contacto con el otro lado.
Es un buen contacto; el médium es la hija.
El padre se va con su hijo e hija tres semanas de vacaciones a la montaña; la madre ya vive detrás del ataúd.
La hija está dos días allí cuando quiere regresar a Holanda.
El padre dice: ‘Vete, pero vuelve’.
Pero la hija se precipita en una acequia detrás de la casa y se ahoga.
O sea, volvió a casa para meterse allí en el agua y morir.
Cuatro meses después aparece y dice:
‘Padre, no me he suicidado.
Había llegado mi hora.
Dios no conoce los lechos de muerte, y mire, soy feliz, mi propia muerte me condujo hasta este desgarramiento, y me entregué por completo.
Fue la muerte y yo ya no tenía nada que decir, o sea, ¡mi propia evolución!’.
¿Ven? Esto es posible y a veces ocurre de forma violenta.
¿No es violencia una muerte en un accidente de avión?
Si se caen, ¿no es eso violencia?
¿Aunque no fuera por un empujoncito del otro ser humano?
El ser humano puede morir por violencia, por otras personas y por él mismo; así que son leyes, actos para desprenderse de la materia.
¡Yo también vi esas posibilidades!
Esas personas precisamente eran libres, es decir, estaban ante su transición y el mundo astral, para que fuera posible llevarlas a su sintonización espiritual.
Pregunté a Lantos Dumonché —al maestro Zelanus— por todas estas posibilidades y me dio la respuesta humana, espiritual y espacial.
¿O acaso no es verdad... que nos morimos porque ese piloto de avión cometió errores?
Hubo un capitán que tuvo una deriva hacia el norte, y miren, el ‘Titanic’ chocó contra un iceberg y hubo mil cuatrocientos ahogados, ¿hicieron una transición prematura?
Sí, muchos hicieron entonces una transición prematura, otros en su hora exacta, ¡ni un segundo antes o después!
Pero el piloto de avión no es un suicida si muere por su tarea, si esta lo mata; muere demasiado pronto, pero está libre de su organismo, que es lo que le importa a usted, ¡porque no piensa en el suicidio!
No se olvide, cada ser humano tiene su profundidad cósmica para su muerte y evolución, y así estamos ante miles de posibilidades, que engloban el alma, la vida y el espíritu, y que suponen leyes.
¿Es un suicida un boxeador al que sacan muerto del cuadrilátero?
No, pero ese hombre sale de esta vida antes de tiempo, y esto es así con todos los deportes cuando el ser humano es temerario con su vida.
Miren, les diré una cosa, señoras y señores, y solo entonces verán lo profundo que es esto.
Por ejemplo un cirujano que no sepa con seguridad que pueda curar al enfermo si lo opera ¡es un asesino!
¿Se lo imaginan?
No está atado al asesinato, pero él y el enfermo, o sea, el paciente, están favoreciendo un asesinato, aunque ninguno de los dos desee la muerte; ahora, no obstante, sí tienen que ver son esa transición.
Estas son las únicas atenuantes para morir y para el ser humano, cuando tiene que ver con la muerte; y esto al final es, por tanto, ¡evolución!
Quiera o no, el ser humano sale demasiado pronto de su vida, y ¡eso ya lo pueden comprender ahora!
Si quisiéramos vivir las leyes con nitidez, entonces, créanme y acéptenlo..., la sociedad estaría detenida.
¡Antes todos nos dedicábamos al canibalismo!
De eso nos hemos olvidado, pero ¿no hemos continuado a pesar de ello?
¿No llegamos hasta la raza blanca desde la selva (véase el artículo ‘No existen las razas’ en rulof.es)?
¿No hay ángeles, maestros, viviendo detrás del ataúd? Y ¿acaso no mataron ellos?
Claro que esto es verdad, todos, todos fueron a la realidad a través de la disarmonía, y ¡hubo un día en que se liberaron de cada paso erróneo, que pudieron enmendar!
Miren, esas son las imágenes de cómo se muere, y hay otros miles de vidas que hicieron la transición con ‘ayuda’ humana, pero ahora es su propia evolución la que determina a dónde van... o ser libres, o estar encadenados al organismo; pero ¡es la voluntad de ustedes mismos!
Lo que hace el cuchillo del asesino, lo puede hacer la pastillita del médico.
Pero, en ese caso, es una sola ley.
El ser humano se ve arrojado fuera de su organismo y esto supone morir antes de tiempo, o bien... ese ser humano siguió y ¡entonces se convierte en ‘causa’!
El maestro Zelanus lo dice en su libro ‘El ciclo del alma’... Roni lo iba a vivir; así que Lantos no tenía nada que ver con la miseria de Roni o... también eso habría tenido que enmendarlo.
Roni regresó a la tierra; Lantos, no; él estaba atado a su cadáver y vivió su propio proceso de putrefacción; esto lo han leído ustedes.
Como ya dije: cada ser humano ya posee su propia reencarnación y actúa por medio de su pasado.
¡Todavía tenemos que asimilar el ‘presente’!
¿Contento así, señor Boekee?”.
Boekee: “Gracias, señor Rulof, estoy más que satisfecho”.
La velada ha terminado.
La gente se va a casa cargada de sabiduría.
Algo ha despertado en esas personas, y empiezan a pensar.
Tendrían que oír cómo hablan: “Menudas cosas”.
Esa conciencia es enorme, ese hombre no necesita esperar la respuesta ni un segundo, es increíble”.
Jozef Rulof nos vuelve a dar esas pruebas a todos, una y otra vez.
¡Tiene contacto, los maestros le infunden alma y hablan por medio de su vida y personalidad, escriben, pintan y dan sabias lecciones!
En la siguiente sesión hay una señora que pregunta: “Cuando una madre por ejemplo quiere encontrarse con su bebé en el ‘más allá’, no es posible cuando el bebé entretanto ya ha regresado a la tierra, ¿no? Quiero decir: cuando el alma ha vuelto a vivir en un cuerpo”.
La respuesta de Jozef Rulof es: “Señora, no, eso no es posible.
Si su criatura muere y esa vida ha de regresar, no la verá en el otro lado.
Lea los libros y recibirá su saber también para esto.
Sin embargo, señora, eso significa que en el fondo no somos padres y madres para el espacio, sino que allí tenemos que representar un solo mundo, que representamos una sola paternidad y maternidad, junto a otros millones de padres y madres, y ¡eso nos conduce al ‘amor universal’ por el ser humano!
La respuesta es: hemos conocido millones de vidas, fuimos padres en ellas, otras veces madres, y también hijos.
¿Siente esta poderosa profundidad?
Ustedes nacieron en vidas anteriores, gracias a lo que ahora llaman sus hijos.
Así que estos fueron sus madres en aquellas vidas.
Quizá su esposo fue antes —y esto es así— también alguna vez su madre, fue entonces cuando él le dio a luz a usted.
Para el ser humano pragmático esto todavía es palabrería vacía; les digo: ¡así es!
Esta es la divina verdad y es la que hemos de aceptar; ¡esas leyes las vivimos todos!
No existen hijos, señora, ¡el alma como ser humano tiene millones de siglos de antigüedad!
Su hijo se ha convertido ahora en la reencarnación de usted.
Su hijo se encarga de que usted pueda volver más adelante a la tierra o... ya no tendría usted una existencia.
Nosotros los llamamos hijos, los hijos nuestros, pero para Dios son grados de vida para la reencarnación.
Váyanse ahora a la iglesia católica y observen a un clérigo y una monjita.
Y ¿qué es lo que hace esa gente?
Hay otras madres que en lugar de ellos darán a luz a diez, doce, hijos, porque la creación continúa; de lo contrario —si todos nosotros, la humanidad entera, nos hiciéramos clérigos católicos— la creación se disolvería por completo con tanto hacerse el santo y ¡ya no habría más renacer!
No verá solo un hijo suyo propio en el otro lado, señora, madre, sino ¡millones!
Y ¿ahora qué más quiere decir? ¿Qué más quiere vivir como madre?
Si lo comprende, estaremos ante la unidad universal como seres humanos, y entonces todos los seres humanos, hombres y mujeres juntos, serán nuestros hijos.
¡Esta fue la intención de Dios y esto lo dijo Cristo y esta es la verdad!
Si su hijo vive ahora en el otro lado, lo volverá a ver por medio de su propio contacto y seguirá adelante con él.
Le aseguro, sin embargo, y esto es algo que va a comprender ahora, que habrá otras madres ante su vida que podrán decir: ¡Este también es mi hijo!
Y entonces usted, a su vez, será hija de otra... etcétera, hasta que tengamos que ver con millones de padres.
Pero esto se disuelve en el ‘amor universal’ y eso, señora, es ¡‘la paternidad y maternidad divina’!
¿No le parece algo poderoso, señora?
No pierde usted nada, eso ya lo está oyendo, al contrario, recuperará su maternidad espacial, también sus millones de hijos a los que dio a luz y creó por medio de sus millones de vidas, porque ¡como alma vivimos ambos organismos!
¡Somos padres y además madres!
Porque Dios también lo es y somos dioses, y tenemos todo lo de ‘Él’ dentro de nosotros”.
La señora: “Es poderoso, señor Rulof.
¡Muchas gracias!”.
Jozef añadió: “Ahora lea los libros ‘La línea Grebbe’, ‘Aquellos que volvieron de la muerte’, ‘El ciclo del alma’ y ‘El origen del universo’... así es como despertará; recibirá alimento para su espíritu y entonces lo sabrá para usted misma, para su esposo y sus hijos, señora, créame, ¡todo esto es verdad!”.
Hay alguien en la sala que pregunta: “¿Por qué los espiritistas no saben nada de esto? ¿Acaso no dicen que tienen contacto?”.
Jozef: “¿Ya lo constató usted, señor?
¿Es que ya oyó que esos espiritistas están diciendo bobadas y que no quieren saber nada de la reencarnación?
Quizá conozca a Felix Ortt, el líder de los espiritistas; ese hombre no cree en la reencarnación.
Hace algún tiempo me atacó.
Que estaba loco yo (según él), demente, que era algo que no se podía seguir, que era imposible vivir aquello de lo que hablaban mis maestros.
Pero ahora, tiempo después, publica un librito sobre la ‘reencarnación’ y dice que no hay más remedio de que esta exista..., porque si no nuestra vida se detendría.
Primero me hicieron polvo, me atacaron, y después vienen con una fabricación, porque ese mismo señor no tiene contacto.
Y después hay otra cosa más.
Allí, en una pared en la esquina de la sala, hay una foto de Elise van Calcar, una mujer que hizo mucho por el espiritualismo, pero que dijo: ‘La reencarnación no existe’.
Y esas palabras de esta mujer, que pensaba saber algo y que tenía una buena cabeza, se aceptan literalmente.
Pero esas palabras de Elise van Calcar las puedo volver a rectificar, yo puedo bregar para que la reencarnación salga a flote.
Porque esta es la posibilidad para toda la vida que es de Dios, para evolucionar.
¡No hay otra cosa!
Ahora puedo librar contra todos esos creyentes —espiritistas— una lucha de vida o muerte, por su propio progreso, porque están en un punto muerto.
Primero nos crujen y después, señor, escriben libritos y dicen: ‘Sí, ¡la reencarnación existe!’.
Por eso ya no respeto a esa gente.
Los espiritistas se olvidan de que yo soy un espiritualista y que obtuve mi contacto con los maestros por medio de las leyes ocultas.
¡Yo soy el que tiene contacto! ¡No ellos!
En este ámbito, según puedo afirmar, me he hecho un maestro, porque veo las leyes detrás del ataúd, ¡yo me desdoblo corporalmente!
Y ellos no.
Ellos tienen que aceptarme a mí y a los maestros.
Pero ¿qué hacen todos esos zotes, esos videntes de pacotilla?
Quieren ser algo, poseer algo, quieren ‘ver’, pero lo que ven son sus propios pensamientos.
Sin embargo, por medio de ese modo de ver y de esos jueguecitos de médium, todos esos espiritistas detienen esta evolución para la humanidad y arruinan más de lo que se construye.
Todos esos médiums —vamos, señor, lea los libros ‘Dones espirituales’— no logran ir más allá de sus charlitas de pastores protestantes, es algo que todavía le apetece a la gente, todavía se lo tragan en este siglo, ¡en 1951!
Así de pobres son los espiritistas.
¿Pueden aprender ustedes algo de personas que entran en trance y se hacen pasar por una judía que fue asesinada en Alemania, torturada, pegada y pateada y... que aun así regresa y que habla de su miseria?
Claro que sí, puede ser instructivo, pero no si resulta que por un médium de esos tienes que experimentar que Antoinette van Dijk (1879-1975, autora de libros infantiles), encargada de la programación infantil en la radio, fue asesinada en un campo de concentración; la mujer, como médium de trance, suda sangre por el dolor de la personalidad espiritual.
En esas sesiones la gente tiembla y se estremece de miedo por la miseria experimentada, simulada por la médium.
Si... escuchen bien ahora..., porque esa misma Antoinette van Dijk habló una semana después por la (emisora de radio) AVRO y dijo: ‘¡Todavía vivo!
¡Sí, logré salir de allí!’.
Entonces ¿qué?
Así es como es el espiritismo actual y son majaderías, esos son los locos, señor.
Esa gente piensa que posee dones y arrastran al otro lado por las alcantarillas de la ciudad.
Y ¿qué decir del ser humano, de los hombres y mujeres que empiezan por ahí con el médium con esos gemidos y que encima los aceptan?
¿Es que esa gente no piensa?
Son psicópatas, señor.
El mundo espiritista entero en Holanda, véanlo por ustedes mismos, es psicopático.
De nosotros se ríen, eso sí.
Yo me opongo, es mi tarea.
Para eso escribieron los maestros los libros ‘Dones espirituales’... pero lo que se describe en ellos no lo quieren esos espiritistas, esos médiums.
Porque ahora no tienen dones, no poseen nada, vemos más allá de su engaño.
Pero ¿no es triste?
Lean ahora esos libros y estarán listos para esas personas, y denles entonces una buena paliza, saludable y natural.
Pero tengan respeto por el don espiritual del ser humano que sí que tiene contacto.
Entonces vivirán algo especial.
Pero esto demuestra lo inconscientes que son todavía —y que quieren seguir siendo— los espiritistas.
No conseguirán ustedes arrancarlos de sus bailes de mesa; esas vidas, en cambio, están detenidas y echan a perder muchísimas cosas, y eso luego, crean también esto, tendrán que enmendarlo.
Detrás del ataúd les espera una pequeña porra espiritual.
Esto, pues, es una ‘ley’... y ¿qué ley es?
La ‘ley’ que los golpea, golpeará y quiere golpear a todos ¡por haber violado las leyes espirituales!
Conozco esas leyes, señor, y poseo dones, pero son los maestros.
No tengo posesión alguna, no soy más que un gran bobalicón, pero si ustedes fueran el profesor Einstein, esta misma noche los retaría para un duelo universal a vida o muerte, alma y espíritu.
Sí, en los mundos dimensionales espaciales que los maestros irán analizando uno a uno para sus vidas, y entonces tendrán razón en millones de preguntas vitales, ¡los convencerán a ustedes!
Y ¿de qué son capaces esos espiritistas?
De nada, señor, no hacen más que andar detrás de sus seres queridos.
No quieren más que recuperar esas personas que han hecho la transición, no son capaces de apañárselas ellos mismos.
Eso ya no es amor, porque el ser humano detrás del ataúd tiene que desprenderse de nuestra vida y entonces vuelve a acceder a la... entidad universal propia, pero de eso todos aquellos espiritistas no quieren saber nada.
Son y seguirán siendo niños, ¡aunque tengan noventa años!
Se convierten en personas torpes, porque se aferran a este contacto que efectivamente pueden tener ustedes, ya lo oyen, pero no se pasen de la raya, y eso es lo que han hecho todos estos espiritistas, y ¡es lo que siguen haciendo!
Esto es lo que ha dejado este espiritismo tan ‘podrido’ para la sociedad, y por esto se nos tacha de locos a nosotros.
Pero ¿quién es el loco aquí?
¿Nosotros?
Bueno, no quiero perder esta locura, ni por un reinado, por nada, ni por nada de este mundo.
Porque lo de los maestros es lo que dura eternamente, pero lo que poseen esos espiritistas son tonterías, esto en lo que viven y morirán de forma inconsciente ¡es una sociedad podrida y nada más!
¿Está contento así, señor?”.
“Gracias, señor Rulof, por estas palabras, a usted lo acepto irrevocablemente, ¡es la verdad!”.
Jozef añade: “Pues entonces seguimos, señor, también le doy las gracias a usted, porque ahora podemos hablar y analizar esas leyes.
Pero si usted hubiera sido una de esas personas, créame que usted habría pensado: ‘Al diablo... Jozef Rulof, no voy a permitirle que me quite nada’.
Esas personas también las hemos tenido aquí.
Se fueron.
¿Por qué?
No quedó nada de sus dones.
A esas personas no se les ocurre inclinar la cabeza y no tienen nada que ver con el otro lado, ahora viven y hacen lo que ellos mismos quieren hacer, pero ya les dije: detrás del ataúd hay algo que golpea y es algo que tienen que aceptar, y ante eso se tienen que inclinar.
Ahora no alcanzan a dar ni un paso más allá, pero esa ley no se olvida de nada... porque..., señoras y señores, es el propio ser humano.
Ha violado la evolución de Cristo y ¡eso es terrible!
Lo que construimos nosotros, los maestros, esa gente lo vuelve a arruinar conscientemente.
¿Qué fuerza no tendríamos nosotros aquí en Holanda, si los espiritistas quisieran aceptarme?
Entonces, créanme, empezaríamos a construir mañana, construiríamos mañana ya la ‘Universidad de Cristo’.
Pero son precisamente los espiritistas que lo destruyen todo, que lo mancillan todo, que cantan, ven, entran en trance, ¡que se hacen pasar por médiums!
Y ¡eso es lo peor que hay!
De mí no quieren saber nada, pero leen los libros y les dicen a ustedes con los ojos cerrados todo lo que está a la venta en el otro lado.
Sacan esos pasajes textualmente y resulta que ustedes no son capaces de decir: ¡Eso es plagio!
Pues esa gente se mantiene en pie por medio de los libros de Jozef Rulof; pero eso lo oigo de inmediato, porque de todas formas lo dicen de otra manera, y ahora sé que también ellos están haciendo el bien, ahora lo hacen, porque tarde o temprano la gente se irá de allí y escuchará, aquí en (la sala) Diligentia, a los maestros, y eso, señor, ¡ya ha empezado!
Sin embargo, ¿no es una pena esto?
¡Dejo a todos esos hombres y mujeres sin sus batallitas, ya pueden ponerse a escuchar, y adiós con los dones!
Esa gente también vive aquí, entre nosotros.
Aquí hay quienes piensan: Ahora yo también soy capaz de eso.
Empiezan a magnetizar, quieren ayudar a la gente y piden dinero.
Son demasiado perezosos para hacer otra cosa.
No son aptos para este trabajo, pero ¿tengo que pararles los pies a esta gente?
No tengo el derecho de hacerlo.
Pero otra cosa más, señor, damas y caballeros.
Resulta que ahora Jozef Rulof es mala gente, malo.
Esa gente tiene que poder rehabilitarse y lo hacen diciendo que soy ‘mala gente’, que soy malo.
¡Que me largué con mi propia caja fuerte! Porque ellos son demasiado vagos para hacer otro trabajo.
Me ponen verde y me dejan fatal, y ¿quieren servir?
¿Comprenden lo diabólicos que son?
Y esa gente existe, señor, y no puedo hacer nada contra ellos, yo mismo ya viví eso.
Pero no quiero tener que ver nada con esa gentuza.
Que sigan, que hagan lo que quieran ellos; a ustedes les digo: esta vida pasará y entonces ya les tocará representar sus viles líos en las tinieblas.
Todos esos gritones y mancilladores estarán más adelante ante esta obra y además ante los maestros, ¡solo después ante Dios y Cristo!
¡Eso vendrá!
Y debido a que sé que es así, me resigno ante todo y no me molesto con ese tipo de gente; ¡son niños!
Pero ¡niños endemoniadamente peligrosos, si quieren que se lo diga!
¡Son diabólicos!
Esa clase de personas piensa que este trabajo es muy fácil.
Pues bien, si ellos son capaces de conseguir lo mismo que yo consigo y he conseguido en todos estos años para los maestros, no tengo inconveniente en que se lo queden; entonces me pondré otra vez a hacer de chófer y diré a la gente que existe un Dios de amor.
De vez en cuando —eso también lo he vivido— es posible llegar a una buena conversación, espacial, incluso en la calle.
De todo se encuentra uno en la calle, ¿verdad, señor?
Si tiene algo más que preguntar, lo trataré”.
El señor de la pregunta dice: “Gracias, ¡esto también es la verdad!”.
Jozef añadió: “Lea los libros, señor, y ya no me necesitará.
¡Es lo que quieren los maestros!”.
Una señora dice: “He visto la película ‘Así empieza la vida’, y esta película me parece una revelación para el hombre y la mujer, si la intuyen.
Pero esta película hizo que me planteara las siguientes preguntas: el jueves de la semana pasada habló usted del hombre como el creador y dijo que el hombre camina al margen de la creación, que se encuentra al margen del nacimiento.
Pero hay muchos hombres que pierden la cabeza durante el tiempo en que tiene lugar el parto de la mujer.
¿Solo es por los sentimientos de miedo que tienen entonces?
Muchos hombres —otra pregunta más— suelen contemplar de cerca la poderosa división de la madre y el hijo.
Aun así hay hombres a los que pronto ya no les queda nada en su ‘yo’ de este poderoso acontecimiento, por mucho que el alma del hombre sea tanto masculina como femenina.
¿Acaso no pueden así intuir algo del nacimiento?”.
Jozef Rulof dijo: “Señora, gracias por estas preguntas.
Hombres, ahora nos va a caer una buena; voy a mostrarme a mí mismo y a ustedes desnudos, se nos va a caer el pelo a todos, incluso a los calvos.
La madre nos coloca ahora ante la divina realidad y le aseguro, dama, señora, madre, que seré implacable conmigo mismo, ¡me entregaré por completo!
Esto les va a divertir”.
Los hombres ya se ríen por lo bajo, aquí va a pasar algo, por lo que intuimos, y Jozef arranca: “Ya no hace falta que intuya esa película, señora, nos sitúa a todos ante la realidad y de esta puede ver usted ahora el alma y la vida, vivir su materia, si está usted abierta a este poderoso milagro.
Sí, los hombres que tienen miedo ahora ¡son lelos!
¡Son grandes lelos!
Son infantiles, insignificantes y míseros hasta tal punto que uno estaría dispuesto a que hicieran lo que fuera para conseguir que la madre que esté dando a luz sienta un respeto por ese pedacito de conciencia, pero es algo imposible para ella, porque ese mismo hombre la abandona en su lucha.
Semejante lelo no tiene nada para demostrar ni es capaz de dar nada a la madre, señora, madres: ¡no son más que migajas!
Santo cielo, cómo lo he deseado en mi vida, pero no llegué a verlo materialmente, sino espiritualmente.
El maestro Alcar me llevó a innumerables nacimientos, en Holanda y en Francia, en Londres y Nueva York, negros, blancos y morenos.
Tuve que vivir esos nacimientos para el alma como ser humano, para la reencarnación, así que sé de lo que hablo, aunque en mi propia casa este milagro todavía no lo haya visto, todavía no se me haya concedido vivirlo.
Pero para mí es un milagro.
Cuando vivíamos nuestro bebé —pueden leer todo al respecto en los libros ‘Una mirada en el más allá’— estuve experimentando junto a mi mujer los dolores de parto de tan unido que estuve a ella durante el acontecimiento.
Tuve esos mismos dolores en mi interior y era capaz decir, con una precisión de segundos: Ya nació mi hija, ya no tengo dolores, pero mi criatura está muerta.
Hubiera deseado echarme ante la cama de la madre, señora, como hombre, como creador, tratarla con cariño, pero en mí no hubo cuestión de miedo ni temblores.
Ya dije: son lelos, son niños como seres adultos; ¡es la forma en que actúan esos grados de vida!
Naturalmente, usted misma lo dice: hay otros hombres que ya no son tan míseros, no tan limitados, están junto a sus mujeres y portan este poderoso milagro por medio de ellas.
¿Qué es, pues, lo que hace actuar a los primeros de esa manera?
Es inconsciencia, madre, señora, y nada más; en esto reside todo; todos esos sentimientos pobres del hombre, creador de seres humanos.
Bueno, hombres, ahora pueden defenderse; yo inclino la cabeza ante esta palabra, esta madre tiene razón, pero ¡no quiero ser un pobre desgraciado!
¿Ha oído hablar usted, señora, cómo indignó esta poderosa película a la iglesia protestante reformada?
Así es todavía la mentalidad del Antiguo Testamento y así son todos esos hombres que sucumben por sus mujeres.
Por tanto, todavía no son hombres, sino ¡niños!
No, esos inconscientes no sienten nada de la madre, nada de lo que carga, ni de cómo nace el niño, ¡están al lado suyo con las manos vacías!
¿Quién de ustedes, hombres, ha mostrado conciencia y ha podido dar este sentimiento a ella, como madre?
Bueno, madres, en caso de que su marido sí hubiera sido capaz de ello, denle esta misma noche un besote y digan con honestidad: ‘Tú no eres un pobre diablo para mí, ¿verdad, creador?
¡Tú me lo diste todo!’.
¿Es así?
A mí eso me da igual, ya lo comprenderán, pero... hombres, mujeres, uno diría...: miren ustedes mismos, aquí, entre ustedes, hay quienes están pálidos!”.
Risas, es diversión, la gente se lo toma bien, aunque es como si el hombre hubiera sido diseccionado en la sala.
Jozef añade: “¿No es esto lo más poderoso de todo para el hombre: demostrar quién es y de lo que resulta capaz, para la madre y para él mismo?
Pues no, dicen ahora todos, así no era yo.
Pero, hombre, creador, caminas al margen de la creación; nosotros no tenemos contacto con Dios, ¡la madre, sí!
O ¿acaso era solo curiosidad de usted?
Después ¿no se quedó de todas formas mirando, con las manos vacías, junto a la madre?
Las madres lo saben... ya lo ve, ya están asintiendo con la cabeza y me dan la razón, visto y pensado a posteriori lo de usted justo se quedó en la nada para ella.
Usted estaba allí y miraba a otro mundo que no era el suyo, porque no tenía usted contacto con la madre, no estaban unidos espiritualmente.
Usted daba golpes y patadas: con solo un gruñido ya nos quedamos arrojados fuera del parto maternal, y ¡este es el alto para este poderoso acontecimiento, que es Dios y que significa amor!
¿Tengo razón, madres?”.
“Sí, sí..., sí”, dicen ya las voces de las mujeres, “¡tiene razón, así es!”.
“Bueno, hombres, reconózcanlo con honestidad: ¿qué han podido vivir de este sagrado milagro del espacio, para ustedes mismos y para su amor, la madre?
Y ¿qué han podido vivir de aquello que ahora están oyendo de mí por medio de los maestros?
¿También pudieron escuchar bajo sus corazones vivos el latido de la criatura dentro de la madre?
¿Verdad que no?
Pues, mal vamos.
Yo sí oía el latido, porque conocía las leyes y tenía que ver con ellas, por eso lloré hasta vaciarme cuando tuve que aceptar: tu hija ha muerto, tú mismo lo has visto, transmítelo a la madre, pero también a ella ya le había contado todo al respecto, y ahora éramos uno, en todo, uno para el parto y la creación, es poderoso y sigue siéndolo, ¡es divino!
Sí, señora, al hombre se le vuelve a olvidar directamente, pero ¿cómo es esto con la madre?
Si a usted se le concedió dar a luz a un niño —han de saberlo ya— es una elevación para la vida terrenal; las madres acceden a un grado de vida superior por dar a luz.
Y nosotros, los hombres, caminamos al margen de la creación, por crear nada más.
Hágase pastor protestante, señor, y se alejará de ella aún más.
Háganse ‘monja’... y serán castas, inmaculadas, pero pobres en sentimiento, espiritualmente pobres de solemnidad.
Entonces dejarán desatendida la creación, el renacer, y esto es aún peor que no sentir nada al respecto, señoras, madres, hombres, niños.
Así es como sigue el ser humano, señora.
Más tarde, en el ‘cuarto grado de vida cósmico’ —ese es otro universo, incluso aquí en la tierra ya puede ocurrir— el hombre es uno en todo con la madre, y ella con él, y ¡juntos viven a Dios!
¿Qué tienen todos ustedes que vivir de esa divinidad?
Y usted, ¿qué, señor De Wit?”.
Risas, ¡cuánta franqueza!
Ahora todos somos uno, Jozef nos lleva a todos a esa unidad, y el ser humano aquí está pendiente de cualquier palabra que salga de su boca, y las absorbe por completo.
Y vuelve a ser una revelación.
¿Dónde es posible vivir semejante milagro?
Son clases académicas espaciales, ¡y esto lo aceptan todos estos hombres y mujeres!
Llega una pregunta del todo diferente, tal como nos hace oír Jozef.
La señorita Rie Reinderhoff pregunta: “Cuando el artista ha dado lo más elevado para la tierra, como por ejemplo Tiziano, Van Dyck, Beethoven, Rembrandt, y si ha elevado sus sentimientos, ¿es todo eso la escuela previa para la sabiduría divina, que es lo más elevado?
Porque llegaron como maestros a la tierra, pero es como si se hubieran disuelto por completo por su arte, y ahora están preparados para recibir esa sabiduría, un estadio hacia la conciencia más elevada que el ser humano alcanzará como chispa de Dios.
Al final, ese arte se disolvió para este universo.
¿Lo he entendido bien?
Me gustaría recibir su respuesta, se lo agradecería”.
Y luego esta pregunta: “En el ‘cuarto grado de vida cósmico’ vivimos arte espiritual, pero en la tierra esta todavía es material, ¿verdad?”.
Jozef respondió a estas preguntas de la siguiente manera: “Su pregunta, señorita Reinderhoff, me conduce a algo muy diferente.
Y usted no ha pensado en lo que le voy a decir ahora, pero para nosotros, los seres humanos terrenales, tiene un significado universal.
Pregunta usted si el arte de los maestros es la escuela previa del ‘cuarto grado de vida cósmico’, el siguiente universo después de este al que pertenecemos y que ¡algún día venceremos, para regresar a la ‘Omnifuente’!
Eso usted lo sabe y lo ha podido leer en los libros ‘El origen del universo, pero eso los astrónomos aún no lo pueden aceptar, esos espacios aún son desconocidos.
Pero eso da igual.
Sabemos que nuestro universo ha creado otro universo nuevo, y eso lo tenemos claro, porque todo lo que vive regresará a Dios y ¡el nuestro aún no puede ser el divino ‘Omnigrado’!
Pero ¿me creen si les digo que en el ‘cuarto grado de vida cósmico’ ya no necesitamos ninguna de las artes ni ciencias de la tierra?
Allí a Beethoven ya no le hace falta componer más, porque el ser humano es uno con Dios, por una sintonización espiritual y macrocósmica.
Allí ya no se pinta más, porque la vida lo sabe hacer mejor y porque allí los seres humanos somos uno con la madre naturaleza, porque el hombre es incapaz de hacer mejores frescos que la madre naturaleza.
El ser humano en la tierra se dedica al arte, pero las personas en las esferas de luz y en esos otros planetas del ‘cuarto grado de vida cósmico’ se dedican al desarrollo espiritual y se enriquecen al llegar a conocer las leyes de Dios, asimilándolas.
Y esto es algo muy diferente a lo que vivimos aquí en la tierra.
Sí, todas las artes y ciencias permanecerán en la tierra.
Cada ciencia —no se lo van a poder creer, y piénsenlo bien, entonces podrán hacer luego más preguntas— permanece en la tierra y solo continuará el ser humano como la vida interior.
Pero ¿qué es esto?
¡Este es su espíritu!
Y así nos encontramos de golpe ante el ‘amor’.
Si no tienen amor por la vida de Dios —ya conocen esas leyes— ¡vivirán las tinieblas!
El dicho ‘Cuanto más grande la mente, más bestia...’ nos conduce a esa sintonización.
Así que quien no posee amor será como artista en el otro lado más pobre que una rata.
Cuanto menos alcancemos ahora en esta vida para la sociedad, mejor, si nuestra capacidad nos conduce a esas tinieblas.
Yo he visto el otro lado.
Ahora sé que todo esto de ‘conseguir’ en la tierra suele significar para el ser humano su propio ocaso.
Cada tarea, sea como fuere en la tierra para el ser humano, solo sirve ahora para que la personalidad llegue a tener cierta relevancia, pero esto es y sigue siendo un mero suceso material.
No por eso llegamos a tener conciencia espiritual.
¿Lo comprenden?
Usted misma es artista.
Si se dedica a dar patadas y golpes, si es intratable, ¿cómo no llegará a ser detrás del ataúd?”.
La señorita Rie Reinderhoff dice: “¡Comprendo!”.
“Pues bien, todos esos grandes maestros crearon arte para el ser humano en su pensamiento material, terrenal.
Ese arte no es espiritual.
Si no se creyeran ustedes que más tarde ya no necesitaremos estos milagros técnicos, aunque el ser humano piense que así puede vencer universos, entonces les diría que en el ‘cuarto grado de vida cósmico’ nos hacemos levitar, o sea, que allí volamos materialmente como seres humanos, no con alas, sino por nuestras fuerzas interiores, por haber vencido esa materia.
Y... si ya en la tierra es capaz de eso un lama tibetano, entonces el ser humano del otro lado, que es cósmicamente consciente ¿no iba a ser capaz de ello?
Allí iremos de planeta en planeta, planeando por el espacio como hombre y mujer, y poseeremos ese espacio.
¿No basta esto?
¿Comprenden ahora que todos los miles de milagros técnicos se disolverán y que solo pueden usarse para el ser humano de la tierra?
¿Por qué?
¿Lo comprenden?
¿Quieren vivir esta noche al ser humano espiritual y armonioso? ¿Quieren verse a ustedes mismos como seres humanos espiritualmente justos, con amor universal?”.
“¡Sí, por favor!”, grita alguien en la sala en voz alta a Jozef, que dice: “Pues entonces escuchen, porque todos ustedes me van a dar la razón.
Aquí tenemos enfermedades, allí ya no.
¡Aquí robamos, allí no!
Aquí asesinamos, allí amamos la vida de Dios en todo.
Aquí nos divorciamos, allí no.
Allí tenemos nuestra ‘alma gemela’, por lo que representamos a Dios para todas sus leyes.
Aquí somos inconscientes, ¡allí, conscientes!
Aquí tenemos dementes y psicópatas, allí ya no.
¡Aquí tenemos arte, allí lo que somos es arte espiritual!
Aquí tenemos que comer y beber, allí ya no tenemos que hacer ni una cosa ni la otra, señoras y señores, allí nos alimentamos por medio de nuestro aliento vital.
Se lo puedo demostrar, porque ya tuve una paciente que en siete años no ha comido nada, ni siquiera era capaz de hacerlo; ya vivía aquí por medio su aliento vital.
Allí ya no precisamos de policía que esté pendiente de nosotros, aquí, sí, porque la humanidad entera aún es materialmente inconsciente, espiritualmente pobre, ¡ahora evolucionamos para lo espiritual!
¡Imagínense solo un momento esa poderosa vida!
Es coser y cantar, cuando uno conoce la vida en el otro lado: ¡el ser humano regresa a Dios!
Aquí necesitamos dormir, allí ya no, ¡ahora vamos al estado del eterno estar despierto!
Y así puedo seguir y es natural que todos esos milagros técnicos solo sean para el ser humano en este estado y no signifiquen nada para la vida espiritual, interior.
¡Los seres humanos venceremos todos los milagros que no lo son!
Así que todos esos maestros, señora..., que han hecho algo por la tierra, crearon arte para el ser humano, pero en el ‘cuarto grado de vida cósmico’, la ‘vida’ es el arte y ¡ya no hacen faltan pinceles!
Anthony van Dyck es mi maestro.
Porque él dice en uno de sus libros: ‘Con que consiga el despertar espiritual de una sola persona, he ganado más que en la vida en la que fui un maestro en el arte’.
Y ¡así es!
Así que su pregunta recibe esta respuesta: esos maestros solo crearon para la tierra, y para ninguna otra parte, y esto es así con las bellas artes, la música, con todas las artes.
Para nosotros ya no es necesario escribir allí, porque el ser humano se conoce entonces a sí mismo, es cósmicamente consciente”.
Alguien dice: “¿Y no se pone la vida entonces muy aburrida?”.
“¿Cómo dice?”, retoma Jozef, “¿que si la vida se hace aburrida?
Pero ¿es que sigue sin saber después de leer libros lo que será usted detrás del ataúd? ¿Lo que hará?
En el otro lado usted será luz, y naturalmente, vida, sentirá, será padre y madre, fuerza elemental, allí representará a Dios, porque ¡es lo que usted es!
Si usted pregunta ¿qué hacemos allí?, entonces yo le pregunto a usted ¿qué es Dios?
Dios se aburre, ahora que sabemos que es un empuje eterno, ¿verdad?
Y eso es, pues, el ser humano.
Si no estuviera usted, señora, señor, este universo se quedaría en tinieblas.
¿Qué es usted ahora?
Ninguna chispa puede liberarse de este conjunto divino.
Todo lo que vive tiene que representar esos espacios, y ¡es el ser humano y todo lo que vive como ‘Dios’!
¿Qué significan entonces todavía las artes y las ciencias, cuando ustedes lo son todo, la fuerza, por la que también los planetas y las estrellas recorren sus órbitas?
¡Esto, padres y madres, es el ser humano para Dios!
Y ¿qué es, pues, un libro?
Ustedes me colocan en un pedestal.
No lo hagan, solo cuando posea ‘sentimiento de amor’ seré todo, o ¡no seré nada!
Las artes y ciencias no tienen importancia alguna si el ser humano no tiene amor.
¿No fue eso lo que dijo Cristo?
¿No es esta la verdad?
No tengo respeto por el ser humano y su arte si pertenece a ese grado de sentimiento que golpea, patea y vilipendia.
¿Qué queda de nuestro arte cuando nos sirve para destruir al ser humano con él?
¿Cuando nos matamos a nosotros mismos por nuestras artes y ciencias?
¿Quieren vivir esta noche una profecía mía?
Puedo conectarlos con el año 9024... si lo desean, así lo podrán ver ustedes mismos.
¿Cómo será entonces la tierra?
Igual que ahora, con un poco más de conciencia natural.
Es decir que entonces ya no se podrán ver elefantes ni leones ni ballenas.
Esos organismos habrán desaparecido, pero el espíritu de esas vidas nos cantará una canción, porque será cuando esas vidas pertenezcan a la especie alada.
Y el ser humano, ¿qué?
Serán la radio y los milagros técnicos los que entonces transmitan las leyes de los maestros.
Los maestros hablarán desde el otro lado.
Pueden leerlo en el libro ‘Los pueblos de la tierra’.
Eso sí que será el ‘reino de Dios’, el que el ser humano está esperando desde ‘Jerusalén’, o sea, desde Cristo.
¡Y llegará!
¡Llegará, irremediablemente!
Entonces, padres y madres, al ser humano ya no le hará falta dejarse tanto la piel, la vida se irá enriqueciendo, evolucionaremos, todo evolucionará, ¡también la madre naturaleza!
Ya no habrá guerras, ¡el ser humano habrá dejado de matar!
Llegará a haber armonía entre el cielo y la tierra, o sea, espiritualmente; el ser humano llegará a vivir su tiempo cósmico antes de su nacimiento y ya no tendrá que esperar tanto antes de que se materialice su reencarnación.
Todo cambiará para bien; así que ¡despertar espiritual para todo lo que vive en la tierra!
A muchos de ustedes les gustaría ya estar ahora en el otro lado, pero compréndanme bien, hombres y mujeres, ahora vivimos en el tiempo más asombroso que jamás se pueda vivir en la tierra.
¡Nosotros, créanme, ponemos para todos los sistemas los fundamentos para el futuro humano, espiritual!
Y esto está claro, si no les importa recordar un momento sus tiempos prehistóricos, porque allí es donde estuvimos viviendo.
Hemos venido desde la selva, hemos vivido millones de vidas, y ¡ahora estamos empezando a despertar espiritualmente!
La naturaleza evoluciona, toda su vida, nosotros también, pero algún día este universo se disolverá por completo, porque el ser humano y todo lo que vive lo habrá vencido entonces.
Regresamos a Dios para representarlo allí, en el ‘Omnigrado’ divino, ¡porque somos dioses!
Miren, en eso vivo, eso es lo que me dieron los maestros y lo que me pudieron mostrar.
Estuve tres veces con los maestros en el ‘Omnigrado’.
Los primeros libros de la nueva Biblia —quizá tampoco se creerán ustedes eso, y sin embargo es más sencillo que nada— los viví yo y están listos.
El ser humano conocerá a su Dios y se conocerá a sí mismo.
Y ese Dios y ese ser humano serán entonces cósmicamente conscientes.
¿Puede ser de otra manera?
¿No llegarán los pueblos de la tierra a la unión?
¿Es que no ven lo que va a pasar ahora en la tierra?
Háganse artistas o eruditos, háganse poderosos, genios: si no poseen amor por la vida de Dios, seguirán siendo espiritualmente pobres de solemnidad.
Es su vida, son sus sentimientos, su espíritu, tiene que ser su personalidad para los sistemas divinos.
O pertenecerán ustedes a las tinieblas.
Y ¿qué importancia tiene, pues, su arte y el mío?
¿Qué soy si lo único que hago es vivir la vida, dejando un rastro de destrucción?
Nada, pero ya no quiero perderlo, no quiero perder esta poderosa posesión por nada de la tierra.
He visto el otro lado, y se me concedió vivirlo, y eso me brindó la ‘voluntad’ para entregar todo lo mío, ¡para su despertar y el mío!
¿No vale la pena?
Miren ahora todos esos artistas.
¿Cómo son esas personas?
Podría darles ejemplos, pero ustedes mismos son capaces de hacerlo.
Se han cometido asesinatos por el arte.
Por un energúmeno de esos, que quería ser algo y no era capaz de nada.
Y otros se han anulado por completo para la vida espiritual por todo lo que escribieron, por su arte técnico y por su arte plástico, ¡sucumbieron!
¿Y qué es lo que queda?
Nuestra paternidad y maternidad, señoras y señores, eso es lo más poderoso que pueden vivir.
¡No sean nada y por su amor lo serán todo!
¿No son estas las ‘pequeñas orquídeas’ para sus propias vidas’?
Contemplen ahora al ser humano.
¿Qué piensa que va a poder hacer semejante alborotador?
Me río de todos esos hombres y mujeres en medio de su cara cuando su arte mancilla y extravía la sencillez.
Yo tengo el universo como arte dentro y debajo de mi corazón, y eso me lo enseñaron los maestros.
Si asesino, golpeo, pateo, chismorreo y cotilleo sobre la vida, o sea, sobre el ser humano, entonces eso es mi interior; aunque tenga razón, soy y sigo siendo la cotorra, el que desmantela.
Pero ¿no sabían eso?
¿Estoy contándoles algo nuevo?
Lo tienen en sus propias manos.
¿Me oyen decir a mí alguna vez cosas malas sobre la gente?
Ya me controlaré, porque entonces habré perdido mi armonía, mi felicidad, mi ser uno con los maestros y la vida de Dios.
Quiero ser amor y nada y nada más.
¡Es lo que hace despertar a toda célula viva de mi organismo y de mis sentimientos!
Concluyan esta vida bien, dejen tranquilamente que el ser humano los golpee.
Saben que si devuelven el golpe, alejarán a golpes la conciencia de su vida.
Y ¿se trata de eso?
Lo sé, aquí hay hombres y mujeres que tienen que luchar para poder venir aquí.
Entre ustedes hay quienes son arrastrados de los pelos por casa.
El hombre dice: ‘No quiero esa porquería’.
El que dice esto tiene una conciencia animal, porque patea y pega.
Y ¿qué hace una madre de esas, un hombre de esos, si ella o él se quiere enriquecer espiritualmente?
Ahora están ustedes ante su lucha universal.
Ustedes mismos tienen que querer y saber qué quieren.
Nadie en el mundo puede ayudarlos, pero todo esto les espera algún día detrás del ataúd y allí, cuando hayan llegado esas vidas, estas exclamarán: ‘¡Ojalá me hubieran sometido al látigo, yo era diabólico!’.
Pero ¿qué hizo Cristo?
¿Devolvió los golpes cuando le escupieron en plena cara, cuando lo pegaron, torturaron y pusieron en la cruz?
No dijo ni una sola palabra y lo soportó, y eso significa: de haber devuelto Cristo los golpes, Él también habría mancillado Su conciencia divina.
¡Un Dios no golpea, no patea, no deforma, no mancilla, una divinidad siempre es ‘amor’!
Así que tenemos que ser capaces de guardar en todo armonía espacial.
Solo entonces asimilamos ese espacio.
Pueden decir de mí lo que quieran; les digo: amé en exceso, di al ser humano demasiado amor, y en eso se asfixió la vida.
Pero eso es mejor que haber pegado, pateado.
Créanme, ya no puedo hacerlo y eso me dio esta increíble conciencia, ¡el ser uno con la vida en el otro lado, de Dios!
Señorita Reinderhoff, esta vida es, pues, la escuela previa para la siguiente, el otro lado.
Sea cariñosa y será inspiración.
Pero... si pega y patea, ¿qué quedará de su arte?
¿Acaso no es cierto esto?
Haga que de usted se pueda decir: con ella o él se puede hablar, esa vida te porta, de esa vida se puede aprender algo; solo entonces nos entra algo de amor en nuestra vida y personalidad, y ¡será su felicidad detrás del ataúd!
¿Se conoce ahora usted misma?
Da igual quién sea usted y lo que haga, sea cariñosa y lo tendrá todo.
No desee vivir el arte, haga otra cosa si no tiene el sentimiento para ello, y lo será todo.
Los maestros sienten respeto por el ser humano como amor, no por el genio que pega, desmantela.
El ser humano con amor natural lo es y siempre lo ha sido.
¿No lo sabían, gente, padres?
¿Les di algo?
¿Sí?
Sigamos entonces.
Pero, señorita Reinderhoff, gente, madres y padres, el arte es poderoso.
¿Qué les puede dar el arte?
Trate a los artistas, vívanlos.
Y si encima poseen la verdadera amistad, o sea, amor, la vida valdrá la pena, les infundirá alma, los portará, ya no será monótona.
Entonces verán colorines, será música, pero se convertirá en una oración universal cuando el hombre y la mujer apliquen a ellos mismos ese arte.
Los artistas a los que me refería antes deformaron la vida, porque todavía no poseían el sentimiento puro para su arte.
En cambio, compárenlo, por ejemplo, con el campesino del campo, con su sentimiento natural, la conciencia campestre, eso lo dice, todo, ¿no?
El arte conduce al ser humano al amor.
Esto también es arte, a saber, el arte más elevado.
¿No es cierto esto?
El ser humano, como protestante reformado, como católico al cien por cien, para... —y ahora escuchen bien, así pueden aprender algo— (ese ser humano) solo puede darles como hombre y mujer el beso que como sentimiento también representa la conciencia de ese ser humano, y esa es la ‘condena’ del ‘Antiguo Testamento’.
Ahora el beso espiritual.
Ahora un beso de un artista, y después a vivir el amor del ser humano, que es de una profundidad universal.
¿No es eso a lo que aspira todo ser humano, lo que todo ser humano quiere vivir y tener?
Porque ahora el arte ha infundido un alma espacial a ese amor, y ese amor, señoras y señores, lo quiere tener cualquiera, ¿no?
Pero no hacemos nada para conseguirlo.
Así es como es nuestra vida.
Así que es por el arte como el ser humano puede asimilar un amor más elevado, y esa es, por cierto, también la meta de los maestros, de Dios.
¡Por eso la madre tierra recibió arte!
Reconózcanlo: ¿no besa la vida según el propio grado de los sentimientos y la conciencia?
Ahora sabemos que tenemos que completar nuestra vida.
Todavía no solicitamos ese beso espiritual.
Si lo buscan, ¿qué pasará entonces?
¿Un divorcio?
No, aún no se han merecido ese amor, o ya habrían llegado a ese punto.
Así que hay que trabajar y completar, por medio del arte y nuestra vida cotidiana.
Si a todo esto le proporcionan armonía espiritual, créanme, serán genios del espíritu, porque todo para nuestra vida y existencia tiene profundidad universal, y será más adelante su sentimiento y pensamiento detrás del ataúd.
Sobre esto se pueden escribir libros, pero los maestros no tienen tiempo de hacerlo, y nosotros ya tenemos libros de sobra.
En unos cincuenta o sesenta años la madre tierra poseerá el aparato de voz directa y ¡serán los propios maestros quienes hablarán!
Pero les digo esto: mis libros estarán más adelante en todas las casas, son eternos, lo sé, por lo que también les doy todo lo que tengo.
¡Recurriré a mi mejor sangre para este poderoso ser uno para el hombre y la mujer, nuestro amor para esta vida y para el ‘Omnigrado’ en el ser humano!
Señorita, ¿se queda satisfecha así?”.
“Completamente, señor Rulof, ¡gracias!”.
“¿Quedan más preguntas?
¿O tiene bastante para pensar durante una semana?
Entonces sigo.
El señor Berends vuelve a preguntar”, dice ahora Jozef.
“Ha vuelto a alejarse usted mucho del terreno familiar”, sigue la pregunta.
(El señor Berends escribió:) “Hay planetas que infunden alma al ser humano”.
En las estrellas y los planetas no hay engaño, eso solo existe en la tierra.
En el libro ‘Una mirada en el más allá’ leí: ‘Si no alcanzo más que a un solo ser humano, habré hecho más que un artista con todos sus cuadros’.
Y eso lo acaba de aclarar.
Lo que quiero decir es esto.
¿No es posible que una estrella o un planeta infundan alma al ser humano, por tanto también al artista?”.
Jozef responde: “No, señor Berends, no es posible.
¿Asistió a la conferencia del maestro Zelanus en Diligentia sobre la ‘astrología’ (el 3 de enero de 1947, la conferencia: ¿Tiene la astrología valor para el ser humano?)
¿No?
Bueno, su pregunta nos lleva a la astrología, y en primer lugar le puedo decir: la astrología nunca se convertirá en ciencia.
Pero eso los astrólogos no lo aceptan.
Hay millones de personas que se dedican a ella y piensan que en la astrología hay ciencia veraz.
Sobran los ejemplos que demuestran que la astrología es exactamente lo mismo que lo que saca una vidente de los posos de café y lo que vive un psicometrista al palpar un objeto.
Pueden leer más sobre esto en los libros ‘Dones espirituales’.
Les pongo un ejemplo.
Viene a visitarme un señor.
El hombre cuenta que un astrólogo lo ha confundido.
Tiene que viajar a Berlín y Turquía por negocios, y el astrólogo le ha dicho: ‘Espere un poco, ocurrirán accidentes si va’.
Mi visitante también se dedicaba a la astrología, por eso sus preguntas.
Otro hombre de negocios ni se inmutaría ante los signos del zodiaco y seguiría como si nada.
Le dije al hombre esto: ‘¡Vaya usted!
Si ocurre algo, asumiré todas las consecuencias.
¡No pasará nada!
En realidad, ¿qué es lo que quiere su astrólogo?
¡La muerte es evolución!
¡No hay una muerte!
¿Qué importa ahora todavía el miedo de usted y el empeño en tener la razón de él, dado que la muerte no es una muerte y que esta significa para su vida la evolución más elevada?’.
‘Vaya, por Dios’, se le escapa al hombre, ‘me rindo, ¡son palabrerías lanzadas al vacío’.
Le di otro ejemplo.
Escuche, señor, así lo sabrá de una vez por todas.
La Biblia comienza con una falsedad, eso ya lo sabe.
Cuando los autores de la Biblia comenzaron a escribirla, la creación, el ser humano también, ya tenía millones de eras de antigüedad.
Dado que estos no sabían nada del origen, escribieron falsedades y se lo dieron al ser humano.
Pero ¡esos autores no son Dios!
Pues bien, ¿quién elaboró el zodiaco?
¿Dios acaso?
Fue el hombre quien lo hizo.
¿Cuál de todos esos astrólogos conoce, pues, ese comienzo divino —con el que los seres humanos sin duda tenemos que ver— y sabe dónde están y se pusieron los fundamentos, también para la vida a la que pertenecemos ahora?
Les pregunto: ¿es posible calcular nuestra vida ahora que tenemos que aceptar que ese mismo astrólogo les quiere advertir de la muerte y confunde su vida, señor?’.
‘Lo comprendo’, respondió, ‘iré.
Deles las gracias a sus maestros’.
El hombre emprendió el viaje y no pasó nada.
¿Qué es, pues, la astrología?
¿Nos pueden inspirar las bolas de gas?
Esos astrólogos no se conocen a sí mismos ni al universo.
Los astrólogos estaban furiosos después de la conferencia de los maestros, y se morían por descuartizarme.
Aun así, y eso lo vivirán, tendremos razón: la astrología nunca será ciencia, es la búsqueda por parte del ser humano.
La quiromancia y la grafología sí que se convertirán en ciencias, porque nuestro organismo procede de la naturaleza, de las divinas leyes vitales.
¡La astrología no es más que un juego humano con el espacio!
Pues bien, señor Berends, la tierra posee la conciencia más elevada para este espacio, nuestro universo.
Pero esto no lo saben los astrólogos.
¿Y entonces en qué quiere infundir usted alma?
¿Acaso en un trozo de granito, en un poco de materia, un puñado de tierra?
¿Comprende estos disparates?
Ya sé que el ser humano que sienta que hayan destripado sus batallitas piense: ¿Es que solo lo sabes tú?
Yo no sé nada, señor, señora, solo transmito lo que el propio universo dice y tiene que decir al respecto.
¡Y ahora todo es diferente!
No le voy a quitar su pasatiempo, al contrario, tendré razón sí o sí, porque estas leyes también se las puedo explicar; y entonces todo vive en el interior del ser humano.
Hemos de ganarnos esa inspiración aquí en la tierra por medio de nuestra vida, y ahora se convierte en conocimiento de uno mismo, o recepción de quienes viven detrás del ataúd y que son espiritualmente conscientes.
Pero no hay materia que puede infundirnos alma, ni bolas de gas como Saturno, Urano, Júpiter y otros planetas.
No poseen la sintonización humana de la tierra.
Estos no hacen otra cosa que encargarse de que el universo no se quede en tinieblas, y esto es una cosa muy distinta a aquello en lo que el ser humano quiere convertirlo en la tierra por medio de la astrología.
El mayor error de la astrología es que el astrólogo quiere advertir al ser humano de que va a morir, y eso es imposible.
¿Qué queda entonces?
¡Nada!
Pero demuestra que esos eruditos no conocen la creación, el universo, la vida, el alma, el espíritu ni al ser humano, y lo único que hacen es hacer cuentas, todo no está más que en el aire; sí, ¡de todo eso ya no queda nada!
En esto los maestros también tendrán razón.
Lo enseñará el futuro, pero entretanto ya les gustaría asesinar a Jozef Rulof; porque este, claro, desmonta todo.
¿Es esto desmontar?
¿Comprenden ahora, Berends, hombres y mujeres, no estarán atontados, verdad, que los maestros lo saben todo sobre este espacio y que lo pueden asimilar?”.
Berends: “¡Es enorme!
¡Lo acepto sin rechistar!”.
“Entonces gracias, señor.
Pero todo esto lo puede seguir, los libros les van a explicar cada ley vital para este espacio.
Poseemos ahora los libros para cada pregunta de ustedes y para sus vidas, ¡y los maestros los han traído a la tierra por medio de mí!
La astrología no es ni más ni menos que los sentimientos de la adivina del tarot, ella también tiene alguna vez un acierto.
Pero ¡mañana y pasado mañana estará muy equivocada, igual que todos esos astrólogos, a saber: para las leyes vitales de Dios y este espacio!
La vida, sin embargo, quiere saber y se aferra a algo.
¿Cuánta gente no es engañada a conciencia?
Es seguro que hay sacerdotes en Oriente que saben más al respecto, pero ahora se convierte en otro contacto y es el ser uno con las leyes de Dios, y ¡entonces puede haber un acierto!
La astrología carece de valor para las preguntas en la vida de ustedes —es lo que me gustaría decirle a la gente—, además: morir es evolución.
No es posible que eludan sus propias leyes del karma, están atados a sus propios sentimientos; y la felicidad, el amor y la riqueza no están a la venta.
¿Por que se alteran todos esos astrólogos tanto por el ser humano?
Porque, señoras y señores, echan mano de lo más difícil de lo que se puede hacer y vivir, pero elaborar cálculos para enriquecerse es algo que no saben hacer.
¡Viven por medio de esos inconscientes de espíritu!
Repito... y así ya lo saben ustedes... ¿por qué no calculan su propia riqueza?
¡Entonces ya no les hará falta alterarse tanto para conseguir su comida!
Pero no pueden hacerlo, son incapaces.
Ni un solo astrólogo es capaz de enriquecerse por sus cálculos; no tiene fundamentos bajo los pies y está continuamente suspendido en un espacio que no dice nada, ¡son palabrerías!”.
Risas... también hay caras con el gesto torcido, los astrólogos entre los oyentes todavía no se dan por vencidos.
Jozef dice: “Reconozco, señoras y señores, que no hace mucha gracia haber estudiado diez años y ¡que venga otro a arrancarte de las manos esa posesión y meta vital en apenas cinco minutos!
Pero, una vez más: no estén molestos, no son más que leyes vitales, el cosmos les dará la razón a ustedes o a mí.
Pero yo les digo: entrego mi vida por esto que he recibido de mis maestros, porque lo he visto.
El sol, la luna, las estrellas y los planetas los conozco, y me conozco a mí mismo como alma, vida y espíritu, y ¡eso todavía no lo conocen los astrólogos!
Señor Berends, no hay estrella ni planeta que sea capaz de infundirle a usted alma; de ser el caso, entiérrese entonces en la tierra y regrese con esa animación y cuéntenos lo que la tierra como materia tenga que decirle a la personalidad de usted.
Le digo: volveremos a sacarlo a la luz como un cadáver.
Y ese será su final, porque ¡usted cortó su aliento vital!
¿Qué es, pues, el zodiaco para nosotros?
¿Quién se inventó ese cacharro?
Fueron los sacerdotes.
El zodiaco, claro, eso es así, tiene que representar su carácter.
Los astrólogos dirán esta noche que estoy arisco como un carnero, pero entonces añado de inmediato: han metido ustedes la pata, porque no soy ni un carnero ni un pez.
He vencido esos estadios, mi carácter ya no tiene nada que ver con el león de Leo ni nada con la conciencia de un estúpido cangrejo.
Me he hecho ser humano, señoras y señores, y todo lo demás pertenece todavía a la era prehistórica y ¡no es nada más!
¡Es un lío!”.
Se oyen golpes de los pies de la gente, porque esto es una clase académica.
La gente se va, casi sucumben bajo esta sabiduría.
Jozef Rulof solo sonríe y nos lanza: “Adiós, niños.
¡A dormir bien!”.